Aclaración: esta es una adaptación de Lori Foster, con los personajes H.P de nuestra amada J. K.R, espero que lo disfruten…

CAPITULO I

-LA PROPUESTA-

«Es la mujer perfecta para engendrar a mi hijo».

Draco analizó detenidamente los rasgos y la estructura corporal de ella, ya lo había hecho antes, pero esa vez fue más minucioso. No era una belleza, pero eso no era un problema porque la belleza no era esencial para su plan. Y sin embargo, sí era muy atractiva por su arrebatadora presencia, su seguridad en sí misma y su elegancia.

Aunque intentó controlarse, los ojos se le iban continuamente tras ella y al final Hermione Granger advirtió que la estaba mirando y esbozó una leve sonrisa de curiosidad que dejó a Malfoy sin aliento. Él sacudió la cabeza: su reacción se debía a la emoción del plan que había pensado y a nada más.

Sólo podía deberse a eso.

Como siempre, estaba muy elegante. Llevaba un sencillo vestido negro y zapatos de tacón también negros, pero eso no era lo que había aumentado su interés por su ex compañera de colegio. El había tomado una decisión y ella era una parte importante de esa decisión, aunque aun no lo supiera.

Draco se frotó las manos lleno de expectación. Conocía a Granger desde los once años y desde hacía tres años, eran socios de negocios, y sabía que esta sólo había acudido a esa fiesta para fortalecer esa asociación. La relación entre ellos dos no tenía nada de personal y él pretendía que siguiera así.

Dos días antes, le había presentado una propuesta para expandir su laboratorio por que necesitaba investigar nuevas variaciones en las pociones que se administraban en San Mungo para reducir los tiempos de los preparados de las mismas y mejorar sus efectos, para ello debía ponerse de acuerdo con el dueño de la mayor botica en Londres, ósea el.

Todavía no le había dado una respuesta, pero lo haría esa noche. Y luego sería él quien le propondría algo.

Por primera vez en mucho tiempo, estaba nervioso antes de plantear una propuesta de negocio. Entonces vio que se acercaba a él con sus andares decididos y elegantes y en lo único que pudo pensar fue en que ambos crearían a un bebé precioso. Y la recibió con una sonrisa.

«Va a concedérmela»- Pensó Hermione y se estremeció de emoción. Draco había estado mirándola toda la noche y sólo podía deberse a una razón. La sensación de victoria inminente la recorrió.

El le sostuvo la mirada mientras se acercaba y sonrió levemente de medio lado, destilando una sensualidad que sabía que conquistaba a todas las mujeres. Pero a ella sólo la conquistaría dándole las noticias que esperaba.

Para la ex Gryffindor, su negocio era su vida y no se permitía el tiempo ni el deseo de nada más. Y estaba segura de que a él le ocurría lo mismo. Al menos con ella.

Conocía bien la reputación de Draco Malfoy con las mujeres, eran ellas quienes construían esa fama. Lo ensalzaban como un amante espectacular, aunque no se sabía bien cuántas lo decían por experiencia propia. Él nunca hablaba de sus relaciones y parecía una persona muy cauta. Parecía que le daba igual lo que se dijera de él.

Intentaba no prestarle atención como hombre; su único interés hacia él era de carácter laboral. Pero tenía que reconocer que a veces no lograba evitar pensar en… Se obligó a no seguir con esos pensamientos y elevó su refresco a modo de saludo. Estaban a las puertas de la terraza, sin nadie cerca que pudiera oír su conversación, rodeados de una atmósfera íntima y acogedora.

—Hola, Malfoy.

—Granger —dijo en un tono más sensual que de costumbre—. ¿Estás divirtiéndote?

No había adoptado el carácter frío y distante, profesional, con que solía tratarla; al contrario, parecía atento a ella. Esta miró alrededor la estancia recién redecorada fingiendo un interés que no sentía. Esa fiesta se ofrecía para celebrar la renovación de la botica mas grande que existía desde hacía décadas y que con el nueva abastecimiento, era una de las mejores en los cinco continentes y todo gracias a el.

—Todo es encantador, ¿Por qué no iba a divertirme?

El sonrió más ampliamente y entrecerró los ojos.

—Me parece que no estás mucho para fiestas. Pareces preocupada —respondió y ladeó la cabeza levemente—. ¿Ansias regresar a tus laboratorios?

Hermione terminó su copa mientras pensaba cómo responder.

—Me preguntaba si ya habrías tomado una decisión. Ya sé que una fiesta no es el lugar más adecuado para discutir algo así, pero… —dijo y al mirarlo se lo encontró observándola atentamente—. ¿Te importaría darme alguna pista? Draco soltó una risita e ignoró su petición. Era muy buena para conseguir lo que quería en los negocios, pero él también lo era.

— ¿Quieres otra copa?

— No, gracias —contestó.

— ¿Ya has bebido suficiente?

— ¿Suficiente refresco? Creo que puedo tolerarlo. Tú, sin embargo… — le agarró el brazo con el que sostenía su copa y se la acercó a la nariz. No olía a alcohol, frunció el ceño.

—Yo tampoco bebo alcohol. Ya hay suficientes socios míos emborrachándose, alguien tiene que mantenerse sobrio para supervisar todo esto —explicó él.

No pudo evitar mostrar su sorpresa.

— ¿Así que nunca te permites una copa?

— Alguna vez sí, por ejemplo un buen vino con una buena cena. Pero no es lo habitual.

— Yo soy abstemia.

— ¿Por razones personales?- pregunto el-

Hermione dudó, era curioso cómo conocía a Malfoy desde hacía años y nunca habían hablado ni se habían visto fuera del entorno laboral, y de pronto estaban comentando temas personales, incluso íntimos. Aunque no le importaba. Siempre había creído que, cuanto mejor se conocía a un socio, mejor se podía luego negociar con él.

Y ella deseaba cerrar muchos tratos con Draco Malfoy. Esta asintió y respondió:

— Razones muy personales. Detesto el alcohol.

— Quizás algún día me digas por qué.

— Quizás.

El rubio se quedó callado unos momentos mientras la estudiaba con la mirada.

— ¿Tienes algún objetivo de aquí a cinco años, Granger? —le preguntó de pronto—. ¿Algo hacia lo que estés dirigiendo tus esfuerzos?

De nuevo, la castaña sintió una ola de emoción y trató de reprimirla. El estaba demostrando un interés que nunca antes había mostrado y eso sólo podía significar que aprobaba su forma de gestionar su negocio. Malfoy era la personificación de la excelencia en los negocios, de él se podía aprender mucho.

Sabia bien que él había duplicado la fortuna familiar que ya era mucho decir y era sabido por todos que la botica actual y su gran rentabilidad y prestigio se debían únicamente a sus esfuerzos y dedicación en los últimos años, desde que se había hecho cargo de la gestión tras la muerte de sus padres. Gracias a él, todo el mundo deseaba hacer negocios de nuevo con las empresas Malfoy el había logrado devolverle el prestigio su apellido, ya nadie o casi nadie tenia pensamientos hostiles hacia el.

Los empleados estaban encantados con éste y alababan lo buen jefe que era. Solía ser portada de las revistas de negocios como director de una de las empresas más florecientes del momento. Las empresas Malfoy se extendían por todo el país y seguramente en breve estarían por todo el mundo.

Observo al rubio apoyarse contra la pared. El tenía unos hombros muy anchos, que su elegante traje no lograba disimular. Era un hombre muy bien proporcionado, de casi treinta y con más energía y determinación que cualquiera que hubiera conocía. En ese momento, su pelo rubio platino y lacio le caía sobre la frente, enmarcando sus ojos grises. Hermione sonrió.

—Claro que tengo un plan, de lo más sustancioso además. Si quieres, te lo comento.

Para sorpresa suya, vio que el detenía a uno de los camareros que se paseaban entre la multitud.

—La señorita Granger y yo vamos al despacho. Por favor, tráiganos bebidas, sólo cócteles sin alcohol, y asegúrese de que nadie nos moleste a menos que sea absolutamente necesario.

El camarero asintió, recogió sus copas vacías y se marchó. Se estremeció de emoción otra vez. «Va a darme la extensión de los laboratorios». Draco la asió del brazo y comenzó a atravesar la multitud. Varias personas se los quedaron mirando, pero ella los ignoró. Este asentía frente a cualquiera que los mirara durante más tiempo del que dictaba la educación, pero él estaba acostumbrado a aquello; siempre despertaba chismorreos.

Después de todo, él era un ex mortifago que había logrado triunfar y limpiar su nombre y siempre había entrometidos deseando encontrar algún trapo sucio. Pero estaban en Inglaterra, Londres donde había nacido y crecido. Quien realmente lo conocía no hacía caso de los rumores.

La castaña ensayó en su mente su discurso para presentarle su plan y convencerlo de que le concediera el laboratorio; quizás así lograra su objetivo antes de lo propuesto.

Llegaron a una sala tenuemente iluminada que olía a cuero de lujo y por que no decirlo el lugar gritaba Draco Malfoy por todos lados su aroma salía de cada rincón traicionando sus sentidos.

Sintió una oleada de excitación: posiblemente en esa habitación lograra lo que llevaba tanto tiempo esperando. Todo lo que tenía en su vida, lo que tendría siempre, era su negocio. Se había entregado completamente a ello, que le había devuelto todo lo que esperaba. Ver cómo crecía su negocio era casi como tener la vida que había deseado. Casi.

El blondo cerró la puerta y se apoyó contra esta. Era gracioso, pero hasta esa noche no se había dado cuenta de lo deliciosa que podía ser Hermione Granger cuando estaba emocionada, cuando sonreía… Por supuesto, él había observado atentamente y aprobado cada rasgo suyo, pero nunca los había unido todos y observado en conjunto. En ese momento, comprendió lo atractiva que resultaba. Se había recogido su largo pelo castaño en un elegante moño, siempre estaba elegante, tenía más clase que ninguna de las mujeres que conocía. Y le gustaban sus ojos, castaños también como su pelo: dejaban traslucir sus emociones, su profunda personalidad y su pasión.

Pasión por su trabajo, por supuesto.

Se apartó de la puerta y encendió una lámpara que añadió un leve brillo a la amplia habitación. Sabía que estaba siendo un poco cobarde, pero prefería que la luz fuera tenue para poder arroparse con las sombras mientras le hacía su propuesta.

— ¿Alguna vez has estado en una relación larga, Granger? —preguntó él abruptamente.

A ella le sorprendió enormemente la pregunta. Negó con la cabeza.

—No. Y tampoco planeo una alianza así en un futuro próximo.

— ¿Una alianza? —preguntó él con una sonrisa.

Tenía una forma de lo más extraña de abordar las cosas, como si todo fuera un asunto de negocios.

Esta se encogió de hombros, buscó un asiento con la mirada y se sentó en una silla junto al enorme escritorio de él.

—Mi trabajo es mi vida. Y me gusta que sea así.

El se sentó en la silla frente a ella y se acarició la barbilla, pensativo.

Aunque esperaba una respuesta así, escucharla de sus labios lo dejó inquieto.

Una mujer como Granger, con su inteligencia, su personalidad y su belleza, no debería pasar su vida sola.

— ¿Cómo llegaste a esa conclusión?

Parpadeó atónita. — Y respondió—. De hecho, tengo un proyecto un plan a cinco años, lo formulé el hace tres años. Para cuando cumpla los treinta, espero haber creado un negocio en el cual pueda promover futuras investigaciones no solo con pociones, si bien me apasionan estas, también hay otras ramas de la magia que me interesan y no solo por su rentabilidad si no por sus beneficios a nuestra comunidad.

Él continuó con su objetivo:

—No te dejas mucho lugar para tener un marido, un hijo o alguna otra relación personal.

Entonces frunció el ceño y lo miró con cautela. Entonces Draco supo entonces que tenía que replegarse, tenía que dejarle un poco de espacio. Pero el problema era que la paciencia no era su fuerte. Cuando quería algo, lo quería al instante. - Y quería un bebé.- y lo quería ya- pero no con cualquiera si no Hermione Granger.

Alargó la mano para tomar la de la castaña, pero ella apartó la suya bruscamente y luego pareció avergonzarse de haberlo hecho. —No me parece que sean necesarias esas preguntas tan personales creía que estabas contento con nuestros negocios juntos…

—Más que contento—Tienes un negocio de éxito, tus laboratorios han beneficiado a mis boticas. No veo por qué ha de ser un problema que quieras tú.

Esta respiró aliviada y sonrió.

—Gracias, eso era lo que esperaba oír. Debo admitir que me has confundido con todas esas preguntas personales. Sé que es importante para ti conocer a tus socios y asegurarte de que no cambiarán sus prioridades de repente y olvidarán su negocio.

Si eso es lo que te preocupa, te aseguro que…

—Me gustaría tener un bebé.

La interrupción de él dejó a Hermione con la boca abierta. El lo advirtió cada detalle: aquella boca carnosa y suave, su lengua rosada… también tenía una piel muy hermosa, que sería un punto favorable más aparte de su envidiable salud y su increíble ingenuidad.

Ella carraspeó y soltó una risita nerviosa.

—Me parece que, anatómicamente, eso es imposible.

—No si encuentro a la mujer adecuada que lleve al bebé en su vientre —Se quedó con la boca abierta de nuevo. El rubio decidió dejar de fijarse en sus labios perfectos. Y justo en ese momento, le salvó el que llamaran a la puerta, esperó hasta que el camarero se hubo marchado para retomar la conversación. Vio, que seguía perpleja.

—Veo que estás confundida pero ante todo te aseguro que ese asunto no tiene nada que ver con tu laboratorio. La ampliación es tuya, independientemente de eso. Firmaré el contrato el lunes por la mañana y te lo enviaré por mensajero.

Lo miró aún más perpleja y tardó unos segundos en responder.

—Gracias.

Él le ofreció un refresco.

—Sin embargo, me gustaría discutir otro asunto más contigo.

—Ya me he dado cuenta.

El sonrió ante el tono seco de ella.

—Como acabo de decirte, quiero un bebé. En la actualidad tengo a gente excelente que puede ocuparse de la marcha diaria de mi negocio, así que ya no necesito dedicarle tantas horas como antes. Puedo permitirme criar a un hijo con todos los privilegios, pero sin malcriarlo. Me aseguraré de criar al bebé con un buen sentido de la moralidad y fuertes convicciones y…

Hermione se inclinó hacia delante y tocó a Draco en el brazo. A el le gustó la sensación, un estremecimiento que lo recorrió entero, pero se reprendió a sí mismo por reaccionar de esa forma que se había prohibido. Afortunadamente, no pareció darse cuenta.

—No tengo ninguna duda de que serás un padre maravilloso, Malfoy.

Él sintió que lo inundaba una agradable calidez.

—Gracias.

—De nada. Pero ¿qué tiene todo eso que ver conmigo?

—Pues… que quiero que tú seas la madre.

No reaccionó exactamente como él esperaba: se tapó la boca con una mano y tras una larga pausa de perplejidad, emitió una risa casi histérica. El se puso de pie, la tomó de los brazos y la levantó de la silla.

— ¡Granger! ¿Estás bien?

Sacudió la cabeza y soltó otra risita.

— ¿No he dejado clara mi posición? ¿No acabo de decir que mi negocio es mi vida? No puedo casarme y menos para…

— ¿Casarte? ¡Por Dios santo, yo no quiero casarme contigo! —la cortó él, e inmediatamente se dio cuenta de lo mal que había sonado y trató de explicarse—.

Sólo necesito que lleves en tu vientre a mi bebé. Una vez que hayas dado a luz, eres libre para hacer lo que quieras. Podrás trasladarte a otro lugar que elijas, pero tendrás que irte, eso sí. No quiero que nada interfiera mientras crío a mi bebé, y ni tú ni yo deseamos un escándalo. He pensado que la zona noroeste sería un buen lugar para ti.

—Tú quieres que yo sólo…

—Te prestes a darme un bebé —terminó él.

Aún la tenía agarrada de los brazos y sintió que se tensaba y empezaba a temblar. La soltó.

—Como bien has dicho, para mí es anatómicamente imposible hacerlo. Y no quiero que creas que voy a tener un comportamiento indecoroso contigo: hay procedimientos médicos para garantizar la correcta inseminación de mi esperma.

Todo será…

Se tambaleó hacia atrás como si él la hubiera golpeado.

—Estoy haciéndolo muy mal, ¿verdad? —dijo consternado—. Lo creas o no, ésta es la primera vez que me siento inseguro mientras propongo un negocio. Porque eso es lo que es, un puro y simple negocio Granger.

Él esperó a que dijera algo, pero como continuaba callada y atónita, este añadió: — ¿Y bien? Podrías hacer esto un poco más fácil si dijeras algo… lo que fuera.

—Lo haría si supiera qué decir. Él asintió y respiró hondo.

—Necesitas tiempo para pensártelo. ¿Qué te parece si volvemos a sentarnos y te expongo mis razones para haberte escogido, los beneficios a los que accederás si aceptas este trato, cómo tengo pensado tratar las cuestiones legales pertinentes y…?

—Es un tema muy amplio, sobre todo teniendo en cuenta que es casi medianoche. He tenido un día muy ajetreado y mañana por la mañana tengo que seguir trabajando —dijo con voz aún temblorosa, pero al menos se sentó en la silla.

Malfoy suspiró aliviado. No estaba acusándolo a gritos de acoso sexual ni había salido en estampida de la habitación. Afortunadamente, era una mujer razonable. Era una de las primeras cualidades que le habían atraído de ella.

—Antes de nada, quiero que sepas que me gustas mucho. No para que seas mi esposa ni para ninguna otra relación personal, sino como donante de genes.

Tu inteligencia me sobrecoge, sobre todo dadas las pocas ventajas que has tenido en la vida. La forma en la que has superado…

—Disculpa, ¿cómo sabes tú nada de las ventajas o desventajas que he tenido en la vida? —le preguntó molesta, elevando la barbilla.

Pensó en mentirle, pero decidió no hacerlo. Granger era demasiado inteligente.

—Hice que te investigaran. Déjame que te lo explique y comprenderás por qué me resultaba necesario hacerlo —.

Esperó unos instantes pero, como simplemente siguió mirándolo sin decir nada, él le relató sus averiguaciones:

—Sé que tus padres, de clase media—baja, murieron a manos de los mortifagos a pesar de todos tus esfuerzos por alejarlos de ti y mantenerlos seguros cuando tú tenías dieciséis años. Sé que lograste sacar adelante tus estudios universitarios mientras trabajabas al mismo tiempo; que has conseguido todo lo que posees con tu esfuerzo y tu ingenio, sin que ni tu familia ni tus amigos te ayudaran. De hecho, hasta donde yo sé, no tienes familia ni amigos cercanos, debido que te alejaste de los últimos por motivos que no vamos hablar, por que solo te conciernen a ti.

Seguía sin moverse ni decir nada, con una expresión de orgullo y de sentirse invadida a la vez. Draco continuó nervioso y emocionado.

—Nunca has tenido una relación larga con un hombre, llevas un estilo de vida modesto y sencillo, tienes muchos ahorros y eres reservada. Los únicos acontecimientos a los que asistes son los que están relacionados con los negocios.

Continuó en silencio un largo momento. —Has sido muy exhaustivo —comentó por fin.

—Tenía que asegurarme de que valías para esto. Por favor, intenta comprenderlo. No quiero una mujer que, después de dar a luz, decida que quiera quedarse con el bebé, conmigo o con ambos. Todo lo que he averiguado de ti demuestra que no tienes ningún interés en atarte a nadie, ni ahora ni en un futuro próximo. Eso es así, ¿verdad?

Hermione giró la cabeza y fijó la vista en la pared.

—Cierto, así es —dijo, y se estremeció—. Pero tampoco tengo ningún interés en retrasarme nueve meses en mi vida. Quedarme embarazada ahora no sólo interrumpiría mi agenda, además afectaría a mi reputación. Todo el mundo cotillearía acerca de mí.

—No tanto, si te prometo que puedes conseguir ese objetivo a cinco años en uno solo, que te respaldaré para que así sea. Y tampoco si hago que te traslades inmediatamente o te doy lo que necesites para que te tomes un permiso por maternidad más largo.

— ¿Harías eso? —preguntó, incrédula.

Él contestó sin dudar.

—Por supuesto. Estoy diciendo esto en serio. Puedo permitirme ser generoso y quiero ese bebé. Ya. Mi cumpleaños es el cinco de Junio, dentro de poco más de una semana. Para mi próximo cumpleaños, quiero ser padre ya. Entonces tendré treinta — dudó un instante porque se sentía expuesto, pero continuó por ella—. Los treinta y cinco se me echan encima. Si quiero tener un bebé, tiene que ser ahora. Aún soy lo suficientemente joven para poder seguir el ritmo de un niño y al mismo tiempo lo suficientemente mayor como para tomar buenas decisiones respecto a su futuro. Si espero, aunque sólo sea uno o dos años, tendré casi cuarenta cuando nazca mi hijo. Tengo que pensar a largo plazo, en cómo la edad que yo tenga afectará a mi hijo o hija durante su adolescencia, cuando más me necesite.

Seguía mirándolo, incrédula.

— ¿Te preocupa tu… tu reloj biológico? —preguntó con un hilo de voz.

A él no le gustó ese enfoque, pero asintió.

—Supongo que es una forma de verlo.

— ¿Por qué tienes tantas ganas de tener un hijo? ¿Por qué simplemente no te casas y haces las cosas de la forma habitual? Y sobre todo, ¿por qué yo?

Como seguía discutiendo con él y no se había marchado escandalizada, el rubio decidió que eso era una buena señal y se animó. Lograría convencerla, después de todo, era el mejor en los negocios; había tenido que batallar para conseguir tratos más difíciles que aquél.

También era cierto que había conocido a pocos socios tan duros de roer como Granger. Era una de las razones por las que la había escogido y por las cuales la admiraba.

Se inclinó hacia delante, apoyó los codos en las rodillas y siguió hablando.

—Quiero un hijo ahora porque ya no me queda nadie más. Mis amigos más cercanos que son como mis hermanos han formado sus familias y me hace ver que si sigo con este ritmo perderé la posibilidad de criar a un hijo. Me he dado cuenta de lo mucho que me estoy perdiendo y de lo que lo sentiré si no…

No me entiendas mal: me encanta ser el tío que los adora, que los malcría, y que todos me rodeen dando saltos y gritos de alegría cada vez que me ven.

Es bueno para el alma recibir el amor de un niño, seguramente es el mejor cumplido que una persona puede recibir en su vida. Pero no tengo ninguna influencia real sobre esos niños. Así debe ser, puesto que no soy su padre. Sólo soy su tío, alguien que les hace regalos y de vez en cuando les da consejos. Quiero ser quien se encargue de criar a un niño o niña, quiero dejar una parte de mí tras de mí.

Hermione sonrió.

— ¿Estás dándote cuenta de que algún día desaparecerás de este mundo y quieres perdurar, es eso?

—Supongo que sí, pero eso no es todo. Tener buena mentalidad para los negocios, lograr el éxito de una empresa y conseguir el respeto de los colegas de profesión no es nada al lado de criar a un hijo. Mis amigos prefirieron no involucrarse demasiado en los negocio, pero están criando unos hijos maravillosos, cariñosos y preciosos.

Y ése es un logro mucho mayor que el mío. Yo quiero hacer algo así de trascendente —respondió, sosteniéndole la mirada—. Y quiero ser amado de la misma forma que ellos: incondicional y totalmente.

— ¿Pero no quieres una esposa?

—El tipo de relación que mis amigos tienen con sus parejas no se da fácilmente —explicó él.

Se sentía tan aliviado de que no se hubiera burlado de él, que sonrió.

Hablar con la castaña estaba resultando mucho más fácil de lo que había creído. Sin darse cuenta, acababa de abrirle su corazón como nunca había hecho con nadie.

—Es como si ellos formaran una sola unidad: lo comparten todo, se apoyan mutuamente y se divierten juntos. Se entienden tan bien que incluso a veces saben lo que está pensando el otro, eso me sorprende. A veces, incluso me pone celoso.

Yo creía que no era posible una relación así, pero después de comprobar que puede darse, no puedo conformarme con menos. Pero aún no he encontrado a la mujer con quien desarrollar algo así y, sinceramente, estoy harto de buscar. La mayoría de las mujeres no soportan la cantidad de tiempo que dedico a mi negocio a menos que ellas mismas sean mujeres de negocios. Y entonces suelen estar tan centradas en hacerse un hueco en este mundo dominado por hombres, que no tienen tiempo para mí y mucho menos para un hijo.

Malfoy vio que daba un respingo y se dio cuenta de que se había tomado la crítica a nivel personal.

—No lo decía con afán acusador, Granger. Sé que es más difícil para las mujeres que para los hombres el mantenerse en el mundo de los negocios, que no se nos aplican las mismas reglas. Y comprendo tu necesidad de salir adelante. Estaba en esa etapa hasta, hace poco.

—Hasta que tu negocio ya no requirió tanta atención por tu parte.

—Efectivamente —dijo él.

No iba a pedir perdón por haber alcanzado sus objetivos, pensó este. El se había ganado su tiempo de descanso.

— ¿Sabes? Tener éxito tiene sus inconvenientes: Siempre tengo la sensación de que las mujeres me buscan por el dinero que tengo en lugar de por cómo soy. -Lo miró, boquiabierta-.

— ¿No sabes lo atractivo que eres, lo agradable que resultas, lo sensual que eres?

— Le preguntó sin dar crédito—. Créeme, aunque no tuvieras las empresas que tienes, las mujeres te perseguirían.

Se removió inquieto en su silla.

—Pero tú no —susurró él.

Pareció arrepentirse de sus palabras, pero no pensaba dejarla desdecirse y tampoco iba a llenar el silencio que se produjo. De pronto se sentía como un depredador, y ella era su presa. Las palabras de la castaña lo habían llenado de energía y habían despertado un interés en él que hacía mucho tiempo que no sentía. Era algo muy estimulante, aunque estaba esforzándose por ignorar sus sentimientos y concentrarse en sus objetivos. Los cumplidos que le hiciera, no eran necesarios para su plan, pero lo llenaban de satisfacción.

Él esperó lleno de expectación para saber que respondía.

Hermione le sostuvo la mirada todo el rato.

—Lo cierto es que no. Como he dicho, tengo otros objetivos diferentes de ir detrás de un hombre, independientemente de lo guapo que sea.

Malfoy entrecerró los ojos y la vio removerse inquieta en su asiento. Sonrió. —Esa es otra de las razones por las cuales te he elegido a ti: ni una vez me has mirado de forma sexual.

Hermione parpadeó, perpleja.

—No creo que…

—Ya sabes a lo que me refiero —le cortó él—. Sé que no tengo que preocuparme de que vayas a aceptar mi proposición con la esperanza de engancharme porque no te sientes particularmente atraída hacia mí, ¿no es así?

Esperó unos instantes, y respondió:

—Sí, así es.

—Y eres justo lo que busco: admiro tu inteligencia, tienes mucho sentido común, estás sana… He comprobado que en los dos últimos años no has faltado ni un solo día al trabajo. Eres generosa, todo el mundo que te conoce lo dice. Y estás bien formada.

— ¿Bien formada? —preguntó con un hilo de voz.

El centró su mirada en las piernas de ella.

—Bien proporcionada —explicó él—. Tienes unas piernas perfectas, los hombros rectos, la espalda erguida. Eres de huesos largos y muy femeninos. No tienes exceso de peso pero eres robusta. Si mi hija se parece a ti, será muy guapa.

Sin pararse a pensar en lo que hacía, él detuvo la mirada sobre sus senos, deliciosamente moldeados por el vestido negro que llevaba.

—Tengo poco pecho —señaló ella.

Él se obligó a encogerse de hombros cuando en ese momento lo que menos sentía era indiferencia, y luego se obligó a levantar la vista y mirarla a los ojos. Lo miraba desafiante, y el sonrió ante aquella muestra de vanidad.

—En absoluto, estás bien. Además, si tengo un hijo varón, eso no importará, y si es una chica, no tendré que preocuparme de apartarle a los moscones antes de estar preparado para ello.

Sonrió tímidamente ante aquel chiste y luego desvió la mirada mientras consideraba todo lo que él había dicho. Él sintió que el estómago se le contraía de los nervios… y de algo más. Era una tontería, pero cuanto más hablaban, más le gustaba. Esta no había reaccionado como la mayoría de las mujeres habrían hecho.

No se había quedado inmóvil por la sorpresa ni había gritado consternada. Tampoco parecía sentirse insultada. Lo que sí estaba era desorientada y pensativa.

— ¿Por qué no te lo piensas con calma el fin de semana? Respóndeme el lunes.

Si aceptas mi propuesta, nos pondremos en contacto con el médico con el que ya he hablado y comenzaremos el proceso antes de mi cumpleaños.

Hizo una mueca de disgusto.

— ¿Has dicho que sería un procedimiento clínico?

—Sí —dijo él, queriendo darle seguridad—. Pero, por lo que me han contado, no es desagradable. Yo entregaré mi esperma…

Ella enarcó una ceja y a él le ardieron las mejillas y se sintió como un tonto.

— ¿Y cómo entregas tu esperma? —preguntó de forma rozando lo ironico.

—Eso no importa —respondió entre dientes.

Entonces Hermione rió. Él nunca la había visto reírse, pero esta vez una risa de verdad, no conocía su sentido del humor. De hecho, en sus reuniones de negocios lo único que mostraba era su determinación de prosperar. Draco sintió que su risa de lo llenaba de calidez.

—Yo entregaré mi esperma y ellos… bueno, supongo que para ti será como una visita al ginecólogo, sólo que esta vez te inseminarán artificialmente mi esperma y esperaremos a ver si hay resultados.

—Suena bastante desagradable —comentó lentamente.

—Admito que no es así como la naturaleza dispuso que la mujer se quedara embarazada, pero también es un proceso menos personal, que es el principal objetivo.

— ¿Por qué tiene que ser menos personal? ¿Por qué tú y yo no podemos simplemente… hacerlo?

— ¿Hacer el qué? — gimió, disgustada.

—Inseminar a la mujer que has elegido como dispone la naturaleza.

Él comprendió a lo que se refería y sintió que inmediatamente, y contra su voluntad, la entrepierna se le endurecía. Era pura lujuria. Tragó saliva.

—Quiero que esto sea un trato de negocios dentro de todo lo posible.

Desnudarse… —se detuvo y carraspeó—. Hacerle el amor a una mujer no es ningún trato de negocios, es algo muy personal.

Granger parecía más relajada en ese momento, casi arrogante, y determinada también. El rubio sabía que era consciente de que él estaba incómodo y pretendía aprovecharse de ello, como haría cualquier buen negociante.

La leona asintió y sonrío —Comprendo. Creo que seguiré tu consejo y me pensaré tu propuesta durante el fin de semana. ¿No quieres saber nada de mí hasta el lunes?

El no supo qué decir. No estaba reaccionando como él se esperaba.

—Si has llegado a una decisión antes, no tienes por qué esperar al lunes.

— ¿Qué te parece si te doy una respuesta mañana por la noche? —propuso la ex gryffindor.

Él asintió tenso y forzó una sonrisa, pero supo por la expresión de diversión de que tenia que no había logrado engañarla y que estaba disfrutando de verlo tan incómodo.

—Voy a darte el teléfono de mi casa —señaló él.

—No. Me parece que no querrás que la mujer fértil que va a ayudarte a cumplir tu objetivo se entrometa en tu vida. ¿Qué tal si te doy yo mi número? Mi privacidad no suele verse amenazada tanto como la tuya. ¿Qué te parece si me llamas mañana a eso de las siete de la tarde?

A el le pareció que estaba magnífica, tan orgullosa y valiente como él, y asintió mientras se imaginaba su cuerpo redondeado por el embarazo. Hermione y él engendrarían un bebé sano.

Este alargó la mano y acarició la barbilla de la castaña.

—Me da igual si el bebé es niño o niña. No sé si te lo había dicho.

Le volvió a sonreír y pareció relajarse de nuevo.

—No, pero tenía esa impresión.

Entonces se acercó al escritorio de él y escribió algo en un bloc de notas.

—Tengo tu número de teléfono en mis archivos —le dijo él.

—De esta forma no tendrás que buscarlo.

Se sintió incómodo, pero Hermione no parecía nada incómoda. Se despidió con una mano.

—Me marcho a mi casa —anunció—. Se está haciendo tarde y tengo mucho que pensar.

—Seré un buen padre, Hermione —le aseguró Draco.

Él no tenía intención de decir eso, no quería convencerla de lo buena persona que era. Pero deseaba ese bebé enseguida, antes de hacerse más viejo y quedarse solo en el mundo.

—Eso nunca lo he dudado —le dijo—. Mañana a las siete, Draco.

Y después de decir eso, ella se marchó.

Hola, aquí les traigo una adaptación, ya esta terminada espero que la disfruten, iré subiendo tres capítulos a la semana, o según la recepción que tenga con ustedes… Para las que ya leyeron anteriormente gracias por sus comentarios, ya revise la historia y la corregí, ojala siga siendo de su agrado nos leemos.