¿Y si me Conocieras?

Hola, de nuevo llega Gis027. Con una nueva historia deseando que les guste. Recién salida de mi cabeza y esperando que me recuerden. Las invito a leerla ^ - ^. Disfruten.


Capitulo 1

Un accidente

Era pasado de las seis de la tarde. El cielo comenzaba a oscurecer y el viento soplaba a cada minuto con más intensidad, provocando un frenético vaivén en las copas de los árboles. El río sonaba estruendosamente al chocar contra las rocas, mientras los animales corrían buscado su refugio para pasar la noche, parecía que estaban advirtiendo una tragedia. Como todas las tardes, estaba sobre el follaje seco de los árboles, con los brazos tras la nuca y observando el precioso cielo nocturno. Para mí, eso era lo mas precioso y perfecto en la Tierra. Me encantaba estar en el bosque por las noches, sobre todo durante la lluvia. Aunque ahora no llovía.

A la señori Keane no le causaba ninguna gracia que estuviese sola en el bosque, mucho menos durante la noche. "Una señorita como tú debe tener mucho más cuidado"

Me levanté del suelo en cuanto sentí como la tierra comenzó a vibrar, sacudiendo lo todo. A lo lejos se escuchó con violento choque. Algunas aves salieron volando, soltando un gruñido asustado, mientras un humo oscuro comenzó a mezclarse con el cielo. Escuché algunas ramas quebrarse y algo se arrastraba sobre las hojas. Creo que alguien estaba huyendo de algo o al menos eso parecía, y eso me ponía nerviosa.

Alerta y en silencio me escondí entre las ramas de un frondoso arce, esperando a que no sucediera algo más. Sin embargo, entre las profundidades del bosque salió una silueta. No pude distinguir mucho al sujeto, gracias a la oscuridad de la noche, pero concluí que se trataba de un chico. Era alto y de complexión atlética, aunque se encontraba agachado sosteniendo un trozo de metal. Arrastraba una pierna. El chico soltaba quejidos de dolor, apenas podía caminar y se escuchaba su respiración agitada, al parecer estaba huyendo del choque.

Pasaron unos minutos en los que no supe que ocurrió realmente. Estaba en shock, anonadada. No podía creer lo que había visto. El chico que había llegado hasta donde me encontraba minutos antes, se había quitado directamente del muslo un pedazo de metal enorme y había soltado un grito desgarrador que hizo que se me helara la sangre. No lo pensé dos veces cuando de un salto bajé del árbol, tomé mis pertenencias y corrí hacia donde estaba.

-¡No te muevas!-le grité preocupada. Aunque era algo estúpido gritarle eso, digo él apenas y se podía mover.

Se volvió hacia mí, con un gemido de dolor. Me apresuré a llegar mientras buscaba entre mi mochila un botiquín de primeros auxilios. Gracias a Dios la señorita Keane nos había enseñado como debíamos tratar heridas graves, como esta, por ejemplo, si no hubiera sido peor.

Saqué un bote de alcohol, algunos gasas, unas bandas y algodón. Sin pedirle permiso a él rasgué el trozo de pantalón roto, gracias al metal, y me dediqué a curarlo. Él no podía reprimir los quejidos y se notaba que le dolía bastante. Una vez que terminé, él pareció no aguantarlo más y poco a poco fue acostándose en el suelo. Se había desmayado.

Quise ayudar a levantarlo, pero lo solté asustada cuando escuché que a unos 500 metros de donde nos encontrábamos, resonó una enorme explosión. Lo arrastré hacia el árbol donde me había escondido momentos antes, lo recargue sobre el tronco asegurándome de que no se lastimarán y corrí hacia donde provenía el humo. Estaba cansada, sentía que había corrido un maratón entero para cuando llegué allí y el corazón me latía a mil por hora.

Simplemente no podía creer lo que miraba, delante de mí había un lujoso Jet privado hecho trizas y todas las plantas que lo rodeaban estaba carbonizadas. No quería ni imaginar lo que le había pasado al pobre piloto. Muchas piezas de la avioneta habían salido disparadas a cualquier lado, tras una cortina de denso humo la carcasa ardía en llamas provocando el humo oscuro que se distinguía a lo lejos y desde unos 30 metros atrás estaba la prueba de que la tierra había amortiguado la caída de aquel Jet. Lo sorprendente era como el chico había sobrevivido a este accidente.

Tenía que llegar a la granja del señor Fuzzy inmediatamente. Tenía miedo ¿y si él no se mejoraba pronto? Era obvio que no lo podía llevar al hospital ahora mismo. Era algo imposible, el más cercano estaba en el pueblo y desde el bosque eran tres horas caminando y una y media en carro. Lo que me preocupaba era que estaba perdiendo sangre, necesitaba cuidados urgentemente .

No se me ocurrió nada más, necesitábamos llegar a la granja rápido. Él ocupaba que lo trataran, el cielo ya estaba completamente oscuro y a la señorita Keane le molestaba que llegara tarde. Recordé que cerca del bosque había un vertedero en el que el señor Fuzzy tiraba sus herramientas inservibles. Me pareció una excelente idea, no dudé en ir allí. Busqué entre toda aquella chatarra hasta que di con una vieja carretilla oxidada. La lámina se doblaba muy fácil, sin embargo la rueda aún servía. "Perfecto" pensé.

Como pude subí a él chico en ella, de verdad que pesaba. Me dirigí lo más rápido que pude imaginando la cara de Keane al verme llegar.

...

-¡¿Pero que rayos?!-la cara fue justo como lo imaginé.

Había abierto los ojos a más no poder, con una cara de espanto o preocupación y había corrido a mi encuentro. Me ayudó a cargar la carretilla, nivelando el peso del muchacho. Comencé a explicarle lo que me había pasado hace apenas unos momentos y a cada acontecimiento que le contaba su cara se deformaba a una de pánico total.

-Necesita que lo cuide, está muy herido-pedí triste. Ella asintió con una sonrisa confortable.

-No te preocupes, Miyako. Mejorará pronto-

Pasé mi vista a él chico inconsciente en la carretilla, conforme nos acercábamos a la granja la luz se hacía más intensa. Y apenas noté el aspecto de aquel desconocido, se trataba de un chico rubio con facciones masculinas muy atractivas. Parecía un modelo recién salido de una revista, como de las que lee Robin. Portaba un dinner jacket color negro y un pantalón elegante, los que estaban completamente sucios de lodo y sangre, y con cortes en toda la tela, sobretodo en el pantalón.

Su cara estaba cubierta de lodo y golpes que comenzaban a hincharse. Pero lo más preocupante es que a pesar de haber cerrado su herida, de su pierna aún seguían brotando sangre.

oOo

Me dolía absolutamente todo el cuerpo, mi cara estaba caliente y sentía un horrible dolor que me pulsaba en la pierna. Sentía un cansancio abrumador y apenas podía abrir los ojos. Lo poco que lograba mirar estaba muy borroso. Fuera de la habitación en la que estaba escuché una voces como fondo, parecían voces de mujeres. De las enfermeras, tal vez.

Como puede logré sentarme en la ¿camilla? No espera, los hospitales tienen no tienen camas y las colchonetas no son tan grumosas como este colchón. Ahora que lo pienso, los hospitales no son así. No tienen una enormes roperos ni cuadros de flores en toda la pared, bueno si están decorados pero no de forma anticuada. Tampoco huelen a aromatizante barato ni hay arboles queriendo colarse por la ventana.

-¿En donde carajos estoy?-pregunté con un hilo de voz. Sea donde sea que estuviese, no era para nada parecido al Hospital Johns Hopkins o Hospital General de Massachusetts. Más bien parecía la antigua habitación usada donde se hospedaba el ama de llaves.

-Estas en la granja de Fuzzy Lumpkins-escuché una delicada voz de mujer. Volví hacia la puerta encontrado a una mujer de aproximadamente cuarenta años, con un rostro precioso y cabello oscuro. Vestía muy informal para estar aquí y en sus manos llevaba una bandeja de madera con el almuerzo-bienvenido, cielo-

No podía creer el atrevimiento de aquella mujer. Decirme cielo con tanta confianza me desconcertó. Ni que fuera mi nana. Solo me limité a observar la comida, una que jamás había visto por cierto.

-¿Sabes cuanto tiempo dormí?-pregunté un poco tímido. Ella sonrió maternalmente.

-Cariño, has estado durmiendo durante un par de días. No te preocupes, ahora estas muchísimo mejor – mi miró fijamente a los ojos. Hubo un pequeño silencio que me pareció incómodo.

-¿Qué es lo de la bandeja?-pregunté perplejo. Ella sonrió tiernamente.

-Te preparé sopa de pollo, un jugo de naranja y una cuantas empanadas-dijo mientras me mostraba su contenido.

-Gracias, supongo-di una sonrisa, como pude. Seguro Butch habría lanzado la comida a la cara de la mujer. Reí un poco hasta que sentí dolor en la barriga y solté un gemido.

-Oh cariño ¿Estas bien?-dijo preocupada. Dejó la bandeja en el buró y me ayudó a sentarme-por lo que me contó Miyako, te fue muy mal en el accidente-

Me quedé mirándola fijamente. Rayos ¿como sabía esa tal Miyako lo que me había pasado? ¿Donde estaba realmente?

-¿Quién eres?-espeté.

Ella me miró ¿indignada? Enderezó su postura e inhaló profundamente.

-Esa no es forma de hablarle a los mayores, jovencito-apretó los labios, negó decepcionada y volvió a mirarme-soy Keane Lumpkins, la esposa de Fuzzy-

Alcé una ceja, desconcertado. Jamás había escuchado ese nombre, así que ni era nadie importante. Posiblemente sólo era una campesina con su granja.

-¿Exporta productos alimenticios a alguna de las empresas de papá?-pregunté entre cerrando los ojos. Ella dio una pequeña risita y enanchó su sonrisa.

-Será posible que jamás hayas escuchado ese nombre, no somos una empresa que exporta toneladas de carne a una empresa ni nada parecido. Solo que tengo la maña de presentarme así hacia los demás, para que nos recuerden y si quieren volver a venir – dijo alegre. Se levantó de la cama y abrió las cortinas de par en par – disfruta tu estancia chico-

Me guiñó uno de sus ojos azules y salió de la habitación. Quité el cobertor de mis piernas. Hasta ahora noté que solo vestía unos calzoncillos negros y que todo mi abdomen, mis brazos y mis piernas estaban llenos de vendajes blancos. Parecía que me los cambiaban a cierta hora, porque a lo lejos escuché un "¡Miyako! Es hora de cambiar los vendajes del chico".

Unos minutos después la puerta se abrió. En el umbral de la puerta, estaba una hermosa chica rubia con un paquete azul en sus manos, una bolsa de plástico y una gélida mirada hacia mí.

-Al fin despiertas...-sentí un nudo en el estómago – ojalá estés bien-.


¡Capítulo 1!

Gracias por llegar al final, de verdad. Espero seguir escribiendo y que también sea de su agrado. Alguna duda, comentario o crítica es bien recibida. Éxito y ¡Hasta luego!

Gis027