Nota: Los personajes y lugares le pertenecen a la obra del buen profesor Tolkien. Esta historia es una respuesta al desafío de Luna sobre la pareja Aredhel y Celegorm.
La dama Blanca y el cazador
—Mi señora Aredhel —dijo un elfo de Himlad—. Los señores Celegorm y Curufin han ido al sur con sus hermanos Amrod y Amras, volverán en unos días, pero si lo desea puede venir con nosotros a casa de mi señor mientras espera su regreso.
Aredhel poco podía disimular su contrariedad al no encontrar a Celegorm, como siempre, el elfo iba y venía donde y cuando quería, sin mayores responsabilidades en sus territorios, era lógico que su comportamiento cambiara poco. A decir verdad, esa parte del carácter del elfo fue el principal motivo para que ella saliera en su busca, sin importarle las palabras de Turgon, la Dama Blanca de los noldor estaba cansada del encierro de Gondolin porque no le quedaba otra que mirar desde las altas torres el vuelo de las águilas sobre las montañas
—Típico de él —se dijo mientras seguía los elfos que le ofrecían hospitalidad. Estaba muy cansada, el camino fue muy duro y se alegraba de haber encontrado por fin los territorios de Celegorm.
El día que conoció a su primo ella todavía no alcanzaba la estatura, si bien era una niña intrépida, era delgada y pálida, algo que se acentuaba porque Anairë siempre solía vestirle de blanco, solamente su larga cabellera negra, herencia de su abuelo Finwë, le hacía resaltar entre los noldor.
La familia de su tío Feanaro siempre se diferenció del resto, la gente decía que preferían vivir en las afueras de la ciudad, cerca de las estancias de Aulë, donde esos hábiles muchachos podían confeccionar muchas maravillas, o si bien se aburrían de este trabajo podía salir a los bosques a buscar nuevos territorios. Por eso nunca iban al palacio, cuando tenían muchas por hacer.
Solamente Maitimo visitaba la residencia del rey, y esto a razón de que Finwë personalmente se encargaba de instruir a sus nietos sobre la administración y las obligaciones de un rey. Primero había llamado a Nelyafinwë para esas lecciones, pero viendo que Nolofinwë no estaba conforme, también llamó a Findekano y Findarato para evitar mayores disputas entre sus hijos, ya sea que Arafinwë, poco se inmiscuía en las disputas de sus hermanos.
Dada la gran amistad entre su hermano mayor y los hijos de su tío Curufinwë, Irissë no tardó en sentir curiosidad por conocer a esos parientes. No era que no se llevara bien con sus primos de parte de Arafinwë, es que simplemente no hallaba nada en común con ellos. Artanis era muy dedicada al aprendizaje de cualquier conocimiento que pudiese adquirir, ya sea de los noldor, vanyar o teleri, en cambio ella era inquieta, prefería los campos abiertos a las bibliotecas, las cabalgatas a las lecciones, y correr por los bosques a sentarse por horas oyendo a un vanya sus relatos sobre los poderes.
Por supuesto, Finwë estaba decidido a acercar más a las dos familias, y cuando escuchó de la curiosidad de su nieta más pequeña, no dudó en enviar a Irissë y sus hermanos a casa de Feanaro. Findekano estaba encantado, no tanto así Turukano, por su parte Arakano simplemente se encogió de hombros.
Nerdanel recibió a sus sobrinos con alegría y agradeció que Curufinwë decidiera ir con Mahtan a buscar unas gemas al norte y con eso evitaba que el Espíritu de Fuego se mostrase disconforme con las visitas.
Tampoco estaban en casa todos su hijos, con Ambarussa y Ambarto muy cerca de cumplir la mayoría de edad, el resto era muy independiente, y se movían a capricho, ya sea todos juntos o cada quien por su lado. En esta oportunidad solamente los gemelos y Maitimo se encontraban en casa, el resto, según las palabras del propio Nelyo, debía estar: Por ahí.
Irissë no tardó mucho en congeniar con los gemelos, que encontraron en ella una muchacha inteligente que quería aprender de ellos todo lo referente al rastreo y cacería. Una novedad para los gemelos porque por fin tenían a alguien menor que les veía con cierto grado de sabiduría.
Bien la sabiduría era algo con que ellos no contaban todavía y resultado de esto fue que decidieran salir a poner en práctica lo enseñado a su joven pupila. Sin decirle a nadie se fueron a los bosques a buscar conejos. La pequeña Irissë demostró ser un hábil jinete y cuando ganó confianza se adelantó a los gemelos persiguiendo a su presa que se internaba más y más e los bosques. Pityo y Telvo no le perdían de vista y le seguían a cierta distancia, fue así que cuando ella pensó que alcanzaría a la liebre delante de ella apareció un enorme oso. Furioso gruñó y atacó al caballo de la muchacha que ya no pudo controlarlo y desbocado corrió por entre los árboles.
Desde la distancia poco pudieron hacer los gemelos que veían con estupor el peligro en que estaba su pequeña prima. Ambarussa fue tras la niña y envió a Ambarto a buscar ayuda para encontrarle.
Telufinwë llegó a casa tan rápido como pudo y les contó a los presentes lo ocurrido.
Findekano saltó del sillón para ir con Nelyafinwë a buscar las monturas y salir inmediatamente a Irissë ignorando la mirada de reproche que le lanzaba Turukano, porque como hermano mayor debió haber cuidado mejor de la menor de su casa. Además Turukano era muy apegado a su hermana menor, a la que quería guardar de todo mal.
El caballo de Irissë corrió sin rumbo hasta que llegó a la orilla de un caudaloso río y al detenerse de golpe, la inercia lanzó a la niña hacia delante, cayendo sin remedio en las frías aguas y arrastrada inmediatamente con la corriente.
Intentó nadar a la orilla, pero no fue capaz, la fuerza del río era demasiado para ella. No supo cuanto tiempo estuvo luchando por salir a flote y cuando sintió que ya no podría dar una brazada más sintió que alguien le jalaba hacia arriba, fuera del agua.
Las lágrimas le nublaban la vista, sentía tanto frío y le dolía todo el cuerpo que no supo que más que hacer que llorar a mares.
—Cálmate, todo ha pasado, estás a salvo ahora —escuchó la voz de su salvador mientras intentaba secarle las lágrimas con el dorso de la mano, a pesar de que ella estaba empapada. Sintió que le cubría con una manta con una manta y recién enfocó la mirada para ver quien le hablaba.
Lo que Irissë vio fue un elfo fuerte, con el cabello rubio, de hermosos rasgos, con los atuendos sencillos de un cazador, a su lado estaba sentado un enorme sabueso que miraba a la niña ladeando su cabeza.
—¿Cómo fue qué llegaste hasta aquí? —preguntó él.
—Estaba … persiguiendo una liebre … cuando mi caballo me lanzó al río —dijo ella entre sollozos, sin poder decir más porque otra vez estaba llorando.
—Ya, ya, debes tranquilizarte —dijo el elfo abrazando a la niña para confortarla —. No es tu culpa, sino del que te mandó a perseguir liebres cuando eres muy pequeña para dominar un caballo.
—Yo puedo montar muy bien —dijo Irissë apartándose del elfo como ofendida por sus palabras —. Fue un oso el que asustó a mi caballo.
—Oh ya veo —dijo con cierto tono de sorna haciendo una reverencia —. Mis disculpas entonces damita… hum, ¿con quién tengo el gusto de hablar?
—Me llamo Irissë.
—Mucho gusto dama Irissë, ahora si me proporciona la dirección de su domicilió con gusto la escoltaré donde seguro me invitará una taza de té junto a sus muñecas.
—No me gusta jugar con muñecas, ya soy grande para ellas, pero te invitaré a mi casa con gusto.
Él iba a contestar, pero oyó una voz familiar.
—¡Irissë! Gracias a Eru, estás bien —Turukano corrió a abrazar a su hermana menor —Nos asustamos cuando encontramos tu caballo y tú no aparecías por ningún lado.
—Está bien, cayó al río pero la saqué a tiempo —dijo Tyelkormo —. Nada que un poco de chocolate caliente y ropa seca no pueda remediar.
Turukano y Tyelkormo nunca se llevaron bien, pero en esta ocasión tenía que reconocer que fue oportuna su intervención.
—Gracias por salvar a mi hermana Turkafinwë.
—No hay de qué, lo habría hecho por cualquiera.
Irissë se volvió para ver de nuevo al elfo que le había salvado.
—¿Ustedes se conocen?
—Sí, somos primos —respondió Tyelko — , y como tú eres hermana suya eres mi prima también.
—Si lo sabías ¿para qué me preguntaste donde vivo?
—Porque siguiéndote la corriente no te echarías a llorar nuevamente.
Los tres se marcharon del lugar y en el camino encontraron al resto de elfos que buscaban a la niña perdida. Obviamente reprendieron a los gemelos por su comportamiento.
—Serán buenos rastreadores, pero no siempre olvidan que no solo hay animales pequeños en el bosque —les dijo Turkafinwë.
—Irissë también debe aprender que no es bueno aventurarse sola en el bosque —dijo Turukano.
—No es su culpa, si alguien le enseñara no se perdería tan fácilmente —dijo Findekano poniéndose del lado de la niña.
—Pero ya sabemos lo que pasa cuando alguien le deja a su libre albedrío.
—No será siempre una niña, es sólo que le falta entrenamiento y un buen maestro sobre los bosques y los animales —dijo mirando a su primo —. ¿Qué dices Tyelko, te gustaría enseñarle a Irissë? Sólo lo básico, sabemos que siempre estás ocupado en la floresta.
—No veo porqué no, ella se ve inteligente, seguro aprenderá rápido. ¿Quieres aprender las cosas que me enseñó Oromë? —Ella asintió con alegría —. Bien, pero recuerda yo siempre iré adelante porque no sabes los peligros que podemos encontrar.
—Siempre ibas y venías y yo tenía que seguirte —dijo Aredhel en la casa de Celegorm recordando esos días pasados —. Ahora no será así.
Notas: A ver, puede que encuentren un poco OoC en los personajes cuyo listado de nombre está aquí porque como saben los elfos tenían muchos nombres y no queremos que se confundan con ellos, además que no estaría bien llamarles por sus nombres sindarin cuando todavía usaban el quenya.
Aredhel es Irissë, Fingolfin es Nolofinwë, Fingon es Findekano, Turgon es Turukano, Argon es Arakano, Finarfin es Findarato, Galadriel es Artanis y Nerwen, Fëanor es Feanaro Curufinwë o Espíritu de Fuego, Maedhros es Nelyafinwë Maitimo Nelyo o Russandol, Celegorm es Turkafinwë Tyelkormo Turko tyelko, Amrod es Pityafinwë Ambarussa Pityo, Amras es Telufinwë Ambarto Telvo, creo que con eso cubro toda la gama que aparece aquí.
