Antes de nada presentaros la nueva historia. Espero que os guste, la verdad es que llevaba varias semanas que me rondaba esta idea en la cabeza y decidí escribirla, no se por donde saldrá pero espero que os guste. Seguiré actualizando La apariencias engañan como hasta ahora aunque las publicaciones de ambas historias serán cuando encentre tiempo pero intentaré que sean al menos dos capítulos por semana.
Disfrutad!
-¡Emma!- Gritaba la morena desde su dormitorio sin tener respuesta alguna de la rubia lo que la hizo enfadar aún más.- ¡Emma!- Volvió a gritar haciendo que su hijo apareciese por la puerta restregándose los ojos.
-¿Qué te pasa, mama?- Decía el niño bastante molesto por haber sido despertado con los gritos de su madre.
-Estoy llamando a mama, ¿Sabes donde esta?- Preguntó sin levantarse de la cama.
-Y yo que sé, estaba durmiendo.- Soltó aún bastante molesto.
-Lo siento, cariño, no quise despertarte.- Dijo Regina que se sintió culpable al no haber pensado que con sus gritos despertaría a su hijo. –Vente, acuéstate conmigo un rato.- Regina abrió los brazos y estrechó a su hijo que se había colado entre las sábanas.
-¿Para qué quieres a mama?- Preguntó el niño acomodándose entre los brazos de su madre.
-No sabía dónde estaba y hace frío para salir de la cama, siento haberte despertado.- Dejó un beso en la frente de su hijo y se acurrucó con él en la cama.
-Pero me has despertado, así que ahora me quedo a dormir contigo.- Respondió adormilado.
-Claro que sí, pero sólo un ratito que tienes que ir al colegio.- Dijo Regina acomodando a su hijo sobre su pecho y acariciándole el pelo quedó dormido.
Regina disfrutaba de esas sensaciones, adoraba pasar momentos así con su hijo. Era un niño inteligente y muy cariñoso, había salido a su madre, Emma tenía el mismo instinto infaltil que Henry había heredado.
Regina nunca había sido tan feliz, tenía la familia que tanto había deseado y eso le inundaba el corazón de felicidad. No podía negar que eran una familia de lo más peculiar, Emma y ella eran como dos polos opuestos que chocaban continuamente pero a pesar de eso se habían enamorado locamente y se habían casado y ahora disfrutaban de una vida juntas con su pequeño hijo y esa alegría que invadía la mansión. Regina quedó dormida con esos pensamientos, una gran sonrisa adornaba su cara.
Emma apareció por la puerta intentando no hacer ruido, había tenido que salir de madrugada para hacerse cargo de sacar a Leroy del Rabitt Hole borracho. Al ver la escena una gran sonrisa salió en su cara, Henry estaba acurrucado con Regina en la cama y ambos parecía disfrutar de un sueño reparador, no quiso molestarlos y viendo la hora que era bajo a la cocina y empezó a preparar el desayuno.
-Hola, mama.- Dijo Henry que bajó en pijama a la cocina al escuchar a la rubia menear las sartenes.
-Buenos días, chico.- Se acercó a él y lo cogió en brazos dándole un beso en la mejilla y sentándolo en uno de los taburete para empezar a servirle su desayuno.- ¿Leche y cereales?- Preguntó Emma y vio como el pequeño simplemente asintió que parecía bastante adormilado.
-¿Me das un poco de chocolate después?- Preguntó poniendo esos ojos a los que Emma casi no se podía resistir por lo que tuvo que ceder.
-Está bien, pero no se lo digas a mama que luego se enfada.- Contestó Emma calentando un poco la leche del niño.
-¿Qué no tengo que saber?- Dijo Regina que entraba en la cocina poniéndose su bata.
-Nada mami.- Respondió el niño con cara de picardía mirando a Emma que asintió con una sonrisa.
-Henry Swan Mills conozco esa mirada mejor que cualquiera y sé que mama no es capaz de resistirse a ella, ¿Qué le has pedido?- Preguntó Regina que seguía apoyada en la puerta con los brazos en las caderas.
-Chocolate…- Confesó Henry agachando la cabeza con miedo a que Regina no regañase.
-Está bien, pero sólo un poco.- Accedió la morena al ver la carita del niño.- Buenos días.- Dijo acercándose a Emma dándole un suave beso en los labios.
-Buenos días, ahí tienes tú café y tus tostadas.- Emma señaló la encimera y Regina sonrió.
-¿Dónde te marchaste esta madrugada?- Preguntó sentándose al lado de Henry que esperaba su leche con una gran sonrisa dibujada en su cara.
-Una llamada de urgencia, nada grave.- Emma se sentó dejando la lecho de Henry sobre la mesa y dándole a Regina un cuchillo.
-Me asusté al no verte a mi lado.- Dijo Regina comenzado a comer.- La próxima vez deja un mensaje por fa…- Antes de empezar a comer la morena sintió ganas de vomitar y tuvo que salir corriendo hacia el lavabo.
Emma se quedó estática ante el movimiento de la morena, ni siquiera había probado el desayuno así que no podía haberle sentado nada mal, el miedo se apoderó de ella se levantó rápidamente no sin antes mirar que Henry también parecía preocupado así que a pesar de decirle que esperase allí no lo hizo y llegó unos segundos después de Emma al baño.
-Regina, ¿Estás bien?- Preguntó Emma abriendo la puerta viendo a la morena reclinada sobre el váter.
-No sé lo que me ha pasado.- Decía esta sin levantarse.
-Iremos al médico después de llevar a Henry al colegio.- Dijo Emma acercándose a la morena que parecía haber dejado de vomitar y la ayudo a limpiarse y a ponerse en pie.- Chico, vete a desayunar mientras yo ayudo a mama.- Ordenó Emma con una sonrisa para tranquilizar al niño.
-¿Estás bien, mami?- Preguntó Henry antes de querer marcharse.
-Sí, cariño. Será algo que me sentó mal.- Contestó acariciando su cabello.- Ve a desayunar ahora Emma irá a ayudarte a vestirte.- Emma al ver marchar a su hijo cogió a Regina en brazos para llevarla al dormitorio.- Emma, estoy con vómitos pero mis piernas están muy bien.- Dijo pasando sus manos por el cuello de la rubia para no caerse.
-¿Alguna queja?- Pregunto Emma sonriendo.
-Ninguna.- Regina estaba muy cómoda en sus brazos.
Emma bajó después de dejar a Regina en la habitación cambiándose y comenzó a recoger la cocina ante la atenta mirada de su hijo que parecía no querer desayunar ya que tenía casi todos los cereales en su tazón, cosa que extraño enormemente a la rubia pues Henry comía muy bien siempre.
-¿Qué te pasa, chico?- Preguntó Emma sentándose a su lado y dejando un trozo de chocolate que tanto le gustaba.
-¿Mami esta malita?- Preguntó inocentemente el niño.
-Seguro que no es nada, yo la llevo al médico para que la cure rápido, te lo prometo.- Dijo Emma sonriéndole y acercándole el chocolate para que comiera un poco.
Emma se marchó arriba con el niño y tras ayudarlo a vestirse entraron en la habitación principal donde Regina estaba sentada en el borde de la cama algo mareada y un poco pálida, Emma se acercó y coloco sus rodillas en el suelo para quedar a su altura, pasó sus manos por los muslos de la morena para reconformarla y esta sonrió débilmente. Henry presenciaba toda la escena desde la puerta y comenzó a llorar suavemente, al escucharlo Emma se giró sobre si misma y le tendió la mano para que se acercara.
Regina abrazó entonces al niño fuertemente y le susurro algo para tranquilizarlo, surtió efecto pues Henry sonrió y tras coger a sus dos madres de las manos salieron de la casa hacia su colegio, a pesar de no encontrarse muy Regina puso su mejor cara para que el pequeño no se preocupase más.
-Regina tranquila.- Decía Emma que veía que sus piernas no paraban de temblar por los nervios.
-¿Has avisado que no ibas a trabajar?- Preguntó para mantener su cabeza un poco ocupada y así no preocuparse tanto.
-Claro, mi padre hará mi turno hoy.-Contestó Emma cogiendo la mano de Regina para que se tranquilizase un poco.
-Yo hablé con Ruby para que se hiciese cargo de cualquier cosa en el ayuntamiento, estoy nerviosa.- Reconoció Regina.
-No tienes que jurarlo, pero sabes no es nada, seguro que algo que comiste te sentó bien así que relájate y esperemos al doctor Whale.- Dijo Emma dándole un suave beso en sus labios.
Las dos estaban sentadas en la sala de espera, había llamado a la clínica una hora antes y les había dicho que les buscarían un hueco así que les tocaba esperar lo que no le hacía ninguna gracia a Regina que cada vez estaba más nerviosa, no solía enfermar por lo que le preocupaba que algo malo le estuviese sucediendo.
-Regina Mills.- Dijo una mujer pelirroja vestida con su uniforme de enfermera.
-Sí.- Contestó la morena levantándose con la mano de Emma entrelazada con la suya.
-Pasad, el doctor Whale la está esperando.- Las guió hasta la consulto y se marchó al entrar.
Emma abrió la puerta y Regina entró primero sentándose en una de las sillas que había enfrente de la mesa del doctor, Emma la siguió unos segundos después y se sentó a su lado cogiendo su mano. Whale las miró a ambas y sonrió ante el gesto, el doctor las conocía muy bien pues había llevado el embarazo de Emma y habían empatizado mucho en ese tiempo, Regina se volvió una paranoica y hacía que la rubia fuese muy seguido a verlo.
-Dime Regina, ¿Qué te sucede?- Preguntó Whale mirando atentamente a la morena.
-Esta mañana al ir a desayunar me ha dado una sensación bastante rara, el olor de la comida me ha molestado mucho y he tenido que ir a vomitar varias veces así que me he preocupado un poco. –Contó Regina bastante nerviosa.
-Tranquilícese, Regina. No parece ser nada grave, ¿Ha comido algo que pudiese sentarle mal? – Preguntó Whale apuntándolo todo.
-Cenamos lo mismo, doctor. Y tanto Henry como yo estamos bien.- Contestó Emma.
-¿Cuándo fue su último período?- Preguntó Whale incomodando un como a Regina pues sabía por dónde iba.
-Hace un mes, ¿Por qué?- Preguntó Regina.
-Son síntomas que pueden producirse al estar embarazada.- Dijo Whale sorprendiendo a ambas.
Emma se tensó por las palabras de Whale y miró a Regina que había perdido el color con sus palabras, sabía que no era posible pero la mirada de preocupación de Emma hizo que un pinchazo en el estomago la torturase. Pasaron unos segundos de tensión en los que nadie dijo nada, fue Regina quien rompió ese silencio diciendo lo que parecía más que obvio.
-Eso es imposible Whale, como sabes muy bien mi mujer no tiene esa capacidad aunque no me disgustaría que pudiese hacerlo.- Soltó con su tono de ironía haciendo que Emma se relajase.
Durante unos segundos Whale se giró a revisar el historial de Regina mientras que Emma sólo la miraba bastante confusa, durante unos segundos pensó que Regina podía haberla engañado y haber quedado embarazada pero esa idea le horrorizó tanto que prefirió sacarla de su mente cuanto antes para evitarse más sufrimiento. Regina al ver que Emma ser perdía en sus pensamientos y que arrugaba la frente como solía hacer cuando estaba preocupada apretó su mano para reconformarla.
-Regina, ¿Está segura que no está embarazada?- Volvió a preguntar Whale bastante confuso.
-Whale, ¿Te tengo que explicar cómo demonios se hacen los niños?- Soltó Regina que había perdido la paciencia con el médico.
-Regina relájese, aquí pone que se sometió a una inseminación artificial.- Dijo Whale que miraba todos los resultados que allí aparecían.
-Así es pero no resulto, estoy a la espera para volver a repetirla.- Contestó Regina que no recordaba ese hecho.
-Puede ser que hubiese algún error en la prueba o algo similar porque todo parece encajar.- Whale se levantó de su silla.- Túmbate en la camilla.
Regina obedeció y se tumbo, Whale llamó a una enfermera y le dijo que le sacase sangre para hacerle una analítica completa así sabrían si podía ser un embarazo o cualquier otra cosa. Emma permaneció sentada en su silla ya que no soportaba demasiado las agujar y prefería mantenerse alejada.
-Mañana tendrá los resultados, pásese a primera hora y mi asistenta le dirá todo ya que yo no estaré.- Dijo Whale acompañando a las dos mujeres bastantes conmocionadas por la posible noticia.
Emma y Regina saliendo de la consulta sin creerse realmente lo que estaba sucediendo, las sorpresa se reflejaba en sus rostros no podían creer que eso estuviese pasando, llegaron al coche de la morena casi sin pensarlo y sin dirigirse la mirada, no podían decir nada coherente los pensamientos se agolpaban todos en sus cabezas, Emma abrió la puerta del copiloto y esperó que a Regina entrase al coche y luego se subió ella, en lugar de arrancar para dirigirse a la mansión se quedó en silencio mirando al frente.
-Cariño…- Dijo Regina susurrando y girándose en el asiento para verle la cara a Emma.- Emma.- Insistió la morena haciendo que Emma se volviese para mirarla.- ¿Pasamos por la farmacia?- Preguntó viendo la cara de sorpresa de la rubia.
-¿Para qué?- Preguntó esta aún bastante sorprendida por la idea.
-Para comprar un test de embarazo, no puedo esperar a mañana.- Contestó Regina bastante más sobria que Emma.
-Está bien.- Emma arrancó el coche y no dijo nada más.
Ambas llegaron a la mansión en silencio después de haber pasado por la farmacia, ambas parecía nerviosas pero era Emma la que estaba más impactada con la noticia, por alguna razón se había hecho a la idea de que el tratamiento no había funcionado y que no tendrían otro hijo por el momento y ahora esa noticia la había descolocado, además la simple idea de que Regina la hubiese engañado le había producido un fuerte dolor en el pecho por lo que esta emocionalmente agotada.
-¿Estás bien?- Preguntó Regina sentándose al lado de la rubia en el sofá.- ¡Emma!- Subió un poco la vos ya que esta parecía absorta.
-Sí, es que me ha impactado la noticia, me había hecho a la idea que tendríamos que esperar para poder tener otro bebe.- Soltó rápidamente para no preocupar a su mujer.
-¿Sólo es eso?- Regina sabía que había algo más aunque no quisiese presionarla para que se lo contase.
-Tengo que ser sincera… sabes que no puedo mentirte.- Confesó Emma teniendo un poco de miedo ante lo que iba a decir.- Pensar en que podías haber estado con alguien más me ha destrozado, es decir, no es que no confíe en ti, pero no se… es una tontería.- Acabó de decir Emma levantándose para ir a la cocina.
-Escúchame Emma, nunca te haría algo así. Soy inmensamente feliz contigo y con Henry no necesito nada más, además sabes que cuando hay un problema lo hablamos, nada es una tontería y me alegra que me cuentes las cosas así podemos solucionarlas antes de que sean un verdadero problema.- Regina había arrinconado a la rubia entre la nevera y su cuerpo.- Te amo, y eso no va a cambiar. Ojala y este embarazada porque no hay nada que desee más que tener otro hijo contigo.- Dijo Regina ahora besando los labios de la rubia que no pudo resistirse y enredo sus dedos en el pelo de la morena.
-He sido una tonta al pensar eso, lo siento.- Dijo Emma separándose un poco de la morena para poder hablarle.- ¿Vamos a comprobarlo?- Preguntó abrazando a Regina por la espalda y acompañándola al baño.
Regina entró al baño mientras que Emma esperaba en la puerta mordiéndose las uñas, esta tan nerviosa que sin darse cuenta había provocado una pequeña herida en su dedo al morder. Pasaron unos segundos y Regina seguía allí por lo que Emma comenzó a desquiciarse y a andar de un lado a otra como una loca.
-¿Te queda mucho?- Preguntó la rubia pegada ahora a la puerta.
-Ya estoy, pero habrá que esperar un poco.- Regina salió y le dio a Emma el test mientras que ella terminaba de arreglarse la ropa.
Las dos se fueron al sofá y se sentaron una al lado de la otra dejando la prueba sobre la pequeña mesita, entrelazaron sus manos y se quedaron mirando fijamente hacía la mesa, ninguna fue capaz de decir nada pero la tensión podía cortarse en esa habitación, llevaban tanto tiempo buscando el segundo bebe que la idea de se hiciese realidad les parecía un sueño.
Fue Emma la que giró el test y vio el resultado primero ante la expectación de Regina que casi no podía parar quieta.
-¡Emma!- Grito Regina al ver la cara de sorpresa que Emma tenía.- ¿Ha dado negativo?- Preguntó la morena con tono de desilusión.
-Regina… ha salido positivo.- Una gran sonrisa salió de los labios de la rubia que dejo caer el test de sus manos y abrazó fuertemente a la morena que había comenzado a llorar.- Aún no es seguro al 100% pero estos aparatos no suele fallar, Regina vamos a tener otro bebe.- Emma abrazó a la morena y la levantó girando las dos por el salón.
-Es cierto, tendremos que esperar a los resultados de Whale mañana y llamaré a la clínica de Boston para concretar una cita y ver que ha podido pasar.- Dijo Regina.
-Regina Mills, disfruta del momento y bésame.- Dijo Emma que había visto como Regina se ponía seria en un momento donde sólo debía estar feliz.
Emma posó sus manos en el culo de la morena mientras esta seguía besándola intensamente, las dos estaba extasiadas por la idea de tener otro hijo y la pasión y la tensión se hizo insostenible, Emma quitó la camisa a Regina en un rápido movimiento y de desizo de su sujetador segundos después dejándola desnuda de cintura para arriba disfrutando esa belleza a la que tenía el placer de llamar esposa. Emma continuó con sus manos posadas sobre el trase de Regina y hágilmente comenzó a quitar la cremallera de la falda para dejarla con sus bragas negras.
-Adoro este cuerpo.- Dijo Emma que seguía besando intensamente a la morena que sólo disfrutaba del tacto de la rubia en su cuerpo.
Emma caminó lentamente hasta el sofá y se dejó caer sobre la morena suavemente, tras abandonar sus labios comenzó a besar su cuello sabiendo cuanto excitaba ese movimiento a la morena que había cerrado los ojos y gemía disfrutando de las caricias de la rubia. Emma continuó bajando llegando a su ya más que excitados pechos y los succiono haciendo que la morena disfrutase aún más de todas esas sensaciones, cuando la rubia parecía estar más que satisfecha con pechos de la morena comenzó a besar su tersa barriga y a acariciarla dulcemente pensando que era muy probable que albergara a su futuro hijo. Cuando Emma notó que Regina ya no podía aguantar más terminó de bajar y tras quitarle la ropa interior se escurrió entre sus pliegues, estaba totalmente mojada por lo que facilitó mucho la tarea.
-Emma…- Suplicó la morena que no soportaba más las simples caricias de Emma, necesitaba mucho más.
Obedeciendo la súplica de Regina introdujo dos dedos en su interior mientras que acariciaba su clítoris haciendo que la morena se arqueara con sus movimientos, esa imagen la excitaba igual que el primer día. Regina era una mujer pasional que disfrutaba enormemente llevando el control en todo pero con Emma había aprendido que ceder ese poder la hacía disfrutar mucho más.
Emma seguía con sus lentos pero constantes movimientos haciendo que Regina quedase al borde del orgasmos pero sin llegar a alcanzarlo que estaba volviéndola loca. La alcaldesa desquiciada por la lentitud de la morena acercó su mano a su clítoris y comenzó a masajearlo un poco más rápido pero Emma se lo impidió.
-No tenga tanta prisa, alcaldesa.- Susurró Emma que se había alzado y le roba un beso en los labios y a la vez acallaba sus gemidos.
Al notar que la morena no aguantaría mucho más bajó su lengua a su intimidad y disfrutando del sabor de su mujer notó como sus dedos quedaban atrapados en su interior. Regina soltó un fuerte gemido provocado por el increíble orgasmo que Emma había provocad. La rubia salió lentamente de su interior y tras lamer sus dedos dejo un casto beso en los labios de la morena que aún estaba recuperándose.
-¿Más relajada?- Preguntó Emma acomodándose a su lado en el gran sofá.
-Muchísimo más tranquila, ahora me toca a mi.- Regina se giró sobre si misma quedando encima de la rubia que soltó una carcajada.- ¿Por qué llevas tanta ropa?- Preguntó fingiendo estar molesta.- ¡Quítatela!- Le ordenó saliendo de encima de ella para que pudiese levantarse.
Emma obedeció y tras levantarse comenzó a quitarse toda la ropa ante la atenta y pícara mirada de Regina que disfrutaba de la visión que Emma le estaba ofreciendo en ese momento.
-Como no te des prisa te vas a quedar con las ganas.- Advirtió la morena al ver el jueguecito de la rubia.
Emma entonces se desnudó rápidamente y se dejó caer con su cuerpo desnudo sobre el de Regina, y comenzaron otra apasionada sesión de besos y caricias siendo la morena quién acabase provocando el orgasmo a la rubia que gritó su nombre al acabar. Sus cuerpos cansados cayeron rendidos a manos del sueño en el sofá.
