La vio frente a él, aun cuando su maquillaje se encontraba corrido por las lágrimas que surcaban su rostro y se mezclaban con la lluvia, para él, se miraba perfecta. No importaba nada más.
Con sus labios ligeramente fruncidos ella le miraba sobre el hombro, el no pudo hacer nada más que detener su andar y observarla atónito. Quien quiera que fuera el que la había hecho llorar debía pagar, pero eso sería para después.
-Mi…Milo… -le escucho decir y la contemplo al intentar limpiar sus lágrimas-
- ¿Qué paso, Camus-chan? –le pregunto el sin moverse de su lugar, no quería asustarla con un movimiento brusco- ¿Por qué lloras?
Escucho la risa que ella emitió –No seas tonto –contesto mientras se limpiaba el maquillaje corrido- No estoy llorando –sentenció- es la lluvia.
Él se acercó cautelosamente mientras ella le miraba, sus respiraciones se complementaron, sus miradas se encontraron. El colocó su mentón sobre la cabeza de ella y su brazo alrededor de su espalda atraerla a él.
- Tonta…. –dijo en un susurro, ella se quebró ante esa insignificante palabra, golpeó el pecho de él, él no se inmuto, la dejo continuar hasta que se cansara.
Ella se aferró al mientras sus lágrimas se combinan con la lluvia, llanto o lluvia; eso es algo que ella nunca quiso admitir, solamente recuerda haber sido consolada en los brazos de Milo bajo la lluvia de verano.
