ADVERTENCIA: Esta historia tiene un
lenguaje bastante fuerte, no por lo que dicen
o cómo lo dicen, sino por las situaciones que
se enmarcarán a lo largo de la historia.
Por favor, leer con discreción.
No es un prototipo agradable de relación.
Parte 1/3
Basada en: "Teddy bear" de Melanie Martinez.
Vale, Eli, aquí estámos, ¿no?
PRIMERA PARTE
"GAVE YOU LOVE, PUT MY HEART INSIDE YOU"
Si te pidiera que describieras la relación entre Bubbles y Boomer, imagino que tu respuesta sería algo como "los más dulces y tiernos"; y la verdad es que tienes razón, en el canon, todos sabemos que son los más dulces, y los más propensos a tener esas relaciones melosas, con apodos tiernos y una infinidad de maneras de decirse que se aman.
Bubbles, en lo que a ella respecta, cree que es la más afortunada de tenerlo solo para ella. La gente podía opinar lo que quisiera, pero la verdad es que, en esta historia, las cosas no son tal y como uno se las espera.
Bubbles sigue siendo un miembro de las súper-heroínas más reconocidas, sin embargo, lo mismo va para Boomer, pero en la vereda contraria; él sigue siendo un miembro de la banda de súper-villanos más reconocidos.
Era tan irónica la situación, pero era de esperarse, ciertamente todos creían que entre ambas bandas podría existir cierta relación, de paso lograban entrar en razón a los "delincuentes juveniles", pero no, aquí no pasa así.
Bubbles ya es mayor de edad, y si se está involucrando amorosamente con él, es su propia decisión.
En la comodidad de su hogar, específicamente en su cama, vestida con una holgada camiseta blanca que le quedaba como vestido, miraba la pantalla de su celular, revisando las fotos que tomó hacía no más de una hora. En aquellas fotos, ella y Boomer posaban besándose, él a ella y ella a él.
Sentía mariposas en el estómago cada vez que veía las fotografías, y una sensación de felicidad pura. No podía creer que de verdad estuviera saliendo con él, quien había sido su capricho durante toda su adolescencia, todo por ese afán de vivir una historia de amor con un chico malo, un renegado de la sociedad, alguien a quien, de manera ingenua, cree que puede cambiar para bien.
Qué ilusa eres, Bubbles. Adoro lo inocente que eres. Incluso, llegas a dar un poco de miedo.
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–Vendrás hoy, ¿verdad?
–Sí –respondió Boomer con un tono tosco.
–Entonces te esperaré con mucho gusto –chilló un poco.
–Ya, te veo después.
Boomer colgó la llamada antes de que pudieran despedirse, pero eso a Bubbles no le importó, siempre era así, sentía que era casi la forma en la que debía sostenerse una relación. Al parecer la toxicidad era su aliado más importante.
Por otra parte, Bubbles no consideraba que un círculo con "leve toque de toxicidad" era tan malo como para tener que separarse o alejarse. No, no, no, cómo se te ocurre, ella iba a estar al lado de Boomer fuese como fuese. Nadie los iba a separar, nadie va a intervenir en su relación, nadie tiene derecho a emitir una maldita opinión acerca de cómo debe manejar su relación y su estabilidad emocional.
Nadie, absolutamente nadie.
A la mierda, eso piensa cada vez que sus hermanas y amigos opinan. Qué les importa a ellos, solo se meten porque están envidiosos.
No puedo dejar de reír al darme cuenta de lo idiota que es Bubbles, ay.
Recordaba, como si hubiera pasado hace un par de horas, el momento en que él le pidió oficializar su relación.
"Boomer había estado bebiendo esa noche, ella no resistía el alcohol, y con solo diecisiete años, no podía darse el lujo que se daba Boomer de beber. Él la colgó de su cuello y, sin previo aviso, la besó mientras ella estaba sentada en aquella incómoda silla de ese asqueroso y maloliente bar.
–Podríamos estar juntos –le susurró Boomer luego del beso–, estás que ardes.
–¿Juntos como novios? –pregunta Bubbles emocionada.
La poca luminosidad del bar no dejó que Boomer pudiese percatarse de los brillantes ojitos de Bubbles, además, a causa del alcohol, su vista era borrosa de por sí.
–Si quieres, sí, pero estemos juntos esta noche, ¿vale?"
Así fue como el círculo tóxico se inició… Supongo que ustedes ya se habían dado cuenta de ello.
Bubbles miró la sala de su pequeño departamento de soltera (entre comillas) y se aseguró de acomodar sus dos almohadas favoritas, de esas que tenían dos osos con cintas azules. Abrazó una, esa que usaba Boomer cada vez que venía, y la olfateó, sintiendo el perfume que siempre usaba su novio.
–Tan lindo que es mi pequeño bebé.
Y se lanzó al sofá, abrazando la almohada, quedándose ahí por un largo rato.
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Boomer había llegado hacía un par de horas, ella recién despertaba de su siesta. Él estaba sentado en el sofá individual, tenía las piernas cruzadas, revisaba su celular con una sonrisa mientras que en su otra mano tenía una lata de cerveza –cabe añadir que a su lado, en el piso, ya habían tres latas tiradas ya vacías.
–Osito hermoso –dice Bubbles llamando la atención de su novio que deja de sonreír al momento en que hace contacto visual con ella–, ¿ya habías llegado y no me despertaste?
–Durmiendo te me haces más tranquila –suspira pesadamente–. No es difícil soportarte de esa manera.
–No digas eso, osito hermoso –responde Bubbles haciendo caso omiso al despectivo tono de voz que empleaba su novio–. Me haces daño, y sé muy bien que no me quieres hacer daño.
Boomer no le dice nada, solo suspira y termina de beber el contenido de la lata que tenía en su mano, para luego inclinarse sobre la mesa de centro, romper el plástico del six-pack y sacar otra cerveza.
–¿Y bien? ¿Qué haremos?
La pregunta de su novio la emociona, se pone de pie y se apresura para sentarse en su regazo, donde fue bien recibida por las manos de él, aunque no haya soltado la lata de cerveza.
–¿Películas? ¿Te gustaría, osito hermoso?
–¿Vas a seguir llamándome por ese patético nombre? –pregunta Boomer, pasando una mano por debajo de la camiseta que llevaba la chica para tocar la cálida piel de su espalda.
–No es patético –hace un puchero–. Es el nombre de novios que establecimos cuando iniciamos nuestra relación.
–Tú lo estableciste, no yo –aclara él.
–Pues bueno –se encogió de hombros antes de acomodarse mejor entre las piernas de su novio–, mientras sigas saliendo conmigo, te aguantarás que te llame por este vocativo.
Boomer no reclamó nada, dio un sorbo a su cerveza y siguió con las caricias a la espalda de su novia.
–Pon la maldita película –le pide de mala gana, pero ella sonríe y asiente.
–¿Alguna en especial?
Sin hacer mucho esfuerzo, se inclina hacia la mesa de centro y toma el control remoto para encender la televisión.
–Da lo mismo, sabes que ni siquiera vamos a verla.
–No digas eso, osito hermoso, dime un título cualquiera.
–Me importa una mierda cual quieras ver –dijo molesto, muy molesto–. Sabes que ni siquiera le prestaremos atención, maldita sea.
El tono de voz de Boomer era agresivo, pero Bubbles no le encontraba nada de malo ni extraño, de hecho, estaba sonriente y bastante alegre.
–Significa que yo elegiré la película –cantó alegre, Boomer rodó los ojos algo fastidiado.
–Apresúrate, mierda.
La sangre de Boomer lograba calentarse bastante rápido, sobre todo en la posición en la que estaban. Bubbles, en tanto, fingía inocencia y se comportaba de manera infantil, solo porque le gustaba provocar ese tipo de reacciones en su novio.
Una película de una princesa cualquiera de Disney, qué importaba, Boomer tenía razón, no la iban a ver.
Bubbles le da play, la melodía desagradable de aquella franquicia que ponía en cada película que sacaban sonó, y eso le indicó a Boomer que era el momento de empezar a besar el cuello de su novia, dejar que la lata cayera al suelo, importándole una mierda si se daba vuelta, y quitarle con rapidez la camiseta que llevaba puesta.
–¿Tan deseoso estás, osito hermoso?
–Quítate el puto sostén –suspira contra su cuello–, y date vuelta hacia mí.
Bubbles cubrió su boca, rio débilmente y se puso de pie. Desde ahí, notó que los ojos de su novio brillaban de lujuria, él se relamió los labios admirando el momento en que ella se quedó desnuda de las caderas hacia arriba.
–¿Así está bien?
–Perfecto.
Avisaré por mi cuenta de instagram (floorvioleetta) cuando esté por publicar la segunda parte.
Por leer y su apoyo, ¡muchas gracias!
