Diclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Jin
"Un baño"
Ya eran un poco más adultos, ya tenían una vida formada, quizás por eso es que se permitían hacer este tipo de cosas, aunque en un principio eran extrañas, con el paso de los años no se hizo más que una costumbre. El meterse a la ducha, juntos y poder observarse todo el tiempo que quisieran, y poder decir y sentir que están vivos. Esta vez, no era ni un poco diferente.
Una vez que Mary decidió que debía bañarse, Seto la siguió atrás como por inercia, la ayudo a desvestirse y la sentó en la bañera, para luego el hacer lo mismo y sentarse de tal manera de que quedasen frente con frente, pudiendo observar todo lo que los rodaba. Eso incluía el cuerpo de esa otra persona a la cual querían tanto. Con sonrisas en sus rostros, en un principio se dedicaron a limpiarse el uno al otro, primero con la espuma del jabón con la cual entallaban su cuerpo y luego pasaron por el champú.
Primero fue ella, la que acariciaba con delicadeza el cuero cabelludo ajeno, hasta dejarlo libre. Él en un inicio se puso a hacer lo mismo, no obstante, al momento de enjuagar sus cabellos, comenzó a juguetear con un par de mechones, eso, hasta que pudo agarrar uno el cual lo trato como si fuese una fino pedazo de terciopelo, al cual antes de soltarlo al llegar a las puntas le soltó un beso. Seto siempre había sido bastante dulce en sus acciones, esto era solo una prueba más de ello. Aunque claro, no se detuvo allí. Sus caricias delicadas, fueron extendiéndose del cuello hasta llegar a las palmas de la mano. Mary jamás fue de las que se preguntase mucho el porqué de sus acciones, simplemente se dejaba llevar.
Quizás es por esa razón que poco a poco los besos, se tornaron en suaves caricias, que cada vez más aumentaban en pasión, y que iban turnándose entre varios lugares donde la sensibilidad es mayor; el cuello, cerca las clavículas un poco por encima de los pechos, los senos,en el abdomen e inclusive en las plantas de los pies, todas esas sensaciones acompañadas de la humedad del agua en la cual estaban situados y además de eso el aroma fresco de los artículos de higiene que normalmente se utilizan. Inundados por aquello y sus acciones, el tiempo para ellos ya no importaba, lo único que buscaban era la cercanía el uno del otro en todo el sentido de la palabra. Él siempre la miraba como si quisiera protegerla de todo mal, ella como si deseara que el tiempo se detuviese, porque apesta de todo, el amor de su vida seguía envejeciendo con cada segundo que pasaba. Pronto, esa cercanía que tanto buscaban se hizo más y más corta, hasta que a la final mientras ella reposaba su cabeza en uno de los lados de la bañera, el se situaba por encima suyo, eran obvias sus intenciones. —No dolerá, lo prometo. —Susurró a su oído a la chica de cabellos blancos. Ella asintió.
No era la primera vez que tenían relaciones, pero les gustaba pretender que así era.
