Disclaimer: No son mías.

Tenía ganas de escribir un Au centrado en este tema. Iré publicando dos capítulos cada vez, porque son bastante cortitos. Sé que tengo más relatos que continuar, pero ahora estoy muy centrada en este, aún así prometo que retomaré los otros cuando sepa como seguirlos XD.

Capitulo 1

Desde el lugar donde se encontraba podía oír el suave murmullo de las olas al chocar contra la flota de veleros que estaban varados en el embarcadero. El día estaba brumoso y una grandes nubes negras amenazaban con descargar el agua que contenían. A pesar de ello había preferido sentarse en la terraza, con la esperanza de que aquel dolor de cabeza que martilleaba sus sienes desde hacía días se suavizara al aire libre. Pero aquella migraña no era el motivo de que estuviera en aquel café, frente al Acuario de Nueva Inglaterra, en Boston. Si se había trasladado desde su casa en las afueras hasta la ciudad, había sido tras recibir la llamada de un nuevo cliente, hacía apenas dos horas. El hombre había solicitado un encuentro urgente, y aunque a Emma no le había agradado su voz educada, su cuenta en números rojos era ya demasiado alarmante.

El cliente en cuestión resultó ser un hombre de mediana estatura y no tan anciano como aparentaba ser. Cojeaba ligeramente y acompañaba sus pasos con un bastón de madera de ébano. No era musculoso, ni mucho menos apuesto, más bien todo lo contrario. Demasiado delgado, de cara alargada y nariz aguileña, y pelo liso y castaño con bastantes canas. El señor Gold, como se había presentado hacia un momento, tomó asiento frente a ella con el rostro serio.

- Disculpe mi tardanza. Esto es todo lo que me permite mi situación.- Dijo señalando con un gesto casual su bastón apoyado ahora en el brazo de su silla.

Le miró sin dejarse intimidar por su porte caballeroso y adinerado y asintió disculpándole. Su mirada, sin embargo, tenía algo que sí llegaba a intimidarle, aunque supiese disimularlo. Era fría y estaba ensombrecida por alguna emoción. Emma era una experta en conocer a las personas. Su trabajo consistía en buscar personas, y para ello debía saber cómo pensaban, qué sentían y qué querían… por eso sabía que tras aquellas pupilas se escondía un profundo rencor.

- Usted dirá, señor Gold. ¿A quién desea que encuentre?.- preguntó incorporándose en su asiento.

El señor Gold se echó a reír mientras la miraba negando con la cabeza.

- Yo no deseo que encuentre a nadie, señorita Swan.- Replicó con suavidad.

- No lo entiendo, dijo usted que necesitaba mis servicios y me dedico a encontrar personas, Señor Gold.- le advirtió Emma en tono seco.

- Verá, la he citado aquí para conocerla… soy un gran admirador de su trabajo. Es eficiente y perseverante.- dijo con voz aterciopelada, como si intentara agradarle.- Pero lo que necesito de usted no es una cuestión que podamos hablar aquí.- Sonrió de una manera que a Emma le puso la piel de gallina.

- ¿Y qué propone?.- Preguntó Emma.

- Podemos ir a mi barco.

- No sé qué tipo de servicio cree que realizo, pero creo que se equivoca conmigo, señor Gold.- Dijo con firmeza, levantándose a continuación.

- ¡Espere!.- Gold retiró el largo flequillo de sus ojos y rechinó sus dientes molesto.- Lo que necesito, de alguna manera, es que traiga a alguien ante mi.- Musitó mirando a su alrededor con desconfianza.- Le aseguro que usted obtendrá una buena suma de dinero y algo más.- prosiguió.

- ¿Algo más?.- Repitió Emma con cara de curiosidad.

- Por favor, acompáñeme y se lo explicaré.

Capitulo 2:

El barco era un enorme velero con casco de acero, con aproximadamente 80 metros de eslora y tres grandes velas, como había explicado el hombre con orgullo. Cuando Emma se encontró en su interior no le quedó la menor duda de que Gold era sumamente rico y poderoso. Lo que sea que aquel hombre quisiera de ella no debía ser un asunto ligero.

- ¿Le gusta el barco, señorita Swan?.- Preguntó con una sonrisa llena de prepotencia.

- Vaya al grano, señor Gold, no tengo todo el tiempo del mundo.- Contestó secamente, tomando asiento.

Gold dejó de sonreír y le dirigió una mirada acerada. Se levantó con lentitud y sirvió dos copas de whisky.

- Quiero que secuestre a alguien por mi.- Soltó impasiblemente. Luego colocó la copa ante ella sin dejar de estudiar su reacción.

- ¿Perdone?.- Preguntó Emma sorprendida.- No me dedico a eso. Las actividades que realizo están dentro de la legalidad, señor Gold.- Advirtió indignada.

- Ya le he dicho que recibirá una notable suma de dinero.- Replicó con seguridad, tomando un sorbo de su copa.

- No me interesa.- Contestó Emma sin dilación, levantándose para marcharse.

- No lo ha oído todo.

- No necesito oír mas. No me dedico a eso.- Volvió a repetir molesta.

- Usted tiene intereses en este asunto, señorita Swan.- anunció con suma tranquilidad y media sonrisa ladeada.- No es casualidad que la haya querido contratar a usted.

- No veo cuales son esos intereses.

- Su hijo.- apostilló el hombre dejándose caer confiadamente sobre el respaldo de sus lujoso asiento de cuero.

- ¿Mi… hijo?.- Repitió Emma, recuperándose a duras penas del golpe que acababa de encajar. Ahora comprendía tanto secretismo.- No tengo ningún hijo.- Respondió aturdida.

- No sea estúpida. Conozco todo de usted.- Le aclaró sonriendo con malicia.- Tuvo un hijo hace 15 años.- Sus palabras provocaron gran impacto en Emma, que tomó asiento de nuevo, sintiéndose indispuesta.

- ¿Cómo lo sabe?.- Preguntó aturdida.

- Ya se lo he dicho, lo sé todo de usted. Sé que fue abandonada siendo bebé, que se crió en el sistema de acogida temporal, yendo de una familia a otra. Escapó a Minnesota con 14 años y tuvo sus pequeños escarceos con la justicia… robos que como consecuencia la llevaron a la cárcel cuatro años después. Fue allí donde dio a luz a un niño.- Enumeró con ligereza.

- Usted no sabe nada de mí.- Gritó Emma, incomoda por la intromisión en su vida.- Si me conociera sabría que mi hijo murió después del parto.

- Eso es lo que le hicieron creer.- Replicó el hombre.- Pero su hijo sigue vivo, le fue entregado a una familia adinerada que pagó una gran suma de dinero por él.- Finalizó con una sonrisa burlona y cruel.

- Miente.- Le espetó Emma, quedamente. La sola idea de que aquello fuera verdad hacía que su sangre hirviera y al mismo tiempo la llenaba de esperanza.

- Regina Mills es la madre adoptiva de su hijo y es la persona que quiero que secuestre.