Drabble de SV para el foro Stop Rain

Pedido x: La chapis

Numero de palabras: 452

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Llanto, Risas y compañía.

Hace algunos años, no le agradaba mucho el poder ver espíritus. Por esa razón no podía llevar una vida del todo 'normal'. Sin embargo, su opinión al respecto había cambiado

Si no hubiera visto el fantasma de esa pequeña niña, quizá nunca hubiera conocido a Rukia.

Si no tuviera algún tipo de poder, Rukia nunca hubiera aparecido por su casa.

Realmente ahora estaba agradecido por ese extraño 'don'. En realidad, lo quería tanto como lo detestaba.

Odiaba ser el culpable de la sentencia de muerte de Rukia, pero, esa fue una de las cosas que le hizo darse cuenta; cuán importante era la chica en su vida.

Rukia había llegado a su mundo como una cálida mañana de enero, cargada con muchos problemas y preocupaciones sobre su espalda, sin embargo traía consigo esa fuerza de voluntad única en ella. Nunca pensó la influencia que podía ejercer sobre él y su comportamiento la presencia de una chica.

Ella controlaba a voluntad su estado de ánimo, Rukia era capaz de hacerle sonreír en medio de un infierno. Rukia revolucionó su vida, cambió todo; hasta el más mínimo detalle.

Como olvidar su manera de hacerle entender que no estaba solo, que tenía muchos amigos y que por sobre todas las cosas podía contar con ella. Rukia transformó su manera de ver y percibir las cosas.

Rukia cambió todo eso.

Su vida sin Rukia sería una total monotonía. Era capaz de tomar lo mejor y lo peor de él, y convertirlo en algo útil. Si volviera a nacer, no le importaba arriesgar su vida con tal de conocerla de nuevo. Él quería su vida, llena de peligros, alegrías y tristezas; Rukia venia incluida en ese lío, porque ella era su vida.

Llanto, Risas y compañía.

Ahora su vida estaba llena de esas tres cosas. Y aún así quería su vida. Necesitaba despertar en la mañana junto a la persona que transformó su existencia, su persona incondicional. Estaba seguro que sin ella hace rato que habría perdido la cordura.

Porque era el centro de su universo, su pequeña luna, que iluminaba sus noches y ahuyentaba la lluvia. Maniática, malcriada y terca, pero gracias a ella él se sentía vivo.

Y él estaba conforme con su vida, llena de tristezas, alegrías y peleas. Y ahora ella le estaba dando el mejor obsequio del mundo. Verla entrar en la habitación sosteniendo un bulto de mantas, le aceleró el pulso.

— Feliz San Valentín, papá— dijo, mostrándole a la criatura de rosadas mejillas, que dormía plácidamente la siesta.

Definitivamente, el conocer a Rukia fue una de las mejores cosas que le habían pasado. Sin importar quien dijera que todo fue premeditado, él prefería creer en el destino.