Caminos Encontrados
1. Un Comienzo Incierto
El sol brillaba con intensidad sobre la Aldea Escondida entre las Hojas. Era un día de verano, y una multitud de habitantes de Konoha poblaba las calles, dándole un ambiente ocupado y próspero. La figura de una joven resaltaba entre la frenética muchedumbre. Era una joven no más de 20 años, de cabellos sueltos negros largos, hasta las caderas, con ojos negros como la noche, piel bronceada ligeramente besada por el sol. Caminaba con una pos bien relajada, sin embargo con cautela y ligero apuro, pues deseaba que pasar por esta aldea lo más pronto posible. La chica sin duda era misteriosa. Cubría su cara con un sombrero de paja, que la protegía del sol, mientras caminaba sin ver a nadie más, pues solo le interesaba continuar su camino, solitario y sin duda peligroso. Mientras avanzaba por las estrechas calles, no pudo evitar cruzarse con varias miradas curiosas que la observaban sin disimular. Extrañada, bajaba la mirada, pues le incomodaba la atención, ya que, a pesar de su belleza, ella era tímida y desconfiada, mas que nunca se hubiera imaginado que atraería tanto la atención. "¿Me veré demasiado extranjera?" se preguntó con ligera inseguridad.
Caminaba tratando de ignorar a los demás aldeanos, sin ver atrás, sumergiéndose una vez más en sus pensamientos, desconectandose de la realidad, cuando un malestar le saco de sus cavilaciones. "Que hambre tengo... ¿Cuándo fue la última vez que tomé un descanso para comer?… No importa, seguiré mi paso. Comeré en la siguiente aldea", meditó cuando el intenso gruñir de su estómago no la dejo seguir: "Diablos, buscaré un lugar en dónde comer rápido. Ni modo." decidió derrotada ante las exigencias de su propio cuerpo.
Con suerte, la joven se topó con un local de Ramen, donde no estaba ni tan lleno ni tan vacío, perfecto para ella. El chef tenía una cara amigable, y la chica que le ayudaba parecía decente. "Aquí comeré, no parecen tan malos aquí" decidió, mientras se sentaba en una alta banca en el bar del local.
— ¿Cuál seria la orden de la joven?— le preguntó el cocinero con voz sincera.
—Deme una taza de sopa con fideos, con cerdo y espinacas. Por favor,— le contestó la joven sin rodeos, dandole una fugaz sonrisa al amable cocinero, mientras se retiraba el sombrero, poniendolo en el asiento de al lado, asegurandose que nadie se sentara a su par.
—De inmediato, — le contestó.
Despues de unos minutos, la joven sentía una leve sensación de cómodidad en ese lugar. Mientras esperaba por su pedido, miraba alrededor y observaba parejas, grupos de amigos, y unos ancianos, que charlaban amenamente, mientras consumían su sopa. Eso definitivamente no era común. Ella había viajado a través de varias aldeas, y nunca se había sentido tan repentinamente cómoda como lo hacía en ese momento, a pesar de ser vista ocasionalmente con curiosidad. Por primera vez, había encontrado un lugar, que le recordaba a su hogar. "Tan lejos ahora..." No pudo evitar recordar, sintiendo como la nostalgía invadía su inseguro corazón.
Sutilmente sacudió la cabeza, despejandose de las sensación melancólica que había aparecido, y aprovechó el descanso para pensar que debería de hacer a continuación."Talvez no estaría mal descansar un poco. Después de todo, no me he detenido para reposar en un buen rato...Podría buscar un lugar para dormir" pensaba con incertidumbre puesto que era un cambio inesperado en sus planes.
La verdad, a la joven pelinegra nunca le había llamado la atención la Aldea Escondida entre las Hojas, previamente, pues había escuchado como la inseguridad había crecido últimamente. La aldea corría peligro de sufrir invasión extranjera, y el crimen dentro de ella aumentaba alarmantemente, y ese tipo de noticias corría rápido a través de las tierras. Sin embargo, el lugar no emanaba peligro e inseguridad, sino todo lo contrario, o por lo menos ese era su primera impresión. Además, se había logrado sentir bien después de tanto tiempo, no muy fácil para ella.
—Aquí está el pedido de la joven, — dijo el cocinero, sacándola de sus cavilaciones y sus planes. Sin embargo ella no se pudo molestar por eso, él se miraba tan amable. Solo supo sonreír y dar un débil —Gracias.
Comía lentamente, enfocándose pesadamente en su ramen, mirada perdida, mente volando entre mil pensamientos. De repente, sintió que la observaban, levantó la mirada y vio al amable cocinero claramente luchando contra su propio deseo de iniciar una conversación. Ella sostuvo la mirada y le sonrió, no veía problema en llevar una conversación placentera, no después de tanto rato de soledad.
— ¿Me preguntaba que le traía a esta aldea? No la he visto por aquí, asumo que no es de por aquí— se atrevió a preguntar.
—Nada en especial, solo pasaba por aquí, — respondió en tono inevitablemente cortante. Se arrepintintió de inmediato por su falta de cortesía, pero no podía evitarlo, había perdido el tacto. Bajó la mirada.
Al chef le pareció afectar su falta de amabilidad —Espero se quede por un tiempo— le dijo a punto de darse la vuelta, derrotado.
—Tal vez si me quede un tiempo...Me parece... muy linda esta aldea, — se dignó a contestar la joven de golpe, justo antes que él se volteara. "¡¿Muy Linda?!, se repitió avergonzada en su mente. Para su defensa, eso es lo mejor que se le pudo ocurrir en el momento. No era su intención ser descortés con la primera cara amable después de demasiado tiempo, pero tampoco quiso sonar tonta. Ligeramente se sonrojó, bajando la mirada una vez más. Sin embargo, al cocinero no le parecieron importar sus palabras improvisadas.
— ¡Ah muy bien!— le contestó muy afanado, completamente ignorando lo previamente sucedido —Si te quieres quedar, hay un casa de posada a las dos calles a mano derecha. Pregunta por la señora Hotaru, ella es la dueña del lugar, sabrá ayudarte.
—Muchas gracias por la información. Pero antes, me gustaría dar una vuelta por aquí, ya que me quedo, no estaría tan mal conocer el lugar antes de quedarme" le dijo, con mas naturalidad. Por un breve instante, un destello de vivacidad apareció en la mirada de la joven, por un momento volvía a ser la joven que une vez fue, aunque fue fugaz. —"Bueno, me retiro. Muchas gracias. ¿Cuanto Sería?"- le preguntó, cortando la conversación, pues no estaba segura si debería de sentirse tan cómoda aún.
—Cortesía de la casa, — le dijo poniendo una mano en negación del dinero que le ofrecía la chica.
—Papá, si regalas comida así, iremos directamente a la quiebra— le dijo su ayudante, con tono divertido y juguetón.
—No pude evitarlo, es una pequeña bienvenida a Konoha. Además una vez hace daño. Hoy estoy de buen humor. — Le contestó a su hija riéndose, se acercó a la joven visitante, y susurró escondiendo su boca con su mano —No le hagas caso, no sabe lo que dice. — con el mismo tono juguetón que su hija, guiñándole un ojo.
—Gracias de nuevo— dijo bajándose de su banca, tomando sus pertenencias, y siguiendo su camino, planeando su día de antemano. "Me pareció haber visto un bosque justo antes de las afueras de la aldea. Antes de pasar por la casa de Huéspedes, iré a dar un paseo."- se dijo a sus adentros la joven, puesto que necesitaba ordenar sus pensamientos, además que quería saciar su necesidad de reposar entre la naturaleza, cosa que tuvo ignorar.
El sol se escondía rápidamente, el cielo se tornaba carmesí, las nubes doradas y purpureas. La joven se encontraba perdida tratando de buscar, sin éxito, el bosque tan verde y eterno que le pareció ver cuando entraba a la aldea. Lo peor, se había alejado de la aldea, no sabía dónde estaba, no había indicios de ningún bosque, y menos de ningún hospedaje. Las calles se volvieron poco iluminadas, llenas de sombras y penumbra, sin una sola alma en vista. "Maldición, que tonta soy, me pierdo, y sin nadie a quien preguntarle," se auto-recriminó.
De repente, unas risas sínicas se escuchaban salir de una taberna de mala muerte que se encontraba al fondo de un callejón a su derecha. Las risas provenían de unos hombres, altos, fornidos, de barba descuidada, y cabellos grasosos, de apariencia sucia y lamentable, que parecían haber pasado todo el día bebiendo.
Desafortunadamente para ella, ellos la divisaron. Instintivamente se volteó y siguió caminando disimuladamente, con pasos apresurados pero contenidos. No quería aparentar estar asustada, pero definitivamente estaba nerviosa. Ella no quería ningún problema, y menos con gente así. Caminó y caminó, dio vueltas a la izquierda, dio vueltas a la derecha, y sin darse cuenta estaba enfrentando lo que era el muro de un callejón sin salida. Las risas se intensificaron. Estaban justo detrás de ella.
—Una chica como tú no debería de andar sola por estas calles. Acaso no sabes que es peligroso, — le gritó uno de los desconocidos en burla, creando escalofríos en la joven. Al escuchar la voz ronca, se dio vuelta de un golpe. —Te tendremos que dar una buena lección— amenazó.
Al darse vuelta, no encontró más que miradas obscenas y lascivas. Eran tres tipos, estaba acorralada. La joven guardaba su postura fría, mientras los tres tipos se acercaban más y más lentamente, como leones a su presa, la joven puso una pose de defensa. El hombre del medio se acercaba más con la mano extendida, no le dio espacio para reaccionar cuando escucho una voz sedosa y varonil.
—Esa no es manera de tratar a una dama, acaso sus madres no le han enseñado como tratar a una, — dijo el dueño de la voz, fuerte pero un tanto indiferente, apareció justo enfrente de ella, escudándola de los borrachos, mientras bofeteaba la mano sucia del pervertido del medio. La joven solo observaba la escena sin saber cómo reaccionar.
PS:
[Capi 1 Editado] Muchisimas gracias x leer mi primer capítulo de mi primer fic =3 Me disculpo de antemano si les pareció un tanto cliché, pero igual, lean los demás capis que prometo mejoran =P...Dejen su comentario y no sean tan duras, hehe =) Si dejan comentarios y si les gustó la idea publicaré el segundo capítulo lo más pronto posible =D!
XOXO
Venice
