Capítulo 1: El despertar
−R-Rosetta…− respiró entrecortadamente.
−…−
−Rosetta…−intentaba mantener su vista clara, pero, el dolor era tan insoportable que apenas podía hacer fuerza para mantenerlos abiertos.
−…−
−Rosetta…sé fuerte, es pr-probable que d-de ahora en adelante e-estés sola…−en sus mejillas sintió unas pequeñas lágrimas, lágrimas que no eran de ella−p-pero algún día…a-aunque el mundo esté en tu contra, encontrarás personas qu-que te protegerán y en quienes podrás confiar.
Sentía su muerte llegar, pero eso no le importaba. Su prioridad era decirle lo que quería decir antes de cerrar sus ojos para no abrirlos nunca más.
Con la poca fuerza que le quedaba levantó una mano hasta la mejilla de Rosetta, sonriendo y con su último aliento dijo−t-te amo Rosetta...mi adorable hermanita menor…−y llegó el fin de su vida.
− ¡Jac…!
−…−
− ¡JACQUE...!
…
− ¡JACQUELINE!− abrió los ojos de golpe y se sentó asustada. Sentía que sus mejillas estaban mojadas. Estaba llorando.
¿Quién no lloraría si vieras a tu hermana mayor morir en tus brazos? .Fue tan real lo que pasó que no sabía si era o no un sueño.
Después de estar varios segundos vagando en sus pensamientos reaccionó y con la respiración entrecortada miró desorientada a su alrededor.
− ¿D-dónde estoy?− Se preguntó e intentó regular su respiración. Luego de sentirse un poco más calmada, como pudo se levantó hasta quedarse de pie.
Se frotó las mejillas con su brazo y cuando apenas avanzó unos pasos se tropezó y cayó al piso.
−Ugh...−soltó un quejido de dolor ante el impacto que recibió su cuerpo− ¿Qué es esté lugar?−se procuró mirar en la oscuridad, para examinar el sitio donde estaba, pero ni con forzar la vista podía ver algo.
Por lo tanto tenía que buscar un interruptor para iluminar ese lugar tan oscuro.
Así que con gran esfuerzo nuevamente, se levantó de nuevo y se quedó unos segundos parada sin hacer ningún movimiento.
No quería caerse otra vez, porque un golpe más y estaba segurísima de que no se levantaría.
Porque su cuerpo le dolía tanto y no le respondía bien. Era como si hubiera estado dormida por largos años.
Sacudió su cabeza para dejar de pensar y dar tantas vueltas en sus pensamientos y se dispuso a buscar el dichoso interruptor.
Mientras caminaba a paso de tortuga, sintió líquido en sus pies.
Bajó la vista hacía el piso y vio que era solo agua.
Agua que estaba congelada.
Estaba tan helada que se tuvo que contener en pegar un salto hasta el techo. No lo podía soportar asique decidió avanzar lo más rápido que sus piernas le permitieran.
Con tanta opacidad no veía nada y era probable que si seguía caminado sin estar preparada se toparía algún mueble o alguna pared.
Alzó las dos manos hacía adelante para no chocarse con algún objeto.
Y Enseguida sintió algo duro y liso.
Era una pared. Siguió palpando por todo el muro hasta encontrar un interruptor y lo presionó para que se prendiera la luz e iluminara la sala.
Cuando su vista se acostumbró al cambio de oscuro a claridad miró detenidamente la habitación en la que se encontraba.
Las paredes eran de un gris sucio y gastado. Apenas tenía una ventana y si no fuera por la luz la pieza estaría completamente oscura. En el centro de la habitación se encontraban grandes y distintas maquinas separadas cada uno a una gran distancia. A un lado localizo el charco de agua que antes había pisado. Estaba alrededor de una especie de capsula abierta que tiraba apenas en su dirección aire frío. A su Derecha había dos computadoras, y pudo reconocer que eran unas de las más potentes que había en el mundo. A la izquierda había una gran estantería. Tenía libros de diferentes tamaños. Pequeños, grandes y viejos a su parecer. Parecía que no lo habían tocado desde hace mucho tiempo. Porque desde la posición en la que se encontraba podía ver la suciedad y el polvo que contenía los dichos libros. También contempló frascos de distintas medidas y adentro de ellas había objetos que no quería ni pensar ni averiguar qué eran.
Luego de inspeccionar se giró para continuar su camino.
− ¡¿Hay alguien aquí?!...−nadie respondía−¡ ¿Jacqueline?!... ¿dónde estás?−gritó, pero solamente escucho su voz como respuesta a sus preguntas.
Comenzó a tener miedo, parecía que no había nadie.
No le gustaba estar sola, se sentía vulnerable. Tendía a veces a perderse en sus sueños o pensamientos para huir de la soledad y de la realidad.
Así se sentía mejor. Protegida y segura.
Pero ahora no era el momento de desesperarse y llorar.
Poniéndose nerviosa no lograría nada.
Después de unos minutos caminando sin parar, Sin darse cuenta llegó a un jardín y supuso que era la parte delantera del edificio.
En el medio del parque había una fuente de agua, que además de estar descuidada, no funcionaba.
Pero no le dio importancia y avanzó hasta ella para sentarse y descansar un poco.
Luego de acomodarse se empeñó en recordar lo que pasó antes de quedarse dormida.
Pero nada. No podía recordar.
Mientras más se esforzaba, más dolor sentía en su cabeza.
Parece que padecía de amnesia, porque lo único que se acordaba era de su nombre y de su hermana mayor.
No sabía en donde vivía ni de dónde venía. ¿Acaso este era su hogar?
No entendía y la única forma de averiguarlo era investigar el edificio. Tenía que buscar en su memoria alguna acción de lo que hizo antes de caer en los brazos de Morfeo. Aunque sea solo una cosa quería, una pista, para llegar a ajustar todas las piezas faltantes y resolver el misterio de lo que paso.
A pesar del dolor insistió en esforzar su cabecita.
Se giró hacia la fuente.
Talvez con remojarse un poco la cara podía refrescar la memoria.
Y cuando estuvo a punto de agarrar agua para empapar su cara, quedó impactada ante lo que veía.
− ¿Q-Qué es esto?−exclamó la pequeña sin dejar de mirar lo que la fuente le mostraba.
El agua le reflejaba a una niña de 14 años con unos cabellos largos que le llegaban casi hasta los tobillos, de un color muy peculiar. Violeta oscuro. Su cuerpo y sus brazos eran tan delgados y estaban muy desnutridos. Un poco más y se le notaban los huesos. Le llamo mucha la atención sus ojos que eran de distinto color. El de la izquierda era gris y el de la derecha Amarillo.
Pero eso no era para sorprenderse tanto.
Eso no era nada comparado con lo otro.
− ¿Que me paso? ¿Porque tengo la piel así?−expresó Rosetta asustada y tocando toda su cara sin poder creérselo aún.
En ningún momento se dio cuenta lo que le pasaba.
Claro, era tan despistada que a pesar de tener un charco de agua, a pesar de haberse frotado la cara con el brazo y a pesar de estar caminando no se observó ni se fijó lo qué le ocurría en su piel.
Como odiaba ser distraída.
Y no entendía porque era así, si era tan obvio notar el problema en el que se encontraba en estos momentos.
− ¡¿Porque tengo mi piel descompuesta?!
…
