Desde que les había enseñado a caminar (y a tratar de no incendiar las cortinas después de la veinticincoava visita de los bomberos) aquel juego comenzaba a volverse una costumbre de cada fin de semana, para el militar, y los dos pequeños ladrones a su cuidado.

Ellos se escondían y él les buscaba

Aún tenía problemas para adaptarse a la idea de tener que cuidarlos, pero comenzaba a darse cuenta de que no podía haber tenido un mejor final que aquel; saber que para variar existía quien le veía mas allá que simplemente, un ente maléfico o algo peor, perseguido por todos los males que había causado...

Y a pesar de su carácter difícil, podía permitirse un par de días de juego en los cuáles, dejaba salir un lado que no dejaba ver a nadie mas

No se arrepentía, al menos en ese sentido

Solo esperaba, que algun dia cuando fuesen lo suficiente mayores para entender todo lo que él había hecho y causado, pudiesen perdonarle. Ya antes temblaba de miedo al pensar en ser una vergüenza en sí mismo pero ahora, aquellas viejas pesadillas regresaban de ver que podría convertirse en una humillación para las criaturas mas importantes de su vida...