- Por favor no—Estas fueron las últimas palabras que pronunció antes de desmayarse en el suelo. Alice McAllistair, hija del Miembro del Parlamento y Ministro de economía acababa de desplomarse después de haber sido torturada hasta límites que nunca se habían alcanzado. Ni siquiera gritó cuando su secuestrador le arranco una uña. Era tal su dolor que no tuvo ni fuerzas para ello…
Habían pasado 24 horas desde la última vez que Malcolm McAllistair había visto a su hija cuando está se iba para el instituto. Al principio había pensado, ya que estaba en la época de exámenes, que se había quedado a dormir casa de una amiga. Después de preguntar a cada una de ella que le dijo que no el diputado empezó a temerse lo peor. O Alice se había fugado de casa o alguien la había secuestrado. Había llamado a Scotland Yard cuando no había vuelto del colegio por la noche y la policía de Londres le había informado que hasta que no hubiese pasado un tiempo prudencial no podían hacer nada. No podía esperar más y decidió llamar a Mycroft para que este lo pusiera en contacto con su hermano el famoso detective Sherlock Holmes.
- Buenos días señor Holmes, me alegro que haya acudido. Supongo que su hermano le habrá puesto al corriente de todo.
- Si Ministro. De momento tenemos que esperar un poco, hay que ser prudentes, no sabemos si es una fuga o un secuestro por mucho que lleve 24 horas desaparecida. ¿Ha informado a la prensa?
- De momento, no, pero tarde o temprano tendré que hacerlo. Es muy difícil no saber nada después de tantas horas.
- Voy a necesitar que me informe de varias cosas referente a su hija. Su colegio, el horario de clase, que asignaturas tenía el día que desapareció, el nombre de sus profesores, actividad extra escolar, pasatiempos, gustos, quienes son sus mejores amigas, con quien se lleva peor…
Habían pasado ya 36 horas y faltaban aún 12 horas para que Scotland Yard empezara las primeras investigaciones. La policía británica seguía a rajatabla los recursos legales para empezar a trabajar. Malcolm McAllistair no podía esperar más tiempo por eso había hecho llamar al detective.
- Señor Holmes, ¿me va ayudar?
- Si. —Fue recopilando toda la información que el miembro del parlamento le iba proporcionando sobre su hija cuando llamaron a la puerta. Entregaron un sobre al mayordomo.- Por favor me permite. Podría prestarme un par de guantes y darme el sobre por favor. Gracias. —Una vez abierto, encontraron una nota con palabras recortadas en la cual se confirmaba lo peor. Alice había sido secuestrada. Iba acompañada de una uña ensangrentada. La noticia tardó muy poco en llegar a todas las redacciones y unos minutos más tardes la casa del ministro en el barrio de Mayfair tenía a toda la prensa londinense delante esperando cualquier información.
- ¿Tengo que salir?
- Si pero hable lo justo.
- No sé qué decir. No podría usted salir por mí.
- No soy muy de hablar con la prensa. Si le soy sincero no me gusta nada.
- Por favor, hablamos de mi hija.
- Bueno, haré un esfuerzo.
- Gracias. —Salieron a hablar con la prensa.
- Buenas tardes, noches. Soy el detective Sherlock Holmes y portavoz de la familia McAllistair en este asunto. Alice ha desaparecido.
- ¿Cuándo ha sido?
- Salió ayer por la mañana a las 8 de casa y desde entonces no ha vuelto. Lleva 36 horas desaparecida.
- Señor Holmes, por favor, ¿tiene alguna pista?
- No, no la tengo. Y eso me va a provocar más de un dolor de cabeza. Creo que voy a necesitar urgentemente que un Doctor me traiga alguna aspirina. —dijo el detective mirando a la cámara.- Buenas noches y gracias.
Mientras tanto en algún lugar de Chiswick.
- Doctor, ¿crees que te está mandando un mensaje?
- Ni idea, esperare unas horas a ver si vuelve a contactar conmigo.
En la mansión del ministro todo seguía igual. Sherlock iba y venía mirando por la ventana, algunos periodistas seguían ahí a la espera de alguna novedad. Como no recibía noticias del Doctor colgó en la cuenta twitter del ministro un mensaje que en algún momento llegaría hasta él.
El móvil de Donna parpadeo de nuevo.- Doctor, mira, creo que es para ti.
- Habrá que ir. —Unos minutos más tarde el señor del tiempo llamaba casa del ministro.
- Buenas noches, soy el Doctor, me ha llamado el señor Holmes.
- Doctor, me alegro que estés aquí. —dijo el detective.-Supongo que sabrás por qué te he llamado.
- Si claro, solo hablan de ello en la tele y la radio. Donna está enganchada a todo lo que dicen sobre el tema. ¿Qué vas a necesitar de mí?
- Tenemos que interrogar a unas cuantas personas. Creo recordar que estuviste investigando en un colegio hace unos años. Eso me contaste la primera vez que nos conocimos.
- Efectivamente fue hace unos años.
- Podrías encargarte de hablar con ellos a ver si sacas alguna información.
- Hablaría primero con la gente de casa, ¿no?
- Ya lo he hecho. La última persona que la vio fue el señor James el chófer que la dejo a la puerta del colegio.
- ¿Se sabe si llego a entrar?
- Si, al menos hasta después de comer sabemos que estuvo en el colegio. Luego ya no podemos decir nada. Es la única información que tenemos referente a su día en el instituto. No se sabe nada de lo que pasó a partir de las 4 de la tarde cuando se supone tenía clase de golf.
- ¿El golf lo practica en el colegio?
- Si, el colegio tiene campo.
- ¿Y hay algo que haga que no sea dentro del colegio?
- Tiene clase de repaso de matemáticas.
- Tenemos que averiguar si fue a su clase de golf y luego si fue a la clase de matemáticas. Y en función de eso ya iremos viendo como seguimos con la encuesta. —Llegó el mayordomo para anunciar que la cena estaba servida en el gran comedor. Apenas probó bocado el ministro, no podía. Saber su hija secuestrada le quitaban las ganas de comer. El Doctor y Sherlock sí que comieron. Mañana les esperaba un largo día. Cuando terminaron de cenar, se despidieron del ministro y agradecieron su invitación a dormir pero se fueron cada uno a su casa. Sherlock a Baker Street y el Doctor a casa de Donna. Mañana empezarían a investigar quién había secuestrado a Alice y por qué.
