Descargo de responsabilidad: Skip Beat debería pertenecer al mundo, y Kuon solo a mí, pero todo le corresponde a Nakamura sensei.
Todos los méritos a Tsuruga Lia1412. Suya fue la idea.
PAPILLAS DE BEBÉ
El miembro más joven de la familia Hizuri, de catorce meses de edad, de nombre Kuon, como su papá, se negaba a comer la papilla que con tanto esmero le había cocinado su abuela. Nada del otro mundo, arroz, verduras varias, algo de pollo, y todo molido por el pasapuré. Pero el pequeño no abría la boca. Juliena hacía palanca con la cuchara en un intento inútil de forzar a que esa boquita se abriera lo justo para endosarle el potingue inmundo. La abuela no alcanzaba a explicarse la obstinación de su nieto. Llevaba más de una hora así. Ni con carantoñas, avioncitos de pasajeros, ni pajaritos ni abejitas volando. Ni siquiera con hadas de alas multicolores, como le había visto hacer a su madre decenas de veces… Recurrió a tratos, trueques, chantajes y amenazas… Pero nada… ¿Acaso no tenía hambre? Todos los bebés siempre tienen hambre. ¿Por qué él no?
Desde una prudencial distancia de seguridad, dos hombres hablan en susurros…
—A ti no ha salido… Tampoco te gustaban, pero te las comías…
—Solo porque me metía la cuchara hasta la garganta…
—Cierto, cierto… No recordaba ese 'detalle'…
—Ha salido a su madre… Testarudo a más no poder…
—¿Decías algo, Kuon? —preguntó una voz gélida a su espalda. La temperatura a su alrededor descendió de golpe. Sintieron frío. Temblaron. Y no solo a causa del frío…
Pero con la soltura que da la costumbre, Kuon se gira y le estampa a su mujer un señor beso de bienvenida de esos que te dejan temblando las piernas, y más pancho que ancho, sin darle tiempo a seguir protestando, le dice a su señora esposa, aún en estado de shock conyugal:
—Nada, cariño… Le decía a papá que a los dos hombres de tu vida solo nos gusta tu comida… —con la cabeza señala a la triste escena en la que una abuela es derrotada por su nieto—. ¿Podrías encargarte tú?
A Kyoko los ojos se le abren de pánico al ver a su bebé luchar por su vida. Corre a la cocina, le arrebata el cuenco a su suegra y le da un besito en el pelo a su bebé, que empieza a dar saltitos felices en su trona al verla.
Luego, ante la mirada estupefacta de Juliena, toma una cucharada del mejunje de su suegra, lo paladea con semblante estudioso, abre la nevera y le añade un poco de aquí, una pizca de allá, un poquito de más acá, y lo vuelve a moler todo.
Al pequeño Kuon no le duró tres minutos la papilla de su madre…
Ante la sonrisa casi sin dientes (solo para su mamá) de su bebé, satisfecho y bien comido, Kyoko ya ni se acuerda de que se supone que tenía que estar enojada con su marido.
—Sentido desarrollado de la supervivencia… Alta habilidad para provocar una respuesta condicionada… Manipulación, seamos claros… Y adoración infinita. En eso ha salido a ti.
Kuon no pudo más que darle la razón.
