HARRY POTTER Y LA REINA DE BELLEZA
Capítulo uno: La Invitación
Había amanecido. Era viernes, y todo el mundo tenía ya planes para divertirse durante el fin de semana. Hermione Granger se levantó de la cama y, como de costumbre, le correspondió despertar a su amiga Ginny Weasley, para procurar no llegar tarde a clase. Estaba peculiarmente contenta porque sabía que su novio Ron Weasley la llevaría a divertirse después de clases, y eso le encantaba por lo enamorada que estaba del pelirrojo hermano de Ginny, quien a su vez era novia del chico más popular de Hogwarts, Harry Potter, y también tenía sus propios planes para pasarla bien el fin de semana a su lado.
— ¡Vamos Ginny, levántate ya! — le decía la castaña —. Como ya es tarde, vamos a tener que bañarnos juntas para ahorrar tiempo. ¡Vamos, arriba!
Ginny se levantó con desgano, los entrenamientos de quidditch la tenían agotada y requería dormir un poco más para recuperarse, pero dentro de sí sabía que no tenía caso seguir en la cama, pues su amiga se encargaría de hacerla llegar a tiempo a clases, así tuviera que sacarla en pijama. Medio dormida aún se agarró del brazo de Hermione, y se dirigieron al cuarto de baño. Mientras se duchaban, Ginny se fijó en las formas del cuerpo de su amiga, y le picó la curiosidad. La veía diferente, pues ya no tenía cuerpo de adolescente, a pesar de su edad. Su silueta se había afinado, y aunque era naturalmente delgada, sus curvas se pronunciaban ya dándole formas de mujer adulta, mientras que el cuerpo de ella, aunque se comenzaba a tornear por el ejercicio del quidditch, no se veía tan desarrollado como el de la castaña. Mientras se secaban, la pelirroja se atrevió a preguntarle algunas cosas al respecto.
— Mione, amiga… no sé cómo tomarás esto, pero allá va, ¿qué talla usas ahora de sostén?
— ¿Eh? — dijo Hermione tomada por sorpresa —. Pues… hace poco comencé a usar copa C… porque la B ya me apretaba un poco y me dolía…
Al contestar, por pudor la castaña se cubrió instintivamente el busto, a pesar de que su amiga y ella ya se tenían bastante confianza, y no era la primera vez que se veían desnudas una a la otra. Lo que Ginny no sabía, era que Hermione sentía cierta vergüenza por haberse desarrollado así en tan poco tiempo, a la vez que le envidiaba a su amiga los torneados y finos músculos que empezaban a notársele a la pelirroja.
— Vaya — dijo Ginny con algo de melancolía —, yo aún uso copa A, y todavía me vienen mis corpiños de niña…
Ginny se quedó mirando sus propios pechos, que aunque no eran tan exageradamente pequeños, no se comparaban con los de su amiga.
— No te preocupes Ginny — le dijo Hermione —. Aún somos jóvenes, ya crecerán. Además, con el ejercicio…
— ¡Con el ejercicio me estoy convirtiendo en un chico! — dijo la pelirroja levantándose del banquillo, dejando caer la toalla que la cubría — ¡Mírame Hermione, por Dios, solo músculos por todos lados! ¡A buena hora me vino a gustar el quidditch! ¡Y todo por querer gustarle más a Harry!
— Cálmate Ginny, por favor — le dijo la castaña tratando de tranquilizarla —. A Harry le gustas tal como eres, tú misma me has dicho que él siempre te demuestra lo mucho que le atraes.
— Sí, pero, ¿qué va a pasar el día que tengamos intimidad? ¿Tú crees que le siga atrayendo una chica con cuerpo de jugador profesional? En cambio, mírate; tú sí que tienes un cuerpo como para lucirlo. Ya me imagino la cara de Ron el día que te vea con lencería…
— ¡Ginny, no me digas esas cosas! Me avergüenzo tan sólo de pensarlo…
— Ay Hermione… No me vayas a salir ahora con que te daría pena mostrarle tu cuerpo a mi hermano. Si sigue como va su amor, eso tendrá que pasar alguna vez.
— Pasará el día en que nos casemos, si todo va bien. No antes.
— No seas santurrona ¿Qué nunca has tenido una fantasía, en la que te veas haciendo el amor con Ron? Yo he tenido muchas con Harry…
La castaña se puso de mil colores, y bajó la mirada sintiéndose avergonzada. Lo que decía Ginny era cierto, ella sí había fantaseado con tener intimidad con el pelirrojo, e incluso había soñado por las noches con eso, despertando húmeda al otro día.
— Pues… no lo sé, creo que, llegado el momento; ya no me daría pena… — dijo Hermione, retomando la conversación.
— ¿Ves? Es porque tú sí tienes un cuerpo hermoso que mostrar, en cambio yo…
— Tú también tienes lo tuyo Ginny. Lo que pasa es que no te gusta lucirlo, pero porque crees que eres fea. De acuerdo, tienes músculos, pero no te has fijado que están donde deben estar, y que son estéticos, no toscos como de jugador profesional como tú dices. Anda, mírate al espejo.
Ginny obedeció, y se puso frente al gran espejo que tenían en el baño a mirar su cuerpo desnudo. Su amiga tenía razón, sus músculos no eran toscos, sino que le daban firmeza a sus nacientes curvas, las cuales no eran tan pronunciadas como las de Hermione, pero ya le daban un aire de mujer adulta. Lo que más la impresionó fue el dibujo de sus piernas, que se veían bien torneadas y firmes, debido a la fuerza que hacía para sostenerse en la escoba voladora.
—Mmm… creo que tienes razón, amiga. Nuestros novios tienen la suerte de tener con ellos a las chicas más atractivas de Hogwarts. Deberíamos entrar a un concurso de belleza, ¿No crees? Arrasaríamos con todas.
— Ay Ginny, qué cosas se te ocurren — dijo la castaña entre risas, para luego salir del baño para arreglarse e ir a clases.
Mientras tanto, los mejores amigos de Griffyndor, Harry Potter y Ron Weasley, sostenían una charla parecida, mientras terminaban de vestirse para ir a reunirse con sus respectivas parejas y acompañarse a clases. Ellos también habían ya notado muchos cambios en su fisonomía, pero en realidad estaban cada vez más interesados en la de ellas.
— Oye Harry — decía el pelirrojo, mirándose al espejo con la camisa desabotonada —, ¿Crees que Hermione haya notado ya cómo ha mejorado mi físico con el quidditch? Ahora que soy guardián, hago más ejercicio que antes.
— No sé Ron — contestó el moreno, poniéndose los pantalones —. Para serte sincero, yo solamente pienso en gustarle más a Ginny. Pero tal vez sí lo haya notado, dime, ¿te ha tratado con más afecto que antes de que empezaras a jugar? ¿Se ha acercado más a ti, ha querido abrazarte y se enoja cuando otras chicas se te acercan?
Ron se quedó pensativo un minuto, luego del cual contestó.
— Pues, ahora que lo pienso, creo que sí. No me había fijado en ello, la verdad me la he pasado mirándola a ella, y he comenzado a notar que muchos chicos se le quedan mirando más que antes.
— Ellas han cambiado Ron — dijo Harry —. Al igual que nosotros, ellas ya no son las adolescentes de hace poco. No me digas que tampoco has notado que están más atractivas cada día. Yo lo he visto en Ginny, no hay día en que no estrene un adorno, o en que se arregle diferente, tan sólo porque vamos a vernos. E igual que tú, he visto que muchos chicos la miran, aunque sea de reojo. Y te lo confieso aquí entre nosotros, me dan celos pero me agrada, porque significa que tenemos a las chicas más bonitas de Hogwarts.
— Estoy de acuerdo Harry — dijo Ron, poniéndose la corbata —. Eso me recuerda a cuando quise salir con Fleur Delacour, la chica de Beaubaxtons, ¿te acuerdas? Es cierto que era bonita, pero Mione lo es más. Es más, creo que ella le ganaría fácilmente si estuvieran en un concurso de belleza.
— Ah, eso estaría por verse amigo — le contestó el moreno, poniéndose los zapatos —. Aunque sea tu hermana, Ginny también tiene lo suyo, yo creo que ella lo ganaría.
— ¡Ja, ja, ja, ya sabía que dirías eso amigo! — dijo el pelirrojo —. No podías fallar al defender a tu bella chica, ¿verdad? Pero bueno, como creo que nunca pasará eso, dejémonos de sueños locos y vayamos a clases. Las chicas ya deben estar fuera esperándonos.
— Claro amigo. Vamos pues — respondió el moreno, palmeando a su amigo en la espalda. Ninguno se imaginaba que lo que habían tomado por sueño sería una realidad muy pronto.
A la hora del almuerzo, nuestras parejas se dirigieron al gran comedor, llevando en mente el deseo de estar juntos y divertirse en Hogsmeade en cuanto las clases terminaran. Al llegar, vieron que había una gran conmoción en la entrada del comedor, y se acercaron a preguntar qué pasaba.
— Tenemos visitas — les informó Seamus Finnigan —. Ha venido una pequeña comitiva de alumnas de Beaubaxtons, y parece que van a anunciar algo importante. Entre ellas viene Fleur Delacour, parece que es la representante de todas.
Los chicos se extrañaron un poco, ¿qué podría ser tan importante que hiciera venir una comitiva de otro colegio? Con esa pregunta en la cabeza tomaron asiento, y esperaron a que Dumbledore hiciera silencio. Luego, ya con la atención de todos puesta en ella, Fleur Delacour se levantó y comenzó su discurso.
— Buenas tagdes, maestgos y compañegos de Hogwagts. Es un honog y un placeg estag entgue ustedes hoy, paga hacegles una atenta invitación, diguigida sobgue todo a nuestgas compañegas bgujas. Como saben, el Togneo pog la Copa de los Tgues Magos es el único concugso en el cual tenemos la opogtunidad de convivig con otgos magos y bgujas, y donde se califica la habilidad, fuegza y degstgueza de los competidogues. Ahoga, viendo esto, la comunidad mágica femenina nos dá la opogtunidad de mostgag que la habilidad mágica no está sepagada de la estética, de la belleza y de la cultuga. Pog eso, estamos aquí paga invitaglas a que congcugsen por el título de Señoguita Magia y Hechiceguía, que se llevagá a cabo en las instalaciones de nuegstgo colegio dentro de un mes, tiempo en el cual las concugsantes podgán pguepagagse y convivig juntas, hasta el día de la gan final. Mis compañegas y yo pasaguemos a sus guespectivas salas comunes, y tomaguemos los datos de las aspigantes. Gacias pog su atención y buen pgovecho.
Todas las chicas de Hogwarts se alegraron ante la invitación, estaban deslumbradas por el hecho de imaginarse como la más bella de las brujas. A Ginny por supuesto le había fascinado la idea, mientras que Hermione estaba renuente a algo que consideraba superficial.
— ¡Mione, esta es nuestra oportunidad! — le decía la pelirroja —. Imagínate, ser la reina de la belleza del mundo mágico, ¡la ganadora sería la admiración de todos y la envidia de muchas!
— Apúntate tú si quieres Ginny — contestaba la castaña —. A mí no me interesa, yo sólo quiero gustarle a Ron.
— Ay Granger, eres una aguafiestas — le dijo Ginny molesta —. Pero yo sí me voy a inscribir, y verás cómo voy a ganar, me voy a preparar duro y…
— ¡Hagui, Gonald! — la interrumpió la voz de Fleur, quien se acercaba a los chicos —. Qué bueno veglos de nuevo. Les iba a enviag una invitación pog egscguito, pego ya que estoy aquí… Pues quiego pedigles que sean jueces de honog en el concugso, ustedes otogagán el voto de calidad en caso de empate, ¿Qué les paguece chicos, aceptan?
Los chicos, tomados por sorpresa, no tuvieron tiempo ni de pensar en que los acompañaban sus parejas, y aceptaron casi automáticamente. La verdad, Fleur había cambiado también, y se veía realmente hermosa. Fleur se despidió de ambos con un beso, y mientras se alejaba ellos no pudieron evitar imaginarse cómo se vería la rubia en traje de baño, hasta que sus parejas los despertaron.
— ¡Eh, oigan acá estamos! — les gritó Ginny. Harry reacciónó de inmediato, y Ron tardó un poco, cosa que hizo enojar a Hermione —. Ahora que son jurado, no se olviden de mí, ¿entienden?
— De nosotras — dijo la castaña, apretando con fuerza los dientes por el coraje de que Fleur se hubiera acercado tanto a "su" pelirrojo —, yo también concursaré.
Los otros tres la vieron estupefactos, no podían creer lo que escuchaban. Sí en efecto, Hermione Granger, la chica sabihonda de Hogwarts iba a concursar por ser la bruja más bella del mundo mágico. ¿Qué otras sorpresas les esperarían al trío dorado?
