Con mucho cariño para Kata este pequeño fic, que espero de todo corazón sea de tu agrado. Siempre quise escribir algo sobre ellos y gracias a ti tuve la inspiración para hacerlo. De verdad espero que te guste.
Te mando un abrazo enorme, amiga invisible :)
«Escuchad mis palabras. Sed testigos de mi juramento. La noche se avecina. Hoy empieza mi guardia. No terminará hasta el día de mi muerte. No poseeré tierras, no tomaré esposa, no engendraré hijos. No llevaré corona, no alcanzaré la gloria. Viviré y moriré en mi puesto.»
Había hecho promesas dignas de ser cantadas por los bardos a todas y cada una de las jovencitas a las que se llevaba a la cama. Al día siguiente, simplemente las despedía con una socarrona sonrisa y las estrellas del firmamento que juró entregarles se esfumaban con el viento. Ahora, sin embargo, todo sería distinto.
No volvería a probar el néctar de aquel fruto exquisito llamado mujer; el calor de la pasión ya no podría ser saciado ¡Ni siquiera tocaría con las manos el cielo de la gloria! No existía para Theon Greyjoy un puesto en aquel mundo ruin donde pudiese ser rey, alguien que dejara huella e hiciera hinchar de orgullo el pecho de su padre. ¡El Dios ahogado lo maldijo desde su morada! Ya ni siquiera podría caminar por los rincones de Invernalia bajo la marca de traidor.
El Norte no olvidaba, mucho menos a quien juró entregar su espada y su vida. El joven lobo que lo acogió como un hermano lo buscaba entre las sombras sediento de venganza. Pero no era el único.
En el fondo del comedor se hallaba el bastardo de Invernalia, quien bebía un poco de vino especiado y que lanzaba miradas empapadas de desprecio al hijo del hierro. Theon se sentó en otra mesa, dándole la espalda. No quería soportar su mirada, que era como un hierro al rojo fuego que masacraba su dignidad.
—Theon Greyjoy— por primera vez el escuchar su nombre le supo como un trago amargo.
Sin embargo, se limitó a beber un largo sorbo de cerveza, como quien resta importancia al asunto. No le interesaba en lo más mínimo rendirle cuentas al bastardo de Ned Stark, ni mucho menos dar estúpidas explicaciones.
—Jon Nieve— respondió con un bufido, girándose hacia él. —Quién diría que terminaríamos siendo hermanos juramentados. Supongo que saciaste esa ansiedad por legitimarte en algo en esta porqueriza. A ellos si puedes llamarles hermanos sin problema.
Jon no respondió. Apretó los puños, controlando el deseo por sacar a Garra y atravesar el cuello de aquel miserable.
—Por más que les llames hermanos, jamás serás el mío. Recuerda: el norte no olvida.— tras fulminarlo con la mirada prosiguió: —Y dime, ¿Cómo te sientes tú al haber traicionado a Robb y destruir el lugar al que llamaste hogar?
Theon quedó paralizado en su asiento, tragando la ira y el ardor de alquel veneno llamado traición.
