Siempre escuché hablar del destino y de las almas gemelas, de cómo todo estaba escrito así desde un principio y que la vida te va llevando por diferentes caminos hasta llegar a él. Y muchas veces tiene sentido, por más que nos aferremos en tomar un rumbo, las circunstancias cambian y terminas en otro lugar, supongo que es el "destino".
Podría decirte que te he amado como a nadie, pero nunca he sido buena para mentir. Tú sabías que antes de ti, lo amé a él.
Cuando nuestra historia comenzó, tú sabías que no estaba sola. Siempre lo supiste, pero decidiste ignorarlo. Tal vez, era más cómodo ignorar los hechos, porque él estaba lejos.
El tiempo pasó y de pronto todo cambió. Moría por verte, por besar tus labios, por sentir tu piel o e simple hecho de un tonto mensaje tuyo.
Las pláticas eternas y mensajes diarios se convirtieron en citas frecuentes. Los tiernos abrazos y los casuales roces de manos, se resultaron en apasionados besos. Los paseos en el parque, o las tardes de estudio, pasaron a ser incontables noches de pasión. Los tragos en un bar que terminaban en tu habitación.
El verte sonreír y estar a tu lado, se hicieron más frecuentes y, de pronto, solo podía pensar en ti. Siempre te necesité a mi lado, de eso no queda duda, solo que ahora esa necesidad era más fuerte y diferente.
Desde que los conocí, me sentí cobarde al dividir mi corazón entre los dos. Tomar una decisión no era fácil. Tenía una historia antes de ti, algo que me costó años formar; pero tú me ofrecías una paz y una seguridad que no conocía a su lado. Estabas a mi lado en los momentos difíciles. Eras esa tierra firme en medio de la tormenta, eras esa ancla que me sostenía en el mar de dudas. Sostenías mi mano y calmabas todas esas emociones que, a veces, iban más allá de lo que soy. Tú eras el que siempre estaba para limpiar mis lágrimas.
Tú me ofrecías algo irreal, algo que sonaba tan perfecto. Me alejabas de toda la suciedad a la que me tenían acostumbrada. Me enseñabas un nuevo mundo que ni siquiera sabía que existiera. Me demostraste que hay otras maneras diferentes de hacer las cosas y que el amor y el dolor no tienen porque ir de la mano. A tu lado me sentía otra persona, me sacabas del infierno y me llevabas al cielo. Mientras mi teléfono oscilaba con las llamadas de él, nosotros escribíamos una historia que sobresalía de todos los cuentos de hadas.
Verte a los ojos, sentir tu cuerpo sobre el mío, tomar tu mano, sentir lo cálido de tus abrazos, lo dulce de tus besos, confirmaban que eras tú quien desataba todas mis pasiones; eras tú quien me empujaba a ser alguien mejor. Desde el primer momento, cuando te descubrí tocando el violín, supe que tú valías la pena.
De qué serviría negar que todo el tiempo que hemos pasado juntos ha sido un constante aprendizaje. Mientras intentaba desatar los lazos que me unían a él y escapar de su mundo, en ti encontraba lo que nunca creí hallar en una persona, un mundo de los dos. Ahora ya no existe mi mundo y su mundo, es "nuestro mundo".
Mi vida se dividía en dos, una parte que estaba destruyéndose poco a poco; mientras la otra construía cimientos firmes, difíciles de destruir. Llegaste e incendiaste todo en mí, encendiste la mecha de pasiones y sentimientos que creí que habían desparecido.
