La ciudad estaba devastada. Todo rastro de civilización había quedado reducido a montones de escombros. No había vestigio de vida humana donde alcanzaba la vista, sin embargo, de tanto en tanto, Bra podía encontrar alguna huella de humanidad. Algunos objetos sepultados entre las ruinas, armas dispersas por doquier y hasta algunos juguetes abandonados en una apresurada carrera.
La joven sobrevolaba la zona con el ceño fruncido. Algo había salido mal. No había viajado al pasado, al menos, no al pasado de su misma dimensión. Parecía estar en un futuro paralelo.
Suspiró y, ante la certeza de no encontrar ningún ser humano en aquel lugar, decidió descender para descansar y sopesar sus opciones. Tomo tierra con un grácil movimiento y se sentó sobre una viga de hormigón que yacía partida en dos sobre el terreno.
-Y ahora qué voy a hacer. La máquina del tiempo no tiene energía suficiente para el viaje de vuelta –agarró sus propias rodillas entre sus brazos y dejó que la suave brisa elevara sus cabellos-.
Solo ahora que estaba sola en un mundo devastado pensó que su viaje habías sido un error. Por otra parte, no podía sino culpar a su padre de todo. Él se negaba a entrenarla, pues desde la partida de Goku con Shenron la tierra estaba en paz, ningún enemigo asediaba el planeta. Pero eso no era excusa para que la princesa de los sayajin no tuviera un debido entrenamiento, pensaba ella.
Sus cejas se fruncieron hasta estar a punto de tocarse al recordar las palabras de su padre cuando le pidió entrenar junto a él: De ninguna de las maneras, pequeña. No hay que preocuparse de nada. No importa que ese insecto de Kakaroto no esté, yo, el príncipe de los sayajin, protegerá este planeta. No es que me importe mucho, pero es el lugar donde vivo. No necesitamos más guerreros. Además, los entrenamientos no son para mujeres…
La rabia contrajo el rostro de la joven mientras rememoraba la sonrisa triunfal de su padre. Por otro lado, su hermano Trunks había dejado sus entrenamientos para centrarse en la dirección de la Corporación Cápsula. Él la comprendía mejor e, incluso, la había enseñado a luchar en varias ocasiones, pero Bra sabía que era demasiado blando con ella, además, en los últimos tres años se negaba a entrenar. Por otra parte, los hijos de Goku tampoco la ayudaban, por miedo a que Vegeta y su ira recayera sobre ellos si los descubrieran entrenando a su pequeña.
-Orgullosos… -musitó-. Seguro que no quieren entrenarme para que no los supere.
Bra se puso en pie y se quitó el polvo de su falda roja, a juego con su top. No era la ropa más adecuada para entrenar, pero no tenía previsto robar la máquina del tiempo de su madre. Lo decidió al descubrirla entre los experimentos que Bulma guardaba en una sala de la inmensa mansión donde vivía.
Su plan era volver al pasado para enfrentarse a algún enemigo no demasiado peligroso, pero al parecer, no entendió correctamente los controles de la máquina el tiempo.
-Bueno, si me quedo aquí nunca podré volver. Será mejor que busque algún rastro de vida humana. En este mundo tiene que haber alguien que sepa ayudarme… -indicó mientras miraba a su alrededor-.
A pesar de estar en ruinas, el paisaje tenía un toque futurista, aunque para Bra se asemejaba mucho a su mundo. Eso podría ser una señal de que la contraparte de su madre y por tanto, la corporación cápsula podrían encontrarse en ese lugar. Si consiguiera encontrarla estaría salvada.
Estaba dispuesta a emprender el vuelo cuando escuchó un gran estruendo. A unos kilómetros de su posición se formó un gran destello amarillento, que culminó en una explosión. La onda expansiva arrastró a la joven, la cual, tuvo graves problemas para mantenerse en pie. Poco a poco, todo cesó, pero una gran humareda de polvo comenzó a elevarse, impidiendo que pudiera ver lo que estaba sucediendo. Ella podía notar el ki de un sayajin, pero no conseguía detectar la fuerza vital de nadie más. ¿Acaso era un sayajin el causante de toda esa destrucción?
Decidió ir a ver qué pasaba. Al principio desestimó la idea de volar, por miedo a ser descubierta, pero una cesión de explosiones la dieron el ánimo que le faltaba. Pensó que entre toda esa liberación de poder nadie se fijaría en ella. Descendió a escasos metros de la confrontación. Solo entonces pudo ver que, en realidad, había tres personas batallando. Dos de ellas estaban flotando en el aire y una tercera, la que emitía un fuerte ki de sajayin, permanecía en el suelo, aparentemente inconsciente.
Se escondió tras unos escombros y, cuando se fue disipando el humo, pudo distinguir los rostros. Se trataba de dos jóvenes, una rubia que vestía con unas ropas poco apropiadas para luchar y un chico de cabellos morenos con un pañuelo naranja ajustado al cuello.
Es C18 –pensó Bra-.
Al joven de cabello oscuro no lo reconoció, ya que nunca había visto a ese androide, pero su padre se lo había descrito en varias ocasiones, así que supuso que era C17.
Luego se fijó en el chico que yacía en el terreno. Le costó reconocerlo, ya que estaba bocabajo y su cabello aún se mantenía rubio y brillante.
-Trunks… -murmuró-.
Ambos androides mantenían una sonrisa triunfal, pero no dieron su golpe de gracia. El androide de cabellos morenos giró su cabeza hacia la posición de Bra y esta se agazapó aún más. El muchacho perdió el haz amarillento que cubría su cuerpo y su pelo volvió a ser violáceo.
-¿Qué ocurre C17? –preguntó la androide ante la expresión de su hermano-. Acabemos con este muchacho insolente de una vez –añadió con gesto de desdén mientras extendía una mano y formaba una bola de energía en su palma-.
C17 se cruzó de brazos y expresó una sonrisa trivial.
-Vamos, C18, acabarás con la diversión. Este muchacho nos persigue desde hace tiempo y no nos ha hecho ni un solo rasguño. ¿Por qué íbamos a matarle si podemos seguir jugando con él?
-Eres como un niño –articuló la androide con gesto serio. Sin embargo deshizo la bola de energía que había en su mano-.
C18 se retiró el pelo de la rostro y se puso cara a su hermano.
-Esto es una pérdida de tiempo. Hemos destruido toda la ciudad y no quedan humanos con los que divertirnos. Creo que aquí no hay nada que ver.
-Tienes razón –indicó el androide expresando una sonrisa altruista-. Vayamos a otra ciudad.
-Sí, además… -C18 examinó su vestido-. Creo que necesito ropa nueva. Ese estúpido me ha estropeado mi nuevo atuendo.
C17 expuso una cara de desagrado, pero solo pudo mascullar: está bien.
Sin más dilación C18 emprendió un rápido vuelo hacia el norte. Sin embargo, su hermano no hizo ningún ademán de seguirla. Sonrió fugazmente y, acto seguido, descendió. Caminó pausadamente hasta rodear los escombros que tapaban la posición de la joven y se puso frente a ella. Bra sintió que su corazón palpitaba apresuradamente en su pecho. Puede que el androide tuviera una apariencia bastante inofensiva e humana, pero ahora tenía claro que eran los causantes de la destrucción de esa ciudad.
-Pensé que había acabado con todos los humanos de este lugar –inquirió el androide expresando una sonrisa fría-.
-No soy una humana, estúpido –bramó la semisayajin a la par que se ponía en pie-.
No iba a dejar que la mataran sin oponer resistencia. Puede que no fuera lo suficientemente fuerte para vencer al androide, pero era su oportunidad de demostrar que no era solo una niñita mimada, además, su padre no estaba allí para protegerla.
-Soy la princesa de los sayajines –determinó-.
El androide elevó una ceja antes de carcajear sonoramente. Bra sintió que se ruborizaba, se sentía ridícula al autodenominarse así, pero sobre todo, llena de rabia porque ese robot no reconociera su poder.
-Te vas a enterar, montón de hojalata…
Bra estampó su puño contra la cara del androide usando todas sus fuerzas. Para su sorpresa, C17 no se movió ni intentó esquivarla. Simplemente borró la sonrisa de su rostro. Fuera de ese hecho, el golpe no pareció hacerle ni un solo rasguño.
Bra se deshizo de su turbación y decidió atacar de nuevo. Esta vez atestó una fuerte patada en el cuello del ciborg. Como la vez anterior, el androide no se movió ni un centímetro. Se mantenía de brazos cruzados.
-Insolente –articuló C17-.
Acto seguido, golpeó a Bra con el canto de su mano. El golpe dio de lleno en su abdomen y la mandó volando contra los escombros. Aturdida se palpó la parte dañada y masculló un leve gemido de dolor.
Cuando se quiso dar cuenta, el androide ya estaba a medio metro de su posición.
-¿Cómo te atreves…?. Cuando mi padre te ponga las manos encima serás solo un montón de chatarra… –protestó-.
-¿Tu padre? –preguntó el androide-. Ja, sea quien sea, no le tengo ningún miedo –añadió mientras sacaba una pistola de la cartuchera que cubría parte de su cinturón y sus vaqueros rotos-. No malgastaré mi energía contigo, humana –indicó mientras la apuntaba con el arma-.
Bra contuvo la respiración. Quiso decir algo, pero el miedo infundido por ese androide la impedía hablar. C17 se agachó para ponerse más cerca, ya que Bra aún seguía tendida en el suelo por el golpe. Estaban a unos escasos centímetros y el arma era la única barrera entre sus caras. Sin saber porque, Bra se fijó en él. Su apariencia era completamente humana, pero sus ojos y su gesto frívolo no podían expresar ningún tipo de sentimiento, siquiera el triunfo y, a pesar de que sonreía, en apariencia divertido, no parecía poder disfrutar plenamente de sus juegos. El dedo del androide presionaba levemente el gatillo.
-¡C17!, ¡¿de nuevo jugando con los humanos?!
El androide moreno elevó su vista al cielo. Su hermana había vuelto a por él y no parecía demasiado contenta.
-No pierdas el tiempo –inquirió la androide-. He encontrado una ciudad y no estoy dispuesta a esperar.
El gesto del androide se torció. No le gustaba que nadie acabara con su diversión, ni siquiera su hermana. Pero, por alguna razón que desconocía, aceptaba que su gemela le diera órdenes.
Volvió a dirigir su mirada hacia Bra.
-Nos veremos, "princesa".
Bra aún seguía paralizada, pero pudo ver aliviada como el androide se erguía y emprendía el vuelo. Ambos ciborg desaparecieron en el cielo en cuestión de segundos. Tardó un tanto en reaccionar, aún sin entender demasiado bien porqué ese tipo le había perdonado la vida. Se levantó, aún dolorida por el golpe y caminó hasta llegar a la posición donde se encontraba la contraparte de su hermano en esta dimensión.
La costó un poco reanimarle, pero finalmente el chico volvió en sí.
-¿Qué ha pasado?, ¿quién eres tú?, ¿dónde están esos malditos androides? –preguntó Mirai Trunks mientras se levantaba pausadamente-.
Estaba muy malherido y la sangre cubría buena parte de su cara y sus ropajes rasgados.
-Bueno, yo… -articuló Bra-. Los androides se han marchado –determinó con gesto triunfal-.
Mirai Trunks expuso un gesto de decepción.
-He vuelto a perder…
-Al menos estás vivo, ¿no es lo más importante? –intervino Bra palmeando el hombro de su "hermano"-.
El chico no podía esconder su frustración. Mantuvo la mirada en el terreno durante algunos segundos antes de volver a dirigirse a la "extraña joven".
-Noté tu ki. Es demasiado elevado para ser una humana –expresó repentinamente-.
Bra no supo que contestar, así que guardó silencio. Pensaba que tal vez decir la verdad no era una idea del todo correcta.
El muchacho expresó una media sonrisa. Eso asombró a la joven.
-Supongo que no tienes donde ir, ¿eh?. Los androides han destrozado por completo esta ciudad…
-Bueno, en realidad yo…
-No te preocupes, formo parte de la resistencia humana. Acabaré con esos malnacidos, pero hasta que eso ocurra, puedes venir conmigo.
-Bueno… supongo… que es una buena idea…
Bra estaba estupefacta al encontrar la contraparte de su hermano. Era muy diferente al Trunks que conocía. Un sajayin entrenado y dedicado a la lucha, que vive en un mundo apolítico y que se enfrenta a esos androides a riesgo de morir. No tiene nada que ver con el empresario despreocupado y con cierto aire burlón que ella acostumbra a ver.
-Muy bien. Espero que no me malinterpretes, pero tenemos que volver cuanto antes. Así que tendrás que dejar que te lleve… volando… -expresó buscando en la cara de la joven un gesto de incredulidad-.
Bra señaló su propio cuerpo con gesto triunfal.
-No es necesario, yo se volar.
Mirai Trunks frunció el ceño, pero no preguntó nada al respecto, simplemente articuló:
-Entonces, sígueme.
Acto seguido emprendió el vuelo. Bra concentró su energía como su padre le había enseñado y comenzó a surcar los aires. Mirai Trunks aminoró la marcha para que la joven no forzara sus fuerzas, pero aun así le costó apartar el gesto de sorpresa de su rostro.
¿Quién será esta chica?, nunca había percibido su fuerza vital…
Bra sonrió cuando se sintió observada por su hermano. Trunks se limitó a mirar al frente y ambos surcaron el aire rumbo a la mansión de la corporación Cápsula.
Mientras tanto, en una ciudad más al norte…
-C17, ni se te ocurra. No he sacado toda la ropa que necesito –articuló C18 mientras salía de una boutique cargada de bolsas-.
-¿Enserio? –protestó el androide apoyado en el lateral de un coche que había robado. Le divertía mucho conducir y estrellar vehículos contra los edificios-.
Su hermana lo fulminó con la mirada a la par que cargaba los asientos traseros del coche con bolsas.
-Está bien –indicó el androide bajando la mano que tenía preparada para lanzar una onda de energía-.
-Destruye otro edificio si te aburres –replicó C18 mientras se dirigía de nuevo a la tienda-.
C17 elevó ambas cejas y bufó, pero no dijo nada. Se limitó a entrar en el coche de un salto y a apoyar sus manos en el volante.
Unos cuantos minutos más tarde, C18 dispuso las últimas bolsas en los asientos traseros y se subió al coche como copiloto.
-Vamos al parque de atracciones de la ciudad. Será divertido –indicó el androide moreno-.
-Te comportas como un niño –indicó C18 apoyando sus botas en el salpicadero-.
-Te digo que será divertido –articuló el androide poniendo en marcha el coche que comenzó a elevarse sobre el suelo-.
Pronto aceleró hasta que la velocidad se hizo imprudente.
-Por cierto, ¿quién era esa joven con la que andabas jugando? –masculló C18-.
-¿Acaso importa?, la verdad, no lo sé –confesó C17 dando volantazos para esquivar los edificios y demás obstáculos de la ciudad-.
-Su nivel de combate es mayor que la de un humano medio.
-¿Y qué?, no está a nuestra altura. Además –ambos se miraron a la par, como acostumbraban a hacer, parecían conectados mentalmente- ahora es mi juguete. No te metas.
C18 ni se inmutó ante el comentario.
-Mira al frente o nos estrellaremos–es lo único que dijo-.
C17 sonrió más abiertamente mientras hacía descender el coche para conducir por medio de la ciudad. El pánico colectivo se adueñó de la población al reconocer a los androides y, con su conducción temeraria, el androide se divirtió atropellando a varios humanos.
En la corporación Cápsula…
Bra inspeccionó su propia imagen en el espejo y bufó. Había agradecido en exceso que la dejaran ducharse, pues después del encuentro con C17 había quedado llena de polvo de los escombros, pero verse vestida con una camisa y un pantalón de Mirai Trunks no la agradaba en absoluto.
Bueno, ya conseguiré ropa…
Decidió salir del baño e ir en busca de su hermano. Tenía que contarle quién era realmente. Tal vez así podrían reparar su máquina del tiempo y volver a casa.
Pensó en ello mientras recorría los extensos pasillos de la corporación. Pronto escuchó la voz de su madre, bueno, de la contraparte de su madre y la de Mirai Trunks. Aminoró el paso para escuchar parte de la conversación.
-Así que la encontraste mientras luchabas con esos androides.
-Bueno, noté su fuerza vital antes, pero C17 me dejó inconsciente y no recuerdo nada más. Luego ella fue quien me despertó.
Bra detuvo por completo sus pasos al oír el número de ese androide. La imagen del joven apuntándola con el arma cubrió sus pensamientos. Pero solo unas palabras acapararon su mente; Nos veremos, "princesa".
Maldito imbécil… pensó ante el tono sarcástico en que dijo la palabra "princesa". La próxima vez te daré tu merecido..
Sin darse cuenta se había puesto en marcha y cuando quiso darse cuenta estaba bajo el marco de la puerta del salón. Trunks la miró con cierto grado de curiosidad. El chico tenía el brazo vendado y un apósito cubriendo su mejilla derecha. Tenía más heridas, pero sus ropas tapaban las curas.
Bulma fue quien habló primero.
-Tomate una taza de té con nosotros –indicó sonriendo-.
-Eh, claro… muchas gracias...
Se sentó al lado de Mirai Trunks y este posó sus ojos en su propio vaso.
-Oye Trunks…
El chico la miró con curiosidad.
-¿Cómo sabes mi nombre?, no recuerdo habértelo dicho…
-Eh… bueno… Eso no importa. Lo que importa es que he venido para ayudarte.
-¿Para ayudarme?
-Sí, mi nombre es Bra y, al igual que tú, soy medio sayajin –dispuso su mano sobre el brazo de su "hermano"-. Quiero que me entrenes para que juntos podamos vencer a ese maldito androide.
-Bueno… los androides son demasiado fuertes… No creo que sea una buena idea…
Bra se sintió decepcionada. De nuevo la trataban como a una niñita incapaz de defenderse.
-Trunks –intervino Bulma depositando una taza de té frente a Bra-. Esta muchacha tiene razón. La máquina del tiempo no está lista y esos androides han estado a punto de matarte en varias ocasiones. Sé que quieres proteger este mundo, pero no conseguirás nada si te matan. No puedo impedir que luches –indicó la mujer mientras tomaba asiento- pero al menos, deja que te ayuden. Los humanos no podemos hacer nada contra esos ciborg, pero los sayajin sí –añadió mirando a ambos-. No seas orgulloso como tu padre y ayúdala a conseguir más fuerza.
Trunks frunció el ceño.
-¿Orgulloso como papá? –preguntó Trunks con cierto aire pensativo-. Bueno, supongo que podríamos intentarlo –afirmó mirando a la joven-.
-¡Perfecto! –articuló Bra mientras cogía a su hermano por los hombros-. Por cierto, ¿qué paso en este mundo…?, quiero decir, planeta. ¿Cómo llegaron los androides?, ¿y dónde están los otros sayajines?
Trunks no hizo públicas sus dudas acerca de la muchacha, no entendía cómo conocía la existencia de otros sayajines, pero se limitó a contarle la historia de los ciborg y de cómo estos derrotaron a sus amigos, a su padre y a su maestro, Son Gohan.
A Bra le costó afrontar esa realidad alternativa en la que su padre y el resto de sus amigos estaban muertos. No podía entender como C18 era, en parte, la causa de la destrucción de la mayor parte de las ciudades del planeta. En su mundo alternativo ella era una esposa y una madre, la madre de su amiga Marron. Por un momento quiso desvelar su identidad y pedirle a Bulma que le ayudara a volver a su tiempo, pero desechó tal idea. Quería ayudar a su hermano, quería demostrar que era valiente, que era capaz de luchar contra los ciborg. Además, había otra razón. En su mundo alternativo C17 había sido destruido cuando se convirtió, junto con su homólogo del infierno, en Súper 17. Su padre le dijo en alguna ocasión que ese androide había sido revivido por error cuando Son Goku pidió al dragón que devolviera la vida a los habitantes de la tierra, antes de desaparecer junto con este. Nunca prestó atención a la historia del tío de Marron, todos lo tachaban de un asesino, excepto C18, la cual, evitaba hablar de cómo ella y Goku derrotaron a Super17. Marron le dijo en alguna ocasión que su tío se dejó vencer cuando formaba parte del androide Super17, por eso ella y su madre no hablaban de él como el asesino que realmente era, ya que mató a Krilin, aunque este fue resucitado junto con el resto de habitantes del planeta.
Ese androide desaparecido siempre había estado envuelto en un halo de misterio. Bra nunca se había interesado por él. Después de todo, en su mundo era inofensivo. Decían que vivía en alguna montaña, apartado, como acostumbraba a hacer antes de ser utilizado por el doctor Gero y el doctor Muu.
En cambio, ahora sabía que era un sanguinario que había matado a su propio padre (en este mundo alternativo).
De un modo u otro, ese androide, C17, era el causante de su decisión. Aunque Bra no concia hasta qué punto podía cambiar la historia de ambos mundos.
