Disclamer.- Todo lo que aquí aparece es propiedad de la CW Network y Eric Kripke, mía solo es la historia y escribo sin ánimo de lucro. La canción que Dean está escuchando es, obviamente, Carry On My Wayward Son de Kansas y desafortunadamente tampoco me pertenece.
Esta historia es aun AU y mi primer intento en este fandom y es un, también intento, de Destiel.
Dedicada a mi querida Violette Moore, feliz 14 de febrero Nena, te quiero mucho, ojalá te guste.
ALAS HUMANAS
por
Adrel Black
I
—Tienes que hacerlo hermano —dijo una de las dos presencias antropomorfas, hechas de luz y energía, su voz se escuchó retumbar en aquel prado desde el que ambos miran a lo lejos con sus ojos angelicales.
Es un prado verde, rodeado de árboles enormes, añosos, el cielo, que habitualmente es su hogar se muestra de color berenjena, atrapado durante el atardecer, el viento sopla con poca fuerza, mece las copas de los árboles y los pinos, pero no tiene ningún poder en contra de aquellos seres gigantescos, que permanecen de pie ajenos a él.
La presencia de Castiel revolotea inquieta, ha bajado a la tierra pocas veces durante sus miles de años. Es uno de los ángeles más jóvenes, de los últimos creados por Dios. Sus hermanos mayores, van y vienen mezclándose entre humanos y otros seres; de la tierra al paraíso e incluso de vez en cuando alguno tiene que arreglar asuntos en el infierno, pero Castiel, ha estado casi siempre en su hogar, el cielo.
—Yo no… —la presencia de Zachariah, permanece muy quieta, incluso podría decirse que se aburre de aquella plática, escucha a Castiel con una mueca de maleducada condescendencia —… ustedes saben cómo mezclarse con los humanos, los han cuidado desde que Padre los creo, yo…, no sé si sea el indicado, Hermano.
—Castiel, muchos de nosotros tenemos trabajo, no podemos estar siguiendo a éste humano —fácilmente se podía adivinar el desprecio de Zachariah, —pero es importante que sobreviva, se podría decir que es… necesario. —Y luego aclarando el punto, terminó —aunque seguramente no indispensable.
—Precisamente por ello Hermano, si es importante, yo no soy tan poderoso como ustedes.
La presencia de Zachariah aleteó con molestia.
Castiel desvió la vista hacia lo lejos, por encima de las copas de los árboles, con su estatura descomunal y con sus ojos de ángel vislumbró al hombre del que hablaban, era un humano común, por decirlo, cabello claro, ojos verdes, conducía un viejo auto clásico y cantaba entre dientes una canción a la que el ángel no le encontraba el sentido.
—Escucha Castiel, tanto tu como yo sabemos lo que está viniendo.
—El fin de los tiempos —respondió el más joven, sin mirar a su interlocutor. Sus ojos aún estaban perdidos en el Impala que seguía moviéndose hacia el este de Iowa, dejando el sol detrás, como si estuviera ganándole una carrera imaginaria.
—El apocalipsis —aclaró Zachariah.
El auto levantaba nubes de polvo en aquella carretera olvidada sin que nada estorbara su camino, de pronto Castiel tuvo el extraño pensamiento de que el Impala era el único ser viviente en el mundo constituido por esa carretera solitaria, como abandonado de todos, hombres, ángeles, demonios.
El hombre seguía murmurando la canción "Once I rose above the noise and confusion. Just to get a glimpse beyond this illusion"
— ¿Quién es él? —preguntó.
—Su nombre es Dean Winchester.
Castiel entornó los ojos, mirando esta vez dentro del Impala, en el lado del copiloto un hombre de cabello largo dormía recargado contra la puerta, respiraba acompasadamente empañando el vidrio con el vaho de su respiración.
— ¿Y quién le acompaña?
—Es su hermano, Samuel Winchester. No nos preocuparemos por él —Castiel desvió entonces la mirada hacia Zachariah, al escuchar como éste le restaba importancia al otro hombre —tu responsabilidad es solo Dean.
Castiel sintió como el aura de Zachariah destilaba desaprobación hacia el joven, un sentimiento repelente de dureza, filoso. ¿Cuál era el papel de aquellos humanos en la guerra que se avecinaba?
El ángel enfocó su vista de nuevo hacia los hermanos Winchester, intentó captar los pensamientos del hombre que debía proteger, pero era complicado, sus pensamientos estaban abstraídos en aquel momento en no quedarse dormido. Castiel reparó en las profundas ojeras de su rostro, moradas contra la piel clara, al parecer no había dormido en un par de días; de modo que toda su mente estaba centrada en continuar despierta y en no despertar a su hermano. La canción seguía sonando en el estéreo del Impala "Masquerading as a man with a reason. My charade is the event of the season"
Dean parpadeaba continuamente y tomaba sorbos de un vaso térmico, sacudía la cabeza y se restregaba los ojos, los pensamientos inconexos llegaban hasta Castiel, pero casi todos rezaban lo mismo: "necesitaba encontrar un lugar donde pudieran dormir".
—Hermano, tienes que guiarme, yo no tengo un contendor humano, yo no sé cómo mezclarme entre ellos, no conozco sus costumbres…
—No es una petición, Castiel —la presencia de Zachariah aleteó con impaciencia y Castiel dio un paso atrás, sintiéndose empequeñecer frente al poder y la molestia de su hermano. —No estamos enviándote a tomar vacaciones al mundo terrenal, es una orden, harás lo que se te ordene de la manera que se te ordene, es la voluntad de nuestro Padre.
Castiel, que nunca había desobedecido una orden directa asintió.
—Es un honor servir a nuestro Padre.
—La misión es simple, Hermano —dijo Zachariah —mantén con vida al mayor de los Winchester, es lo único que debes hacer —su voz sonaba modulada, no iracunda como momentos antes, sino tranquilizadora. —Esa es la voluntad de Dios.
—Que así sea —respondió Castiel con una ligera inclinación de cabeza, escuchó un murmullo más fuerte del viento y un simple sonido de aleteo, la presencia de Zachariah desapareció, dejándole solo en aquel paraje.
El ángel miró de nuevo hacia el Impala, la canción seguía sonando, el otro chico seguía durmiendo mientras que Dean se restregaba los ojos con más fuerza cada vez, intentó dar otro sorbo al vaso térmico, pero al parecer el contenido se había terminado, dejó el vaso a un lado y parpadeó más fuerte.
Castiel prestó atención de nuevo a su pensamiento.
—Cinco minutos más —decía el cerebro de Dean —cinco minutos más para llegar al siguiente pueblo, allí encontraremos un motel donde dormir.
El hombre cerró los ojos y dormitó por milésimas, luego los abrió de golpe, al parecer sin ser muy consciente de que lo había hecho, Castiel, se fue del claro y aterrizó con un leve sonido de alas en el asiento trasero del Impala.
Dean al parecer le sentía, pues bajó la velocidad y con ayuda del retrovisor observó hacia donde el ángel estaba, sin embargo éste era invisible en aquel momento a los ojos del humano. A pesar de no ver nada, el hombre llevó su mano derecha hacia una escopeta que descansaba entre los dos asientos y siguió manejando con la izquierda. Intentando mantenerse alerta.
La canción seguía tocando, era extraño como el tiempo pasaba diferente para los humanos y para los ángeles, a Castiel le parecía que había pasado un tiempo considerable desde que había hablado en el claro con Zachariah, pero en el mundo humano, la canción aun no terminaba, habían pasado apenas un par de minutos.
Dean dio otra cabezada invadiendo el carril contrario. Castiel tocó el hombro del humano y le sorprendió sentir tanto cansancio, el peso de tantas noches sin dormir, el peso de las grandes responsabilidades, el alma atormentada de quien se siente culpable, el dolor de quien ha perdido demasiado y el martirio de quien desplaza con todas sus fuerzas el sentimiento y la emoción en un intento de seguir adelante.
Castiel tomó un poco de todo aquel cansancio en sí mismo, la mente de Dean seguía con la cantaleta "solo cinco minutos". El ángel pudo ver como el humano se sintió alerta de inmediato, sacudió la cabeza, acomodó la espalda un poco más recta y pisó más a fondo el acelerador.
"Now your life's no longer empty, surely heaven waits for you"
La canción terminó y Castiel no pudo evitar sonreír ante el final de ésta.
Llegaron a un motel con pinta de ser barato, Dean se apeó del Impala, se registró y pagó todo bajo la atenta mirada del ángel invisible que le seguía de cerca.
Subió de nuevo al Impala y lo llevó hasta la puerta de la habitación siete.
—Sam —llamó a su hermano que seguía dormido. —Grandísimo flojo, llegamos.
— ¿A dónde? —preguntó el menor con los ojos casi cerrados.
—No tengo idea.
—Excelente.
Entraron a la habitación, dejaron caer las maletas, dibujaron algunas líneas de sal en las entradas y con las escopetas al alcance de la mano se dejaron caer aun vestidos en una cama cada uno. Castiel les miraba de pie al centro del cuarto.
— ¿Sam?
— ¿Mmm? —murmuró el menor con los ojos casi cerrados de nuevo.
—Cuando manejaba hacia aquí, hubo un momento en el que sentí algo. —Sam abrió los ojos y acercó la mano hacia la escopeta. Castiel se preguntó qué clase de vida tenían aquellos chicos. —Escuché, un aleteo y sentí como si hubiera alguien en el asiento trasero, casi estaba quedándome dormido y de pronto sentí que tenía las fuerzas para llegar hasta aquí.
—Quizás dormitaste y soñaste todo eso.
—No Sam, era real.
—Entonces quizás tienes un ángel de la guarda.
—Los ángeles no existen, Sam.
El menor cerró los ojos de nuevo y de inmediato se quedó dormido, el mayor por otro lado siguió mirando la habitación vacía, directamente al lugar en el que Castiel se encontraba, el ángel no pudo evitar pensar que el humano le sentía, que aquel hombre sabía que él estaba allí.
Castiel se acercó hacia Dean y tocó su hombro de nuevo, muy levemente, los ojos verdes de Winchester se cerraron de inmediato, ahora que se le permitía un momento de calma el ángel pudo sentir también el inmenso amor que profesaba por su familia. Miró en la mente del humano; el amor incondicional por su padre, un amor enorme pero ya casi relegado por su madre, el amor por un hombre llamado Bobby y de manera casi abrumadora el amor por su hermano.
Castiel sabía lo que era amar a alguien, él amaba a Dios, su Padre por encima de todas las cosas, pero aun así, el sentimiento de ese humano era distinto, aguerrido, ácido, amargo, fuerte, el ángel no lo entendió, pero aun con ello, sintió el amor hinchándole el pecho, el amor no solo por la creación de su Padre; esa obra de arte a la que Dios había llamado humanos, sino el amor súbito por aquel hombre que le había sido confiado y por todos aquellos que le rodeaban.
Una familia cercana y amorosa que reía en momentos difíciles y permanecía silenciosa y tranquila en los momentos simples. Castiel nunca había tenido eso, los ángeles eran extrañamente fríos en toda su sabiduría.
Dean se removió un poco entre sueños, tenía pesadillas sobre el día en que su madre había muerto, Castiel podía verlo en sus pensamientos, se sentó a los pies de la cama y extendió una de sus alas sobre Dean que se calmó al momento.
Casi doce horas pasaron antes de que alguno de los Winchester despertara.
Balazos de plata, hechizos y maldiciones enoquianas en el botón de review, please.
Ven Violette, nos faltan seis capítulos.
Adrel Black
