LAS MUJERES SE REBELAN
ADVERTENCIA: Esta historia está prohibida para seres sin imaginación, ya que posee alto contenido de locuras de la autora, sobre todo, distorciones graves en las parejas. Así que si te gusta lo tradicional, no la leas.
Disclaimer: los personajes son propiedad de Jotacá.
1. La Cocina
Una mujer rubia, muy hermosa, descansaba sobre el sofá más cómodo y lujoso de interminable estancia en donde vivía, que ahora poseía sólo para ella.
Sus ojos observaban atentamente el crepitar del fuego de la chimenea, dándole un toque de cansancio a sus facciones, que no eran precisamente jóvenes y alegres. El mirar gélido de sus ojos grises ya no estaba, sino que había sido reemplazado por una profunda tristeza de soledad.
Afuera llovía copiosamente, pero el grueso vidrio no dejaba que el golpear de las gotas resonara en el interior de la mansión Malfoy.
Narcissa carraspeó para intentar sacar el nudo de su garganta. Se sentía débil y desprotegida desde que Lucius, su marido, había ido a parar a la cárcel. Y más débil estaba producto de los dementores, aparte de los sueltos que deambulaban por las calles, de los pocos que quedaban custodiando Azkaban, cada vez que iba a visitarlo.
Sí, antes parecían la pareja perfecta, románticos, millonarios, buena estirpe, con un astuto hijo, pero nada de eso valía la pena.
No podía sentirse más sola. Y ahora Draco estaba en el colegio, seguramente disfrutando con la chica Parkinson, que no le gustaba para nada porque era más hueca que un coco… Ay, Draco.
Se movió inquieta y desvió la mirada de la chimenea ardiente. Miró las tapizadas paredes y nada. Ni una hormiga, ni siquiera un ladrón escondido. Ni aunque buscara en todos los resquicios de la casa, no encontraría a nadie. O un violador. ¿Un violador? ¿Qué demonios estaba pensando? Ya llegaba a delirar. O, por último, que estuviera Dobby, su ex elfo doméstico, que según Lucius, había sido liberado.
Liberado. Liberar. Libertad. ¡Si Lucius estuviera libre! Lo necesitaba tanto… Necesitaba mucho a una persona a su lado. Era extremadamente aburrido cocinar para ella sola (aparte de que le quedaban las comidas horriblemente malas), y lo peor, era que hace tiempo no recibía visitas de nadie por lo complicado que estaban las cosas en ese entonces. Hasta los de buenas familias temían. Ni siquiera había visto a Bellatrix. Pero Bellatrix era un caso aparte. Prefería no tenerla en casa. Muy hermana suya sería, pero no era partícipe de sus disparatados pensamientos de crueldad. No obstante, quizá ahora le permitiría una visita…
Se le enrojecieron los ojos, y estuvo a punto de soltar un sollozo, hasta que un ruido lejano le hizo regresar a la más dura realidad de que ni siquiera un espíritu podía oír sus pensamientos. Contuvo la respiración, y automáticamente el corazón se le aceleró. ¿Si era un ladrón? O, peor, ¿un verdadero violador? Ahora que lo pensaba mejor, la idea de tener a alguien así en su casa, era aterradora.
Volvió a sonar aquel ruido, y supo porqué se le había hecho tan extraño: era el sonido de los hierros contra la puerta cuando se golpeaba. ¡Alguien estaba llamando a la puerta! ¿Quién sería? No le había llegado ninguna lechuza durante el día… ni siquiera durante la semana. Pero sería mejor ir a ver.
Se reincorporó, caminó con su andar majestuoso, pero totalmente miedosa, temblando de pies a cabeza. Cruzó la puerta hacia la habitación contigua, que era la sala de recepción. Había una solitaria vela iluminando muy poco, pero de todas formas la apagó con los dedos, para poder mirar furtivamente por la ventana. El vidrio estaba empañado.
"Me van a matar… me van a matar", pensó con la barbilla tiritando. Podía distinguir una deforme silueta oscura. Seguro que llevaba capucha. ¿Quién podría ser? Tendría que envalentonarse. ¡Para algo era una bruja! Y para algo era la esposa de uno de los Mortífagos más cotizados. Aunque, en este último tiempo, no estaba siendo muy querido por Voldemort, desde lo que había ocurrido en el Departamento de Misterios. Bueno, ¿qué tanto? Si era alguien que estuviera en contra de ella, iba a luchar, no le importaba que Lucius no estuviera para defenderla. ¿Quién lo necesitaba? Si tanto la quería habría buscado todos los medios para poder escaparse de allí.
TOC-TOC-TOC
Resonó por tercera vez, y ésta vez casi se le sale el corazón por la boca. Había producido eco en la sala, de lo tan vacía que estaba.
Dio un paso hacia la enorme puerta doble, empuñó su varita del bolsillo de su abrigo, giró el pomo de la puerta, abrió, y apuntó al desconocido con la varita (al parecer, por su contextura, era un hombre). El viento le azotó en la cara, despeinándola, y a la vez mojándola, ya que arrastraba lluvia.
― ¡Demuéstrese! ― susurró con voz altanera, aún con el mentón tiritando.
El individuo se sacó la capucha de la cabeza, mientras con voz varonil susurraba "Lumos". Levantó el brazo, y se iluminó a sí mismo.
― Soy yo, Narcissa, tranquila ― dijo con voz apaciguadora, y torció la boca en una mueca mitad sonrisa, mitad exasperación.
― ¡Casi me matas del susto! ―reconoció, observando a los lúgubres ojos del hombre, de piel cetrina como la cera. Era Severus Snape.
Qué alivio era saber que era alguien conocido, un amigo de su esposo. Respiró tranquila, pero su corazón seguía acelerado. No sabía si era porque tenía a una persona de carne y hueso en frente de ella, o porque era Severus.
― Pasa, pasa ―invitó la mujer, haciéndose a un lado para dejar pasar a Severus. Narcissa chispeó los dedos, y la araña del techo encendió todas sus velas. El lugar quedó completamente iluminado. Severus se desprendió de la capa de viaje empapada, y la colgó en un gancho de la pared.
― Estás sola ―dijo Severus, volviéndose hacia ella. No era una pregunta, y más que una afirmación, era una burla.
Narcisa alzó las cejas.
― Creo recordar que Draco está en Hogwarts ―sentenció con pesadumbre. Severus, de vez en cuando lanzaba sus típicas ironías.
― Y Lucius en Azkaban ―corroboró él, y ella se limitó a asentir con su fina cara.
― ¿Cuál es la novedad? ―preguntó Narcissa, desviando el tema.
―Ninguna. Simplemente estuve haciendo algunos trabajos para el Señor de las Tinieblas ―declaró con simplicidad, y luego agregó ―, cosas que tú no podrías saber ya que no eres Mortífaga.
― No pretendo saberlo. Pero lo que me gustaría saber es, porqué estás aquí.
―Lucius me dijo que viniera para acá cuando fuera necesario, y aunque eso fue hace años, supongo que sigue en pie. No podía regresar a Hogwarts a esta hora, y estaba cerca de aquí como para ir a mi casa.
Narcissa bufó. Si podía, por fin, tener compañía en su casa, no iba a echarla.
― ¿Has comido? Para preparar algo por si no lo has hecho.
Severus asintió.
―Por lo visto estás ansiosa por preparar algo más que para dos.
"No le hagas caso", pensó Narcissa.
―Bien, yo te ayudo ―dijo Severus.
Narcissa caminó hasta la lejana cocina, seguida por Severus.
No podía ponerse a saltar en ese instante, pero se sentía profundamente emocionada. ¡Ya no estaba sola! Y cocinaría… aunque no supiera hacerlo bien, pero lo haría. Y Severus…, a pesar de todo su sarcasmo podría resultar buena compañía… o quizá, demasiado buena.
― ¿Qué hago? ―indagó Severus, mirando a su alrededor.
― Bien… quizá… ¡Accio patatas!, pelar esto… ―le entregó cuatro de esas a Severus ―Yo haré el pavo.
Sacó el pavo del congelador mágico, sin darse cuenta de la mirada de impresión de Snape.
―Somos dos ―terminó diciendo ― ¿Para qué un pavo?
Narcissa se ruborizó. En realidad no sabía cocinar otra cosa que pavo, era lo que menos mal le quedaba.
―Si quieres comer rico, entonces tendrá que ser pavo ―se limitó a contestar con frialdad.
Severus no dijo nada, y ella se dedicó a intentar descuartizar el pavo con la varita. Pero no le resultó, no tenía mucha habilidad con el hechizo cortante, así que no le quedó otra posibilidad que cortarlo con cuchillo, tal como lo hacía Snape.
"Todo por complacerlo. Para que podamos comer algo decente. ¿Quién me manda a no saber cocinar? Quizá por eso Lucius no quiere volver. Porque no he aprendido a cocinar. ¡Maldito…!"
―¡AUCH!
― ¡¿Qué pasó?!
Narcissa se había emocionado tanto cortando el pavo, pensando en su esposo y enfureciéndose, que aplicó muy bruscamente el manejo del cuchillo, y en vez de darle al hueso, le dio a su propio dedo, quitando a tiempo el filo antes de cortarse más profundamente. En realidad, no era nada, pero sí que dolía.
― ¡Me corté! ―chilló, y se chupó el dedo.
― ¡No hagas eso! ―Severus dejó las papas a un lado, le sacó la mano de la boca a la mujer, y lo inspeccionó.
En el momento que Severus tocó la mano de Narcissa, ésta sintió sus hormonas a cien por hora. Hace mucho tiempo que alguien no le tomaba la mano, incluyendo a Lucius (los espacios entre las barreras tenían algo mágico, que impedían poder tocar a la persona que estaba encerrada). ¡Qué sensación más rara…!
Severus levantó la vista y la miró a los ojos.
―Creo que deberías colocarte… ― y se interrumpió. Las facciones del hombre se aflojaron, como si supiera lo que ella estaba pensando.
Narcissa se derritió ante esa mirada cargada de legeremancia. Y no pudo controlarse.
― ¡Oh, déjalo así! ― terminó diciendo. Se colgó de su cuello y lo besó.
Severus, al parecer, se esperaba eso, porque no dudó en apretujarla contra él y responderle apasionadamente el beso.
Ambos fueron haciendo que todas las cosas que estaban en el mesón fueran cayendo al suelo, por la brusquedad con la que se estaban tratando, o más bien, la desesperación. El pavo, las patatas, y una pila de condimentos fueron quedando en el piso de cerámica.
Narcissa, sin querer manchó la ropa de Severus con sangre, pero ahora no era el tiempo para hacer limpieza.
Dificultosamente salieron de la cocina y fueron besándose hasta su alcoba, que ahora la compartía con ella misma.
"Al diablo con Lucius, esto es inevitable" pensaron las dos cabezas a la vez, mientras entraban a la oscura habitación. Y no se molestaron en prender las luces.
Por primera vez, hace muchos meses, Narcissa despertó con alguien al lado; y qué importaba si era no era su marido, y que fuera cinco años menor que ella. Su esposo no se enteraría, y ni siquiera Severus pretendía hacérselo saber. Narcissa Black estaba feliz. Adiós apellido.
Ojalá dejen sus comentarios =).
