Disclamainer: No obtengo ninguna clase de beneficio con esta historia. De momento tan solo Hatte y Fa-Din me pertenecen, no así el resto de personajes. Por lo tanto, ningún escenario es de mi autoría.
Qaydar se dirigía como cada mañana a su despacho, en la planta más alta de Kazlunn. No estaba resultando fácil para el último Archimago asimilar que la magia no volvería a surgir en Idhún hasta dentro de miles de años. Aún así, se esmeraba en buscar una solución, un sucedáneo de los unicornios que permitiera entregar la magia y perpetuar la Orden Mágica.
Se encontraba enfrascado en esta tarea, releyendo un antiguo volumen buscando algo que lo ayudara en su tarea, cuando uno de los nuevos aprendices, un humano que apenas llegaría a los quince años, se asomó a la puerta.
-Señor, un chico desea hablar con usted; dice haber obenido el don de la magia de manos de la Dama Lunnaris.
-¿De Lunnaris?- hubo una pausa, breve. En esa pausa el Archimago sopesó las posibilidades de que el último unicornio hubiera vuelto a Idhún. Y le agradó esa idea. Tal vez este, en su infinita sabiduría, pudiera ayudarlo a hacer resurgir la magia. -Está bien, hazlo pasar.
Hacía tiempo que Lunnaris había abandonado Idhún, hostigada por los Nuevos Dragones y la persecución contra su bebé. En otros tiempos Qaydar hubiera hecho pagar caro a esos emuladores de pacotilla el exilio del último unicornio, pero desde la Batalla de los Siete nada había sido lo mismo. Ahora que sabía que no contaba con la ayuda de los dioses para restablecer la magia en Idhún, la marcha del último de los unicornios no parecía tan importante, tan solo tendría que buscar un sustituto antes de su muerte.
El muchacho pasó. No contaría con más de quince años. Era un chico de complexión delgada, que alcanzaría perfectamente el metro con ochenta. Sus ojos eran de un intenso verde bosque, y su cabello rubio caía hasta sus hombros.
-Toma asiento joven- mientras decía esto, el archimago se levantó para recibir al muchacho. Una vez el chico se sentó, su anfitrión hizo lo mismo- Así que afirmas haber recibido el don de magia de manos de la mismísima Lunnaris. ¿Eres consciente de que hace más de ocho años que nadie la ha visto?
-Lo sé señor. Fue hace mucho tiempo en realidad, hace más de nueve años. La dama Lunnaris me llevó a mi casa cuando estaba perdido. Y al final del camino me agració con el don de la magia.
El muchacho no mentía. Los sentidos de Qaydar le decían que el chico era especial, que poseía dones suficientes para comenzar su formación. Algo en su interior le decía que ese joven era prometedor. ¿Debería tomarlo como su propio aprendiz? No, conllevaría perder mucho tiempo en sus investigaciones. Tal vez cuando acabase su aprendizaje, dentro de unos diez años, pudiera ser su ayudante.
-Está bien . Ahora procederé a tomar tus datos para el Libro de Hechiceros.
Aquello era una mera formalidad de reciente implantación. Desde que acabara el Imperio de los sheks, habían sido consagrados cuarenta y tres magos de todas las razas, edades y sexos. O al menos, cuarenta y tres habían acudido a recibir instrucción mágica. Cuarenta y tres miserables magos en once años. Éste chico era el número cuarenta y cuatro. Avergonzante. Esos eran los aprendices que podían llegar a Kazlunn mensualmente antes de la conjunción astral. Pero era por eso que necesitaban el Libro de Hechiceros. Necesitaban conocer todos los datos posibles de los aprendices, para saber como habían obtenido sus poderes sin la aparente presencia de un solo unicornio en todo el continente.
-Mi nombre es Fa-Din. Mi padre es hermano del Padre Honorable.- Ante esta afirmación, Qaydar paró de escribir para mirar al supuesto sobrino del Padre. Después de unos instantes de intensa actividad mental, decidió que mas adelante tendría que averiguar el origen de ese chico.- Procedo de un poblado cercano a Kelesban. Nací el decimotercer día del quinto mes. Tengo dieciséis años.
-Está bien. Ya eres oficialmente un aprendiz de la Torre de Hechicería de Kazlunn. Ahora, acompaña a Hatte a la que será tu nueva habitación. El tiempo corre chico.
Dicho esto, Qaydar se puso en pie y llamó al aprendiz. Éste salió con Fa-Din de la estancia gustosamente para acompañarlo a sus aposentos. Una vez se hubieron marchado los dos, el Archimago se dejó caer sobre una de las butacas de su despacho. Nada relacionado con los aprendices tenía sentido. Algunos aseguraban no saber como habían recibido los dones. Otros aseguraban haberlos recibido de un misterioso hombre. Otros simplemente aparecían inconscientes delante del gran portón de la torre. Simplemente era un misterio para todos. Había ciertas teorías que los denominados Antiguos habían elaborado, a cada cual mas descabellada. Había quien sugería que la presencia de los dioses había otorgado el don a unos elegidos, otros decían que su llegada había provocado la aparición de unos sustitos de los unicornios... Cada teoría era más improbable que la anterior. Aún así seguían investigando, explorando y reuniéndose para contrastar sus resultados. Nada de nada.
Habiendo superado su abatimiento momentáneo, volvió a su lectura. El manuscrito venía a hablar del orígen del poder de los unicornios, de como su cuerpo canalizaba la energía del ambiente y la convertía en magia. Todo eran puras especulaciones, ya que nadie había podido nunca experimentar con un unicornio para comprobar esas teorías. Aún así, había una parte que hablaba de la composición del cuerno de los unicornios. Exponía una teoría bastante interesante. Finalmente dejó de lado el volumen.
Si esa tal Tanawe había podido revivir a los dragones, ¿por qué no iba él a poder hacer lo mismo con los unicornios?
N/A: Espero que os guste! Tengo pensado continuarlo, aunque solo si tiene buena acogida (me conformo con poco xD). Quería agradecer profundamente a Kiriahtan que me haya cedido su personaje principal, al que yo he nombrado Fa-Din. También quería pedir perdón por las inconcluencias que mostrará el relato, ya que en dos meses saldrá a la venta la Enciclopedia de Idhún, y algunos temas que trate yo aquí puede que vayan completamente en contra de lo que expone dicho libro. Dicho esto solo queda decir que muchas gracias por llegar hasta aquí, y que si has soportado este tostón seguro que no te importa dedicarme un segundito mas para dejarme un amabilísimo review jejeje :3
