Autor: Runa D., la única e irremplazable.

Género: Intento de humor.

Aclaraciones y advertencias: Sí, soy rubia. Sí, soy de ascendencia europea. Pero no, no soy J.K. Rowling y sus personajes son suyos de sí y de nadie más. Yo sólo los tomé prestados. Este fic puede contener OoC, incoherencias monumentales y tetas falsas. Si les molesta, mariposa mariposa a leer otra cosa.

Notas varias de la autora: ¡Feliz 2011! Espero que este año les vaya genial. En fin, gente, esta es una idea ridícula que originalmente escribí para otro fandom. Luego reaccioné y me di cuenta de que en HP la podría hacer más creíble. Mucho más creíble. Y aún así esto de creíble no tiene nada, así que simplemente disfruténlo.


I


A veces los adolescentes podían ser tan estúpidos, se dijo a sí mismo Draco Malfoy. Era domingo a las tres de la tarde y él recién abría los ojos. Tenía una cruda de camionero que ni te cuento y la cabeza parecía estar a punto de estallarle. Maldijo en voz muy baja al estúpido whisky de fuego y a sus estúpidos encantos etílicos.

A su lado Blaise Zabini lo miraba con cierta (ojo, sólo cierta) preocupación. La tarde anterior, en el paseo a Hogsmade, se habían metido en el Cabeza de Cerdo con unas identificaciones falsas, tres bolsas repletas de galeones —cortesía de Malfoy, por si lo dudaban— (y escondiendo cualquier indicio de que eran estudiantes en la mesa del fondo de la taberna) y se habían dedicado a beber cual peces en el río. Eran cuatro (Crabe, Goyle y ellos dos) y la verdad es que el único que se acordaba gran cosa era él.

Sobre todo recordaba un pasaje de la parte anterior. Uno que podría meter al heredero de los Malfoy en un buen embrollo.

—Oye, Malfoy, se supone que mañana tienes que hacer algo muy importante —dijo Zabini a su resacoso compañero.

—¿En serio, Zabini? —preguntó él mientras se masajeaba las sienes, las cuales parecían latirle de la manera más dolorosa posible—. ¿Qué, exactamente?

Blaise suspiró.

—Verás, no sé si recuerdes, pero ayer... —Y comenzó a relatarle lo ocurrido.


II


Fred y George Weasley se habían metido al Cabeza de Cerdo. Vamos, era su último año en Hogwarts y querían disfrutarlo como es debido. Tanto ellos como su inseparable amigo, Lee Jordan, estaban dispuestos a acabar con cualquier bebida alcohólica que se les pusiera en frente.

Y rato después, mucho rato después, ya estaba más que picados. Lee veía a los cuatrillizos Weasley ir de un lado al otro con una sonrisa bobalicona en la cara. Y entonces fue que éstos se fijaron en el grupito de Slytherin que veía muy feliz. Los gemelos se acercaron, dispuestos a joderlos un rato o gastarles alguna broma.

—¡Eh, hurón! —llamó Fred a Malfoy, que parecía ser el que estaba más ebrio.

El aludido se giró hacia ellos, enfocando sus rostros con incierta precisión.

—¿Qué quieres Wes... Wis... comadreja cabeza de... de zanahoria? —preguntó Draco con dejo hostil. Dejo que se veía mitigado, y mucho, a causa de la lentitud con la que conseguía vocalizar bien.

El gemelo mayor se detuvo a pensar cuidadosamente. Lee Jordan y George lo observaban en ceremonioso silencio. Los Slytherin lo observaban también en un silencio lleno de respeto. Todo el bar lo observaba... Ah, no, el resto de magos en el bar estaban borrachos como una cuba y ruidosos como una banda de Heavy Metal.

Se oyó desde el otro lado del local un grito de guerra y un ebrio lanzando su botella de whisky de fuego hacia el cantinero.

—Te queremos hacer una proposición —explicó el Weasley mayor.

Las serpientes los miraron durante largos minutos.

El cantinero contraatacó al borracho tirándole su escoba cual jabalina.

—¿Qué poprochisión? —trató de preguntar el rubio—. Digo, profoshición... No, no, protosishión... —Imposible. Rayos, su lengua se había desconectado del todo de su cerebro.

El trío de Gryffindor se observaron unos a otros, como pensando en una buena respuesta. Lee dirigió sus ojos hacia Fred, quien a su vez desvió la mirada hacia George, quien al mismo instante se fijó en Lee.

—¡Toma eso, so hijoputa! —se oyó chillar al borracho cuando comenzó a lanzar botellas de ron de grosella a mansalva.

... Nada. No había ideas.

—¿Qué prosopoción? —preguntó Zabini metiendo baza en la conversación. Acto seguido, se bebió el contenido de su vaso de whisky de un trago. Draco hizo exactamente lo mismo. Y Crabbe y Goyle los imitaron.

—Estamos esssshperando —presionó Malfoy, arrastrando más de lo debido la segunda palabra. Su voz sonó al siseo de una serpiente. De una serpiente ebria.

Más silencio por parte del gemelo mayor.

—Nosotros queremos... —comenzó a decir George. Se quedó mudo unos segundos, tuvo un chispazo de genialidad y continuó hablando, con una sonrisa algo alcoholizada bailándole en los labios—. Nosotros queremos proponerte algo muy sencillo: Te retamos a que no eres capaz de disfrazarte de sirena y pasear así por todo el castillo.

Draco enarcó, como pudo, una rubísima ceja.

—¿Quieren que me disssshfrace como un selkie o un merrow? —inquirió un estupefacto Malfoy.

—No —respondió el menor de los gemelos—. Queremos que te disfraces como una sirena de las colonias de... de... Roma.

—Grecia —lo corrigió de modo automático su hermano mayor.

El "príncipe de Slytherin" (así denominado por Pansy y algunas otras chicas de su casa) se quedó pensándolo. Por un lado, era total y absolutamente ridículo; él era un Malfoy y no debería rebajarse a andar por ahí vestido como un ser inferior. Por otra parte, esos Gryffindor lo estaban retando y, vamos, un reto en un bar es cosa seria, era su deber de adolescente ebrio cumplir con lo propuesto.

—¿Y qué gano yo?

Los tres lo pensaron con detenimiento. Fred le echó un repaso a las facciones afiladas, casi finas de Draco. Tenía un rostro que se asemejaba mucho al de una chica. Además era de contextura bastante delgada, como algunas de las chicas aristocráticas que habían venido de Beauxbatons el año anterior para el Torneo de los Tres Magos. Mmm... algo bueno podría hacer con eso.

—Probarías tu masculinidad —contestó el pelirrojo mayor, teniendo serios problemas para pronunciar bien la última palabra. El Slytherin enarcó la otra ceja. Estaba funcionando, por lo que decidió continuar—, la cual, por cierto, está en entredicho a causa de tu pinta de niña.

El joven aristocrático se paralizó. Crabbe y Goyle ladearon sus cabezas sin saber si debían golpear al pelirrojo o tener iniciativa propia y reírse. Blaise aguantó estoicamente las ganas de lanzar la alcoholizada carcajada.

¿Pinta de niña? ¿Él?, pensó el rubio picado en su etílico orgullo de gallito de corral, ¡jamás!

Essshtá bien... —dijo.

—¿Estás seguro? —Zabini lo miraba tan fijo como podía en aquel estado—. ¿Te arriesgarás a la vergüenza pública porque sí?

Malfoy pareció reaccionar un poco.

—Él tiene razón... comadrejas.

Los gemelos y Lee, algo sorprendidos de que Zabini tuviera un cerebro debajo de aquel cabello negro, se encogieron de hombros en un rápido cambio de táctica.

—Oh, bueno —comenzó a decir Lee.

—Si no eres lo bastante seguro de tu mas-cu-li-ni-dad como para cumplir el reto... —continuó diciendo Fred.

—Mejor ni siquiera lo intentes, pequeño huroncito —completó George con una sonrisa idéntica a la de su gemelo antes de agregar—: ¿O debería decirte huroncita?

Ah, no, eso sí que no, se dijo a sí mismo Malfoy. Esas comadrejas de pacotilla iban a saber quién era Draco Malfoy.

—Acepto —replicó, apretando sus puños.

Malditos cuatrillizos Weasley y su amigo... no, sus amigos los gemelos Jordan.

—¡Perfecto! —exclamó Fred—. Ahora vamos, tenemos que hacer el Juramento Inquebrantable.

El joven heredero ni reaccionó, pero Zabini paró la antena. ¿Eso no era...? Ay, diablos, ojalá Draco fuera lo bastante astuto como para no picar con eso.

—Creo que es lo mejor.

Pero al parecer no lo era.

George hacía de testigo. Comenzaron a hacer toda la ceremonia de rigor, utilizando los vasos de whisky de fuego a modo de copas de celebración. Fred y Malfoy entrelazaron sus manos derechas, mientras Lee servía y servía whisky en el vaso de Blaise, a ver si con eso se mantenía tranquilo.

—¿Juras que cumplirás el reto impuesto sin rechistar el día lunes después de las clases, Malfoy? —inquirió Fred en tono solemne.

—Sí, juro.

Una primera lengua de fuego salió de la varita de George y entrelazó sus manos.

—¿Juras que te disfrazarás de sirena, con todos los accesorios, el maquillaje y partes femeninas artificiales que ello implica?

—Sí, juro.

Una segunda lengua de fuego salió, cual serpiente, y se unió a la primera.

Al parecer, nadie en el bar se había dado cuenta de lo que estaban haciendo, a pesar del resplandor rojizo y cálido que despedían los hilos de fuego.

—¿Y juras que te pasearás disfrazado por todo el castillo de Hogwarts y, si no te atrapan, también por los terrenos del mismo?

Blaise sentía que debía hacer algo para impedir esto. Algo en su interior le decía que Draco se estaba metiendo en el mayor problema de su vida y que podría llegar a costarle muy caro. Pero ahí estaba su whisky, tan fiel y tan delicioso, que lo trataba con una calidez que Malfoy jamás tenía con él.

—Whisky, te quiero —dijo Zabini en voz baja abrazando la botella.

—Sí, juro —dijo el otro Slytherin en el tono de voz más decidido que podía emplear borracho.

La tercera lengua se entrelazó con las anteriores, sellando así, el Juramento Inquebrantable entre el Slytherin y el Gryffindor.


Aclaraciones del capítulo:

Lo primero y más importante, los selkies (Gran Bretaña), las sirenas (Grecia) y los merrows (Irlanda) son Gente del Agua, como la que vive en el lago de Hogwarts. No me los inventé, salen en Animales Fantásticos y dónde encontrarlos.

Segundo, ya antes Fred y George han intentado hacer un Juramento Inquebrantable (con Ron, más específicamente), por lo que no sería raro que lo intentaran de nuevo.

Tercero, yo sé que quieren mandarme unos reviews muy bonitos, así que háganlo. Prometo actualizar rápido.

Gracias por haber leído. ;)