La primera impresión al verla fue la perdida de oxigeno. No podía respirar, era imposible. «—¿Imposible? Imposible es que ella esté... —»
— Viva. —susurró, haciendo eco de sus pensamientos.
«Viva» era la única manera de definir a Petra Ral, quien, con sus mejillas enrojecidas por el esfuerzo y el cabello color calabaza resplandeciendo como oro bajo el sol, servía comida caliente en los respectivos platos de sus compañeros. Entonces dirigió su mirada estupefacta hacia ellos. Gunter, Erd y Auruo. Los tres reían y parecían divertirse a costa de Petra, quien luchaba por reprimir una sonrisa; cerca de ellos estaban otros soldados a los que, francamente, no recordaba haberlos visto jamás.
Sólo tenía cabeza para los cuatro miembros de su escuadrón. Se movían felices, incluso relajados. Como si la titán hembra nunca se hubiese cruzado en su camino, como si ninguna herida les perturbara o molestara, como si... nunca hubiesen muerto.
Pero era imposible. Él personalmente miró los cadaveres de su escuadrón, incluso quitó el escudo de la chaqueta de Petra para...
— Estoy enloqueciendo. —se reprimió, llevandose una mano a la adolorida cabeza. El rostro se le puso pálido como la cal y sus labios se curvaron en una mueca de desconcierto y dolor. Adolecer a Levi no era tarea sencilla, pues era un hombre con impulsos y deseos muy bien controlados; ver a su propio equipo sin vida en el bosque fue algo duro, pero siguió adelante. Lo toleró, lo superó. Pero esto era algo completamente diferente; estaban vivos y contentos frente a él, bastante cerca para tocarlos si así lo quería. ¿Cómo podía manejar eso?
Y el tiempo no se detenía, como solía suceder en sueños. Un brazo pesado y cargado de confianza cayó sobre sus hombros, apretándolo contra un cuerpo firme, suave y algo más alto que él. A su lado, Hanji sonreía como una idiota.
— ¿Ya te despertaste, enano? —como siempre, su voz destilaba burla.
— De no ser así, no estaría de pie y con los ojos abiertos, cuatro ojos. —contraatacó Levi por puro instinto. Estaba tan acostumbrado a responder con ácidos y sarcásticos comentarios a la castaña que por un momento olvidó la desconcertante escena. Su compañera lo observó con una sonrisa medianamente suave, sin perder del todo la energía.
— Veo que estás mejor. —dijo.— Con la fiebre que te dio y los días que estuviste dormido, creí que tu cerebro acabaría por fundirse. Pero parecer recordar el sarcasmo. Es buena señal. —asintió seriamente, como si aprobara su conducta.
Esto desencadenó una multitud de preguntas en la mente de Levi. ¿Cuál fiebre? ¿En verdad durmió durante días? ¿Qué tenía eso que ver con la repentina aparición de su escuadrón? De nuevo perdió el color del rostro, y no pudo evitar tambalearse. Una mano cobijó su espalda y le dio un punto firme del cual apoyarse; habría agradecido a Hanji de no ser porque esa mano era muy pequeña para pertenecer a la loca de los titanes. Se trataba de Petra, quien lo miraba con una disimulada preocupación en los ojos ambarinos.
— Capitán, ¿se encuentra bien?
Su voz sonaba tan real como toda ella. La mano en su espalda y el brillo del sol sobre su cuerpo; cada curva y sombra en Petra parecía real. Creía que si extendía una mano sobre ella e intentaba acariciar la fina línea de su quijada, sólo sentiría un vaho de aire, y entonces su imagen desaparecería. Pero no lo hizo. Se quedó estatica en su sitio con los ojos muy abiertos de la sorpresa. Nadie había visto actuar así al líder del escuadrón de reconocimiento, y quizás por esa razón todo mundo guardó silencio.
«— Es real. —»
Imposible pero cierto. Era sorprendente lo suave que podía ser la piel de una persona; no recordaba haber acariciado nunca a alguien de esa manera, y menos aún a Petra. No a la única mujer de su escuadrón. No es que antes lo hubiese pensado, se dijo al apartarse de ella y recuperar el aliento, pero mantener las distancias con el único miembro femenino era en realidad una obligación. Las malinterpretaciones se daban con frecuencia y no podía darse el lujo de tener esas distracciones. Además, Petra era sólo Petra. Como siguiendo el rumbo de sus pensamientos, la joven mujer retrocedió y levantó una pequeña taza con un líquido humeante en su interior. Café de primera mano, de ese que preparaba ella cada mañana. Los astutos ojos del capitán se levantaron al firmamento y al astro dorado que iba tomando fuerza poco a poco en el horizonte. No podía ser muy tarde.
— ¿Por qué estamos al aire libre? —preguntó, curioso, mientras aceptaba la taza de café y le daba un sorbo. No se creía a sí mismo capaz de preguntar algo como "¿Cómo es que están vivos?", por lo que tendría que averiguarlo de una manera más sutil. Para su sorpresa, varias risas se escucharon atrás, allá donde Gunter, Erd y Auruo seguían desayunando. Incluso Petra tuvo que reprimir una risita con la mano. A su lado, Hanji empezó a repartir insultos.— ¿Qué?
— Bueno, es que... —comenzó Petra, siendo interrumpida por la superior.
— ¡Eso ha sido una completa equivocación en la administración!
— Pero la administración también es cosa suya, capitana. —era Erd.
— ¡Silencio! ¿Acaso quieren dar vueltas alrededor del campamento?
— ¿Hanji ha dejado nuestro escuadrón al aire libre por un error de administración? —preguntó Levi, más sorprendido que molesto. Era algo tan extraño que merecía la pena preguntarlo.— ¿Por qué no sólo nos enviaste a un edificio vacío? Con la limpieza y el orden adecuado, podría servir como base.
Y se hizo el silencio.
Por primera vez desde hacía mucho tiempo, todos lo miraron con extrañeza. Reaccionando de manera instintiva, Levi se puso a la defensiva. Recordaba miradas similares unos años atrás, cuando los cadetes descubrían que el hombre más fuerte de la humanidad, aquel de alto rango que los dominaría día y noche, medía 1.60 m. Su mirada se volvió helada como un témpano de hielo, y con la formalidad de quien no acepta volver a repetir una pregunta, dejó la taza en manos de Hanji, sin mirarla, y movió los brazos hacia detrás de la espalda. Era la posición de un capitán. La posición del superior Levi, buscando una respuesta.
La primera en desvanecer la estupefacción de su cara, fue Petra.
— Señor, los edificios más cercanos están en condiciones peligrosas, no es seguro habitarlos por ahora. —explicó lentamente, arrastrando las palabras.— La única alternativa era dormir a la interperie. Desafortunadamente, por un error de administración —evitó en todo momento la mirada orgullosa de Hanji—, no pudimos retroceder a Trost. Tuvimos que mantener nuestra posición actual aquí, en el exterior, y...
— Espera. —exigió Levi con severidad. Petra guardó silencio de inmediato.
Bajo la tranquila y casi indiferente mirada del superior, había un caos absoluto. ¿Retroceder a Trost? ¿El exterior? Eso sólo podía significar que estaban afuera del Muro Rose. Una expedición. Necesitó de todo su férreo control para no demostrar lo mareado que se sentía, pero la palidez no podía ocultarla, causando una mirada de preocupación en Petra. ¿Cómo demonios había sucedido eso? Era ya bastante malo creer que estaba enloqueciendo al ver a su escuadrón con vida, pero perder la cabeza en medio de una expedición era la última cosa que hubiese querido en el mundo. Eso pondría muchas vidas en peligro. Debía comprender la situación antes de que su ignorancia llevara a los soldados a la muerte. Al pesar en esto, volvió a mirar a los hombres que ahora desayunaban sin mucho entusiasmo; parecían especular sobre su malestar. Sus rostros familiares... no podía soportar la idea de verlos morir otra vez.
— No recuerdo mucho. —admitió en voz baja, de manera que sólo Hanji y Petra pudieran oírlo. Los otros comenzaron a perder el interés cuando creyeron ver al serio Levi de siempre. El pelinegro observó a ambas mujeres con la mayor indiferencia que fue capaz.— Es probable que se deba a la fiebre. —añadió, aunque ni siquiera recordaba dicha fiebre.
— No me sorprendería. —comentó Hanji con aquella expresión de conocimiento que, aunque tonta, resultaba muy confiable en batalla y en las investigaciones sobre titanes.— La fiebre que te dio fue muy peligrosa, debías tener una infección muy fuerte para delirar así. Los otros también se enfermaron, pero de manera más superficial. Tu... estuviste cerca de la muerte. —explicó sin tapujos, lo cual Levi agradeció.
— Ya veo. —murmuró él, aunque en el fondo seguía con preguntas sin respoder. Una fiebre, por mala que fuera, no podía hacerlo imaginar meses completos de caos. Eren, la titán hembra, Annie, la muerte de su escuadrón. ¿Acaso todo eso fue un simple delirio causado por una fiebre? No podía creerlo, por más que lo intentara. Y aún cuando él era el tipo de hombre que se enfrenta a las situaciones más extremas con una mirada de indiferencia, no podía dejar de temblar. «— Estamos dentro del Muro María... y todos están relajados. No parece una expedición. —».
Ciertamente, no sentía que estuviese en una. Durante las expediciones, por más valor, coraje y entrega que mostrara un soldado, siempre había el temor y la alarma constante de hayarse en territorio de titanes. Nadie dormía tranquilo en el exterior. Y eso lo hizo sospechar de algo que le estremeció de los pies a la cabeza. Miró a Petra como el día que la vio sin vida contra ese árbol, conteniendo una multitud de emociones porque así era como un líder debía actuar.
— Petra. —la llamó, y ella respondió con una sonrisa. Su mirada brillante le brindó un poco de paz interior para pronunciar las siguientes palabras:— ¿El Muro María... ha sido sellado?
¡Hola! Wow, dos fics en un día. Bueno, no está tan mal. Ciertamente éste será más largo que "Las alas de la libertad", o al menos eso espero. Sobre que tan constante actualizaré ambos fics, no lo sé. Éste en particular es más sencillo para mi, tengo una idea más clara de lo que haré y a más de uno dejaré con cara de "¿WTF?"(?), sólo no me maten, en locura me parezco mucho a Hanji xD
Sin más, espero que les haya gustado el primer capítulo. Habrá mucho drama y acción aquí.
