Os quiero romper el corazón.

Descargo de responsabilidad: Nada me pertenece.


-¡Hola, señor ministro! -gritó Percy, y le lanzó un certero embrujo a Thicknesse, que soltó la varita mágica y se palpó la parte delantera de la túnica, al parecer aquejado de fuertes dolores. -¿Le he comentado que he dimitido?

-¡Bromeas, Perce! -gritó Fred al mismo tiempo que el mortífago con quien peleaba se derrumbaba bajo el peso de tres hechizos aturdidores. Thicknesse había caído al suelo y le salían púas por todo el cuerpo; era como si se estuviera transformando en una especie de erizo de mar. Fred miró a Percy con cara de regocijo. -¡Sí, Perce, estás bromeando! Creo que es la primera vez que te oigo explicar chistes desde que...

Se produjo una fuerte explosión, pero mucho antes de eso, de alguna manera Fred ya lo intuía. Una serie de imágenes hicieron su aparición por su mente a medida que caía y caía. Una escena pasada de él y George entrando el despacho de Filch y hurtando el mapa del merodeador se abrió paso en el revoltijo de pensamientos y recordatorios. Todas aquellas bromas que había realizado a lo largo de su vida se hicieron presentes... cada una seguida de la otra. Fred lo sabía, a pesar de que lo había tomado desprevenido, el se sentía pleno y feliz. Había hecho todo lo que quería y debía hacer. Había compartido sus mejores momentos con sus mejores amigos, pero sobre todo con su compañero de matriz. Volvió a agradecer mentalmente por la ayuda que les había propinado Harry a él y su hermano para llevar a cabo el sueño de sus vidas... por lo que tanto habían trasnochado. Todo el trabajo se había cumplido gracias a él. Sortilegios Weasley's había surgido gracias al ingenio de los gemelos y a la gran caridad de su amigo Harry Potter.

La caída luego de la explosión para él duró toda una vida. Sabía que había luchado en pro de sus amigos, su familia y su escuela. No tenía nada que lamentarse. Había muerto de la mejor manera, por los que quería.

Cuando la serie de recuerdos acabaron, ya lo sentía. Un dolor infinito hizo su repentina aparición, pero de la misa forma en que llegó se fue. De forma rápida y sin dejar rastro.

Cuando finalmente cayó escuchó unos desgarradores gritos lejanos. No reconocía a quién pertenecían, pero tampoco tuvo el tiempo suficiente para memorizarlos. Lo único que pudo hacer antes de irse para siempre fue sonreír, porque su vida la había vivido al máximo y no se arrepentía de absolutamente nada. Se había ido de la faz de la tierra. Ya no existía un Fred Weasley, pero se iba en paz, porque sus amigos y familia lo recordarían por siempre al igual que él a ellos. Más nada importaba.

Y había escuchado a su hermano prefecto bromear en la peor de las circuntancias... ¿qué más podía pedir?

Una luz brillante y cegadora apareció... luego de eso todo pensamiento en su cabeza se esfumó.

Fred Weasley había muerto.