Anécdotas
Un Fanfic de Free!
Los personajes de Free! no me pertenecen, solamente al montón de niños inventados y personajes que posteriormente pueda crear.
Espero les guste y se les haga entretenido =D
Los reviews siempre son bienvenidos ;)
¡Gracias por leer!
Capítulo 1 – El trato
Cerró los ojos mientras pasaba un brazo frente al otro, brazada tras brazada, sintiendo los dedos partir el agua y ésta acariciando su cuerpo, sonriendo ante la sensación del cabello sobre su frente. Le pareció que alguien le hablaba pero en ese momento no había nada más que el agua, hasta que su cabeza chocó con la pared. Se detuvo sobándose el lugar del golpe mientras se quejaba.
-¡Tai! –dijo una voz preocupada.- ¿Te pegaste muy fuerte?
-Estoy bien –sonrió al ver a su padre mirarla preocupado desde la orilla. Él suspiró aliviado para luego sonreír y estirar sus manos hacia ella.
-Tienes que salir de ahí, sino se nos hará tarde para la cena con Nagisa y Rei.
-Quiero nada otro rato –hizo un puchero y no salió sino hasta que Makoto le prometió que volverían al día siguiente, entonces estiró los brazos alegre y se dejó llevar por su papá.
Taichi era una niña de piel un poco bronceada, un poco baja para sus ocho años, cabello negro que generalmente llevaba arreglado en una coleta, una bonita sonrisa que atraía a cualquier persona y una mirada transparente de color verde. Todo mundo decía que era la mezcla perfecta de sus padres, incluso tenía parte de la personalidad de cada uno.
-Estoy lista –dijo con una sonrisa a su papá mientras intentaba abrocharse las bolitas para el cabello. Makoto le ajustó el listón del vestido y le ayudó a arreglarse el peinado.
-A Haru le encantaría verte con ese vestido nuevo. Él lo escogió –suspiró al recordarlo, sintió los bracitos de su niña rodearlo con fuerza.- ¿Lo extrañas?
-Sí…-susurró.- Tú también ¿verdad?
-Sí… Pero tenemos que seguir adelante sin él, será solo en lo que nos acostumbramos –le sonrió un poco y caminó tomándola de la mano.- Mañana para el desayuno prepararé tu comida favorita.
-No –respondió recibiendo una mirada extrañada.- Nadie cocina la caballa como mi papá –hizo un puchero y caminó arrastrando su mochilita tras ella. Makoto suspiró, le estaba costando trabajo hacerla comer bien sin Haru, pero no había otra opción que la de acostumbrarse a su ausencia. –Pero tú haces hot cakes ricos –sonrió.
-Serán hot cakes entonces –rió y le abrió la puerta del coche.
-Huele a quemado –dijo la pequeña haciendo una mueca.- ¿Echaste tu traje a la cajuela? –se cruzó de brazos.- Papá te dijo que lo metieras en una bolsa primero.
Makoto suspiró al sentirse regañado y asintió.- Ya hacía falta lavarlo –dijo como excusa y se encaminaron a casa de Nagisa.
La casa de la familia Ryugazaki/Hazuki era espaciosa, había sido hecha al combinar dos casas en el cerro donde vivían por lo cual una parte de la casa parecía una gran rampa. Tenía cinco dormitorios, tres baños completos, una cocina con una alacena grande, un estudio que a la vez hacía de taller y biblioteca, un cuarto de juegos, su comedor y su sala. Además tenía una terraza que tenía una pequeña alberca poco profunda, apenas era un chapoteadero y no servía para nadar. Eso era algo bueno que había dejado el trabajo de los dos adultos, con su pago habían podido comprar esa casa y tenían planes para agrandarla a un futuro si era necesario.
-¡Tai-kun! –gritó un niño rubio al verla bajar del auto, corrió hasta ella y la recibió con un gran abrazo, robándole un sonrojo.
-¡Quítate! –exclamó Taichi mientras lo empujaba.- Y deja el kun, soy una chica tonto –el niño la miró con un puchero.
-Tai-kun dijo una mala palabra.
-Taichi, no le digas tonto – dijo Makoto dándole unas palmaditas en la cabeza a su hija, quien apenada entró corriendo a la casa seguida por el niño.
-¡Mako-chan! –gritó Nagisa antes de lanzarse a él en un abrazo.- ¡Qué bueno que vinieron! Creí que seguirían desanimados por lo de Haru y no vendrían…
-Bueno… tenemos que seguir ¿no? Y los niños se divierten juntos –comentó al escuchar muchas vocecitas riendo y gritando.
-Sí –sonrió y regresó a la casa.- Sabes, tenemos un anuncio que dar pero más al rato –sonrió.- ¡Rei! Tenemos visitas.
Rei salió de la cocina limpiándose las manos en el delantal que traía puesto, cojeando pues tenía a una niña pequeña, de largo cabello pelirrojo y ojos color miel, abrazada a su pierna mordisqueando un chupón. Britt Hazuki era la más chica de la familia y tenía la costumbre de colgarse de alguno de sus padres. –Hola, Makoto-senpai. Qué bueno que viniste –dijo con una sonrisa. A pesar de los años no se le había quitado la costumbre de decirle así; a él y a Haru. Taichi saludó a Rei con un beso en la mejilla para luego llevarse de la mano a la pequeña Britt a jugar con sus ella y sus hermanitos.
Pasaron a la sala y Rei volvió a la cocina. En la habitación estaban los cuatro hijos de la pareja. Yuina Ryugazaki era el más grande de todos, su pelo era rubio y sus ojos eran color violeta, tenía una personalidad alegre y extrovertida aunque no por eso era menos inteligente, le gustaba mucho pasar el tiempo con Taichi con quien se llevaba por tan solo un año, siendo él el mayor, a ella le gustaba quitarle los lentes y ponérselos; de cariño le decían Yu-chan. Luego le seguía una niña de cabello corto y rizado, con ojos muy claros y de un color verde que contrastaba bien con su piel oscura, había sido adoptada cuando Yuina tenía dos años y ella tenía tan solo unos meses de nacida; era una niña muy deportista, reservada y tenía tendencia a preocuparse de más por sus hermanos, su nombre era Adah Hazuki. En edad le seguía un niño de cuatro años que era muy curioso, todo agarraba, pero también muy llorón y llevaba a todos lados un pequeño conejo de peluche; era de piel morena, cabello oscuro y ojos marrones, su nombre era Yareni Ryugazaki, a quien decía Yare-chan de cariño. La más pequeña era Britt Hazuki. Por alguna razón habían ido intercambiando los apellidos.
-¡Rei-chan! –exclamó Nagisa al entrar a la cocina y abrazarlo posesivamente por la cintura.- ¿Ya casi está la cena?
Rei se tambaleó un poco ante el ataque y luchó contra la gravedad para que no se saliera la comida del tazón en sus manos. –Nagisa, no me sorprendas así -sonrió al ver el puchero de su esposo y besó su frente.- Ya, hay que llevarla a la…- antes de que lograra terminar la frase él ya estaba llevando la comida a la mesa. En ese momento tocaron el timbre y fue a abrir.- Ah, hola Rin –se inclinó un poco buscando a otra persona. Rin se dio cuenta.
-Hoy no viene, se quedó dormida y se sintió un poco mal –respondió mientras se estiraba, entró.
-Deberías llevarla al médico.
-Ya la llevé, por eso no la desperté hoy –logró esquivar el afectuoso saludo de Nagisa y lo detuvo con una mano en la cabeza.- Hola, Nagisa –sonrió.
-¡Tío Rin! –Taichi se lanzó a sus brazos y él la recibió sonriente. Makoto sonrió resignado, ya estaba acostumbrándose a que su pequeña hija disfrutara de las atenciones de su "tío Rin", aunque a veces se ponía celoso.
Pronto estuvieron todos sentados alrededor de la mesa y Rei terminó de colocar los platillos.- ¡Se ve rico! –exclamó Yareni al ver salchichas en forma de pulpos.
Rei sonrió y se subió los lentes con una mano, antes de levantar la mirada y decir con voz orgullosa…-¡Pues claro que está rico! Seguí la receta a la perfección, ni un gramo más ni uno menos, con la temperatura perfecta y los ingredientes perfectos ¡logré la comida más hermosa! –rió emocionado hasta que Yuina intervino.
-Está desabrido, Haruka-san lo prepara mejor –dijo sin compasión bajándole el ánimo por completo a su padre.
-Vamos… vamos… cocinas bien Rei-chan –le dio palmaditas Nagisa.- Pero Haru es cheff –rió, Makoto sonrió con nostalgia, miró a su hija y ella sonrió. La cena pasó sin mayor contratiempo, platicando alegremente y con los niños jugando con la comida pero a ellos lo que más les gustó fue el postre: helado con galletas.
- Tío Rin –dijo Taichi mientras revolvía su helado.- ¿Y Kou-chan?
Rin sonrió un poco antes de responder.- Le dio gripa, no puede salir de la cama, se quedó con Nitori… pero pronto podrá salir a jugar otra vez.
Tai miró a Yuina quién le sonrió de vuelta, los dos asintieron y siguieron comiendo su helado en silencio; se comprendían sin tener que hablar. Makoto sonrió.- Rin-san, ¿ya la llevaste al alergólogo? –preguntó Rei un poco apenado.
-Sí, le mandó nuevas medicinas… Con la primavera sus alergias empeoran, pero es fuerte –sonrió con orgullo.- Se parece a su padre.
Pronto los niños se fueron a jugar mientras los adultos platicaban de sus trabajos y su vida. Makoto era bombero pero solía hacer otras cosas también, a dónde le pidieran ayuda ahí estaba, también era maestro en la escuela de natación de Iwatobi a los niños más pequeñitos. Rin trabajaba como policía y solía rondar las calles por donde los niños pasaban a la hora de la salida escolar, así podía echarles un ojo en su regreso a casa cuando llegaban a irse solos; como tenía una hija con salud delicada a veces tenía que trabajar en las noches, de stripper. Rei había estudiado biotecnología para luego interesarse en el campo de la genética, tras unos problemas en la empresa donde trabajó durante unos años tuvo que dejar un buen trabajo y cambiarse a uno donde estudiaban algas para utilizarlas en medicamento. Nagisa había conseguido trabajo como actor y en ese entonces estaba trabajando en una serie donde interpretaba a un astronauta, por lo que a veces estaba muy ocupado pero había momentos en los que no tenía nada más que hacer que estar en casa y visitar la escuela de natación.
Cuando el reloj daba las diez de la noche, Britt abrazó a Nagisa y cerró los ojos mientras él acariciaba su cabello con ternura. Adah estaba dormida en el sillón, Taichi se había dormido recargada en las piernas de Yuina quien jugaba videojuegos emocionado. Rin miró su celular y notó un mensaje sin leer.- Tengo que irme, ya despertó Kou y busca a su papá –y tras una breve despedida se fue.
Makoto no tardó mucho en despedirse también, acordó que se vería con Rei al otro día para las clases de natación de Britt y tras cargar en sus brazos a su hija se fue. Cuando llegó a casa la acostó con cuidado, le puso el pijama y la arropó. La miró dormir un rato, le parecía increíble lo mucho que podía parecerse a Haru en ese estado, besó su frente y apagó la luz.
-Papi –susurró adormilada Taichi. Makoto la miró y se sentó al pie de la cama.- Yuina me dijo que sus papás le dijeron cómo se casaron –bostezó y luego lo miró con seriedad.- ¿Por qué yo no sé esas cosas de papá y tú?
A Makoto le tomó por sorpresa el tema y rió con un poco de nerviosismo.- Porque nunca habías preguntado nada y a veces a Haru le es vergonzoso todo eso.
-Pues quiero saber –se cruzó de brazos.- Y ahora que papá no está… puedes contarme ¿no? –hizo un puchero, sabía que su papá caería ante su petición con ese simple gesto, y así fue.
-Está bien… Te contaré cosas sobre tu papá y yo… pero no hoy. Ya es tarde y hay escuela mañana –besó su mejilla y la arropó.- Descansa, sirenita.
-Promételo –levantó su manita hacia él y levantó el dedo meñique.- Todo este mes me vas a contar historias de tú y mi papá antes de dormir, todas las noches.
Makoto suspiró y atrapó el dedo con su propio meñique, le sonrió.- Cómo digas, pero ya duérmete –revolvió su cabello, ella abrazó sonriente a su delfín de peluche y por fin el mayor se fue a su cuarto.
-Sigo cayendo con su puchero –dijo derrotado antes de irse a dormir.
