OBSESIÓN.

CAPÍTULO 1.

¿Por qué negarlo?, se dijo mentalmente Iori Yagami, analizando de forma metódica la situación. Sí, le gustaba pelear, especialmente los combates con el joven Kusanagi, porque lo llevaban a los extremos, y a él le gustaba esforzarse por conseguir las cosas.

Sus combates siempre eran muy parejos, y en ocasiones ganaba él, y en otras Kyo, pero él disfrutaba sus victorias, así como de las derrotas de su oponente, mofándose de él a cada oportunidad que se le presentaba; era muy común en él hacerlo, reírse de la debilidad del joven, porque él no lo era.

No tenía sentido mentirse y hacerse creer que Kyo no era fundamental en su vida cuando sí lo era.

El joven era su complemento, por eso mismo se empeñaba en seguirlo, en conocer su paradero, sus actividades, en estar al pendiente de él, de una forma en la que nadie más podía hacerlo.

Le hacía sentir poderoso tener ese poder, la habilidad de saber seguirlo sin que éste, su víctima, se percatara de su presencia; y realizaba todas sus tareas con una normalidad que hacían a Iori burlarse.

¿Kyo no lo sabía?

Tal vez sí, pero no se quejaba, probablemente se creía muy importante... y lo era, aunque Iori se lo negara incontables veces, porque, de forma subconciente, tenía al joven tatuado en el mismo espíritu.

Era de noche, 12 de diciembre, y sus ojos no se despegaban de aquella figura que, en un movimiento fluído, casi hermoso, se apoyó en aquella pared, indolentemente con los brazos cruzados.

Estaba festejando su cumpleaños, pero al torpe de Shingo se le ocurrió que debían de llevar a Yuki y la celebración se convirtió en la salida más monótona y aburrida de Kyo, y ahora estaba fuera, mientras Benimaru intentaba convencer a ambos chicos, Yuki y Shingo, de volver a casa, ellos sólo darían una vuelta más.

Después de todo, mintió con facilidad Benimaru, Kyo tenía un entrenamiento al día siguiente.

Iori se apartó el flequillo de su ojo, estaba impidiéndole observar la sonrisa casi triunfante del castaño, al momento en que la chica le regaló una afirmación a Benimaru y se acercó a Kyo para darle un beso de despedida y dedicarle algunas palabras, quizá alguna cursi felicitación.

No le importaba.

Sabía que estar allí, siguiéndolo, desde medio día, era casi enfermizo, pero no le importaba. Ese día no había en su mente lugar para la palabra cordura, porque Kyo estaba cumpliendo años, y entre todos los regalos, aún faltaba el mejor, el que provenía de un Yagami: Iori Yagami.

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Kyo miró al otro lado de la calle, distinguió un Mercedez Benz color negro, en las sombras, pero no prestó demasiada atención mientras abordaba el Ferrari de Benimaru, su amigo le prometió una noche de juerga y eso sería exactamente lo que tendría.

Una noche libre de Yuki y sus reclamos sobre su insensibilidad hacia las mujeres como ella, que dedicaban toda su vida a él.

¡Cómo si le importara!

-Vamos, Kyo -dijo Benimaru, sonriéndole misteriosamente, con un brillo casi predador en su mirada azulada, como el cielo en una tarde sin nubes-. No te apures, llegaremos a algún buen bar en menos de media hora. Tomarás un trago y te olvidarás de todo.

El joven asintió, anhelando aquel trago.

Un poco de relax le vendría bien, olvidarse por completo de sus padres, sus obligaciones, responsabilidades y aquella molesta y fastidiosa novia que parecía ser un imán de problemas.

-Sí.

En todo el camino al dichoso bar al que Benimaru lo guió, ninguno de los dos notó el automóvil oscuro que los seguía, ni siquiera percibieron la mirada roja, como la propia sangre, que los siguió cuando Kyo bajó del automóvil, con el ceño fruncido, como si no estuviera de buen humor.

-Por favor, Kyo. Deja en la puerta esa cara de aburrido. Vas a espantar a todas las chicas -le recriminó Benimaru.

Kyo sintió naúseas de sí mismo.

Estaba en un bar, consiguiendo chicas, porque en el fondo no era feliz con su ritmo de vida, y porque odiaba vivir una mentira que todo el mundo creía fabulosa... algo que todo el mundo comparaba con el reinado del terror en que se crió Iori.

Existía una gran diferencia entre ambos.

Sin pensárselo dos veces, dio media vuelta e ignorando los llamados de Benimaru, se alejó caminando de aquel lugar.

En la oscuridad de la noche, andaba sin nada qué hacer.

Solo.

-¿Perdido, Kusanagi?

Sobresaltado, por la ronca voz de Yagami, se volvió.

Sabía que, por ser ese día, lo encontraría, pero no creyó que aparecería al último minuto, cuando lo único que buscaba era un taxi para volver a casa.

-No realmente. ¿Tú sí? -fue lo que preguntó, un poco aturdido por el licor que había consumido.

No esperó una respuesta por parte del pelirrojo, por lo que siguió avanzando.

-No irás a ningún lado -gruñó el pelirrojo, Kyo sólo se detuvo a mitad de un paso, y aún atolondrado por los efectos del alcohol, lanzó una carcajada estridente que hizo enfadar al pelirrojo.

No le gustó la burla de su víctima.

Pensó en un castigo.

Después de todo, Kyo era suyo, por lo que obedecer órdenes no debía ser un problema con el castaño.

Lo tomó del brazo, bruscamente, sobresaltándolo.

El estremecimiento que recorrió todo su cuerpo, ocasionó una involuntaria risa de burla en el Yagami.

La sensibilidad del joven castaño se disparó al cielo debido a su ebriedad, por eso mismo también todas las emociones se incrementaban en él y su sorpresa fue demasiada para él, sus ojos castaños miraron al pelirrojo, con fijeza, esperando que le diera una explicación lógica y coherente.

-Suéltame, Yagami -dijo, empujando al de ojos rojos.

Su voz sonó muy poco convincente, por lo que Iori sólo volvió a sujetarlo, con más rudeza.

-Si hoy es tu cumpleaños, Kusanagi. ¿Por qué acabar la fiesta tan rápido?

Fue completamente inesperado para él en momento en que los labios del Yagami rozaron su cuello y que su rodilla se enterró en su estómago, formando un maravilloso contraste en el cuerpo de Kyo, que tosió violentamente.

El siguiente golpe del pelirrojo fue en su cuello y estuvo planeado desde un principio para llevar al castaño a la inconsciencia.

TBC

Notas de Lena:

¿Nuevo fic? Sí, pero espero sea muy corto, el 12 de diciembre fue el cumpleaños de mi Kyo adorado, pero como estaba en exámenes finales, de mi quinto semestre, no tuve mucho tiempo libre, hasta ahora lo estoy escribiendo.

Espero sus comentarios.