Otro día, otro calabozo

Tras escapar de una trampa tendida por un rival, Daring Do abandonó las Montañas de la Luz del reino de los grifos con el botín y una nueva victoria.

En aquella ocasión había recuperado un jarrón de plata cuya parte superior estaba sellada. El Profesor Ravenhoof le había dicho que dentro se encontraba algún documento importante sobre la relación que hubo entre el ejército grifo y un tirano del pasado conocido como el Rey Sombra. Aquello podría arrojar luz sobre qué fue lo que sucedió exactamente en el Imperio de Cristal, ya que la versión oficial de la historia siempre fue cuestionada por el círculo de Ravenhoof.

Mientras volaba de regreso a su hogar, Daring Do pensaba en todas esas cuestiones. ¿Cuántas mentiras más había en la historia de Equestria? Todo parece un cuento de buenos y malos donde Celestia siempre veló por los intereses de su nación. Sin embargo, según algunos documentos que Daring Do pudo leer, las cosas no fueron exactamente así.

Tenía que seguir leyendo todo el material que Ravenhoof le había enviado. El Profesor estaba escribiendo un libro titulado "La Fundación de Equestria", donde recopilaba material de diversas fuentes. Casi todo recuperado de reliquias perdidas, escrituras antiguas y documentos ocultos. El trabajo de Daring Do desde hacía años consistía en encontrar todo eso y llevárselo al profesor. Por lo que él había decidido enviarle un adelanto del libro como muestra de gratitud.

Ella era una joven y enérgica pegaso entregada a su deber. Creía firmemente en que la verdad sería revelada algún día, e iba a hacer todo lo posible por ayudar a que así sea. Todo eso se originó cuando aún era una adolescente que disfrutaba explorar tierras desconocidas y rastrear tesoros. Fue así que una vez recibió un contrato del Profesor Ravenhoof, donde se terminó encontrando viejas cartas de Smart Cookie llenas de revelaciones acerca de la historia. Desde ese momento decidió quedarse trabajando con él, pero también se dedicaba de vez en cuando a buscar tesoros por su cuenta.

Con el paso de los años realizó grandes hazañas, pero todo se mantenía en el mayor secreto posible. Como muchas de esas misiones tomaban lugar en imperios y reinos lejanos no había problema de que se corra la leyenda de una pegaso que robaba tesoros a algunos de los personajes más oscuros de la tierra, pero por nada del mundo podía dejar que en Equestria supieran quién era.

Nunca pudieron rastrearla ni identificarla. Excepto un par de enemigos que hizo en regiones más allá de su tierra, quienes se acordarían de su nombre por años.

Luego de muchas horas de vuelo, Daring Do aterrizó en la pequeña isla que era su hogar. Estaba situada en el mar del Este, a muchísimos kilómetros de Baltimare donde residía el Profesor Ravenhoof. Se trataba de una isla diminuta con playas y una densa jungla llena de vegetación. Algunos animales vivían allí y le hacían compañía.


La pegaso aterrizó en la cálida arena de una de las playas y respiró hondo. Por fin en casa. Se encaminó hacia la selva, internándose en su vegetación. Habían árboles muy altos, arbustos y algunas zonas pantanosas, pero justo en un claro se encontraba una pequeña cabaña de madera.

Ella se acercó hasta la puerta y entró abriéndola despreocupadamente. Se quitó el sombrero y la mochila donde llevaba el jarrón, y los dejó a un costado.

La cabaña tenía una sala grande donde había un sillón de mimbre, una mesita con una fuente de frutas y una biblioteca con unos cuantos libros. En la pared de la izquierda tenía un gran mapa de Equestria con varias zonas señaladas en color rojo.

Más al fondo había una pequeña cocina dentro del mismo ambiente. Tenía encimeras y un armario dedicado a guardar comida.

Finalmente, hacia la derecha, una puerta daba a su habitación donde tenía una confortable cama y varios trofeos como tesoros, estatuillas invaluables y algún que otro recordatorio de un enemigo. Por ejemplo, conservaba la espada del minotauro que trató de matarla en una isla de su reino, y el sombrero de un viejo cazarrecompensas que había tratado de eliminarla. En aquella ocasión el pobre cazarrecompensas terminó hospitalizado en una ciudad del reino de los grifos.

Daring se acostó en la cama y miró la mesita que tenía al lado. Allí se encontraba el libro del Profesor Ravenhoof, lo miró fijamente un momento y luego sacudió la cabeza. Lo continuaría después.

Pasó varios minutos acostada hasta que decidió levantarse y regresar a la sala. Tomó un mango de la fuente de frutas y se lo comió con gusto. Hecho esto y aún saboreando su breve merienda, se acercó a la ventana de la cocina a ver si tenía correspondencia.

Claro, nadie de su círculo usaba métodos convencionales de comunicación. El correo era inseguro, y los envíos mágicos, rastreables. Por lo que Ravenhoof usaba su lechuza, Perla, para enviar cartas a sus contactos.

Daring vio que tenía una carta allí, por lo que rompió el sobre con los dientes y la sacó. Empezó a leerla atentamente, viendo que era un reporte del Profesor sobre sus avances en el esclarecimiento de la Era Discordiana. Sin dudas había algunas cosas interesantes, como que los unicornios, concretamente el Rey Sombra, tuvieron una alianza estratégica con el dios del caos. Se detallaban algunas cosas adicionales, como las poco claras circunstancias de muerte de Star Swirl el Barbudo y un descubrimiento que hizo, el cual no se sabe en qué consistió.

Llevó la carta hasta la biblioteca y la dejó allí. Luego volvió a asaltar la fuente de frutas, se había quedado con ganas de más. Tomó una pera y se sentó en el sillón a escuchar el alegre canto de los pájaros. Siempre reinaba la calma en ese lugar del mundo, era lo que más le gustaba.

Mientras comía y se dejaba llevar por la tranquilidad de la selva, llegó una lechuza blanca a la ventana de su cocina. Ululó bajito, pero al volumen necesario para llamar la atención de la pegaso, que se dio vuelta rápidamente. Dejó la fruta sobre la mesa y se acercó al ave que la miraba con sus ojos penetrantes.

-Hola, Perla. Qué bonita estás hoy.-Dijo Daring Do mientras la lechuza extendía una de sus patas. Allí tenía una carta enrrollada y atada con un hilo.

Perla cortó el hilo con su pico y la carta cayó sobre la encimera. Agitó un ala en señal de saludo y salió volando.

Daring se llevó la carta hasta la mesa y la extendió. Comenzó a leer.

Querida Señorita Do:

Espero que haya regresado bien de su viaje por las Montañas de la Luz, a lo mejor ésta carta llega antes que usted. Tengo un trabajo importante para encargarle, estos son los detalles: Durante su ausencia hubo un robo en el Museo de Artes de la ciudad de Manehattan, el objeto sustraído es un diamante que contiene un escrito dentro. Por supuesto que nunca nadie rompió el diamante, y aunque pedí en una ocasión permiso para analizarlo, me fue denegado.
Gracias a mis fuentes pude averiguar que efectivamente la mafia de Canterlot estuvo detrás del robo. Tienen un pedazo de la historia en sus cascos, pero probablemente no lo sepan y sólo quieran venderlo. Hay que detenerlos, pero la situación que se nos presenta nos ofrece algo más.

Según mis fuentes, los vestigios más importantes de la mafia de Canterlot se reunirán con el Jefe de Jefes a bordo del yate aéreo conocido como "El Crucero de los Cielos". Es la oportunidad de quitarles el diamante, y una estatuilla que probablemente el Jefe de Jefes lleve con él. Hablo del alicornio escarlata, un símbolo de poder en los círculos del crimen organizado de Canterlot.

La mafia está en sus últimos momentos. Si les quitamos su símbolo de poder y el diamante con el que recuperarían gran parte de su dinero perdido, los pondremos al borde de la desaparición. La Guardia Real debería poder hacer el resto.

El plan de vuelo que tengo a la vista indica que el Crucero de los Cielos partiría de Canterlot en la noche de la Gran Gala del Galope, justo después de los fuegos artificiales.

Por cierto, la información agrega que la reunión será completamente privada, así que no prepare ningún tipo de infiltración social.

Mis mejores deseos en su misión, Señorita Do.

Atentamente,

Profesor A. B. Ravenhoof.

Daring Do levantó la vista y sonrió con satisfacción. La mafia estaba llegando a su fin, todos los esfuerzos habían valido para algo.

Luego comenzó a pensar en los demás datos. La Gran Gala del Galope de Canterlot estaba a tres semanas de celebrarse, por lo que no tenía mucho tiempo. Y sería difícil colarse en un yate aéreo sin un disfraz, pues la carta aclaraba que un grupo de ponies bastante selecto estaría a bordo. Tendría que buscar otra forma.

A continuación releyó la línea sobre el Jefe de Jefes. "Maldición, esto es grande." pensó Daring Do mientras fruncía el ceño. Estaría presente el Don supremo, aquel que mediaba entre todos los demás líderes del crimen organizado. Un pony tan poderoso que podía hacer lo que quisiera. Pero sus días de gloria estaban llegando a su fin...

Decidió recostarse en el sillón y calcular el tiempo que le quedaba antes de su nueva misión. Quería relajarse y descansar un poco, la situación en los túneles de las Montañas de la Luz había sido muy cansadora. Sin contar el calabozo lleno de trampas en el que terminó metida, pero del que pudo salir victoriosa.

A veces pensaba en qué pasaría una vez que se sepa la verdad sobre la historia de Equestria. ¿Ocurriría algún cambio a gran escala? ¿O sólo los silenciarían? Bueno, el caso era que de hecho los perseguían.

La Guardia Real tenía conocimiento acerca de un grupo clandestino que se dedicaba a recuperar o robar objetos históricos, pero aún no tenían muy en claro cuál era el fin. El Profesor Ravenhoof era lo suficientemente discreto como para no levantar sospechas, entre muchas otras precauciones.

Pero lo cierto era que cada vez se volvía más difícil confiar en otros ponies. Había demasiados espías por toda Equestria. Sólo en ese mes, antes de partir a las Montañas de la Luz, dos informantes que se contactaban con Ravenhoof mediante nombres falsos fueron detenidos por la Guardia Real bajo el cargo de "conspiración". Nunca se supo quién los entregó.

Tristemente ese tipo de situaciones se hacía cada vez más frecuente. Evidentemente alguien no quería que se investigue el pasado. Y podía inferir quién era.

-Y todos dirán "sí, su Alteza".-Murmuró la pegaso imitando el tono sumiso de los guardias y estudiantes de Celestia.

Durante los próximos días se dedicó a recuperarse. Se alimentó bien, se ejercitó y continuó la lectura del libro de Ravenhoof. Tenía que mantener su cuerpo y su mente en perfecto estado, ya que se venían días muy intensos.


A una semana de la Gran Gala del Galope, Daring Do abandonó su isla en dirección a Baltimare. Llevaba consigo un par de alforjas en las que viajaban el jarrón de plata, y algunas monedas.

Voló durante horas sintiendo la brisa y el calor del sol. No había nada mejor que volar libremente encima del mar, sin obstáculos ni nada que interrumpiera.

A lo lejos comenzó a distinguir la ciudad. Era un centro urbano importante, de altos edificios y mucha actividad.

Aterrizó en la zona del puerto, lejos de la mirada de los curiosos, y caminó tranquilamente por las calles de la ciudad hasta una vieja biblioteca de color rojo. Tenía un aspecto antiguo y poco llamativo, por eso era el escondite perfecto.

Ingresó en el local y fue recibida por la cálida luz de las velas. Había muchos candelabros en las paredes, alumbrando el lugar. Las cortinas estaban cerradas, como siempre, por lo que no le llamó la atención.

Allí había hileras de estanterías repletas de libros de toda clase. Mientras caminaba podía escuchar sus propios pasos resonando en la silenciosa biblioteca. Se fue acercando al mostrador donde un pony terminaba de comprarse un libro y se retiraba con una expresión de felicidad en el rostro.

La cajera era una unicornio bastante joven e hiperactiva que conocía a Daring Do desde hacía un par de años. Se emocionó al verla.

-¿Cómo estuvo el viaje?-

-Bien, no hubo muchos problemas. Escucha, tengo que ver al Profesor cuanto antes.-

-Sí, ahora está en una reunión, pero ya debe estar por terminar.-Contestó la cajera sonriendo.

Pasaron los próximos minutos hablando acerca de la situación en Baltimare. Daring Do sólo visitaba la ciudad para ver al Profesor, pero también había notado un creciente aumento de efectivos de la Guardia Real instalados allí.

-Por las calles se dice que están buscando al Jefe de Jefes... creen que está en Baltimare.-Murmuró la cajera como si temiera que alguien la escuchase.

-Por favor. En esta ciudad no hay mafiosos desde que le hundí el barco a Starweather.-Comentó Daring con sorna.

-Todavía recuerdo los titulares del día siguiente. Yo apenas empezaba a trabajar aquí... fue genial.-

Daring sonrió y alzó una ceja.

-Gracias. Alguien tenía que frenar a ese bastardo.-

La pegaso se acordaba perfectamente aquella noche. Fue una de sus primeras misiones peligrosas por encargo de Ravenhoof. El Profesor le había dicho que un unicornio llamado Starweather se dedicaba a robar y vender ilegalmente obras de arte en otros reinos, y luego ingresaba armas de contrabando en Baltimare. Llegaban dagas, ballestas, cañones... equipamiento que terminaba en los cascos equivocados.

Fue una dura lucha en los muelles de la ciudad. Al final Daring hundió el barco usando sus propias armas.

Abandonó la escena justo cuando llegaba la Guardia Real, que alcanzó a detener y encarcelar a Starweather junto a otros cómplices. Los titulares de los periódicos de Equestria hablaban de un misterioso incidente en el puerto de Baltimare donde se detuvo a un poderoso contrabandista y jefe criminal. ¿Quién había estado detrás de eso? La Guardia Real nunca lo supo explicar. Fue la primera vez que se corrieron rumores de vigilantes organizados para golpear al crimen.

Esas historias aún circulaban por las ciudades. Tales vigilantes no existían, sólo eran Daring Do y sus compañeros pegándole a la mafia donde más les dolía: En los negocios.

La charla con la recepcionista se interrumpió cuando la puerta que había detrás del mostrador se abrió y un joven unicornio salió llevando alforjas con libros.

-¡Gracias, Profesor, nos vemos!-Se despidió el joven, que saludó a Daring con una inclinación de la cabeza y siguió su camino.

-Ya puedes pasar.-Dijo la recepcionista con su permanente sonrisa amable.

Daring pasó a la trastienda, donde había una escalera de caracol que llevaba al piso superior. Subió al trote y llegó a un pequeño pasillo con un par de puertas, pero sabía a cuál debía entrar.

Tomó la del centro, era oscura y tenía una placa dorada. Al ingresar se encontró en la oficina de Ravenhoof. Era un espacio de luz tenue, paredes repletas de libros y un escritorio de roble. Frente al escritorio había un par de sillas, y detrás de él un sillón de mimbre donde se encontraba el Profesor.

-¡Señorita Do! ¡Cuánto me alegro de verla!-Exclamó el unicornio poniéndose de pie y yendo hacia ella.

-Yo también, Profesor.-

Se saludaron chocando los cascos. El Profesor era un unicornio que siempre vestía formal, tenía un par de pequeños anteojos, era de color gris claro y tenía una crin castaña. Sus ojos azules destacaban por encima de todos los demás colores de su cuerpo.

-¿Sabe? Ese unicornio que acaba de irse es ahora un padre de familia. Estaba muy emocionado, le dije que se tome todo el tiempo que sea necesario.-Comentó el Profesor regresando a su escritorio.

-Que afortunado.-Dijo Daring Do sentándose en una de las sillas y poniendo la alforja sobre la superficie de roble.

-Siempre dicen que a todo pony le llega su día.-Prosiguió Ravenhoof.

-No creo, algunos no estamos hechos para eso.-Respondió Daring mientras se quitaba el sombrero.

-Cierto. Ahora bien, ¿recibió mis cartas?-

-Sí. Y traje el jarrón de plata. Me costó un par de plumas.-

-¡Fantástico, señorita Do!-

Daring puso el jarrón frente al Profesor, quien lo levantó con magia y le dio una mirada rápida.

-Algo me dice que hay respuestas a un par de interrogantes aquí dentro.-

-¿El secreto de Star Swirl?-Inquirió la joven.

-Mmm... puede ser. Aunque creo que descifrar ese misterio será lo más difícil de todo. Muchas cosas se conectan en un punto... es complicado.-

-Deberá dedicarle un libro aparte.-Observó la pegaso.

-Ciertamente. Así debería ser.-Concedió el unicornio mientras dejaba el jarrón sobre la superficie y usaba su magia para abrir un cajón.

Sacó una pequeña bolsita llena de monedas. La colocó frente a Daring.

-Su paga. ¿Va a ir tras el Crucero de los Cielos?-

-Gracias, Profesor. Sí, en cuanto salga de aquí me iré a Canterlot. Pasaré unos días allí, vigilaré la zona y esperaré.-

-¿Tiene algún plan?-Interrogó Ravenhoof.

-Infiltrarme en el yate antes de que despegue es una opción, pero si están muy paranoicos y lo inspeccionan completamente la misión fracasaría antes de empezar. La otra opción es abordarlo cuando esté en el aire.-

El unicornio suspiró con pesar y cerró los ojos por un momento.

-Señorita Do, no puede dejar cosas al azar y lo sabe.-

-Sí, pero parece una misión excepcionalmente peligrosa y no hay mucha información. Ni siquiera sabemos a dónde se dirige el yate.-

-Entiendo. Mis fuentes no pudieron averiguar mucho más, todo el asunto se está tratando con bastante secretismo.-

-Dadas las circunstancias, es lo más razonable.-

Comentaron un par de detalles más, hasta que Daring Do decidió partir. El Profesor le deseó la mejor de las suertes y le prometió una celebración si la misión era un éxito. Daring se fue de la biblioteca despidiéndose también de la hiperactiva recepcionista, y gastó sus primeras monedas de la paga en un tren a Canterlot. No quería volar hasta allá, prefería irse a algún compartimento al fondo y dormir.

Tenía un viaje relativamente largo por delante, pero ya empezaba a sentir ese cosquilleo en el estómago que tenía siempre en los momentos previos a una aventura. Era fuerte, determinada... imprudente... pero estaba decidida a salir victoriosa una vez más.


Nota del autor: Bienvenidos a otra entrega de la serie "Leyendas de Daring Do". Esta historia toma lugar en el mismo universo que mi otro fanfic "La Leyenda de Daring Do", todo tiene relación entre sí. Ésta miniserie del Crucero de los Cielos se desarrollará junto a los otros fics importantes pero será más breve. Estos días no sé si podré actualizar, pero el fin de semana prometo capítulos nuevos en todos los fics activos! Gracias por leer, saludos a todos!