Hola!, vengo con otra de mis historias aburridas , espero que les guste y que, si llegará la ocasión o algo así dejen dudas, comentarios sugerencias y, sí también quejas acerca de cualquier cosa así como ortografía etc…

Disclaimer: Saint seiya no me pertenecen son propiedad de Masami Kurumada, yo solo los tomo prestados para las locuras de mi imaginación.

Sin más les dejo la historia que por cierto espero que no se duerman al leerla.

Aclaración principal: en este fic, por serias obvias razones Seiya no es el futuro caballero de Sagitario.

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-No creo que sea necesario haber comprado todos esos aperitivos, si apenas vamos a ser tú, tu hermano y yo – dijo Marin algo ida al ver como su novio ponía todas las compras realizadas por el mismo para la cena de esa noche.

-Marin – dijo este con relativa calma volteando a ver a su pareja – esta es la primera cena que tiene en el santuario conmigo desde que volvimos a vivir (si se le puede decir de algún modo), él siempre se venía a cenar el leo cuando era apenas un crio, pero desde que murió yo estuve con Shura un tiempo, él me enseñó a cocinar para no estar demasiado tiempo conmigo; así que, en resumen, desde que murió mi hermano tuve que aprender a crecer demasiado rápido; aun así también Shura fue como un hermano para mí, así que también él va a venir.

-Pero Aioria, creo que la memoria te empieza a fallar un poco; creo que deberías leer el código de comportamiento femenino antes de invitarlos a conocerme, ¿no crees? – la respuesta de ella lo tomó des precavido; era cierto y uno de los mejores argumento que se podría decir en sinónimo a "no quiero cenar contigo, tú hermano y su mejor amigo", ya que la regla de la máscara era una de las intachables en la lista –. Acaso no te habrás olvidado de ese insignificante punto, ¿oh sí?

-Creo que sí lo hice, Oops – fue lo que dijo para contradecir el argumento de la hermosa Águila que estaba en su cocina, con él –, pero no te preocupes, creo que la regla solo se valida en el caso de que todavía no se hayan visto el rostro, en cambio mis ojos han tenido la gracia y oportunidad de hacerlo, como en este momento.

Ese último comentario hizo que las mejillas de la amazona se tornaran de un vivo color carmín y este, en un momento de inspiración le robo un beso a los labios de la hermosa mujer que estaba en frente de él.

-Esa ley la he leído diecisiete veces en este año y no dice nada acerca de ninguna excepción respecto al uso o desuso en frente de los hombres, sin contar al ser amado – le respondió ella algo asimpática por el último comentario hecho por el leo, claro que eso no la molestaba, es solo que le recordaba ese "insignificante" detalle.

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Al cabo de una hora Aioros estaba en la parte más alejada del coliseo de las doce casas, lo que significaba que acababa de llegar de su misión al este de Italia. Estaba realizando una exhalación de cansancio cuando un pequeño pelirrojo llegó corriendo a tropezarlo.

-¡Kiki! – se oyó un grito a lo lejos, él, debió suponer era el anterior aprendiz de Aries, refiriéndose a Mu, así que, también pudo deducir que el chico pequeño de cabellos rojos que fue a estrellarse con él no era ni más ni menos que el siguiente aprendiz de Aries.

-¿Mu? – preguntó el sagitario al tiempo que ayudaba a levantarse al aprendiz de este, como por inercia al nombre apareció el mencionado con unos ropajes de combate, así supuso que estaban entrenando las habilidades del pequeño alumno de él, asintió torpemente y bajó la cabeza en signo de respeto.

-Aioros – dijo ya un poco salido del estado de no caber en sí mismo – cuanto tiempo, ¿no?

Este otro supo que no se le había quitado esa faceta tímida hacia sus otros compañeros que, sin embargo lograba expresar sus sentires y malestares con solo un par de palabras, así que se dirigió al niño que estaba a su lado.

-Kiki supongo, si he de equivocarme corrígeme – le dijo dulcemente al niño. Este algo sonrojado por el haberle hecho tropezar al mayor simplemente asintió con la cabeza.

-Lamento haberle hecho tropezar caballero – lamentó Kiki en una monótona y tímida voz – estaba entrenando con mi maestro y no le vi.

Frente a las palabras de pequeño, ambos santos se echaron a carcajada abierta, claro que el significado de esta para Mu en realidad significaba una sonrisa con una casi inaudible risita.

-No tienes por qué disculparte Kiki, como lo dijiste estabas entrenando con tu maestro, así que era inevitable que te estrellaras conmigo – le animó el mayor a que sonriera mostrándole un claro y grande ejemplo de una, así que el pelirrojo contagiado por la sonrisa que el griego profesaba hizo una pequeña sonrisa.

-Eso es todo el entrenamiento de hoy Kiki, puedes retirarte a Aries o jugar con los demás aprendices – le indicó su maestro – pero nada de estar despierto después de las nueve y media, que tu entrenamiento inicia a las seis.

El más pequeño asintió y meditó un momento las palabras de su maestro para irse con una sonrisa más ancha hacía otros niños que entrenaban con cuatro caballeros dorados, cada uno con su respectico maestro dorado.

-Bienvenido al santuario de nuevo Aioros – le dijo el lemuriano después de un pacífico silencio –, es bueno que hayas vuelto, necesitamos que entrenes a un niño de signo sagitario.

-¿A cuál? – le preguntó al tiempo que subía las escasas escaleras que había de la entrada del coliseo al centro de este.

-Es un niño de nueve años que se encontró a las afueras del pueblo abandonado – le indicó su amigo – tuvo contacto con sus padres antes de que estos fueran cruelmente asesinados frente a sus ojos cuando cumplía su actual edad.

-¿Hace cuando sucedió eso? – le preguntó el ojiazul al Ariano que igual a él, empezaba a subir las escaleras a Aries.

-Trece días – le respondió tranquilamente este, como si hubiera planeado decirle eso desde hace ya varios días.

-Pobre niño – se lamentó para sí el griego – supongo que si se puede quedar conmigo en sagitario si será mi aprendiz, ¿en qué lugar se hospeda actualmente?

-En Aries, conmigo y Kiki – se apresuró a indicar el lemuriano.

-¿Y a Kiki no le molesta? – dijo sabido de que en realidad ese no hubiera sido un problema de grandes rasgos.

-No. De hecho él fue el que insistió que el niño se quedara en Aries, me suplicó por dos horas y tuve que hablar con el patriarca – respondió su compañero metiéndose en una ensoñación que hizo que cerrara los ojos y una sonrisa se asomara a su cara.

-¿Y cuál es su nombre? – finalizó el griego.

-Epómenos* - concordó Mu.

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Al llegar al templo en cuestión encontraron a un niño de piel albina, cabellos rojos y ojos verdes esperándolos en la sala que había en el área privada de Aries.

-Señor Mu – dijo este algo avergonzado de que lo hallasen sentado en la sala.

-Epómenos – le dijo este con una sonrisa tranquilizadora – él es Aioros de Sagitario, es el caballero que entregó su vida para salvar a Athena hace trece años y fue revivido hasta hace poco; él es quien será tu nuevo maestro.

El niño estaba que no cabía en sí mismo del asombro, el señor Mu le había hablado de este santo los tres días primeros que hizo entrenamiento, pero al descubrir que era mala idea entrenar con él dado que no poseía habilidades psicoquinéticas, entreno un par de horas con el santo de géminis.

-Es un gusto conocerle. Maestro – aseguró el niño con una reverencia hacía el sagitario lo que no hizo más que sacarle una sonrisa a este.

-Mutuamente Epómenos – giró la cabeza para dirigirse está vez a Mu – en una hora aproximada estaré con el patriarca para darle mi informe y pedirle de favor si me deja ser maestro de él.

-Me parce una buena idea – secundó este – en estos momentos están entrenando Aldebarán, Saga, Milo y Ángelo a sus pupilos, Epómenos en el tiempo que tú no estuviste fue entrenado por Kanon pero solo la mitad del tiempo ya que no lleva ni dos semanas en el santuario. Solo le enseñó lo básico del cosmo.

-Con eso me parece suficiente, espero poder verte al rato Epómenos – para ser sinceros, él veía esa oportunidad de entrenar al niño como el tiempo perdido que no tuvo con Aioria.

-A mí también señor Aioros – dijo el niño con una sonrisa.

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Al cabo de cinco minutos de ardua discusión con el patriarca acerca del niño, este le dejó entrenarlo para ser el caballero de Sagitario.

Cuando caminaba de regreso se encontró con que su hermano iba de ida a hablar con el mismo y de invitarlo a cenar y de presentarle a alguien.

-¿Quién es? – Preguntó el mayor expectante de la respuesta de su hermano - ¿es tu novia?

Y no es más que obvio decir que el león dorado se sonrojó ante semejante comentario de su hermano pero no por eso dudó al asentir con la cabeza y seguir hablando.

-Es Marin, ella y yo…prácticamente desde que volvimos a la vida gracias a Athena, le expliqué acerca de mis sentimientos a ella y, al parecer sentía lo mismo por mi – explicó – quise hacer una cena pero, ella dijo que la ley de la máscara sería un enorme problema así que le pediré al patriarca si puede exentarla a ella de usarla.

-Me parece una idea muy práctica. Bueno, si al patriarca le parece la propuesta, pues voy con ustedes y si no… espero que sea una cena romántica – dijo el mayor ensanchando su sonrisa.

-¡Hermano! – le dijo el otro en una especie de puchero.

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Ok, espero que les guste, ya que mi gracioso cerebro no quiso aportar nada más que eso por el momento (por no decir que está amoratado… abucheado y bulleado).

* επόμενος(Epómenos): quise poner un nombre con un verdadero significado, en este caso es uno en griego y quiere decir SIGUIENTE o EL SIGUIENTE, haciendo referencias a que es el siguiente caballero de Sagitario. Por el momento no tengo más que decir así que me despido lo mejor que puedo

Hugs

Gemini in tauro.