Summary: Percy no tenía muchas expectativas de la preparatoria Meriwether pero estaba dispuesto a esforzarse. Cuando allí conoce a Tyson, un sin techo, no duda en defenderlo de abusones y ayudarlo, poco esperaba que la ayuda sería mutua ni menos aún imaginaba la conexión que compartían.

El fic trata básicamente de las primeras semanas que pasaron Percy y Tyson en la preparatoria Meriwether, cuando se conocieron y cómo llegaron a ser amigos. Por tanto, sucede antes de los sucesos de 'El mar de monstruos', a inicios del año escolar de Percy. Por otro lado… ¿Es mi idea o apenas hay fics de la relación fraternal entre Tyson y Percy? :c

Este fic participa del Reto Anual "Pequeñas historias para grandes héroes" del foro El Monte Olimpo

Disclaimer: Percy Jackson le pertenece a Rick Riordan ;) Esto es solo un fanfic por y para fans. Con respecto a la imagen de portada, pertenece a 'Minuiko' o eso dice la pequeña firma en la parte superior derecha (Vean de cerca la imagen, ¡Es muy tierna!)

Palabras en total sin notas de autor: 3,129

Todo está desde el punto de vista de Percy.

De conocido a amigo, de amigo a hermano

I

Mi primer día en Meriwether no sale como esperaba, como siempre

¿Sabes? Yo sabía que mi estancia en un colegio nunca sería tranquila, no después de ya haber sido expulsado por varias escuelas.

Mi nombre es Percy Jackson, hace unos meses descubrí que soy un mestizo hijo de Poseidón, el dios griego de los terremotos, los océanos y padre de los caballos. Aceptarlo fue algo raro, pero cuando uno empieza a acostumbrarse al pensamiento de ser un descendiente de uno los tres grandes… bueno, yo todavía no me acostumbraba pero suponía que ya lo haría.

Verás, ser un semidiós no es sencillo, hay muchos peligros a los que estamos expuestos, peligros que pude conocer bien en el verano pasado cuando tuve que recuperar el rayo de Zeus junto a Grover, mi mejor amigo que resultó ser un sátiro, y mi amiga Annabeth, hija de Atenea. Ese verano pasaron un montón de cosas. Viajar siendo perseguidos por monstruos que quisieron matarnos no fue muy bonito, tuvimos malos ratos y en más de una ocasión casi no salimos vivos, pero al menos logramos cumplir nuestro propósito, le devolvimos su cacharro (perdón, rayo) al rey de los dioses y todo terminó más o menos bien, excepto por la traición de Luke, un hijo de Hermes resentido con el Olimpo que nos había traicionado, una historia que no quiero recordar.

Al menos con todos esos sucesos ya sabía más de mí mismo y conocí a otros semidioses en el campamento mestizo, el único lugar seguro para gente como nosotros. Allí hay muchas cabañas y te hospedas según tu padre o madre divino, yo duermo en la cabaña 3, solo, porque no tengo ningún hermano a diferencia de los demás. Al final del verano, todos los campistas pueden elegir quedarse o ir al mundo mortal a pasar con sus familias el año, y aunque tuve la opción de quedarme en el campamento no quise. Simplemente no pude. Y esperaba haber hecho la decisión correcta.

Luego de esta pequeña aclaración es más sencillo pasar a otro punto, mi mamá, Sally Jackson, (la mejor mamá del mundo) logró encontrar de alguna manera una escuela privada para que yo hiciera el séptimo curso, simplemente no sé cómo lo hace para encontrar una todos los años. Esta escuela preparatoria se llamaba Meriwether, una escuela que era…ehh, peculiar. Se ubicaba en el centro de Manhattan y era del tipo de la 'Nueva enseñanza' y vaya que era distinta. Dando un ejemplo, en Meriwether no había uniforme general por lo que todos los alumnos podían ir con lo que quisieran, en serio, lo que quisieran (incluso los profesores). Tampoco había que llevar muchas cosas en la mochila porque no se usaban libros del tamaño y peso de ladrillos para enseñarnos, así que eso me parecía genial y me daba una sensación de optimismo en comparación con las otras escuelas a las que había asistido.

El primer día de escuela mi mamá y yo salimos temprano, yo insistí en que podía llegar solo ya que no era tan complicado pero ella no me dejó y no tuve corazón para negarle el deseo que tenía de asegurarse de que llegara bien, de modo que ya a las 7:30 tomamos juntos el tren que nos llevaría. No fue un viaje tan largo, o por lo menos no lo sentí así por la sensación que empezaba a recorrerme el cuerpo con cada segundo que pasaba. Era casi como un nuevo inicio. Aquella sería la primera escuela a la que asistiría sabiendo quién era realmente, ahora tenía un 'por qué' de todos los extraños sucesos que me sucedieron años atrás y se sentía de alguna manera confortante, no era simplemente un niño con dislexia y THDA. No era simplemente un chico problemático con una pésima suerte.

Quería demostrar que ese año sí podía hacerlo. Tenía más conocimiento de mí mismo y mi origen griego (más o menos) y estaba dispuesto a lograr que ese año fuera tan normal como pudiera.

Cuando llegamos a la dirección indicada, nos encontramos con un inmenso establecimiento que parecía haberse basado en un libro de arquitectura moderna con la diferencia de que le agregaron colores más vivos como de pop art (tan exagerado no, pero era colorido).

En la entrada, un hombre vestido de pantalones negros y camisa a cuadros nos recibió y fue el momento en que mi mamá y yo tuvimos que despedirnos ya que solo alumnos podían pasar.

—Adiós cariño—Dijo mi mamá acariciándome el pelo antes de darme un abrazo y un beso en la mejilla. Por un segundo me sentí avergonzado, ya que no era un niño pequeño que necesitara ese tipo de despedidas, pero terminé ignorando eso y la abracé de vuelta, extrañamente, siempre que ella me da muestras de afecto todos los temores en mí desaparecen—Procura portarte bien, que tengas un excelente primer día.

Yo sonreí y me encogí de hombros cuando nos separamos—Me esforzaré.

—Debes apurarte si quieres llegar a tiempo al discurso de bienvenida colega—Interrumpió el hombre que no dejó de sonreír en todo momento.

Me sentí confuso.

—Creí que había llegado temprano

—Sí, pero no sabes dónde está el gimnasio

Levanté una ceja y noté que mi mamá hacía lo mismo.

—Pero, ¿No debería haber alguien que guíe a los nuevos alumnos?—Le preguntó ella

—No, no—Fue la alegre respuesta del hombre acompañado de un ademán de mano—Preferimos que los nuevos encuentren su propio camino, así exploran y aprovechan de conocer la escuela. Además, no hay modo de perderse.

Le di una mirada a mi mamá y me encogí de hombros, ella hizo lo mismo y se alejó no sin antes desearme un buen día de nuevo. Me lo dijo de tal forma que en verdad creí que así pasaría.

'Aquí vamos' Me dije entrando por fin al establecimiento, dejando atrás al guardia de entrada que ahora hablaba con otro alumno. No alcancé a verlo bien, solo vi una vacilante e inmensa figura y una mata de pelo castaño antes de alejarme por completo.

Al menos el hombre no estaba equivocado con respecto a decir que era imposible perderse si incluso a alguien como yo le era fácil. Todo por la sencilla razón de que estaba todo, todo señalizado, tal vez a mí me costaría un poco descifrar lo que decían los carteles pero no era imposible. Como extra, apenas llegabas a la primera habitación, que era la secretaría, había un mapa pegado en la pared de toda la escuela junto a un colorido calendario repleto de notas sobre actividades para el año, al parecer algunos profesores no se preocuparon mucho de la caligrafía al escribirlas porque prácticamente los textos asesinaron a mis ojos.

Terminé dejando el calendario y preferí aceptar la clara invitación a explorar por mi cuenta, calculaba que me quedaban unos 10 minutos libres así que tiempo tenía de sobra (solo por si acaso, miré la localización del gimnasio en el mapa), me acomodé mejor la mochila al hombro y seguí por un pasillo blanco, el único, a ver por dónde me llevaba.

Ni llegado al minuto descubrí que por allí habían más alumnos, algunos caminando solos y otros en grupo. Si me preguntas, era como si todos se dividieran y rehuyeran. Me pareció raro, pero ya lo había visto antes en otros colegios así que no me era desconocido. Luego de un rato de dar vueltas sin que nadie fijara la vista en mí por más de dos segundos, llegué al laboratorio por un pasillo sin salida, pasé por la cafetería doblando a la izquierda, encontré el baño en un lugar bastante escondido y finalmente terminé en un patio en la parte trasera (creo) donde habían unos pequeños cultivos de hierbas que seguramente usaban en la enfermería.

Creí que estaba solo e iba a irme hasta que una voz resonó en el pequeño espacio desde un rincón.

—¡Eh, tú!

Por puro reflejo me puse en guardia, solo para ver que quien me había llamado era un chico de mi edad. Tenía ojos marrones como de perro irritable, un pelo casi negro bastante despeinado y usaba ropa que yo nunca podría permitirme, lo raro, era que las prendas de marca que llevaba estaban arrugadas y descuidadas. Mi prejuicio actuó, ya había conocido a bastante gente así antes en la academia Yancy, ricos que querían actuar como niños malos.

Pero me habían enseñado que era malo juzgar sin conocer…

'Podrías hacer nuevos amigos' Recordé el comentario que mi madre me había dicho en la mañana mientras desayunaba, en ese entonces yo solo le había sonreído y dicho que lo intentaría. Bueno, aquella era una oportunidad para hacer nuevas amistades y ser un chico medianamente normal. Podría ser que yo me equivocara y en verdad el chico no fuera mala persona, las apariencias engañan.

Pero como te dije, algo en él se sentía, de la forma más simple: Amenazador.

No, no es que fuera un monstruo...creo, o por lo menos se veía como cualquier otro mortal y no sentía la llamada de Contracorriente, que estaba en mi bolsillo.

—¿Eres nuevo? —Preguntó él quitándose un mechón de pelo de la cara.

Quise mostrarme amigable y sonreí—Creí que se me notaría menos

Él se rio, su voz sonando raspada. Yo iba a reírme de mi propio comentario pero no pude porque con solo escucharlo a él se me quitaron las ganas, como si el chiste pasara a ser una burla en mi contra.

—Me llamo Matt Sloan— Se presentó con un tono desagradable mientras me daba una sonrisa engreída. Parecía que dada la ocasión mi instinto no se había equivocado.

—Percy. Percy Jackson— Él me extendió la mano y yo la tomé solo por cortesía.

—Vaya nombre el tuyo, ¿un apodo de Percival?

—De Perseo—Corregí

—Ah—No parecía realmente interesado, en tanto, miró el reloj de su muñeca. Parecía caro, igual que su ropa, pero el hecho de que estuviera manchado le quitaba el valor que debía tener.

Nos quedamos un rato así, su mirada estaba sobre mí como si me estudiara lo que me hizo sentir como un bicho raro, justamente lo que quería evitar. Luego de un minuto él sonrió, yo tenía un mal presentimiento.

—Me caíste bien —Dijo de la nada sonando amigable, yo enarqué una ceja—¿Qué tal si vamos al gimnasio? No es que me agrade ir pero si no vamos y nos agarran aquí seguro nos dan un discurso de aquellos.

De pronto me di cuenta de que se me había olvidado la ruta hacia el gimnasio y no podía irme solo sin arriesgarme. Mi suerte demostrando lo que sabe hacer.

—Tu cara me dice que no sabes dónde es—Comentó Matt divertido mientras cambiaba de dirección hacia la única salida de vuelta a los pasillos, haciéndome un ademán con la mano para que lo siguiera. Yo no quería, pero lo hice.

Y no pasaron ni 2 minutos cuando de la nada unos dos chicos más (que parecían conocer a Matt) se nos acercaron con aires de suficiencia cuando íbamos subiendo por unas escaleras.

Sentí un inmediato desagrado y el pequeño deseo de querer bajarlos de su nube pero me contuve. Principalmente porque me habían dicho tanto Quirón, como mi madre (e incluso Annabeth) que evitara meterme en problemas y eso incluía ahorrarme algunos de mis comentarios. Si yo no me equivocaba, ellos no soportarían uno de los míos, tenían cara de tener poca tolerancia.

Además, prácticamente emanaban un aire que decía '¡Problemas gratis, venga aquí y le daremos dos en uno!'

Por otro lado, se hacía tarde y yo no sabía dónde se ubicaba el gimnasio. Estaba atrapado.

Minutos después ya todos nos habíamos presentado y nos habíamos unido en el camino a otros alumnos de diferentes cursos. Íbamos rápido, y con suerte tenía tiempo para ver por dónde pisaba o dónde doblábamos.

—Este año hay varios nuevos— Me dijo Matt entre la multitud—Y si te parece bien, puedes unirte a nuestro grupo

Yo me hice el desentendido evitando hábilmente la pregunta. No creo que le hubiera hecho mucha gracia que dijera 'Ehhh, yo creo que no'

—No hablas mucho—Comentó uno de los chicos a mi derecha, era alto, con pelo largo y muy desordenado.

—Será el susto del primer día—Bromeó el otro.

—Awww, qué ternura.

Iba a responderles algo molesto por la tomadura de pelo pero el recuerdo de Annabeth diciéndome que no me metiera en problemas me detuvo. Aquel no era el lugar ni el momento indicado para llevarle la contraria a esos tipos, ni menos cuando yo solía meter la pata cuando decía algo.

Mientras caminamos, varios alumnos nos miraban, o mejor dicho, miraban a Matt que andaba como si fuera el rey de la escuela. Mentalmente hice una mueca y cuando ya estábamos en la entrada del gimnasio yo estaba decidido a irme por otro camino, mezclarme entre la gente y alejarme de ellos. Lo conseguí, quedando unas 5 personas entre nosotros. Toda la escuela se agrupó en el gimnasio como pudo, dejando un espacio para que el director y los profesores se pusieran frente a nosotros. Si te preguntas, no estábamos ordenados por curso sino amontonados como sardinas, y parecía que todos estaban bien con eso.

Un hombre algo regordete pasó al frente, dándonos una mirada a todos nosotros sin detenerse en ninguno. Vestía bastante informal, pantalones grises, un chaleco rojo y verde con diseños de rayas, unos lentes de gran tamaño que parecían tener mucho aumento y una bufanda liviana mal acomodada en su cuello de color azul metálico. Madre mía, Afrodita estaría indignada.

—Aquí viene el súper discurso que aspira a parecerse a algo inspirador—Susurró uno de los amigos de Sloan burlesco.

Varios se rieron, otros se quedaron callados con la cabeza agachada. Yo rodé los ojos pero no respondí a su comentario.

El hombre ni ninguno de los profesores pareció escuchar, y si lo hicieron eran buenos actores porque no mostraron signos.

—Buenos días queridos alumnos— Comenzó el principal— Yo soy el señor Bonsái, su director para los que no me conocen. Bienvenidos los nuevos alumnos a nuestra escuela y también a los que ya estaban matriculados y conocen nuestra forma de enseñar. Ha empezado un nuevo año, nuevas experiencias, nuevas...

Y empezó un largo discurso al que dejé de prestar atención por ver a los otros a mí alrededor. Sé que no fue lo más educado, pero no pude evitar distraerme por la curiosidad.

Observé que varios, al igual que yo, todavía traían sus mochilas al hombro porque no habían chocado con las salas de clases, o tal vez habían llegado demasiado tarde y no pudieron dejarlas. Como no estaba directamente en el frente los profesores no se daban cuenta de que no estaba prestando atención (y no era el único) así que me permití admirar el hecho de todo aquello de la nueva escuela. El gimnasio a diferencia de la fachada exterior parecía como cualquier otro, piso de madera en el que estaban pintados los límites de una cancha y no tan lejos podía ver en lados opuestos dos salidas además de una serie de ventanas por la que entraba todo el aire matinal.

De pronto una queja se dio en la parte trasera, muy al fondo, que se escuchó en todo el gimnasio.

—¡Ay! ¡Ve por dónde pisas!

—¡L-Lo siento!

El director interrumpió su discurso y todos volteamos a ver. Yo estaba frente a alguien muy alto por lo que no pude ver nada cuando miré atrás.

—Armonía muchachos— Alzó la voz el señor Bonsái y pasó a dirigirse a la persona que provocó la 'no armonía'— A ver joven, si no puede escuchar bien desde al fondo acérquese. Vamos, sin miedo.

Se escuchó un grave gemido lastimero desde el fondo, y a los segundos una figura empezó a hacerse paso entre todos. Lo malo era que como al parecer era muy grande empezó a chocar y tropezar con los demás, lo que complicaba la situación. Momentos después, empecé a sentir un olor como de callejón, y fue más fuerte cuanto más sentía que se acercaba mientras escuchaba una que otra queja por empujones en dominó.

Se escuchó el chirrido de una zapatilla resbalarse con la madera.

Con lo que no contaba era que quien estaba a mi espalda se correría justo para evitar ser empujado accidentalmente por el desafortunado alumno que había tropezado con los cordones de sus zapatillas. No fui lo suficientemente rápido para evitarlo.

Poniéndolo de otra forma, mi cabeza chocó contra el piso y sentí un gran peso en mi costado. Ay.

Todo estaba en silencio.

Cuando me medio incorporé, giré la cabeza para ver al causante de todo. Era inmenso, mínimo de metro noventa y parecía de un par de cursos mayores, tenía una mata de pelo castaño, usaba unos tejanos andrajosos y una camisa escocesa que tenía varios agujeros. No me atreví a ver sus ojos porque solo la mueca que se suponía era un puchero me puso los pelos de punta.

Mandé un grito de la impresión y traté de retroceder inútilmente solo para sentirme inmediatamente avergonzado. No por el grito que mandé sino por lo que pudo causar en el otro; odiaba hacerle daño así a alguien, más aún porque él se veía asustado y temblaba, agregándole además la humillación que antes estaba recibiendo…

Simplemente no se lo merecía.

—Siento lo del grito, yo...— Intenté disculparme pero empecé a tartamudear no sé por qué.

Me quedé mirando al chaval que se quedó estático junto a mí. Todos nos estaban mirando y yo aseguro que mis orejas estaban rojas. A lo lejos vi a Matt Sloan aguantándose la risa por ver al gran chico de pelo castaño lo que me hizo sentir molesto.

Todo se complicó cuando el chaval a mi lado empezó a sollozar.

Oh-oh

—Oh, no, no. Oye, mira...

Y empezó a llorar, aumentando más la culpa que sentía. Tampoco ayudó el hecho de que todos empezaron a susurrar y a hacer ruido.

—No deben empujarse entre ustedes niños— Nos 'regañó' el director Bonsái mientras le hacía una seña a una de las profesoras.

—Fue por completo un accidente y nadie es culpable— Dijo ella cuando llegó junto a nosotros pero dirigiéndose a los demás— Vamos pequeño, no debes llorar por cosas como estas. Vamos a la enfermería

El chico fue llevado por ella con la enfermera y yo tuve que reincorporarme por completo con el dolor todavía persistente en mi costado por el golpe.

Oía cómo otros se reían de él conforme llegaban a la salida, sin embargo no alcancé a pensar mucho más porque un profesor nos llamó y reunió a todos los de séptimo para llevarnos a nuestra sala de clases, terminando así el discurso de bienvenida por nuestro incidente. Yo no dejaba de pensar en el chico que chocó conmigo.

-o—Fin capítulo I—o-

Hacía mucho quería experimentar algo desde el punto de vista de Percy, siempre me simpatizó mucho como narraba así que pensé, ¿Por qué no intentar narrar como lo haría él? Pensé que le daría un toque, y bueno, falta por ver qué sale de todo esto pero hasta ahora me he entretenido mucho.

Por cierto, desde mi punto de vista, creo que de primeras Matt vio la posibilidad de que Percy lo siguiera y se uniera a su grupo (venga, que Percy a primera vista no parece un santo xD) pero al final eso no pasa y termina siendo uno más a quien molestar. Por otro lado, seguro notaron que algunas palabras estaban en 'negrita', la razón es que esas dos palabras deben ir en el fic al igual que otras tres como requisito del reto anual. Pueden averiguar más del reto en el foro El Monte Olimpo a ver si se animan :)

Espero les haya gustado, y si me dejan sus opiniones estaré la mar de feliz n_n