Claim: Familia Arclight (Byron, Chris, Thomas y Mihael)
Notas: Situado en el año en que Tron estuvo haciendo planes.
Rating: T.
Género: Family.
Tabla de retos: Angst.
Tema: 02. Perdido.
El piso cruje bajo sus pasos apresurados, casi violentos. Chris no está preocupado por su cabello mojado, largo y molesto al andar, que se pega a sus mejillas acariciándolo con dedos fríos, mucho menos por sus ropas empapadas, que dejan un camino de agua al andar. Tiene las manos ocupadas en las llaves, en recordar con exactitud cuál es la que pertenece a casa y temiendo a la vez que no funcione, que no haya refugio para él, salvo junto a sus hermanos, en aquél orfanato olvidado del mundo. Sin embargo, tras luchar largos y desesperantes minutos contra la puerta, ésta cede bajo su peso y Chris se encuentra en su primer y único hogar, del que nunca debió partir, al que nunca debió regresar.
No hay luz, por supuesto, se recuerda cuando busca el interruptor sin resultados. No hay nada, salvo recuerdos, promesas, decepciones y hubieras. Lo que más le duele es la traición de Faker, reciente como una cicatriz en su pecho. También le duele su estupidez, la ingenuidad con la que pasaba los días en su solariega mansión, pensando que lo ayudaría a encontrar a su padre. Cuánto debió reírse Faker a sus espaldas, cuántas mentiras habían salido de sus labios y él nunca se había dado cuenta. Cuánto (demasiado) se había acercado a sus hijos, Kaito y Haruto, pensando en sus hermanos olvidados, sólo para ganar dicha traición.
Y ahora, ¿qué le quedaba? ¿Qué, salvo una casa a oscuras y esperanzas tan sombrías como el cielo nocturno? Podía buscar a Mihael, traer a Thomas de vuelta, reconstruir una familia sin su elemento principal. Pero, ¿de verdad podía hacerlo? ¿Quería hacerlo él solo, ahora que era mayor? Por supuesto, el dinero no faltaría en casa, su padre se había ocupado de ello sin saberlo. Los frutos de su trabajo con Faker, otras investigaciones por su cuenta y su herencia familiar eran suficientes para sacarlos de apuros, aunque, claro está, Chris tendría que conseguir un trabajo para mantener las escuelas, los gastos y los libros. ¿Quería hacerlo, aún así? ¿Podía hacerlo sin quejarse?
No, la respuesta es no. Lo sabe y le da tanta vergüenza que se encoge detrás de la puerta de entrada, temblando a causa del frío y del miedo que ha logrado embargarlo de pronto, tan de prisa como su mundo al hacerse pedazos. No puede hacerlo sin su padre, nunca ha podido. Y piensa, su primer y único paso, el que de verdad importa, es buscarlo. Dónde y cómo, eso es lo que menos importa.
Luego...
Sus ojos brillan através del flequillo cuando un rayo atraviesa el cielo, cortándolo limpiamente por la mitad. Durante un instante, las nubes se tiñen de diversos tonos de azul y negro, durante unos instantes, sus ojos también.
—Luego venganza —susurra con la voz cargada de odio. Venganza por él, por su padre y su familia, reducida ahora a un cuarto a oscuras donde él se esconde.
—Muy bien —susurra una voz, que logra sobresaltarlo. Solitarios pero potentes aplausos resuenan en el lugar—. Muy bien, Chris.
—¿Quién es? —inquiere, preparándose para cualquier eventualidad, aunque la voz infantil le indica que quizá no tendrá que usar la fuerza, pero sí llamar a la policía.
—¿No me reconoces? —una figura, aún más pequeña que Mihael en esos momentos, aparece frente a sus ojos, con los brazos extendidos como si quisiera darle un abrazo. Es un niño sin duda, pero hay algo extraño en él, algo que también logra aterrorizarlo—. Esa no es forma de recibir a tu padre, Chris.
Como si fuera su obra, otro rayo cruza el cielo, iluminándolo momentáneamente. Frente a Chris hay un niño de ojos dorados y cabello a juego, vestido de ese tono característico de verde, el favorito de su padre. Su cabello es una trenza pulcra y perfecta, sus ademanes, elegantes y suaves. Toda la figura de su padre está en él (como si el niño de las fotos de su infancia se hubiese escapado del marco para aparecer ante él como un fantasma), pero, ¿cómo puede ser él? ¡¿Cómo?!
—Chris, trae a Mihael y Thomas inmediatamente. Mañana mismo si es necesario. Tenemos cosas qué hacer. Venganza, por ejemplo.
—Sí, padre —acepta Chris inmediatamente, sin cuestionarse más la situación. Se sentía perdido sin Byron y ahora que ha regresado, en esa extraña forma, con esa extraña sonrisa, no necesita nada más.
Habrá tiempo para hablar o no, puede que nada vuelva a ser lo mismo. Pero de una cosa sí está seguro: de su venganza y de que no descansará (ninguno de ellos) hasta que esté completa.
