ULTIMA ESPERANZA
Ayer vino esto a mi cabeza y salio el primer capitulo. Espero que les guste. Hay humanos, vampiros y licantropos. Espero pronto actualizar Lugares en el tiempo.
Capitulo 1. La invitacion
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Isabella Marie Swan
Muchos decían mi nombre con envidia.
¿Cuántos no habrían envidiado las oportunidades que había tenido?
A pesar de haber quedado huérfana de ambos padres a los 11 años, la educación nunca había sido un problema para mi. Billy Black, el mejor amigo de mi padre me había adoptado. Fui muy bien recibida por todos ellos, aunque Rachel y Rebeca dejaron la casa unos años después cuando se casaron, eran 5 y 7 años mayores que yo. Jacob, Billy y yo éramos felices en aquella casita roja cercana a la playa. Siempre había sido muy adelantada en la escuela y cuando Billy me adoptó fui aún más aplicada porque era la forma que tenía de contribuir y agradecer sus esfuerzos. Me entregué por completo a mis estudios sin que por ello sufriera la parte afectiva de mi vida ni me faltaban los momentos de diversión. Jacob y yo habíamos sido maestros mutuos y nos llegamos a querer como verdaderos hermanos.
Mi adelanto escolar había sido tan bueno que algunos incluso me calificaban de superdotada y a mis 18 años me hallaba a mitad de la carrera de medicina. Algunos me llamaban la promesa y joya de mi familia y no me gustaba. Nunca sentí que aquellos logros me hicieran mejor que alguno de ellos. En cuanto a llamarme superdotada... bueno, deberían ver a mi hermano. No te sientes especial cuando junto a tu hermano eres lenta, torpe, débil y diminuta. Cuando tenía 17 años sucedieron cosas extrañar en la tribu, me di cuenta aún estando lejos. Cuando fui de visita me hicieron participe de aquel secreto porque sería inútil ocultarlo debido a nuestra cercanía y porque me consideraban una de ellos; todos me tenían por una persona confiable y madura. Eso no cambió nada la forma en que los veía y si lo hizo fue para mejor. Sam me sorprendió, mucho temple y madurez.
Volví a la facultad y a distancia disfruté de aquello un tiempo. Hasta pocos meses después de que empezara todo.
Se habían publicado informes no oficiales sobre una catástrofe de la que nadie sabía nada a ciencia cierta. Los gobiernos desmintieron todo y al no hallarse pruebas el asunto quedó en el olvido. Meses después empezaron a haber focos de enfermedades muy peculiares. No eran enfermedades serias ni se expandían, eran comunes, pero no se aliviaban con medicamentos. Cuando se dieron cuenta del verdadero problema se temía que fuera muy tarde. Algo, no sabían que, ni cómo, inhabilitaba los medicamentos de todo tipo. El tema de aquel desastre resurgió junto con teorías de conspiraciones, pero al crecer el problema la gente dejó de interesarse en el origen y los culpables. A la gente ya no le interesaban las teorías ni los términos científicos que no encajaban ni explicaban nada, solo dejaban claro que no se sabía nada. La urgencia por encontrar una solución era demasiada.
Era imposible concebir aquello que lo había provocado. Encontrar una sola cosa que ´matara´ tantos medicamentos sería tan complicado como encontrar una sola cosa que curara tantas enfermedades. No había lógica. Aquello hacía la causa, fuera la que fuera, inmune a los intentos de detenerla. No se sabía como se esparcía, si por aire, agua, personas, animales; y se había esparcido por todo el planeta. Antes de declararlo oficialmente se aseguraron todos los medicamentos funcionales que quedaban, aquellos que de alguna manera no habían sido ´infectados´. Se protegieron los laboratorios farmacéuticos cambiándolos de lugar, escondiéndolos. Se tuvo que reestructurar la atención médica en todo el mundo. Era demasiado como para que la gente no se diera cuenta. La histeria colectiva se había empezado a sentir desde antes de que se diera la noticia. Los laboratorios trabajaban en instalaciones completamente herméticas para tratar de preparar nuevos lotes de medicamentos, pero fue muy difícil hallar la forma de lograrlo y aún así no se tenía lo suficiente. Por cada lote exitoso había 50 lotes inservibles. Se volvió difícil, increíblemente caro y todo parecía no tener esperanza. Eran contadas aquellas fórmulas que lograban mantenerse intactas, la mayoría tratamientos paliativos, pero incluso esos escaseaban.
Las medidas de higiene y prevención se implantaron al máximo. Además de eso vino el caos político. Los humanos seguían siendo humanos. Los países se distrajeron de la carrera armamentista para centrarse en la carrera médica. Esa era la forma de competir entre ellos. El país que encontrara la solución a aquello tendría un poder inimaginable. Las empresas farmacéuticas luchaban entre ellas por ser las primeras. Había compasivos y ambiciosos trabajando juntos. Se vendían los pocos medicamentos disponibles a precios que sólo los más adinerados podían aspirar a pagar. Era algo inevitable para los que no tenían otra opción para poder seguir financiando la producción y las investigaciones. El general de la población, si llegaban a enfermar solo podía esperar a que su sistema inmune fuera lo suficientemente fuerte. Cuando eso no sucedía la persona empeoraba hasta la muerte.
Esto hizo que la tribu y mi familia tuviera que huir. Su condición como licántropos los mantenía fuertes y sanos convirtiéndolos en blanco de sospechas y no podían dejar que los examinaran. Quisieron que me les uniera. Corría menos peligro de contagiarme viviendo con ellos que con los humanos. Pensé en hacerlo porque mis conocimientos ayudarían a mantener bien a la tribu, pero se me presentó otra opción.
La noche del martes 18 de febrero sonó el timbre del departamento que compartía con otras dos chicas. No esperaba a nadie y pensé que sería visita para Melanie o Caroline. 9:47 p.m. vi en el reloj del pasillo y abrí la puerta. Quedé paralizada por la sorpresa. Mis compañera se hubieran quedado igual si hubieran conocido el nombre de aquella persona... bueno, también si no lo hubieran conocido, verlo habría bastado. Pero mi sorpresa se producía por razones muy diferentes.
El Dr. Carlisle Cullen era admirado por la comunidad médica a pesar de su incomprensible preferencia por los poblados aislados y recluidos. Había quienes justificaban su comportamiento con la palabra arrogancia, pero yo sabía que no había nada de esa palabra en él. Lo que sorprendía a la mayoría de los doctores era el aspecto increíblemente joven que tenía y a las doctoras y enfermeras su belleza, además . Nadie podía creer que alguien que tuviera la edad que él aparentaba tuviera tal reconocimiento como médico, a menos que fuera un prodigio realmente excepcional. Pero yo estaba al tanto de todo. Lo había conocido un año antes, antes de todo, cuando fui de visita a Forks. Ellos acaban de llegar y Billy y Jacob me contaron todo. Había escuchado las leyendas. No dudaba que aquello fuera cierto de alguna forma, si al fin y al cabo Jacob era un licántropo. No había forma de que yo no lo reconociera pero él a mi solo me había visto una vez y yo no tenía un aspecto tan peculiar como el que él y seguramente también toda su familia, tenían.
Por eso me sorprendió cuando abrí la puerta y lo vi.
-Buenas noches señorita Swan. Soy Carlisle Cullen- saludó.
-Buenas noches doctor- respondí.
-Llámame Carlisle, por favor.
-Bien Carlisle- tuve que hacer una pausa-. Me busca a mí, supongo.
-Así es...
-Bella- interrumpí-, si yo puedo llamarlo Carlisle- no me atrevía a hablarle de tú.
-No tienes porque asustarte. Venía a hacerte una petición.
Carlisle Cullen, doctor y vampiro, ¿venía a hacerme una petición a mí, Bella Swan, estudiante y humana?
-Podemos hablar donde te sientas segura - me sugirió-. No me fue posible venir de día.
-Cerca hay un café. Creo que preferirá que lo que tiene que decirme quede entre nosotros- le dije sin tono de afectación en la voz.
-Así, es. Te sigo.
-Voy por mi bolsa- le dije.
Podía arrepentirme. Tomé mi bolsa y antes de bajar me senté en la cama, abrí el celular y busqué el teléfono de Jake. Sin duda él no me permitiría aquello. Yo había oído de los fríos y al único que había visto era al doctor Cullen que no encajaba nada con la descripción despreciable que tenían los quileutes. No me inspiraba repulsión ni el miedo que debería, aunque conocer las leyendas y lo real que eran me provocaba una sensación de alerta. Lo que me dio más seguridad fue que si el doctor Cullen tuviera antojo no vendría hasta un lugar soleado a buscar una humana que era miembro honorario del clan enemigo formado por licántropos con el que tenía un tratado. Cerré el celular y bajé.
-Bella, seré directo para que te tranquilices en cuanto al propósito de mi visita- me dijo el dr. Cullen una vez sentados en el café. Ambos cafés se enfriaban frente a nosotros porque ninguno tomaba de ellos, pero teníamos que justificar la ocupación de aquella mesa-. Se de tus logros académicos y he leído tus trabajos. Eso es lo que me ha traído hasta aquí. Sé además, pregunté en Forks, que eres muy centrada, madura y te interesas por lo demás. Tampoco tengo duda de tu capacidad para ser discreta, perteneciendo a tu familia.
No me esperaba aquello, en realidad, no había estado segura sobre que esperar. Debió verlo en mi rostro.
-Estoy encabezando una investigación, Bella. Sobre todo "esto", ¿me explico?
Yo asentí en respuesta.
-No tengo muchas manos confiables, y creo que tu podrías ser de gran ayuda. Tendrás un sueldo, por supuesto y tienes la garantía de que tendrás nuestro apoyo por si alguien de tu familia o de la tribu necesita ayuda.
-¿Necesita mis servicios para una investigación médica? - pregunté con incredulidad.
-Es normal que te sorprenda, más siendo yo quien te lo pida a ti. No sé que sepas o creas de nosotros Bella, pero también tenemos nuestras limitaciones. No puedo estar en cualquier hospital o laboratorio, como la mayoría cree, ni caminar libremente por las calles, como todo el mundo. Tengo que trabajar solo y nadie quiere apoyar a un doctor, por bueno que sea, en una investigación tan costosa dejando todo en mis manos - sus ojos decían que hablaba la verdad y sus argumentos eran lógicos-. Solo tengo cinco pares de manos además de las mías, pero ninguna de las personas implicadas tienen la libertad de movimientos que tu tendrías y no tendríamos que preocuparnos de que descubras lo que somos.
Al final su voz tenía algo de suplica, sin duda no era como en las leyendas. Yo no contesté nada, sino que clavé la vista en la mesa.
-Tengo que pensarlo. Todo es tan... extraño y repentino. No estoy diciendo que no, pero tengo que pensarlo.
Era muy convincente lo de tener su apoyo para mi familia y mi tribu si la necesitábamos. A ninguno le agradaría verlo cerca, pero dadas las circunstancias lo aceptarían dado el caso. No todos los de la tribu eran licántropos y su ayuda podía significar mucho. El doctor continuó.
-Sé que no confías en nosotros, en mí. No tengo inconveniente en que tomes tus medidas de precaución. Háblalo con tu familia, puede acompañarte alguien de la tribu- dijo, era claro que no se refería a alguna amiga -. En serio necesitamos tu ayuda.
No podía responder ahora, pero las cosas me decían que si en ese instante respondiera lo que me naciera no me equivocaría. La situación era desesperada, al menos para los humanos. Dudaba que alguien que se dedicara a la medicina de la forma tan desinteresada como la gente solía decirlo sobre el Dr. Cullen, teniendo la oportunidad, en tiempo y habilidad, para lograr el éxito en casi cualquier otra área, fuera tan insensible. Aún más si esa persona no pertenecía a aquella raza humana amenazada de muerte, de la que la mayoría de ellos se alimentaban. A lo mucho le podría preocupar quedarse sin suficientes provisiones.
En cuanto a mi seguridad, bueno. Era claro que no pensaba llevarme con desconocimiento de quienes eran sus enemigos naturales.
-Te he dicho todas las cosas de golpe, apenas y sabes mi nombre, pero no había forma ni tiempo para las cortesías de costumbre.
-Eso es cierto. Aún no puedo creer que hace unos minutos estaba en mi apartamento pensando en... - me detuve de súbito, porque estaba pensando en volver con mi familia-. Lo pensaré. ¿Cuándo necesita mi respuesta?
-Lo más pronto posible- contestó.
-¿Así son las emergencias? ¿Sin tiempo para pensar?
-Estamos en una emergencia. Por ahora es mejor que termines tu café y regreses a tu departamento. Necesitas descansar para tener la mente despejada.
Terminé mi café y me acompañó de regreso. Me dejó su teléfono por si quería más información. Esa misma noche le hablé a Billy. Jake me llamó el siguiente en día, en cuanto lo supo. Estaba furioso. Dije que lo pensaría toda la semana. Todos lo pensamos esa semana y concluimos en lo mismo.
La semana siguiente semana era una desertora de la carrera de medicina, de regreso a su lluvioso pueblo natal, donde me esperaban seis vampiros supuestos enemigos de mi familia.
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