No le había vuelto a ver desde lo ocurrido en el Monte Weather. Todo lo que veía ahora era la culpa y la desolación en su rostro.
Wanheda era el nuevo nombre que portaba. La comandante de la sangre, y todos la buscaban. Clarke había decidido hacerlo, entregarse y morir. Su muerte traería paz a esta tierra y el orden sería restablecido nuevamente, solo deseaba una cosa. Que fuese Bellamy quien lo hiciese. Ella no tenía valor para hacer lo que se necesitaba y él quizas podría.
-No, no puedes pedirme eso no puedes Clarke.
-Por favor, Bell.
-¿Es que te has vuelto loca?
-Ya no puedo soportarlo más, hazlo. Bellamy hazlo por favor, termina con esto.
-No, no soy un asesino.
Eso le dolió en el alma.
-Yo si, ¿recuerdas?
-Clarke...
-Me lo debes. Me debes esto, Bellamy.
Sus ojos se llenarón de lágrimas y la barbilla le tembló. Lo que ella estaba pidiendole era algo inconcebible para él.
-Pideme cualquier cosa, cualquiera Clarke, cualquiera menos esta -le suplicó tomandola del rostro antes de posar sus labios sobre su frente y cerrar sus ojos-. No puedo perderte tambien a ti.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Clarke sin control y el corazón se le encogió ante esas palabras.
-Hazlo Bellamy, es lo que me merezco -musito ella rompiendo a llorar de puro dolor-. Me lo merezco.
-No, no... -comenzó diciendo él apretandola contra su pecho-. No digas eso, Clarke, no lo digas. Hicimos lo que debíamos para proteger a nuestra gente, para salvarlos.
Clarke se llevó la mano a la boca llorando desconsoladamente sobre su pecho.
-Debí haber hecho más, debí de encontrar la forma de no tener que hacerlo -sollozó ella completamente rota.
-No había nada que pudieses hacer, ellos no iban a liberarles Clarke. Hubiesen muerto si no hubiésemos apretado ese botón, hubiesen muerto todos.
-Nunca quise que eso pasará, nunca quise que ocurriese.
-Lo se, Clarke, lo se -murmuró él posando los labios sobre su pelo al escucharla llorar de esa forma.
-No, no lo sabes crees que lo sabes pero no sabes nada yo no sabía lo que estaba haciendo -imploró ella que le entendiese entre lágrimas-. Os hacía creer que sí pero no sabía lo que hacia, no soy ninguna líder Bellamy. No soy nada. Soy la muerte.
Sus llantos llenaron los oídos de Bellamy que cerró los ojos con dolor.
-No, no escuchame Clarke, escuchame, ¿quieres? -dijo él sujetando su rostro cerca para que ella le mirase-. Tú has sido una buena líder, la mejor que podríamos haber tenido. Yo la cagué, la cagué desde un principio pero enseguida tú supiste hacerme ver que las cosas no podían ser así. Me enseñaste a valorar y a proteger a nuestra gente, me hiciste ver que me equivocaba. Que todos nos equivocábamos. Hiciste lo correcto siempre, ¿me oyes?
-No, no lo hice Bellamy.
-Si que lo hiciste, lo hiciste Clarke -insistió él buscando sus ojos completamente sincero y abatido-. Por favor no lo hagas, no me obligues a hacer esto, por favor Clarke, por favor. Haz esto por mi y yo haré cualquier cosa que me pidas, cualquier cosa, pero por favor quedaté conmigo. Te lo suplico.
Clarke se cubrió el rostro con las manos intentando contener el llanto pero le era completamente imposible ante aquellas palabras.
-Quédate conmigo, quedate conmigo Clarke, quedate conmigo -suplicó Bellamy entre susurros desesperados tomando nuevamente su rostro.
-Bellamy...
En cuanto Clarke apartó sus manos y él vio su precioso rostro absolutamente congestionado por las lágrimas sintió las suyas asomar a sus ojos.
-Debí haber hecho esto hace mucho, mucho tiempo -dijo antes de capturar sus labios en un lento y profundo beso cargado de sentimiento y de amor.
Clarke que no esperaba algo así ni siquiera fue consciente de cuánto lo había necesitado. Tres meses fuera, sola y alejada de su gente habían sido lo bastante dolorosos como para no valorar eso. Sus labios respondieron a los suyos y el sabor salado de sus lágrimas tornó el beso en amargo.
Bellamy acarició su rostro y sin saber cómo sintió sus manos atreverse a buscar su ropa. Las manos de Clarke torpes y temblorosas se colaron bajo su camiseta y jalaron de ella hacia arriba sacandosela por la cabeza. Bellamy la empujo hacia la pared al tiempo que le abría la blusa y buscaba sus labios con fervor. Sintió su piel suave y caliente bajo la yema de sus dedos que pronto se perdieron bajo su ropa.
Clarke atrapó con fuerza sus labios y Bellamy la pegó contra la pared. Pronto las piernas de Clarke le rodeaban y él estaba besando su cuello sintiendo sus manos recorrer cada centimetro de piel a su alcance. La sujetó con fuerza antes de apartarla de la pared y conducirla a la cama.
En cuanto ella sintió las confortables mantas bajo ellas regresó a sus labios sintiendo las lágrimas aún mojar su boca. Era Bellamy quien lloraba en silencio. Lo hacía porque la conocía demasiado bien como para saber que esa sería la última y única vez que podrían estar juntos. La determinación de Clarke cuando algo se le metía en mente era firme y clara, Bellamy lo sabía. Bellamy sabía que iba a perderla.
-Clarke, por favor -susurró él delicadamente sobre sus labios al tiempo que la besaba y le quitaba el resto de la ropa.
Clarke le miró a los ojos reteniendo las lágrimas y dibujó una amarga sonrisa.
-Sólo besame -le pidió ella acariciando su rostro una vez más buscando sus labios en el proceso. Bellamy obedeció, capturó los suyos y se deleito besandola de la forma más tierna que recordaba haber besado jamás. Cuando su cuerpo se adentró lentamente en el suyo y un pequeño gemido escapo de los labios de Clarke, no quiso dejarla ir jamás. Clarke era todo un sueño para él, no solo le habia abierto los ojos ante la vida, había logrado que se entregase a ella de una forma que nunca creyó posible experimentar.
Clarke se estremeció ante su contacto, ante sus caricias. Hacia demasiado tiempo que un ser humano no la tocaba, y mucho menos de la forma en que Bellamy lo estaba haciendo. Lo que estaba sintiendo por él era algo tan puro, tan nuevo que la asustó. La asustó porque ella se había prometido ser cómo Lexa algún día. Fría y distante. Severa y disciplinada cómo solo ella lo era. Quizás si lograse ponerse la misma coraza que ella sobreviviría los años que le quedasen por vivir. Quizás así el sufrimiento se detendría.
Bellamy se fijó en su rostro mientras se movía lentamente sobre ella, deleitandose con el momento, queriendo recordar cada instante y que estos quedasen grabados en su memoria por siempre jamás. Su rostro era tan hermoso, sus carnosos labios, sus mejillas sonrojadas, sus largas y húmedas pestañas. Quiso volver a besarla. Quiso besar cada centímetro de su rostro. Quiso acariciarla, guardarla entre sus brazos y que nadie volviera a lastimarla jamás.
-Te quiero, Clarke -murmuró antes de volverla a besar esta vez más apasionadamente. Ella no dijo nada, tan solo le beso. Devolvió sus besos y sus caricias con la misma urgencia y desesperación como ese momento se había dado. Con la misma necesidad de demostrarle cuanto lo sentía.
Clarke no sabía si le quería, no de esa forma al menos. Bellamy había sido un dolor de cabeza desde que pisarón tierra por primera vez pero después se había convertido en alguien esencial en su vida. Alguien importante. Alguien capaz de velar por ella, de protegerla y de cuidarla cuando más lo había necesitado pero Finn tambien lo había hecho y había muerto por ella.
Aún peor, había muerto por su propia mano. No, no podía permitir que a Bellamy le ocurriese lo mismo.
-No, no por favor -murmuró ella comenzando a llorar de nuevo antes de apartar el rostro y tratar de levantarse. Bellamy cambió la expresión de su cara al verla así y se lo permitió.
-Clarke, ¿qué pasa? ¿qué ocurre? -preguntó preocupado él al verla así.
Clarke rompió a llorar y se abrazó con fuerza a su cuello. Bellamy se sorprendió mucho ante el gesto pero no tardó en devolverle el abrazo con fuerza.
-Ayúdame Bellamy -suplicó ella entre sollozos sin soltarle-. Ayúdame...
Continuará...
