Rompiendo lazos con el pasado – Jim Mizuhara
Pairing: Nakuro & Onoda.
Contenido: Yaoi, talvez lemon.
Observaciones Generales: Estrenando en un fandom nuevo luego de un montón de años escribiendo para un mismo fandom, cambiar de aires es benéfico! Esta serie me ha impresionado tan favorablemente que me sentí inclinado a probar escribir un relato sobre los personajes, y espero que sea el primero de muchos! Desde ya espero que disfruten.
Naruko se echó agua al rostro tan pronto colgó la bicicleta de carreras en el soporte. Estaba exhausto por el duro entrenamiento previo a la gran carrera de verano entre universidades que ocurriría en un par de meses, se había auto-impuesto una meta de doscientos kilómetros diarios a cumplir para mantener la forma y competir en términos justos con los ciclistas más reputados del país. Secó su flamígero cabello con una toalla disponible en la sala del club de ciclismo y se estiró sobre un banco, aún sentía incómodas contracciones en las piernas y eso le preocupaba, no esperaba sentirlos con todo el entrenamiento que llevaba. Ni bien había cerrado los ojos cuando un portazo le devolvió a la realidad.
— Levántate, Naruko, deja de holgazanear y entrénate.
— ¡Déjame en paz, Imaizumi, acabo de completar el circuito!
— Entonces muévete y vamos a dar más unas vueltas, que los coordenadores de deporte están de visita y esperan ver algún desempeño.
Naruko bufó de disgusto y arrojó la toalla en el banco. Tanto él como Imaizumi y los demás componentes del equipo de ciclismo universitario estaban allí para dedicarse de cuerpo y alma al deporte en cambio de costearse los estudios académicos, de modo que sobraba razón a Shunsuke cuando hablaba sobre mostrar el trabajo del equipo. Movió la pierna izquierda varias veces mientras se ajustaba el casco, sentía algo raro en la rodilla. Imazumi observó ese gesto.
— ¿Oye, qué te pasa?
— No sé… siento la rodilla rara desde ayer.
— No se te ocurra estropearte ahora que se acercan las competiciones anuales.
— Fue con esta rodilla así que ayer te he ganado dos veces - repuso Naruko, enseñándole la lengua.
— No crecerás nunca… - suspiró Imazumi, alejándose velozmente.
En el estrado destinado al público había pocas personas, aunque se destacaba la comisión de examinadores de la universidad, hombres muy serios que portaban libretas y garabateaban atentamente todo lo que observaban en la pista para luego reportar en la secretaría. Los ciclistas comenzaron a andar en formación convencional alrededor de la pista, para luego ir destacándose en cada vuelta subsiguiente los especialistas en su área: velocistas, escaladores y finalmente al as de su equipo. Lo que hubiera pensado de la presentación del equipo la comisión no dejó traslucir, ya que no hacían más que susurrar entre sí y seguir apuntando en sus libretas. El equipo deshizo la formación luego de algunas vueltas y la comisión, como si fuera una sola persona, se marchó del lugar.
Estaba Naruko echando bromas con los demás integrantes del equipo cuando de súbito se detuvo en seco, mirando fijamente en las graderías del público. Allí, entremezclado entre las personas y sentado en un extremo se veía la inconfundible silueta de un chico de gafas redondas y cabello negro, leyendo distraídamente un libro y garabateando cosas en él. Imaizumi apenas alcanzó a verle montando en la bicicleta y dando un arranque tan furioso que casi no se divisaba entre la polvareda que había levantado. Naruko apenas tuvo tiempo de acercarse a las graderías, arrojar desastradamente la bicicleta y abalanzarse sobre el chico.
— ¡ONODA! - gritó Naruko en ruta de colisión con el chico.
— ¡Naruko-kun! - replicó Onoda, poniéndose de pie al instante y cayendo luego al suelo con el peso del pelirrojo encima.
— ¿Realmente eres tú, Onoda? ¡Diablos, no puedo creer que estés aquí, es una coincidencia increíble! - exclamó, zarandeándole de los hombros sin control.
— S-Sí, realmente es u-una coincidencia… ¿T-Te parece bien si d-dejas de s-sacudirme?
— Un animal, como siempre - murmuró Imaizumi, acercándose también y levantando del cuello de la camisa a Naruko - bienvenido a la universidad, Onoda. Hace mucho tiempo que no te veíamos.
— ¡Oh, gracias, Imaizumi-kun! - replicó calorosamente Onoda con una sonrisa, mientras se sacudía el polvo de la camisa - lastimosamente no pude ingresar en la universidad hasta ahora, mismo pasando un mes de comenzar las clases. Tuve algunos problemas y apenas ahora llegué.
— ¿En serio? ¿Dónde estuviste todos estos años? - cuestionó Naruko.
— Bien, yo me mudé luego de terminar el primer año a Kyoto, terminé la enseñanza media allá y ahora regresé. He ingresado en el curso de Literatura, ¿y ustedes?
— Este mal humorado hace Ingeniería - mencionó Naruko, señalando a Imaizumi - y yo acabo de ingresar en la carrera de Administración. Y como puedes ver también somos parte del equipo de ciclismo universitario y supongo que tú también vas a…
— ¡Oh, no! Yo… no hago parte del equipo - interrumpió Onoda, meneando la cabeza.
— ¿Qué dices? No, no puede ser, ¡Jaja, estás bromeando! - repuso Naruko, palmeando la espalda a Onoda - ¿Lo dices en serio?
— El club de ciclismo no es la única forma de mantenerse aquí, me han concedido un acceso especial por buen desempeño académico el año pasado.
— He leído en el periódico que Onoda ganó medalla por mérito el año pasado - intervino Imaizumi, recostándose por la valla.
— ¿Qué? ¿Y tú no dices nada? - le espetó Naruko.
— No sabía que fueras capaz de leer - replicó Imaizumi.
— Oye, Onoda, ¿de veras no piensas inscribirte en el club de ciclismo? Mismo que sea apenas por correr, sabes que eres simplemente excepcional en eso. - dijo Naruko, poniéndole una mano al hombro.
— Eso… es cosa pasada - murmuró Onoda, cuya sonrisa se desvaneció y adoptó una expresión más bien seria - no he competido más desde el final del primer año.
— ¿Has perdido la motivación, Onoda? - cuestionó Imaizumi, mirándole fijamente - puede ser que en Kyoto las cosas fueran diferentes e incluso más difíciles, pero aquí, sabes que estarás entre amigos y que conoces el lugar.
— Te lo agradezco, Imaizumi-kun, pero de veras, no pienso volver… creo que mis prioridades son otras ahora - replicó Onoda, la tiempo que miraba el reloj - ahora debo irme, las clases comenzarán en cinco minutos.
— ¡No, espera! Dime dónde estás viviendo ahora, quiero visitarte - repuso Naruko atropelladamente.
— Oh, de acuerdo - accedió Onoda, garabateando una dirección en el papel - me encontrarás en casa casi siempre después de las seis.
Y dicho esto, Onoda se puso de pie con rigidez y se alejó a pasos largos y cuidadosos. Ambos chicos se quedaron mirándole en su extraño caminar y luego Naruko miró la dirección en el papel.
— ¿Qué piensas hacer? - preguntó Imaizumi - lo único que puedo decir es que Onoda ha cambiado mucho en apenas dos años. Me pregunto qué habrá pasado con él.
— Es lo que me propongo averiguar - contestó Naruko - ¡No puedo aceptar la idea de que alguien como Onoda, que se hacía ilusión con el deporte un par de años atrás ahora venga a decir que no quiere saber nada de esto!
"Te convenceré de que debes volver, Onoda", pensó Naruko para sus adentros, "y también te hablaré de cosas que hace mucho pensaba decirte".
