Disclaimer | Ni Shingeki no Kyojin y sus personajes me pertenecen, son propiedad de Hajime "La llama maligna" Isayama. Titanic es de Century Fox y Paramount Pictures [Guionizada por James Cameron].
Advertencia | BL. Ereri. AU. Remake Titanic. Drama. Romance. .
Dedicatoria | A Yenessis Kutsenova, Nicot.
TITANIC
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Capitulo
1
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"¡Oh, dolor! ¡Oh, dolor! ¡El Tiempo devora la vida,
Y el oscuro Enemigo que nos roe el corazón
Con la sangre que perdemos crece y se fortifica!"
—Las Flores del Mal. Charles Baudelaire—
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Inglaterra 1912
Un compromiso de nobles al muy estilo inglés. Celebrado en un suntuoso salón de paredes que estaban adornadas con pintura de oro y, en puertas y ventanas había tapices que parecían tejidos con pétalos de rosas. En la bóveda del techo crecían enredaderas barrocas plagadas de flores doradas. Lámparas de arañas colgando en hilos de luz y magnificencia. Iluminando cada rincón del lugar.
Una pareja hablaba animadamente entre murmullos, parecían felices, deslizándose por el recinto, destilando opulencia y elegancia. Pero que más se podía esperar de personas nacidas entre sábanas de seda y joyas. Todo un mundo perfectamente feliz. Belleza y riqueza en un solo paquete.
¿Y qué más se podía pedir teniendo aquellas cosas? ¿Algo más que desear para ser dichoso?
Sí, había y por eso aquello era la falacia más grande del mundo.
Levi Ackerman soltó un suspiro de frustración y bajó la mirada a su ropa extravagantemente carmesí y apretada que marcaba su figura. ¿Quién había sido el hijo de puta que había confeccionado aquel horrible vestuario? Alguien muy imbécil que creía que resaltaba belleza para atraer a un rey, aunque dicho pensamiento era apoyado por su madre que solía repetirle 'cuanto más estilizado y más bonito se viera, más rápido obtendría al pez gordo'.
«Y una mierda» pensó con irritación.
Podía sentir las miradas mal disimuladas de todas las personas en aquel recinto y aquello causaba que le recorriera un estremecimiento por todo el cuerpo. Estaba fastidiado y tenía hasta miedo de girar su rostro hacia todo los invitados, todos tan elegantemente vestidos, sentía vergüenza, porque ese traje que traía casi gritaba ven-asústate-y-mátame.
«Seguro que parezco la muerte roja», se rió con amargura en su interior.
Porque Levi era muy blanco. Rayando en lo pálido enfermizo, con un cabello azabache que remarcaba más aquella blancura. Y llevar un traje rojo sangre no le ayudaba en nada. A lo largo de su vida sus características físicas habían sido una maldición que remplazó su nombre por un sinfín de apelativos como «vampiro», «Blanca nieves la enana », «banshee…» y otros que se sumaron de manera fugaz pero tan hirientes como los otros. Porque para empeorar el asunto, tenía unos ojos azul grisáceos. Su padre una vez le había dicho a media burla medio halago que eran los ojos de la luna. Lo plata de su brillo y el azul de su cuna.
Mientras seguía allí de pie, viendo por el gran ventanal, imaginaba que alguna catástrofe apocalíptica ocurría y lo libraba de una buena vez de todo aquel tormento que sufría. Al menos muerto sería libre, dueño de si mismo. Suspirando cansadamente se volteó y se encontró con una melena bicolor rubio cenizo recortada con elegancia, enmarcando perfectamente su rostro de caballero cautivador. De espaldas su prometido hablaba con su madre que estaba risueña recibiendo sus atenciones. Se le revolvió el estómago de solo verlos. Como los odiaba a ambos.
A Kuchel Ackerman y principalmente a aquel jodido pollo con aires de pavo real, Farlan Churchs.
Les lanzó una mirada venenosa. Pero en aquel preciso instante su madre alzó la mirada y sus ojos parecidos a los suyos lo vieron con intensidad remarcada por sus cejas fruncidas en un regaño mudo.
—Acércate —le dijo, formando las palabras con los labios—. Y quita esa cara de estreñido. Sonríe.
Y como de costumbre, Levi optó por ignorar aquellas 'dulces' órdenes que le jodían cada segundo de su vida. Ignorándole se giró para concentrar nuevamente su atención en los árboles que se mecían al compás de un viento suave.
Escuchó a Farlan hacer un carraspeo suave y profundo antes de que su voz se alzara.
— ¿Me permiten su atención, por favor? — estaba diciendo con su tono de barítono.
Levi tatarateó la cucaracha en su mente para aplastar los sonidos que bailaban en el salón, pero principalmente las palabras de aquel hombre que lo irritaban como el chile en la comida a la hora de 'evacuar'. Ah, pero el muy pendejo de Farlan era terco y se movió de su lugar, sonriendo, con pasos silencios y medidos hasta llegar él y colocarle una mano en el hombro para que girara y le prestara atención.
Su prometido sonrió con cariño mientras le tomaba de la mano y enredaba sus dedos con los suyos, no le quedó de otra que devolverle —obligadamente— el gesto.
— Los he invitado para que estén presente en este momento tan importante para mí y mi amor.
«¿Amor?»
«Amor»
En la boca de aquel tipo se oía tan odiosa. Aunque también sabia así en la de todo el mundo. La gente utilizaba eso como muro de lamentaciones o tapadera para encubrir sus errores. Nombraban personas y sentimientos vanos con aquel adjetivo porque a la gente no le interesaba en lo más mínimo sentirlo, solo buscaban aprovecharse de eso para sacar un beneficio.
Su madre generosamente se lo había mostrado cuando dejaba que los 'nobles caballeros' lo manosearan para que se 'enamoraran' de él y así evitar los pagos de las deudas. Debido a eso, Levi había desarrollado una fobia descomunal a ser tocado, todo contacto le parecía sucio, obsceno, malintencionado.
En vida, el padre de Levi había constituido otro palmario ejemplo de aquella mierda e insistía «En que el dinero es la clave de la felicidad» «Tienes que casarte con alguien de tu estatus, sólo así serás feliz». Al parecer, tanto había obtenido de esa felicidad que terminó matándolo. El día que murió, Levi no lloró y no lo hizo por hacerse el fuerte y ser un pilar para su madre. Si no que más bien tuvo que ocultar en su rostro impermutable, la dicha ansiosa que crecía en su interior. Es que tuvo tantas ganas de cambiar las palabras de alabanza hacia el fallecido por unas risotas enormes y un: «Ve y púdrete en el infierno. Te lo tienes bien merecido, por lo bastardo que fuiste».
Pero, por supuesto, había tenido que aguantarse… razón por la cual había terminado escapando antes de que terminara la ceremonia fúnebre. Pero horrenda fue su sorpresa al darse cuenta que hasta en la muerte su padre le seguía jodiendo.
Porque el muy perro lo había puesto como albacea ante sus múltiples deudas.
Ahora tenía que fingir ser una chica y casarse con un tipo rico para poder solventar completamente aquellas deudas. De lo contrario él también iría a parar a una zanja lleno de gusanos y barro.
Su madre había hecho cien mil maromas para encontrar a la persona que los podía sacar de su situación, ya que a pesar de que Levi era 'bonito', ningún destacable noble los ayudaría, era hombre y un hombre casado con otro hombre no era aceptado. Optar por una mujer tampoco estaba en la lista, puesto que Levi era muy joven y ninguna viuda rica querría casarse con un mocoso que bien podría parecer su hijo y peor aún, más bello que ellas.
Entonces llegó Farlan, el hijo de una familia rica de Pittsburg, que se prendó de Levi en cuanto lo vio, que aceptó ser su esposo — siempre y cuando Levi se vistiera de chica —, y ayudarlos en todo.
Si, porque al degenerado ese le gustaba la carne y no el pescado.*
Para cuando volvió de sus pensamientos, Farlan ya estaba arrodillado frente a él, sosteniendo entre sus manos una cajita de terciopelo con un anillo de diamantes incrustado en el centro.
— Levi Ackerman ¿Quieres hacerme el honor de ser mi esposa? —dijo en aquel momento el muchacho de ojos avellanas.
¡Oh cielos benditos! «Que alguien me de un cuchillo que quiero matar a este tipo». Levi soltó en un profundo suspiro toda su respiración. Su vida era un asco, que más daba hacerla peor. Fingiendo emoción — muy mal actuada —, colocó su mano sobre su boca y quedamente soltó aquellas palabras.
— Por supuesto que sí. Me haces tan feliz —su voz modulada a una un poco fémina se oía trémula en el salón.
El hombre rubio cenizo sonrió y levantándose de su lugar, en medio del repiqueteo de los aplausos de todo el mundo, le colocó el anillo que calzó a la perfección.
Un suave vals dio inicio y los recién comprometidos se tomaron de las manos y empezaron a avanzar hacia el centro del salón. Unidos a las delicadas melodías de los instrumentos iniciaron una cadenciosa danza.
Eran la pareja perfecta.
Desde un rincón su madre lo observa con ojos críticos, advirtiéndole de que se las vería muy mal si no se comportaba como toda una 'dama'. La bilis le subió a la garganta cuando tuvo que fingir una sonrisa ante los invitados que los veían extasiados. Y tuvo que retener la arcada que le sobrevino cuando su prometido trató de besarlo aun bailando. Escondiendo su rostro en el pecho contrario esquivó aquel contacto.
Los invitados soltaron un murmullo de ternura.
Si, Levi era una jodida novia tímida.
Cuando el vals terminó y la gente empezó a aplaudir, Levi haciendo muy malos morritos se escapó. La gente era tonta si se creía eso de que estaba demasiado consternado de felicidad que necesitaba un minuto para asimilar toda la 'dicha' que lo embargaba.
La bella dama que lo observaba casi rompe la compa de champan con su mano, lo siguió con mirada furiosa y lo alcanzó cuando él estaba llegando al umbral de la puerta que colindaba con los jardines de peonias.
— ¿Se puede saber adónde vas? — le espetó la mujer, agarrándolo de un brazo con sorprendente fuerza —. Se supone que tienes que estar al lado de tu prometido y atender a los invitados, que también son los tuyos.
Levi parpadeó lentamente. Así que la tortura aún no había acabado. Maldiciendo para sus adentros, se rindió ante su implacable progenitora que lo jaloneaba hacia el interior del salón donde tuvo que ser 'un niño gentil' durante una hora para un montón de viejos decrépitos y morbosos que le miraban con lujuria el trasero de vez en vez, en cuanto a las mujeres la mayor parte lo ignoraban, limitándose a simplemente saludarle con un asentimiento hipócrita.
Girando los ojos hacia el gran reloj en el salón lleno de detalles colgantes y encrucijadas color caoba, contaba los segundos. «¿Cuándo terminará esto? Quiero irme a casa, dormir y pensar que esta basura es una pesadilla. Dios que sea una pesadilla». Pero los invitados parecían eternos, no dejaban de llegar, prolongando su tormento. Gruñó para sus adentros y alzó la mirada. Farlan se alejó un momento para traerle una copa. Fue en ese instante que un invitado se le acercó por la espalda hasta quedar pegado a él, sintió su respiración en el cuello y pegó un brinquito de susto.
— Aléjese de mí, por favor—tenía ganas de romperle la boca al hombre de un puñetazo, pero no podía y eso lo hacía hervir de furia.
—Eres hermosa, pequeña, como la manzana del jardín del Edén. Tentadora. Tu prometido es dichoso de tenerte—dijo el hombre pegándose más a sí, colocando una mano en su cintura—. Pero es un tonto, yo no me apartaría de ti en ningún segundo, no vaya a ser que alguna serpiente traviesa quisiera darte una mordidita.
Levi ya no pudo soportarlo más, de un manotazo se sacó el contacto atrevido y se giró para enfrentar al hombre. Él llevaba un saco gris con una camisa amarilla con el cuello desabrochado, una corbata de pajarita también suelta y pantalón de esmoquin al mismo tono que el saco. El cabello rubio estaba perfectamente cortado y peinado, sin un pelo fuera de su lugar. Seguramente un invitado de Farlan.
—¿Pero sabe lo que le ocurre a las serpientes? —se obligó a adoptar un tono severo mientras seguía de pie, guardando el recato y la inexpresividad. Había aprendido desde una edad temprana que mantener la calma era lo mejor. Revelar el sentir era perder la batalla. Por eso no podía permitirse la menor emoción de sentirse intimidado en ningún momento, porque precisamente eso llevaba a la humillación y esa a…sentirse inferior— Les aplastan la cabeza. Y como dato curioso, déjeme decirle…—el hombre tragó grueso al sentirse reducido por su mirada—…me fascina aplastar las cabezas de las serpientes, serpientes como usted.
El otro le vio con temor y dio un paso atrás. La voz de su madre quien se había acercado al ver la situación, llamó su atención.
—Levi, querida — le dijo en aquel momento Kuchel en tono ligero, apareciendo a su lado envuelta en una nube de perfume caro —. ¿Ocurre algo? —sus palabras rasparon sus oídos. Estaba molesta «Oh, ¿y ahora que demonios hice?» —. Ya le has agradecido por su presencia al conde Roos.
— Si, madre, justamente eso estaba haciendo ¿Verdad, conde?
El hombre tembló y dio otro paso atrás.
—Por supuesto—respondió en un murmullo—. Es un placer acompañarle en este evento tan importante para usted. Mis felicitaciones, si me disculpan, damas. Me retiro—y huyó sin girar ni una vez.
Luego de que el hombre se marchara, un silencio tenso se formó entre él y su madre, que ella estaba dispuesta a terminar y empezar su perorata de 'que debía comportarse como una señorita' pero en ese momento llegó Farlan con dos burbujeantes copas.
—Farlan, querido —dijo su madre en un tono súbitamente dulce, dirigiéndose al muchacho que veía todo un poco sorprendido. El aire era demasiado hostil —. Podrías traerle mejor un juego a mi querida hija mientras vamos a retocarnos.
Unos fuertes dedos se cerraron sobre su muñeca, como garfios. Un segundo después se veía arrastrado fuera del salón directo a los baños. «Sí, de mi buena sesión de regaños no me libro»
—Aquí vamos—pronunció en un suspiro Levi, tragándose sus ganas de hacerse peso muerto y empezar un berrinche. Pero no podía hacer nada, las cosas siempre eran así. Si se oponía en mayor medida, Kuchel acabaría estallando y eso no era bueno, no lo era si quería al menos dormir en paz.
Mientras iban caminando sintió punzadas en la planta de los pies «Lo que me faltaba». Los zapatos de tacón comenzaban a pasarle factura a sus pies y daba tropezones mientras su madre lo arrastraba con presteza por el inmenso salón. La música comenzó a escucharse lejana para cuando llegaron a los baños y en cuanto entraron la mujer cerró la puerta con violencia poniéndole pestillo.
Vio que su madre entornaba los ojos, y su boca y ceño se fruncían en gran medida. Le soltó bruscamente la mano, como si su sólo contacto le produjera arrugas prematuras.
—¡Estás buscando que nos descubran! Acaso no puedes comparte bien por una sola vez. Tratar bien a las personas como una señorita debe hacerlo.
—Si me conocieras mínimamente bien… sabrías que no puedo evitar ser como soy y mucho menos si tratan de sobrepasarse conmigo.
— ¡No me importa eso! Te tienes que tragar tu incomodidad y portarte como una señorita cálida, dulce y amable. ¿Me entiendes? Métetelo en la cabeza, necesitamos que hagas bien tu trabajo, utiliza esa inteligencia de la que presumes o asumiré que eres un retrasado.
Aquello le dolió. Bastante. Aun así, Levi se las arregló para forzar una sonrisa sarcástica.
— Está bien, todo para que no te conviertas en una vieja pasa y me causes más pesadillas de las que ya tengo—le dijo con veneno, porque el vomito de palabras se atragantaba en su interior.
Boqueando horrorizada, Kuchel se palpó el rostro con las yemas de los dedos.
—Mocoso atrevido… como puedes hablarle así tu madre ¿o es que en verdad tengo alguna arruga?
Levi puso los ojos en blanco.
— ¿Has terminado ya?
Su madre dio un pisotón en el suelo, gruñendo.
—Deja de comportarte así, es que acaso no has entendido nuestra posición.
—Oh, vaya. Te recuerdo que todo esto no ha sido mi culpa y que la que tuvo la genial idea de volverme un maldito camaleón fuiste tú.
—¿Y qué? Tú debes obedecerme en todo. O debo recordarte que aún eres un mocoso mantenido. —se interrumpió, alzando la barbilla—. Alguien que no tiene ni donde caerse muerto y que si no paga, le meterán un balazo en la cabeza y terminaras tirado como un perro en algún lugar.
Era cierto, todo aquello era cierto y dolía profundamente.
— Ojalá todo este teatrito siempre te quede bien, mamá —no tenía sentido volver siempre sobre lo mismo—. Regreso con mi adorable prometido a hacer de la novia perfecta.
— Hazlo y deja ya de causarme disgustos —blandió un dedo delante de su nariz—. Porque a la próxima, te daré de azotes en cuanto lleguemos a la casa.
— ¿Y así esperas que obedezca una orden tuya? ¿Bajo amenaza? No puedes esperar más de mí, si tú eres así.
— Pues lo harás —fue su cortante respuesta.
—Entonces no te hagas tantas ilusiones, madre.
Se oyó el crujido de los dientes de la mujer, que parecía cada vez más furiosa.
—Debí haber previsto que te comportarías así —le espetó su madre. Con un furioso giro de muñeca, se echó la melena sobre el hombro y se le quedó contemplando directo a los ojos, fulminándolo —. No eres más que un estorbo bueno para nada.
— ¿Por fin te has dado cuenta? —preguntó secamente Levi, ignorando su propio dolor. Prefería esa fría insensibilidad con la que siempre se había revestido. La misma insensibilidad que lo había salvado de niño, arrancándolo de la depresión y proporcionándole una vida satisfecha, ya que no feliz.
— Si — Kuchel lo miraba con superioridad y desprecio. La voz de Farlan se escuchaba queda llamándolos —. No debía haberte parido, de no hacerlo me podría haber separado del lastre de tu padre antes de que todo esto pasara, ahora estaría bien para mí. No tendría porque estar pereciendo y arrastrándome como lo hago. Me has desgraciado la vida, sólo infelicidad me trajiste. Cuando te odio.
De todas las cosas que le había dicho su madre, aquélla fue la que más le dolió. Al fin y al cabo, si Levi había llegado hasta allí, era precisamente porque muy en el fondo todavía quería a su madre y mantenía la esperanza de que al menos del tamaño de un grano de arena, ella también lo quisiese. Pero ya veía que eso nunca ocurría, porque por mucho que tratara de ganar su cariño, eso jamás ocurría.
—No me culpes a mí de tus penas. Tú eres la única responsable. Debiste utilizar todos esos dones de los que haces alarde y haber remediado esto en el momento indicado. De nada te sirve 'tus disgustos' ahora, si…
La mujer le tapó la boca antes de que siguiera hablando.
Detrás de la puerta, Farlan daba golpecitos suaves para comprobar si seguían ahí.
— Sra. Ackerman, Levi, ¿están ahí? Ya casi es hora de despedir a los invitados.
Kuchel le hizo un gesto severo y hablando con dulzura contestó.
— Si querido, salimos en un momento.
— Muy bien — dijo él y un segundo después se oyeron sus pasos alejándose.
— Atrévete a dañar esto, Levi y te juro que hare de tu vida algo más que un infierno. Yo no terminare siendo la burla de toda la sociedad. No terminare en un fangoso pantano.
La mujer se acomodó el vestido y salió aun echando humos.
Levi suspiró y se resignó a salir, antes de hacerlo pensó, en que si seguía suspirando de esa manera para contenerse y no terminar estallando, su vida se iría entre tanto suspiro.
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Cuando Farlan los dejó en la puerta de su casa, tomó sus manos entre sus dedos y le pidió un momento a solas. Fastidiado asintió y el muchacho lo apartó acercándolo al auto. Él le acarició la mejilla y le habló con cariño.
— Levi, sé que todo esto es incomodo para ti, que es algo difícil, pero debes saber que es algo necesario, yo te quiero y voy a ayudarlos en todo, por eso sólo debes soportar esto. Sé que en algún momento te llegarás a enamorar de mí y te acostumbrarás.
— Si, claro — el azabache contuvo las ganas de rodar los ojos —. Es sólo cuestión de tiempo ¿no?
— Si, por supuesto — le dijo con alegría el joven—. Todo esto te ha tenido cansado y estresado, es por eso que pensado en algo que ayude a relajarte.
Sus dedos acariciaron la piel de sus manos.
— ¿De verdad? — había sarcasmo en su voz, pero Farlan no prestó atención a eso o tal vez fingió no hacerlo.
— Si— y soltó sus manos para buscar entre los bolsillos de su saco. Unos papelitos aparecieron frente a los ojos de Levi —. Haremos un viaje en el barco más hermoso del mundo. El mar te sentará bien.
Su sonrisa se volvió luminosa mientras que Levi empezaba a sentir la necesidad de hiperventilar, el terror le nació profundo y avasallante, pero ni siquiera sus ojos reflejaron tal cosa.
Él odiaba el mar, lo odiaba con el alma. La última y única vez que había estado en una playa, su piel se había puesto horriblemente anaranjada, lleno de ampollas que finalmente había terminado en la descamación total. Las burlas le sobrellevaron a eso. Se ganó el 'escamitas' por el que aún algunos lo conocían. No, definitivamente no era una buena idea ir allá. Las consecuencias de esa vez seguían en su mente y dolían como un hierro incandescente.
Pero no pudo negarse, porque la chismosa de su madre — que se había quedado a una distancia prudencial, escuchando todo —, se había acercado rápidamente antes de que el rechazara la oferta y había alabado la gentileza del hombre diciéndole que ese sería una maravillosa manera de que ellos empezaran a enamorarse.
Levi quiso llorar.
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La mañana que la mano bronceada de Farlan lo ayudó a bajarse del auto, para ir a abordar, Levi sintió que vomitaría, contemplando el enorme barco, pensó en una sola cosa «Vida, te has cagado en mi ».
Jamás imaginó, que en aquel viaje su vida cambiara, que en aquel lugar encontraría su destino.
Que sería el azar quien lo llevará hasta él.
Un destino con los ojos del mar.
* Notas finales:
Y Charly está al ataque.
Y ¿Qué les pareció?
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Cualquier duda, comentario, queja, chocolate
Decidme en un review.
Su opinión es importante
Charly las ama. A todas con toda el alma.
PD: Esto es un remake, sip, pero tendrá la marca de Charly, así que esperen sorpresitas que no habían en la movie.
Y sip, Levi se viste de mujer.
¡¿A que es guapo y camaleónico?!
* Frase tomada del precioso fic de ElisaM223
Con amor
Charly*
