CRÓNICAS DE UNA ANÓNIMA


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¿Qué hace sola una chica tan linda? — Sakura sintió como unos fuertes brazos se enredaron en torno a su cintura y la jalaron hacia atrás. Se volvió dispuesta a encarar al atrevido que había tenido el poco tacto de cogerla de esa forma, pero sus intenciones se vieron interrumpidas cuando se encontró con unos ojos oscuros capaces de hipnotizar a cualquiera.

Sonrió como una tonta, y el chico le devolvió la sonrisa, solo que esta fue sensual e insinuante. La jaló a la pista de baile y Sakura aprovechó para colgarse de su cuello y acariciar el siempre deseado cabello negro, tan suave como la seda. Le pareció que soñaba, pues sus pies casi flotaban en el aire mientras él la hacía moverse de un lado a otro sin apartarla de su imponente cuerpo.

Estaba complacida. De todas las chicas borrachas que se encontraban allí, él la había elegido a ella. No importaba mucho si él no era consciente de lo que hacía, no importaba tampoco si ella estaba completamente sobria y no sabía seguir muy bien el ritmo demandante que él dirigía. No importaba porque allí estaban ellos dos, creando un cuadro de lo más inverosímil.

En algún momento, justo cuando la mirada de él se volvía más oscura y gatuna, fue arrastrada lejos de la pista. En medio del silencio de una noche calurosa y pegajosa, el chico acunó el rostro de Sakura entre sus manos firmes y le plantó un beso lleno de una fogosidad que sabía a alcohol y a gloria, consiguiendo que ella sintiera las fibras musculares como de hule. Al poco rato el chico interrumpió el beso, la devolvió a la pista y se perdió entre la multitud enardecida por el ritmo sofocante del tecno.

Sakura no volvió a verlo en toda la noche. Pero, lo cierto era que no importó si no volvía a verlo nunca más, después de todo había conseguido lo que ni en sueños habría imaginado… Un glorioso y húmedo beso. Su primer beso.

...

Uchiha Sasuke me besó en la fiesta de año nuevo — soltó Sakura ya cansada de que la compararan con una célibe monja de claustro. Dejándose llevar por la morbosa sensación de suficiencia agregó casi con júbilo — Y durante las vacaciones, nos vimos un par de veces también.

— ¡¿Que tú y Sasuke que?!

¡No griten chicas! — masculló Sakura, logrando que sus tres amigas bajaran la voz, pues conversaban en un apartado rincón de la biblioteca de la escuela.

Las tres chicas miraron a Sakura mientras sus cabezas asimilaban lo que acababan de oír.

¿Sakura y Sasuke se habían besado?

Es decir, Sakura no era precisamente el tipo de chica que conseguiría un beso de un chico como Sasuke, menos si el chico en cuestión era el capitán del equipo de futbol y el portador del físico más asombroso conocido por la humanidad.

En realidad, las chicas como Sakura ni siquiera se admiraban del físico de un tipo como Sasuke porque pasaban más tiempo naufragando en un mar de letras, formulas numéricas y símbolos químicos; Francamente, las chicas como Sakura tenían como sitio preferido una biblioteca que ofrecía estanterías plagadas de ejemplares muy distintos a los ejemplares como Sasuke.

¿Y por qué ya no se hablan? — preguntó Hinata con timidez y suspicacia. Hacía tres meses que las clases habían comenzado, pero en todas aquellas veces en que Sakura se había topado con Sasuke, él casi no había reparado en ella. Como si no existiera…

Sakura no supo que responder. Por un momento se arrepintió de haber inventado toda esa mentira porque la suspicacia con la que la miraron sus amigas confirmó lo obvio: Una nerd no podía simplemente usar tacones y conquistar a un atleta formidable.

No es como si se viera muy bien que Sasuke me hablara, ¿verdad? — se defendió. La expresión triste de su rostro otorgó credibilidad a sus palabras. Nadie podría refutar lo evidente, ¿no?

Ella y Sasuke vivían en realidades diametralmente opuestas.

— Solo no se lo cuenten a nadie — agregó de modo casi suplicante — Si se los dije fue porque no quiero que piensen que únicamente me dedico a los libros.

Las chicas asintieron.

Sakura confió en que su secreto, permanecería oculto para siempre. Ella no conservaba la utópica esperanza de que Sasuke recordara aquella noche de borrachera. Muchos menos que se acordase de lo que había ocurrido poco antes de que las luces se encendieran y el dueño de casa comenzara a espantar a los invitados como si se tratasen de moscas.

Era un recuerdo que solo Sakura conservaría hasta que el tiempo le hiciera olvidarlo a ella también. O tal vez no. Tal vez lo recordaría para siempre.

La vida de Sakura era normal. La rutina la tranquilizaba, un buen libro al hacia visitar los albores de la vida sin moverse de la tranquilidad de su casa. ¿Por qué querría cambiar eso?

Era una chica de 17 años, asistía a un instituto que era mixto solo durante los ratos libres y sus tres mejores amigas tenían las hormonas completamente alborotadas; Nada fuera de lo común. Una vida ordinaria y anónima que nunca le había significado desgastes innecesarios ni desilusiones de ningún tipo.

En esa vida tranquila, el evento de año nuevo en que un hombre espectacular la había besado encajaba mejor como un simple recuerdo que ella de vez en cuando traería a su mente y sonreiría como una tonta. Un simple recuerdo de un beso fogoso. Un recuerdo que no debía significar nada en su vida. Entonces, ¿por qué se le había ocurrido contárselo a sus amigas? No era que desconfiara de ellas, era solo que la idea de que Sasuke pudiese enterarse de que andaba inventándose historias románticas con él como protagonista le ponía los pelos de gallina.

¿Cuánto la humillaría si se enteraba?


EL FATÍDICO COMIENZO DE TODO.

(1)

— Siempre recuerdo a las chicas que beso, ¿sabes? — dijo una voz a su lado, y Sakura dio un respingo al comprobar que era ni más ni menos que Uchiha Sasuke quien le hablaba.

No se trataba de un actor famoso - aunque perfectamente podría serlo - ni de alguna estrella del deporte - cosa que también podría ser - sino que era a grandes rasgos el chico más bueno de Konoha High School. Su metro 80 y algo de humanidad era pura perfección, la más cruel de las perfecciones teniendo en cuenta que no dejaba a casi nadie acercarse a su exclusivo círculo.

Pero ahí estaba, parado junto a Sakura, una chica normal que rayaba en lo sumamente común, mientras llenaba de ketchup un suculento hotdog y le dirigía a ella una de sus mortales miradas.

Sakura tembló de pies a cabeza.

- Disculpa, ¿me hablas a mí? - preguntó evitando mirar en dirección a esos profundos pozos negros. Podía ser idea suya, pero estaba casi segura de que el casino completo se había quedado en un silencio sepulcral.

- Sí, a menos que creas que le hablo al hotdog – bromeó él.

Sakura evitó mirarlo, pero de haberlo hecho se habría topado con una de esas muecas autosuficientes que él solía mostrar a los demás.

También desechó la opción de huir, aunque la idea la tentó una fracción de segundo.

— Oye — la llamó Sasuke de nuevo.

Sakura carraspeó para aclarar su garganta.

— No te conozco — dijo y enseguida su voz se apagó.

— ¿No? Pero si tú misma dijiste que nos besamos — repuso él, medio divertido.

Sakura dejó escapar un gemido.

La cosa se estaba poniendo color de hormiga. Y no porque él estuviera allí enfrentándola, sino porque él estaba allí enfrentándola precisamente porque una de sus mejores amigas le había ido con el chisme del beso de año nuevo.

— Lo malo es que yo no lo recuerdo — agregó él.

Sakura emitió otro gemido, esta vez mucho más lastimero. Al echar un fugaz vistazo al reloj adosado a la pared, advirtió que el tiempo era como una densa capa suspendida en el aire. Habían pasado cinco minutos, pero a ella esos minutos le significaron horas. Por favor, que alguien la liberara de ese tormento.

Sasuke atrajo su atención con un exagerado carraspeo. Finalmente, Sakura resolvió levantar la vista de la fría y húmeda lasaña que yacía compacta dentro de la cajita de plástico.

La aguardaban unos impacientes ojos negros.

— Es un mal entendido — dijo, o suplico. A esas alturas la diferencia era ínfima — Te lo explicaré todo luego. Ahora por favor deja que me vaya.

Sasuke pareció pensárselo un momento. Adoptó una pose reflexiva, pero probablemente fue solo para inquietarla más, porque no tardó ni medio segundo en decidir que la dejaría libre. Entonces ella salió disparada de lejos de allí.

Antes de abandonar el casino por la enorme puerta de vidrio, oyó la voz de Sasuke, amplificada por el silencio conferido por el público.

— Al menos beso bien, ¿no?

El fatídico encuentro, acompañado de aquella igualmente fatídica frase final, le arrebató el poco apetito que tenía.

Arrojó al tacho de basura la lasaña y ni se lamentó de la densa capa de queso que quedó en la cajita de plástico. En otro momento, aquella cantidad de queso le habría hecho inmensamente feliz y ni por asomo se le habría ocurrido desperdiciarla.

Ninguna de sus amigas reconoció su responsabilidad. Hinata bajó la vista avergonzada, Ino se giró hacia otro lado de forma indiferente como dando a entender que ella no tenía idea de nada, y Temari fingió molestia contra la persona que había osado contar su secreto.

Dado el panorama tan poco alentador, Sakura no insistió y se dirigió a los casilleros para recoger sus cosas y marcharse a casa antes de que finalizaran las clases.

En los pasillos percibió las miradas y los cuchicheos. A pesar de que no podía oír lo que decían, Sakura se imaginó los más vergonzosos comentarios hacia su persona. Estaba segura de que Sasuke no se había quedado callado y ahora mismo toda la escuela sabía de su aparente farsa y se estaba mofando de lo lindo.

Más rápido que nunca sacó todo lo necesario del casillero, lo echó desordenadamente dentro de la mochila y cerró la puerta metálica como si con eso también pudiera acallar los cuchicheos.

Había una bola caliente en su garganta cuando llegó a casa. Una bola que concentraba la humillación y el dolor que sentía, pero que no liberó hasta que estuvo en la protección de las cuatro paredes de su habitación.

Finalmente, el llanto consiguió diluir el menjunje caliente y ardiente que llevaba atorado.

¿Por qué había contado su más confidencial secreto? Vale, tal vez sí le jodía un montón que su estatus de ratón de biblioteca la introdujera también en el sector de las jamás besadas, pero eso no tenía por qué haberla llevado a contar algo tan inverosímil como que Sasuke la había besado. Y daba lo mismo que en realidad lo hubiese hecho, la cuestión era que nadie le creería. Ni siquiera el autor de aquel beso recordaba lo que había ocurrido hace más de tres meses.

Gracias a aquel estúpido desliz lingüístico ahora debía enfrentar a un alumnado ávido por desenmascarar a la muchacha ordinaria que de un día para otro resultaba ser la enamorada secreta del chico más codiciado de la escuela.

¿Es que podía ser peor?

...


¡Continuará!

Agradezco el apoyo incondicional de todos aquellos que leen mis historias. Sigo siendo la misma, que no las engañen. La misma coqueta y sensual Donna.