Hola, chicas (o chicos...) Me llamo Sabri y esta es mi primer fic. Como ya saben, los protagonistas son Kurama (también conocido como Shuichi Minamino), personaje del animé Yu Yu Hakusho, y ¡ustedes!
Así es: mi devoción por el personaje es tan grande que decidí escribir una historia en la cual yo, o cualquiera de los lectores de esta novela, pueda tener un romance con Kurama. En mi opinión, es uno de los mejores personajes de ficción del mundo. Me sorprendió que Yoshihiro Togashi, el autor del manga original Yu Yu Hakusho, pudiera crear una personalidad y una historia tan desarrollada y única como la suya. Digamos que si Shuichi Minamino existiera en la vida real, lo abrazaría y no lo soltaría jamás. Fuerte, pero a la vez noble. Puede ser tan cruel, como tierno. Con sus amigos es leal y confiable, mas en el campo de batalla, es un enemigo despiadado. ¿Cómo no enamorarse de semejante hombre?
Intento no escribir "tu nombre" en los lugares en que ustedes son mencionadas/os, ya que, en mi opinión, le quita realismo a la historia. Además, intento escribir coherentemente y no repetir demasiado las palabras, pero lamentablemente no soy una escritora profesional (al menos por ahora, jajaja) así que en más de una ocasión van a ver repeticiones o incoherencias. Pero sepan que cada palabra que escribo sale desde lo más profundo de mi corazón, porque escribir es algo que amo. Y más si escribo sobre cosas que me encantan, como Kurama. No sé si escribo bien o mal. Tampoco me importa. Mientras que a alguien le guste lo que hago, yo lo voy a seguir haciendo, porque me hace feliz.
Bueno, les cuento algunas cosas más. No pongo fecha para subir el siguiente capítulo ni nada; con eso soy bastante desorganizada. Lo subo cuando se me da la gana, digamos (?) pero si me insisten mucho lo subo, jajaja. El protagonista es un personaje que ya existe (Kurama) y viene de un manga o animé (Yu Yu Hakusho). Los sucesos de esta serie también toman lugar en mi historia, así que en esas partes voy a ir mezclando cosas del manga (tengo la colección completa porque soy muy fanática) y del animé, cambiándole un par de cosas para asegurar el protagonismo de Kurama y agregándole un toque de mi creatividad, para hacer una fusión única: la novela que van a leer a continuación. Ah, y esta historia se hace en base a que la lectora sea mujer, y no hombre. Así que si hay algún fan esperanzado del yaoi, lo lamento, pero no están en la historia correcta :P (no tengo nada en contra del yaoi, solo que esta historia se creó por mi amor por Kurama, y yo soy mujer :P y además, quiero creer que Kurama es heterosexual). No sé si hay muchas aclaraciones más para hacer...
Para concluir, les voy a contar algo de este capítulo, así no ocupo más su tiempo y se pueden poner a leer la historia, que es lo que vinieron a hacer :P
En este primer capítulo, inicia la relación entre la protagonista, y Shuichi. Obviamente, esto no forma parte de Yu Yu Hakusho. Los voy a ubicar temporalmente: esto es un poco antes de que Yusuke investigue a Hiei, Gouki y Kurama. Y sí, ya sé que la actitud real de Kurama frente a la protagonista llorando sería de indiferencia (creo yo), pero en esta novela voy a adaptar su personalidad para lograr el resultado que necesitamos.
Y por último, les deseo que disfruten mucho la historia. ¡Espero que les guste! Y sea o no de su agrado, dejen un review, que para mí es muy importante. Digan si les gustó o no, qué le cambiarían, qué les gustaría que pase en la historia, en fin. Lo que me quieran decir. Si les gusta, pueden ponerla en favoritos, que es todo un honor para mí, y seguirla, para saber cuándo publico un nuevo capítulo. Y si me quieren decir o pedir algo, lo que sea, contáctenme por inbox. Tal vez no lo chequee muy seguido, pero respondo TODOS los mensajes, se los aseguro :)
Y desde ya, muchas gracias por leer mi historia :)
PD: Quiero mandarle un saludo y un agradecimiento a NadeshkoDarks, que fue muy buena conmigo desde el principio. Siempre me apoya y me obliga a subir nuevos capítulos. ¡GRACIAS!

LA VIDA CON SHUICHI MINAMINO

CAPÍTULO 1: Problemas en la escuela

Suena la campana. Su sonido retumba por los pasillos de la escuela. Los estudiantes resoplan al oírlo; no quieren que termine el receso. Y tú no eres la excepción. Insultas por lo bajo. Es hora de la clase de Matemáticas. No hay nada que odies más en el mundo que esa materia. Te despides de tus amigas, Akiko y Natsume, y te diriges a tu salón de clases a paso lento.
Cuando llegas, ves a un grupo de chicas riendo y susurrando, y echando miradas disimuladas a la esquina del salón. Siguiendo sus ojos, lo ves. Shuichi Minamino. Tu misterioso compañero pelirrojo. Nunca le hablaste, y no sabes nada sobre él. Nada, excepto que sólo tiene buenas calificaciones. Notas que estuvo todo el recreo leyendo un libro, como siempre.
Una de las chicas se le acerca. Ella intenta coquetear con él, pero el estudiante evade sus cumplidos gentilmente y no le presta atención. La chica regresa con sus amigas, frustrada, y te sientas en tu escritorio riendo. "Pobre chica", piensas, pero no puedes detener tus carcajadas. Piensas que Shuichi es demasiado frío y misterioso, pero esos mismos atributos son los que lo hacen más atractivo que cualquier otro hombre. Y debes admitirlo: es el más guapo de la clase, con sus hermosos ojos verdes y su cabello largo y extraño.
El profesor entra de repente y te distrae de tus pensamientos.
―Buenos días ―dice, cuando todos tus compañeros están sentados ―. Hoy les daré las calificaciones de este periodo.
Te agarras la cabeza cuando lo escuchas. Sabes que tienes malas notas, y esta no será buena. Mientras el profesor llama a tus otros compañeros, repasas mentalmente tus notas una y otra vez, pensando en una pequeña, mínima oportunidad de aprobar.
La primera media hora pasa rápido. Pero entonces escuchas tu nombre. Te acercas al escritorio del profesor.
―Sí, señor Takamoto?―dices, con tu sonrisa persuasiva.
―Tus notas no son buenas ―dice, destruyendo tus esperanzas ―. Lo siento. Tienes un cinco en este periodo. Realmente espero que mejores en el próximo.
Regresas a tu banco y hundes tu cabeza en tus brazos. ¡Un cinco! No es fácil de levantar. "Malditas matemáticas", piensas. "Sólo existen para complicarme la vida".
Estuviste distraída el resto de las horas escolares, intentando encontrar la mejor manera de decirle a tus padres que desaprobaste. Se decepcionarían. Habías tenido problemas con la materia anteriormente, pero siempre los resolvías antes del final del periodo. Es la primera vez que desapruebas un periodo.
Cuando finalmente toca la campana que indica el final de las clases, suspiras, con una sensación extraña, que es como una mezcla entre alivio y preocupación. Vas a la biblioteca a devolver unos libros, y entonces corres hacia afuera... para ver al autobús escolar alejándose por la calle. Lo persigues unos metros, pero te das cuenta de que no lo alcanzarás.
Ha sido un horrible día para ti, así que te sientas en un banco y comienzas a llorar para desahogarte. Te sientes triste y cansada.
Has estado allí por unos cinco minutos, llorando, cuando sientes una mano sobre tu hombro. Levantas tu cabeza y lo ves. Shuichi Minamino. Te está mirando, con curiosidad. "Esto no puede estar pasando... ¡Shuichi Minamino!", piensas. "Debe estar sintiendo pena por mí... ¡Y debo verme horrible!".
―¿Estás bien?― te dice.
Intentas hablar, pero no te salen las palabras de la boca.
―¿Por qué lloras?― pregunta.
Tu respuesta es un sollozo.
―No, no... Ya no llores, por favor. Eh... Quieres...―Empieza a buscar algo en su bolso, mientras tú lo observas en silencio. Entonces saca un caramelo― Quieres un caramelo?
Tomas el caramelo, como una niña sumisa de seis años. Te secas las lágrimas, y logras coordinar tu cerebro con tu boca para finalmente decir algo.
―Sólo... Está siendo un terrible día. Y me siento mal. Es todo. El autobús se fue sin mí, tengo un cinco en Matemáticas...― De pronto te sientes tímida, contándole a Shuichi todas estas cosas, y te callas, tratando de encontrar un modo de disculparte.
―Bueno, yo puedo ayudarte. Soy bueno en Matemáticas, y... Podría enseñarte algo... Si quieres...―dice, con timidez. Suena nervioso, pero honesto. Decides aceptar la oferta.
―De acuerdo, si no es un problema para ti, por supuesto...
―No, para nada―se apresura a decir.
Los dos se quedan en silencio por un momento. Un momento que se hace eterno.
―Puedes venir a mi casa mañana, después de la escuela.
―Claro.
―Bien...―Shuichi se queda mirándote por un minuto, como para asegurarse de que ya te encuentras bien. Sientes sus ojos clavados en tí, y te ruborizas.―Debo irme ahora... Nos vemos mañana, entonces.
―Adiós... y gracias―le contestas, con sincero agradecimiento.
Lo ves alejarse caminando, y entonces te das cuenta de que deberías caminar a tu casa también. Te pones de pie y comienzas a recorrer las seis cuadras que separan tu casa de la escuela, pensando en Shuichi. Él ha sido muy bueno contigo. Por un instante, recuerdas que el chico que todas las chicas aman sólo te habló a tí, y te levantas la autoestima. Ya no sientes deseos de llorar.
Llegas a tu casa. Saludas a tus padres y a tu hermano menor, y te diriges apresuradamente a tu habitación para no tener que contarles acerca de Matemáticas. Pero no todo sale como esperabas; mientras subes las escaleras, tu madre te llama.
―¿Sí, mamá?
―¿Te han dado alguna nota del periodo?
Decides contarle la verdad. Tarde o temprano se sabría, y es mejor que se entere por tí que por un profesor.
―Ehh... Sí. De Matemáticas.
Tu madre te mira, inquisitiva.
―Es... Un cinco ―y al ver su cara de decepción, te apresuras a agregar― ¡Pero mejoraré, lo prometo! De hecho, mañana pensaba ir a la casa de Minamino después de la escuela a estudiar. Él se ofreció a ayudarme.
―Más te vale que mejores. ¿Acaso te gustaría pasarte todas las vacaciones estudiando matemáticas? ¡Debes ponerte a estudiar de verdad! ¡Esto no es una broma!
"Zas", piensas. "Mejor me preparo. Este es otro de sus sermones".
Y tenías razón. Estuviste los próximos veinte minutos escuchando un monólogo de tu madre sobre la responsabilidad, la escuela, y otros temas aburridos que no te importaban.
Cuando finalmente termina, subes a tu cuarto de a dos escalones por vez, cierras la puerta de un golpe, y te abalanzas sobre tu cama. Tomas tu teléfono y marcas el número de Akiko. Mientras esperas que atiendan, consciente de que será una conversación larga, gritas:
―¡Voy a hacer la tarea, que nadie me interrumpa!
Akiko responde.
―¿Hola?
―Hola, soy yo―contestas. Ella conoce tu voz tanto como a la suya.
―Oh. ¿Cómo te ha ido en Matemáticas?
―Mal. Un cinco.
―Vaya. Lo siento.
―No es nada. Al final me ha traído buena suerte.
―¿A qué te refieres?
―Cuando estaba saliendo, me encontré con Shuichi Minamino. Me ofreció ir a su casa para ayudarme con Matemáticas mañana, luego de la escuela.
La línea queda en silencio por unos segundos. Parece que se cortó la comunicación.
―¿Sigues ahí?―preguntas.
―¿Shuichi Minamino? ¿El pelirrojo?
―Sí.
La respuesta de tu amiga es un grito agudo que te daña los oídos. Alejas el teléfono de tu oreja como si te hubiera quemado.
―¡No puede ser!―dice Akiko, entre risas nerviosas―¡Él nunca habla con nadie y te ha invitado a salir!
―¡¿Qué?! Espera. Es una reunión de estudios, no una cita.
―¡Es casi lo mismo!
―Claro que no.
―¡Claro que sí!―te insiste― Oh, qué bien por tí. Saldrás con Shuichi Minamino. Eres afortunada, ¿sabes?
Pones los ojos en blanco, pero no puedes evitar sonreír. Akiko siempre exagera las cosas. Tú también desearías que fuera una cita, pero no lo es. Pasas los siguientes veinte minutos hablando con ella sobre eso, y luego decides llamar a Natsume... pero antes de hacerlo, debes buscar algo de comer. Estás muerta de hambre.
Bajas las escaleras y abres la heladera. Tomas los ingredientes para hacerte un sandwich. Mientras lo preparas, tu hermano va a la cocina y te ve.
―Hola ―te dice―. Así que tienes un cinco en Matemáticas, ¿eh?
―Sí... Ni me hables de eso―le respondes. Akiko logró ponerte nerviosa respecto a lo de Minamino, y ahora todo te recuerda a él―. ¿Quieres un sandwich?
―No. ¿Me ayudas con la tarea?
―Lo siento, estoy haciendo la mía―le mientes―. Cuando termine, iré contigo― y tras darle un amistoso coscorrón en la cabeza, regresas a tu cuarto con un apetitoso sandwich, que te pide a gritos que lo comas.
Llamas a Natsume. Ella es diametralmente opuesta a Akiko, por lo que sabes que te dará consejos distintos, pero igualmente útiles. Mientras esperas que atienda, le das un bocado al sandwich. "Mmm, delicioso", dice tu estómago.
Natsume atiende y le cuentas todo. En el medio de la conversación, tu hermano irrumpe en tu habitación.
―Conque estabas haciendo tu tarea, ¿eh? ¡Mentirosa!
―¡Shhh! ¡Cállate!―Lo último que quieres es que tus padres se enteren de que no estabas haciendo tu tarea, ahora que tienes una mala nota.
―¡Mamáaaaaaa!―grita.
―Lo siento, Natsume, tengo que cortar. Mañana hablaremos―le dices rápidamente, y dejas el teléfono en su lugar justo un segundo antes de que tu madre aparezca.
―¿Qué sucede aquí?
―¡Ella dijo que estaba haciendo su tarea, y estaba hablando por teléfono! ¡Necesito ayuda con la mía!―te acusa.
Lo miras con odio. Pequeño traidor. Te vienen a la memoria todas las veces que lo has ayudado, y así te paga él. Aunque también te ha cubierto un par de veces, así que no abres la boca.
―Ah, ¿así que quieres otro cinco?―te regaña tu madre, de brazos cruzados.
―La iba a hacer un poco más tarde, mamá. En serio.
―Vete a ayudar a tu hermano. Luego hablaremos de esto―dice, dando por terminada la conversación y dirigiéndote una mirada severa.
Tu hermano te mira, triunfante, y lo sigues a regañadientes hasta su habitación.
―¿Cuánto es ciento cincuenta y cinco mas trescientos doce?―pregunta.
Finges que cuentas con los dedos, y al cabo de unos instantes, contestas:
―Doscientos veintisiete.
El niño lo anota en su cuaderno, convencido de que está bien. Contestas incorrectamente a todas las preguntas que te hace. "A ver quién tendrá un cinco ahora", piensas, con malicia.
Al terminar, haces toda tu tarea, para que tus padres no te puedan reprochar nada. Y finalmente, por suerte, no lo hacen.
Por la noche, ya después de la cena, te acuestas. No tienes sueño. Miras el reloj: las 11 PM. Te pones a pensar en Shuichi. Intentas imaginar su casa. Él es tan misterioso, que no tienes ni la menor idea de cómo será. Te distraes con tus pensamientos un rato, mientras das vueltas en tu cama continuamente. Cuando vuelves a mirar el reloj, son las 12 y 10 minutos. No puedes conciliar el sueño. "Tengo que dormirme, o mañana no me voy a despertar para ir a la escuela", piensas. Cierras los ojos con fuerza e intentas poner la mente en blanco. Siempre te ha funcionado para dormir. Pero ahora no puedes hacerlo. En tu mente se encuentra Minamino, mirándote con sus ojos verde esmeralda.