A Rivaille no le sorprendió en lo absoluto verla correr tan desesperadamente por el bosque. Es más, aún en tan terrible estado de pánico disfrazado, Petra seguía siendo tan hermosa como siempre. Sus cabellos dorados ondeaban con el viento; su mirada enfocaba un punto en medio de la nada; el equipo de maniobras proseguía con sus sonidos chirriantes; los labios, sellados al igual que siempre cuando tenían alguna misión, justo como les había entrenado su capitán de equipo.

Pero este día no venían en posición de pelear contra los titanes, las retiradas usualmente eran para su descanso. Pero en esta ocasión, la retirada significaba mucho más trabajo, en especial para el cabo/teniente/casicasicapitán (?) Rivaille. Este último exhaló al tiempo en que terminó la arboleda que conducía a la casa central de la Legión de Reconocimiento.

— Vaya que tenemos compañía, cabo — comentó Hanji, soltando una risita molesta mientras se acomodaba los anteojos, un gesto habitual en su persona. Apenas terminó de bajar de su equipo, comenzó a estirarse y a dar brincos en su sitio, observando a Rivaille con una mirada divertida.

— Más les vale servir para algo… — replicó el cabo, ignorando los movimientos de su acompañante. Se giró sobre sus talones y comenzó a supervisar a su propio equipo, al tiempo que se estiraba los brazos. Instintivamente su mirada fue a parar en Petra, que recién llegaba junto con el resto de sus compañeros. Como siempre, no alcanzaban a tener contacto visual cuando el chico ya había apartado su mirada de ella.

— ¿A qué horas será la comida?

— Cuanta carne fresca para los titanes…

— De verdad no saben lo que hacen…

Y comentarios por el estilo fue lo que comenzó a escuchar al pasar entre la multitud de cadetes, que le miraban con aires de respeto y de cierta manera, asombro. Su cara estaba inmutable, igual de antipática que siempre.

¿Qué nueva fichita tendremos este año? Se cuestionó mientras analizaba los rostros neófitos de todos esos cadetes. El sermón inicial le correspondía a Erwin, por lo mismo el se encontraba hasta atrás del jardín principal, con oído atento a lo que su amigo y capitán tendría que advertirles a los reclutas.

"Casi lo mismo de siempre…" Su mirada danzaba entre la multitud, esperando sentir algún tipo de intuición en su ser sobre alguien bueno para el equipo. Alcanzó a divisar al chico titán y a sus colegas: un rubio tan bajo como él, una rubia más pequeña todavía y con cara de inocente, una morena de coleta castaña y…

— … ¿están seguros que desean pertenecer a la Legión de Reconocimiento? — exclamó Erwin, mientras los nuevos reclutas posicionaban sus puños a la altura del corazón, con total solemnidad.

— ¡Lo estamos! — Se escuchó al unísono, pero la mirada de Rivaille ya se había detenido en un sitio en específico. Tal vez esa bufanda rojo intenso era lo que captaba su atención, pero si sus instintos no le fallaban, ese presentimiento al ver a la chica pelinegra tenía que significar algo importante… por lo menos para él. Se quedó un tiempo observándola: sus movimientos, sutiles y marcados a la vez; su mirada agobiada y firme en decisión; su cuerpo musculoso a pesar de no tener experiencia en el campo.

¿Será?

A los pocos segundos, alguien lo sacó de su sana contemplación. Era Petra con la misma cálida sonrisa de siempre.

— Levi, tenemos que reunirnos antes de que nos presenten a la bola de novatos. Que se enteren que nuestro equipo tiene mucha comunicación. — Le dijo la chica, mientras se colocaba un mechón de pelo rubio detrás de la oreja.

Intentó borrar de su mente la imagen de la chica con bufanda, para poder concentrarse en la sugerencia de la hermosa Petra. Dirigió la mirada hacia un novato que le observaba, y al ver que se volteaba con rapidez y asombro, prosiguió a hablar con la rubia.

— Les haré saber el comunicado de reunión más tarde. Primero, la limpieza. — Y tras conseguir que Petra le hiciera una mueca, salió del recinto hacia su lugar favorito del cuartel: el cuarto de la limpieza.


Sintió una fuerte mirada sobre ella, tan fuerte que olvidó un momento la razón por la cual se metía a esta área de trabajo. Por un momento se olvidó de proteger a Eren, mantener la promesa con su madre y llevarse bien con su 'pariente'. Por un momento Erwin se congeló y solo era ella, y ese enorme peso de una mirada.

Cuando volteó, no encontró más que a un soldado con uniforme de la Legión salía disparado fuera del recinto.

FIN DEL CAPÍTULO 1