KND: Los Chicos del Barrio es propiedad de Tom Warburton por encargo de Cartoon Network Studios.
Éste fic participa en el Mini-reto: Drabbles Navideños del foro KND: Los Chicos del Barrio, "Operación: FORO".

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Montgomery Uno.

El momento decisivo ha llegado. Es ahora o nunca. ¿Quién dice que pedirle a su novia que sea su esposa es fácil?

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Está caminando en círculos en su habitación mientras recita lentamente cada palabra que ha escrito hace cinco minutos, tan alterado se encuentra que ha tomado el tiempo. Intenta normalizar su respiración diciéndose una y otra vez que es completamente normal, que en algún momento tienen que dar el siguiente paso; pero es más complejo de lo que ha creído.

No sabe por qué pero olvida lo que le dirá a su novia.

Es sólo una línea, cuatro pequeñas palabras. ¿Cómo no va a recordarlas? Desde hace una semana que las ha ensayado, que ha tratado mencionárselas pero es en vano; por lo que ha pensado que la solución más práctica es darle un paquete, con el pequeño anillo de compromiso guardado en el objeto. La excusa que tiene es por Navidad, quiere hacerlo antes que se acabe; para que al menos tengan un buen recuerdo de ésa festividad. No es que se queje, pero en la fiesta que es en la casa de ella casi ni estuvieron juntos –con gente interrumpiendo de manera constante– ninguno se ha quejado; es normal que la familia se abrace por la festividad. En parte, también, se halla empeñado en ejecutarlo antes que culmine la celebración.

Y ésa expresión es la complementaria, es vital. Si no, ¿qué ha de pensar cuando vea el anillo? Segurísimo que supondrá que es una joya más, sin encontrarle el valor especial que le da; en realidad, tampoco la ha de culpar. No es glamorosa, ni siquiera medianamente costoso; es sencilla el decorado que rodea la gema, de un diamante corriente –o eso dijo el vendedor– que no reluce mucho. Ni ella ni él son materialistas, empero, supone que debió de haberse esforzado en ahorrar más dinero.

Cambiando de tema, vuelve a pronunciarlo:

¿Quieres ser mi esposa?

Mira impaciente la puertezuela, esperando a que se abra. La está esperando en su habitación, es el único sitio de la casa que respetan los invitados; ya que es imposible saber si la mujer se está vistiendo o sólo quiere mantenerla de esa forma. De todos modos, le resulta beneficioso ahora. Se sienta murmurándolo en repetidas ocasiones, probando con diferentes tonalidades: con coraje, románticamente, con duda, con efusividad…

Profiere un gemido lastimero.

¿Tan complicado es proponerle matrimonio a la mujer que ama?

«Mejor cambio de idea, o sino obtendré el mismo resultado —piensa Montgomery, decaído. Sus ojos enfocan el suelo—. En verdad la amo pero, ¿estaré dudando que ella sienta lo mismo por mí? Es ridículo, de lo contrario no habría aceptado ser mi novia —sacude la cabeza para sacarse esa absurda suposición—. ¿O yo seré demasiado cobarde para pedírselo? Eso tiene más sentido. ¡No!, ¡Montgomery no desistas! Piensa, ¿cómo le haré?»

Ladea la cabeza de izquierda a derecha, incapaz de solucionarlo.

Otra vez que ha errado.

—Te amo, cariño. Y quiero que seas mi esposa —dice en voz baja, al momento en que un brillo de tristeza inunda sus ojos—. Y también quiero que lo escuches.

—Ya lo hice.