Suspiró sonoramente. Mikoshiba le había comentado sobre la pijamada que tuvieron los chicos en la casa de Nozaki-kun. Hori-chan-sempai había dicho que le gustaban las chicas con piernas largas cuando le preguntaron por sus preferencias.
Miró sus piernas. Eran largas, debían llamarle la atención. De hecho su disfraz de príncipe las resaltaba aún más.
-Pero no pareces una chica con él...- dijo una molesta voz en su cabeza.
Frunció el ceño. Jamás se había preocupado por ello. No le molestaba parecer un hombre porque así podía estar más cerca del presidente. Se llevaban muy bien, tenían sus peleas pero él siempre iba en su búsqueda. Incluso se habían cambiado juntos en el mismo vestidor...
Y allí fue cuando la realidad golpeó a Yuu Kashima. Hori-chan muchas veces no se daba cuenta de que ella era una chica.
Se levantó rápidamente de su pupitre y se dirigió rápidamente a la sala del coro de la escuela. Necesitaba ayuda urgentemente.
-¡¿Eh?!- exclamaron Chiyo y Yuzuki al mismo tiempo.
La siempre segura de sí misma Yuu Kashima se encontraba frente a ellas ligeramente sonrojada y con la petición más extraña.
-Por favor – dijo tímidamente mientras se miraba los pies- quiero que Hori-sempai... note que soy femenina.
Las dos chicas se miraron y se sonrieron de manera cómplice.
-Creo que podremos darte un aspecto lo suficientemente femenino como para que lo note -comento con poco tacto la castaña.
-¿En serio? -Preguntó con el rostro iluminado- ¡Gracias chicas!
Y las abrazó.
-Creo que el viaje de este fin de semana del Club de Teatro será una muy buena oportunidad, Kashima-kun.
-Debemos hacer una renovación completa. Y empezaremos por dejar de llamarte como chico.- la Lorelei del Coro la miró con determinación.- ¡Desde ahora serás Yuu-chan! - la señaló dramáticamente.
Era un día espléndido para pasar en la playa. No había una sola nube a la vista y el mar azul estaba calmo.
-¡Oi! Nozaki.¡Si no dejas de sacar tantas fotografías te sacarán de la playa como la última vez!- lo regaño Hori.
El muchacho alto lo miró y asintiendo cambió su cámara por su libreta de notas. El castaño suspiró. Algunas cosas jamás cambiaban. Miró a su alrededor. Wakamatsu estaba pegado a Seo pese a lo mucho que sostenía que la odiaba mientras Mikoshiba y Sakura hacían un castillo de arena mientras Nozaki tomaba notas.
Un momento... Faltaba alguien.
Se acercó al grupo del castillo de arena.
- ¿Oigan alguien a visto a Kashima?
- Creo que iba a cambiarse. -comento con poco interés el pelirrojo.
En ese momento, Sakura se puso de pie mientras llamaba a alguien y agitaba los brazos.
-¡Yuu-chan, estamos aquí!
-¿Yuu-chan?- le extrañó a Hori.
Miró con más atención a su alrededor y vio como una muchacha alegremente se dirigía hacia ellos.
-¡Oi, Chiyo-chan!
Esa era la voz de Kashima.
Pero algo no cuadraba. Frente a él no estaba el príncipe del club de teatro sino otra persona. Una elegante y femenina mujer de cabello azul corto y ojos verde esmeralda que resaltaban más con el ligero sonrojo de sus mejillas. Llevaba un bikini negro con cintas y un delicado collar de plata que hacía juego con el brazalete de su muñeca izquierda. Vio como varias cabezas masculinas se giraron en su dirección y la observaban con interés. Por alguna razón, eso le molestó.
-¡Yuu-chan, te ves muy bien!- la alagó una sonriente Sakura.
Kashima soltó una risita nerviosa. En ese instante, Nozaki intervino en la conversación con su cuaderno.
-Kashima-kun, descríbeme detalladamente los sentimientos que te impulsaron a usar un bikini en vez de tu traje de baño usual. ¿Qué sientes cuando vistes tus ropas usuales?
-¡Nozaki!- interrumpió un molesto Mikoshiba- ¡Deja de utilizar todo lo que sucede como material para tu manga!
Fianlmente, la mirada de Hori y Kashima se cruzaron. Ella le dirigió una tímida sonrisa y él se sonrojó y desvió la mirada. Se aclaró la garganta.
-Te sienta bien.
La muchacha resplandeció de alegría ante el cumplido, lo que la animó a actuar normalmente.
-¡Hori-sempai, vayamos al mar!- dijo mientras lo cogía del brazo corría hacia el mar. Los demás los siguieron de cerca.
Estuvieron un largo tiempo nadando y jugando entre las olas, incluso Hori había logrado relajarse un poco ante la apariencia de Kashima hasta que una fuerte ola los golpeó enviándolos de regreso a la orilla.
Cuando Hori se recuperó del golpe, sintió que su cuerpo descansaba sobre algo blando y cálido. Abrió los ojos y vio que estaba recostado sobre Kashima de una forma poco decorosa. Sus piernas estaban entrelazadas y él parecía que la estaba abrazando. Trató de incorporarse y ver cómo estaba su Kohai. La sangre se le fue al rostro al notar dónde éste había estado hace instantes.
El príncipe interno de Kashima aprovechó la oportunidad de manera osada. Colocó su mano en el rostro del chico y se inclinó para susurrarle al oído.
-Hori-sempai, puedes descansar sobre mí si así lo deseas. Sólo espero que los latidos de mi corazón no te despierten.
Hori se quedó en trance. Sintiendo cada movimiento, cada roce, cada palabra y suspiro. Respiró pesadamente, como si algo le oprimiese el pecho. Estaban demasiado cerca el uno del otro. Podía ver como el pecho de la chica se movía al compás de su respiración. Quería volver a recostarse allí. Deseaba acariciar esas largas piernas que se entremezclaban con las suyas. Miró sus labios. ¿Siempre habían sido tan... apetecibles? Sus rostros estaban a escasos centímetros.
-¿Chicos se encuentran bien?- la voz de Sakura lo sacó de ese trance.
Rápidamente se incorporó y salió corriendo de ese lugar, dejando tras de sí a una Kashima muy confusa.
¿Qué rayos pasaba consigo? ¡Se trataba de Kashima por todos los cielos! ¿Cómo podían sus palabras afectarlo tanto?Jamás había reaccionado así frente a sus estúpidas bromas. ¿Por qué esta vez sus palabras habían tenido ese efecto en él? Debía haberla golpeado, salpicado con el agua... cualquier cosa menos haberse comportado así. Se sentía un idiota y estaba avergonzado.
Cuando llegó al área de los vestidores intentó tranquilizarse. Respiró profundamente intentando apaciguar a su corazón que amenazaba con salirse de su pecho cada vez que recordaba lo sucedido. Las imágenes fluían por su mente. Kashima en bikini... Su cuerpo sobre el suyo... Sus piernas... Ah esas piernas largas y blancas. Lo que hubiera dado por acariciarlas. Subir por sus muslos hasta su cintura, acariciar su abdomen y finalmente hundirse en la suavidad de sus pequeños senos.
-¿Eh?- exclamó sonrojado e incómodo por la dirección de sus pensamientos.
Kashima era su Kohai, no debía verla de aquella forma. Pero otra parte de su cuerpo parecía disentir. Además nunca estaba seguro de si la chica lo apreciaba o lo odiaba. Aunque siempre parecía buscar una excusa para llamar su atención. Tal vez ella tenía algún interés en él.
Sacudió la cabeza ante la idea. Como siempre estaba rodeada de chicas y se comportaba como un príncipe, jamás se había puesto a pensar si la verdadera razón por la que ella se comportaba así exclusivamente con él era porque ella albergaba sentimientos románticos hacia él. Era irreal.
¿Y qué había de él? ¿Qué sentía Hori por Kashima? Su corazón comenzó a latir con fuerza nuevamente.
Todo era muy confuso y nuevo. Debía meditarlo con más detenimiento. Pero ese no era el momento ni el lugar para hacerlo. Decidió regresar con sus amigos y actuar lo más indiferente posible hacia el incidente de momentos antes.
Kashima y Mikoshiba se encontraban tomando un helado en un puesto de comida cercano a los vestidores.
-Hey, Kashima!- no hubo respuesta- KASHIMAAAA!
-Eh?
-¡Te estoy hablando! ¿Qué sucede contigo?
-N..nada-suspiró.
Mikoshiba no era tonto. Podía parecerlo. Pero si algo le habían enseñado todos esos juegos de citas era que cuando las mujeres cambiaban su comportamiento, era por alguna razon.
-Como que nada. Estás actuando extraño.
-Extraño ¿cómo?
El pelirrojo arqueó una ceja.
-Primero cambias tu forma de vestirte, después Sakura-chan y Seo-san insisten en que te llamemos Yuu-chan y luego Hori-senpai sale corriendo sin decir una palabra después de caer sobre tí. ¿Qué le dijiste? Y más importante ¿qué está sucediendo?
-Eh... bueno... -suspiró- es complicado y me avergüenza decirlo.
-Hey, somos amigos- dijo mientras le colocaba una mano sobre su hombro-. No tienes de qué avergonzarte. Si tienes un problema, te escucharé.
Sonrió. A veces Mikoshiba podía ser todo un apoyo cuando se lo proponía. Valoraba mucho esa cualidad.
-Quería que Hori-senpai se fijase más en mí- se sonrojó-. El otro día tú me dijiste que le gustaban las chicas de largas piernas y pensé, bueno yo tengo esa cualidad. Pero por alguna razón, siento que él sólo me ve como el príncipe del club de teatro, un chico.-concluyó.
-Espera ¿te gusta Hori-senpai?
-Shhh...¡quieres que todos se enteren!¡Por qué otra razón iba a preguntarte por lo que hablaron en su pijamada!- contestó molesta y a la vez avergonzada.
El chico se encogió de hombros.
-Aún no logro entender cómo es que tienes esa fama de casanova si ni siquiera te habías dado cuenta de ello. Chiyo-chan y Seo-san dicen que era evidente.
-Pues a ver si alguien se lo aclara a Hori-senpai y al resto del club porque creen que lo odias.
-Ah? ¿Pero qué le he hecho?
-¿Qué no le has hecho? Lo vuelves loco, le haces la vida imposible entre tus escapadas de clase, las chicas que te siguen al club de teatro... ¡Kashima, hasta insinuaste que era gay al tratar de vestirlo de mujer!
-Jamás hice tal cosa. Sólo le dejaba esa ropa porque pensé que su sueño era ser la heroína de una de nuestras obras.
-¿Sabes lo que es para un chico de secundaria que duden de tu sexualidad?
Kashima lo fulminó con la mirada. El pelirrojo colocó los brazos sobre su cabeza a modo de plegaria suplicando perdón.
-Jamás te lo pregunté ¿por qué te vistes como chico?
-Mmm... mi padre siempre quiso un hijo así que cuando mi madre no estaba me llevaba a hacer cosas de hombres. Después en la escuela siempre me llevé mejor con los chicos, era más sencilloque relacionarse con las chicas. Luego, mi primer día de secundario fue cuando Hori-senpai me invitó a unirme al club de teatro. Parecía sentirse más cómodo cuando me comportaba así y yo podía estar más cerca de él. Cuando se dio cuenta de que era una chica, él me evitó por unos días. No quería que volviera a pasar así que comencé a comportarme como un príncipe. No importaba que todos me confundieran con un hombre, mientras pudiera estar con él, era feliz -lágrimas comenzaron a nublar su visión.-. Pero últimamente, la cercanía ya no es suficiente. Cada vez que le sonríe a alguien más es como si algo me atravesase. Quiero ser yo la responsable de sus sonrisas... Quiero que me vea a mi, como una mujer, no como el príncipe del club de teatro...- una lágrima de frustración rodó por su mejilla-. Lo siento... Soy muy egoísta.
-Nah, estas enamorada. Supongo que es normal. Al menos lo haces por elección. No como me sucede a mí que abro la boca y acabo diciendo cosas que me avergüenzan -sonrió.
Ambos rieron.
-Te apoyaré en todo lo que pueda. ¡Haz tu mejor esfuerzo!
-Gracias. De verdad.
-A modo de premio invítame otro helado. Olvide mi billetera en el hotel.
-Sabía que ésto no era gratis.- dijo mientras se dirigía hacia el vendedor.
Lo que ninguno de los dos había notado era que Hori estaba pasando por allí y había oido la última parte de la conversación.
-¿Enamorada? ¿De quién?-pensó al tiempo que los celos lo invadieron.
Ya había oscurecido cuando los estudiantes se reunieron a las afueras del hotel. Iban a visitar el templo local ya que esa noche, se celebraba un festival. Luego iban a cerrar la noche contemplando los fuegos artificiales.
Ya estaban todos reunidos cuando llegó Hori. La ira lo invadió cuando vio a Kashima riendo y charlando con dos miembros del club. Era inusual que sus admiradoras no estuvieran rodeándola. Entonces notó el por qué. Kashima no vestía de la manera usual. Llevaba una camisa ajustada y sin mangas de color blanco con unos shorts muy cortos negros a juego con unas medias, guantes y corbata.
Hori se sonrojó. Estaba muy atractiva. Y al parecer no era el único que lo había notado. Apretó sus puños mientras observaba la escena, sin notar como Nozaki tomaba notas de la situación.
-Muchachos, quiero que formen grupos de dos por favor. Ningún estudiante irá solo de compras.-ordenó uno de los profesores.-Nos encontraremos aquí en una hora para ir al mirador. No quiero rezagados.
-¡Sí! - contestaron todos al unísono.
Los pies de Hori lo llevaron lentamente hacia dónde se encontraba Kashima mientras observaba en trance mientras sus celos tomaban posesión de él. ¿Acaso era uno de esos chicos el que le gustaba? ¿Por eso se vestía de forma diferente?
-Kashima-kun, digo Yuu-chan- se corrigió uno de ellos-. ¿Quieres venir conmigo?
-Ano... no lo sé...
-Anda, ven conmigo.- dijo el otro mientras colocaba su mano tras su espalda.
-¿Por qué dejas que te toque de manera tan familiar?- preguntaba en su mente mientras se acercaba.- ¿Por qué le sonries? ¡Recházalo!
-Oh mira -dijo el segundo-. Tienes una hoja en tu cabello.- Se la quitó con una cercanía y lentitud innecesarias.
-¡Aléjate! ¡No la toques!- gritaba la mente del chico.
-Chicos, me gustaría pero...
No pudo terminar la frase ya que alguien la había tomado del brazo, apartándola de los muchachos firme pero delicadamente.
-Pero ella viene conmigo.- Concluyó Hori fulminándolos con la mirada y llevándose a una sorprendida Kashima a la rastra.
Ninguno de ellos se atrevió a replicarle al furioso presidente del club. Nunca habían visto esa mirada en él, pero les heló la sangre.
Un silencio reino mientras el castaño conducía a la chica entre la multitud de gente. Tenía miedo de romper ese silencio. Temía preguntarle a su senpai por qué estaba molesto. ¿Qué había hecho para molestarlo así?
Cuando logró armarse de valor para preguntarle, el subconsciente de Hori los había llevado a un costado del templo lejos de ojos curiosos.
-Hori-senpai...-empezó y Hori se detuvo en seco- Lo siento mucho. No sé lo que hice para molestarte tanto pero realmente lo siento.
El chico soltó su mano y se volvió hacia ella. La mirada de preocupación de la chica pudo más que sus celos irracionales. ¿Qué había hecho? Se había comportado como un idiota llevándosela así. Probablemente había arruinado su oportunidad de estar cerca del chico del que estaba enamorada. Esto último le hizo hervir la sangre y los celos sacaron lo mejor de él.
-Dime quién es.- le espetó mirándola con determinación.
-¿Eh? ¿Quién es quién?
-¡Cómo que quién es quién! No te hagas la tonta conmigo, Kashima. Sabes perfectamente de lo que hablo.
La chica no tenía idea.
-No sé de qué hablas, Hori-senpai.
-Tu sabes...- la sangre comenzó a teñir sus mejillas, no podía sostenerle la mirada de la vergüenza por lo que estaba a punto de decir.- ¿De quién de ellos estás enamorada?
A ella le sorprendió la pregunta. ¿Qué rayos le sucedía? ¿Acaso se refería a los chicos con los que estaba hablando hacía un momento? No recordaba haber hecho nada que pudiera malinterpretarse de esa forma... Entonces recordó cómo se habían comportado sus compañeros, la manera en que insistían para que fuera con ellos, los roces casuales. Pero ella los estaba rechazando cuando Hori interrumpió. ¿Desde cuándo Hori hacía algo así? Nunca la había alejado de otras personas en un arrebato salvo que ello afectase las actividades del club. De hecho, a qué venía esa pregunta. La respuesta era obvia, más con la insinuación de esa mañana en la playa.
No podía soportar esos minutos que se tomó la chica para responder. Tampoco soportaba mirarla ya que su mente se distraía con pensamientos impuros. Una parte suya quería besarla, marcarla como suya y que nadie jamás se volviera a atrever a mirarla de la forma en que lo hicieron esos chicos.
La mirada de la chica se relajo al comprender la razón por la cual su senpai estaba actuando así. Su plan de llamar su atención había funcionado, con un plus inesperado. Su cambio no había pasado desapercibido ni por Hori ni por el resto de los miembros masculinos del club. Lo que produjo que más de uno de ellos intentara acercarse a ella, el castaño lo notó e, increiblemente, se había puesto celoso.
Una risita escapó de sus labios generando que el muchacho arqueara una ceja molesto. Se acercó a él y besó su mejilla suave y tiernamente.
-Sólo tengo ojos para tí, Hori-senpai.- sonrió.
Y esa fue la gota que colmo el vaso, o mejor dicho, destruyó el poco control que le quedaba. Su mente no pensó, sólo actuó. Tomó a la estudiante por su corbata atrayéndola hacia sí mismo y la besó apasionadamente.
La chica le correspondió sin dudarlo y el beso se tornó rápidamente en una competencia. Ambos se fusionaron el uno en el otro mientras probaban sus labios. Cuando finalmente se separaron para recuperar el aliento, Hori rompió el silencio.
-Lo dices en serio ¿verdad?- quería asegurarse.
Ella asintió tímidamente con una sonrisa. Entonces él la tomó de la mano y la guió a un rincón lejos de las miradas indiscretas. Allí, la arrinconó contra la pared y saltó sus labios nuevamente con una pasión que consumía el alma de la chica. Su lengua se enredó con la suya y ambas bailaban al son de una música inaudible. Finalmente, la de Hori triunfó y se introdujo en la boca de Kashima ganándose un gemido de la misma.
Mientras sus bocas estaban ocupadas, sus manos exploraban el cuerpo del otro. Ella, prefería su ancha espalda y él, aún no había llegado a su parte favorita, por lo que sus manos se concentraron en su delicada cintura.
Rompió el beso para admirarla. Sus labios hinchados, el sonrojo de sus mejillas y el deseo en sus ojos la hacían ver tan vulnerable. No pudo evitar aprovecharse de la situación. Asaltó su cuello arrancando un gemido de placer cuando lamió y beso un punto cerca de su oreja. Él sonrió para sí.
-Dime, Kashima...-susurró en su oido- Sigue en pie lo que dijiste esta mañana. Lo de poder descansar aquí...-con la punta de los dedos rozó levemente sus senos produciéndole escalofríos.
Se mordió el labio, tratando de reprimir la sensación y asintió lentamente. Entonces Hori hizo un camino de besos desde su oreja, pasando por su cuello hasta llegar a su escote. Allí colocó su oído a la altura de su corazón mientras sus brazos la rodeaban. Nunca se había imaginado lo reconfortante que era tener entre tus brazos a la persona amada y escuchar los latidos desenfrenados de su corazón. Cerró los ojos e inhaló profundamente, tratando de grabar ese momento en su mente. El perfume de la chica, el sonido de su respiración, los latidos de su corazón, la calidez de su cuerpo que le devolvían el abrazo... Era perfecto.
Abrió los ojos y su mirada se fijó en sus piernas. Largas y firmes por todas esas mañanas escapando de él cuando se salteaba las clases. Esas medias largas junto con el corto short sólo las resaltaban más y eso lo llevaba al borde de la locura. Quería tocarlas, sentirlas enredarse en su cuerpo...
Se incorporó sin despegarse de su cuerpo.
-Este cambio en tu apariencia fue para llamar mi atención ¿verdad?
Rió.
-¿Funcionó?- preguntó inocentemente.
-Demasiado bien diría. Pero de todos los atuendos posibles para esta noche ¿por qué éste?- dijo mientras acariciaba la piel expuesta de sus piernas.
Se ruborizó ante lo que estaba a punto de decir.
-Me dijeron que tenías un fetiche por las piernas largas, senpai.
-Mikoshiba tiene que aprender a que lo que se dice en una reunión de hombres debe quedar ahí.
-¿Te molestó que me lo haya dicho?
-Mmm...-la miró a los ojos y levantó una de las piernas de la chica para que se enredeara en su cintura- No realmente- y continuó besándola.
Esa nueva posición hacía que sus cuerpos se sintieran más que antes haciendo que la temperatura entre ellos comenzara a subir. Kashima empezó a sentir algo duro que presionaba contra su pelvis. Instantaneamente supo de qué se trataba lo cual la excitó y se acomodó para que el roce entre ambos fuera más placentero produciendo que un gruñido de aprobación escapara de los labios del muchacho.
Una de las manos del castaño se encontraba ascendiendo lentamente por su pierna mientras que la otra la sostenía por la cadera y ella se apoyaba en sus hombros para no perder el equilibrio. La mano que descansaba en su cadera finalmente se apoderó de uno de sus senos. Masajeándolos por encima de la camisa. Kashima comenzó a temblar.
-Somos un poco sensibles ¿no es así?- susurró seductoramente.
-Dos pueden jugar este juego, Hori...-exhaló su nombre al tiempo que generaba más presión con su cadera sobre la erección del chico.
Ambos gimieron ante esto. Habían sido demasiados años de tensión entre ambos. Probablemente habrían llegado más allá sino hubiesen oído las voces de Sakura y Nozaki llamándolos. El hechizo se había roto y se separaron rápidamente temiendo que sus amigos los descubrieran en tan comprometedora situación.
-Adelántate, yo me quedaré aquí a... ejem... enfriarme.-le dijo mientras la chica se acomodaba la ropa y el cabello.
-¿Necesitas ayuda, senpai?- le susurró seductoramente y como consecuencia del fuego que ella también sentía.
-Disfrutas molestándome ¿verdad?-le recriminó sonrojado.
Ella rió y asintió.
-Kashima...-le dijo en tono serio y tomándola de la mano. La miró a los ojos algo avergonzado.- Tu también me gustas. Creo que desde hace tiempo. Siento mucho no haberme dado cuenta antes. Y no necesitas actuar o vestirte así si no lo deseas.
Esas palabras la hicieron muy feliz. Ya que significaba que su senpai la quería tal y como era, tanto a su nuevo lado femenino como a la parte de ella que era el príncipe del club de teatro. Con una gran sonrisa le robó un beso y salió corriendo al encuentro con Sakura y Nozaki dejando a un sonriente Hori.
Hola a todos, adoro esta pareja. Amo la química que hay entre ellos y me muero de risa con sus locuras. Lo siento, esta vez no hubo lemon. Pero si me dejan suficientes reviews puede que me decida a hacer una continuación ( a quién engaño, ya la tengo planeada jeje). Saludos!
