Descargo de responsabilidad: Skip Beat no es mío. Tampoco Kuon. ¡Ojalá!

La acción se sitúa después del Día Blanco, nº 203, cuando Kyoko es retirada como Setsuka por Lory, para 'prepararse' sus exámenes. Incluye el 203.5 pero no del 204 en adelante.

Mi primer fic episódico. Ténganme paciencia...


SU MEJOR AMIGA

DÍA 1 (1)

Yashiro Yukihito ha vuelto a caer enfermo, desdichado, de un simple catarro pero con fiebres altas. Sawara-san, el supervisor de Mogami Kyoko, le ordena sustituirlo. Trabajará como asistente temporal de Tsuruga Ren, la principal estrella de LME. Se trata de una asignación Love Me, por lo que la pobre criatura no puede negarse. ¿Que por qué se negaría? Pues porque está enamorada del actor. Sí. Y eso no le gusta nada. No…

Aún no hace una semana que salió llorando de aquel despacho. Lory, el presidente, le había hecho reconocer sus sentimientos. Amor. Agh. Se había enamorado. Y dolía. Dolía horrores.

Su jefe le había obligado a enfrentarse a sus emociones y a reconocer la verdad. Amaba a Ren. Sí. Estaba enamorada de Ren.

Con una triste sonrisa, Takarada Lory le había dejado claro que no podría graduarse hasta que fuera capaz de expresarlo. No quería decir que se le declarara a Ren, no. Se refería a expresar el amor romántico, a dar salida a esos sentimientos. Aunque Lory no podía obligarla. Y tampoco se lo diría a Ren. De momento, estaba a salvo. Pero se veía condenada a la Sección Love Me para toda la eternidad.

Ella no reconocía estos sentimientos. No sabía lo que eran. No se parecían a nada que hubiera vivido antes. Ni siquiera con el cucaracha de Shotaro. Ni de lejos… Ella no sabía qué hacer con esa urgencia por tenerlo cerca, esa necesidad de tocar su pelo, su cara... O lo que sentía en su cuerpo cuando él la abrazaba. Pero sobre todo no sabía qué pensar de lo que había sentido aquella noche en que ella lo marcó. Él había sido suyo.

Era distinto. Todo era distinto… Había sentido su piel bajo sus manos. Había recorrido su pecho. ¡Por Dios, ella casi lo había desnudado! Había sentido su pulso bajo sus labios. Lo había marcado. Él se había rendido a ella, se le había entregado. Le había prometido que siempre sería suyo. Que su existencia solo tenía sentido en tanto que ella siempre lo mirara como suyo…

Aunque esa noche ella era Setsu, y él era Cain. Pero tampoco era del todo Cain, era alguien más, otro yo desconocido que se vislumbraba bajo el rostro de Tsuruga Ren. Y Kyoko se lo había encontrado de frente. Era agresivo en el hablar, diría que celoso (¿¡de Shotaro!?), y rudo, muy rudo. ¿Quién era?

En fin, resumiendo, cuando fue el turno de él de marcarla a ella, justo por encima del pecho, y a sus labios no les quedaba apenas distancia, Kyoko reunió el valor que pudo y cambió la escena: Setsu improvisó para salir por patas de la situación. Menos mal que él ya había vuelto en sí y le siguió el juego. Su sensualidad recién descubierta aún la hacía temblar.

Sería la segunda vez que lo viera después de aquel día en el despacho de Lory. Ese día Ren llevaba su marca de propiedad cubierta con el cuello de la camisa levantado con un fular estrecho. Parecía un caballero inglés. Guapísimo. Pero ella se quedó petrificada, literalmente convertida en piedra, al verlo allí. Era la primera vez que se veían fuera de los Heel desde aquella noche intensa. Sin actuaciones, sin personajes. Ante ella, el hombre al que había saboreado, Tsuruga Ren. Él optó por la indiferencia, como si nada digno de mención hubiera pasado entre ellos. Ella silenciosamente lo agradeció. Luego fue cuando Lory la relevó de sus funciones como Setsu, y después que Yashiro y Ren salieron, fue cuando su jefe la sometió al tercer grado para sonsacarle una confesión de amor. Agh.

Amor… Esa pérdida de tu individualidad, esa renuncia al yo por el otro. Esa anulación de tu personalidad para vivir en la del otro. Dejar de ser yo para ser él… Y luego el daño, la herida y el abandono… El dolor… No, no podía permitirlo. No se volvería a repetir.

Esos eran sus pensamientos mientras esperaba por Ren, moviendo el pie impaciente, haciendo temblequear el escritorio de Sawara-san. Cuando finalmente llega, Kyoko no puede evitar dejar de respirar por un segundo al verlo. Él pareció sorprendido de verla allí sentada.

- Sawara-san, Mogami-san, buenos días.

- Buenos días, Tsuruga-san -le dicen ambos casi a la vez.

- Me envía Matsushima-san. Dice que tiene un recado para mí.

- Sí. Como ya sabrás, Yashiro-san está de baja por enfermedad, y dado tu volumen de trabajo, se te asignará a Mogami-san como asistente temporal, para que te ayude en lo posible.

- Entiendo… Gracias, Sawara-san. Bueno, Mogami-san, tú ya tienes experiencia en el puesto. Espero que te resulte más fácil que la última vez.

Ella contestó algo que parecía más un gruñido que una respuesta.

No… No le extrañaría en absoluto que Sawara-san estuviese siguiendo instrucciones estrictas del presidente de la compañía. Todo esto apestaba a encerrona…

Así que ahora estaba atrapada de nuevo. Horas después atascada con él en medio del tráfico. Queriendo salir del coche, prenderle fuego (al coche), partirle la cara (a Ren) o salir huyendo por la vergüenza, no lo tenía muy claro. Y obligada a no separarse de él como su asistente personal durante los días en que Yashiro-san estuviese enfermo.


La mañana había empezado grandiosa. Estaba con ella. Cuando ya había renunciado a la esperanza de verla en los próximos días (y menos sin Yashiro para 'organizar casualmente' algún encuentro), ahora sería suya mientras el pobre mánager estuviera de baja. No podía pedir más.

Se sentía feliz. Hace dos días y dieciséis horas y media que la había visto por última vez, y la verdad, se había quedado preocupado. Estaba callada, más reservada de lo habitual. Él se había presentado en la sección Love Me con la excusa de comentar con ella las repercusiones en la prensa de su almohada, la que ella le había regalado por su cumpleaños. Sí. Había utilizado un regalo de ella en una entrevista. Su almohada con forma de tierna ovejita, toda amorosa y achuchable/abrazable, sería una de las tres cosas que se llevaría a una isla desierta. Lo había dicho. A quién quería engañar, él dijo la almohada por no decir Kyoko. Eso no hubiera quedado bien en los medios…: Tsuruga Ren llevándose a una menor a una isla desierta, no no no… La cosa es que se quedó dormido con la dichosa almohada y al rato vinieron Yashiro y Kyoko. No es que ella no participara de la conversación, lo hacía. Pero es como si hubiera perdido algo de su chispa. Él quería suponer que era porque aún mantenía viva en su recuerdo su noche con Cain Heel, y eso le daba vergüenza. Ella era muy tradicional. Y todo lo que ella hizo esa noche no era propio de una muchacha soltera japonesa. En absoluto.

Diablos, él sí que no podía quitarse de la cabeza esa noche. No es que hubiera pasado mucho, pero había sido intenso, muy muy intenso. Ella lo había rescatado de las profundidades a las que le arrastraban BJ y Kuon simplemente con un beso. Un beso casto en su frente. Ella lo había hecho volver con un beso. Lo demás, ella sobre él, desnudándolo, acariciando su pecho, mordiéndolo y marcando su cuello, todo eso estaba a otro nivel. Jamás lo hubiera imaginado de ella. Esa noche la imagen de la Kyoko niña que mantenía en su memoria se rompió en mil pedazos. Kyoko ya no era una niña. Inexperta, desde luego, pero ya era imposible negarlo. Era toda una mujer, una mujer sensual y sexual. Sí, porque él tuvo que recurrir a toda su capacidad de concentración para mantener sus manos quietas y especialmente para que ella no notara cómo le hacía sentir de cintura para abajo… Se había entregado totalmente a ella, le había jurado que le pertenecía solo a ella. Le había hecho marcar en su cuerpo esa promesa. Cain Heel le había dicho a su 'hermana' Setsuka lo que Tsuruga Ren se moría por decirle a Mogami Kyoko. Soy tuyo…

Y para colmo de males, Lory le había quitado Setsu a Cain. Se la había arrebatado. Ahora estaba solo con sus propios fantasmas y demonios, a duras penas subsistiendo, interpretando al monstruo que era su personaje BJ, sin ella, su bálsamo contra las pesadillas, su refugio de luz contra la oscuridad… Echaba de menos sus rutinas juntos, en el plató y en el hotel. Aquella habitación se le venía encima, como si le ahogara y los demonios le dieran alcance. Y para colmo Murasame le estaba empezando a tocar las narices, con la historia de que la hermanita se había cansado de su hermanito y que por eso se había largado, y Manaka, la chica hámster, cada vez se estaba volviendo más audaz sin la presencia restrictiva de Setsu. Insufrible.

Ahora, por los pasillos de LME, justo al salir de las oficinas de Sawara-san, se encaminaron al parking subterráneo para comenzar la jornada.

- Mogami-san ¿qué ocurre?

- Mmrrmm…

- Ah, claro, por supuesto, como tú digas. No tengo inconveniente alguno, cuando tú quieras. Mira que no darme cuenta…

- ¿Quéeeee?

- Tú sabrás.

- Tsuruga-san, es muy temprano para que intentes volverme loca de la cabeza…

- Pues háblame. No soy adivino. Tú ya vienes molesta con algo.

- Puff… estaba empezando a decir que lamento esto… esta imposición, lamento de veras que tengas que cargar conmigo. Te prometo que haré mi mejor esfuerzo para no meter la pata. No se repetirán los errores de la otra vez. Lo juro.

- Mogami-san, lo primero de todo, tú no eres ninguna carga. Deberías saber ya que disfruto de tu compañía -la encantadora sonrisa de Ren se transformó en un rictus frío cuando siguió hablando-. Y tengo por cierto que jamás volverás a fastidiarla como antes. No se puede volver a repetir.

Kyoko se estremeció visiblemente y dijo con la voz pequeñita:

- No, Tsuruga-san…

- De acuerdo, entonces. ¿Cómo tenemos el día?


Ya era la tercera sesión de fotos de la mañana. Aunque en esta ocasión querían probar antes distintos looks y tipos de vestuarios para el producto que se promocionaba. Ahora estaba Ren sentado frente al espejo mientras las chicas de peluquería le hacían pruebas de peinado y color. Kyoko estaba bien cerca, concentrada en sus apuntes, ajena a la conversación. Casi sin darse cuenta, Ren se vio rubio frente al espejo. Era más o menos su color real, y el largo y forma del pelo demasiado parecidos al suyo. No se había visto así desde el día que grabó el vídeo para sus padres.

Kyoko alzó la vista. Las chicas de peluquería habían salido un momento. Ella se le quedó mirando, con extrañeza en su rostro.

- ¿Qué tal estoy de rubio? -le dijo por decir algo. Se estaba empezando a poner nervioso.

Ella se levantó y le giró la butaca suavemente para situarlo frente a ella. Se le acercó mucho, muchísimo, casi hasta tocar su nariz con la suya… Ren no tenía idea de qué estaba haciendo.

- Llevas lentillas… -se oye muy bajito.

A Ren le entró el pánico.

Y luego ella soltó la bomba:

- ¿Corn?