No más que humano.
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Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Masashi Kishimoto.
Advertencias generales: Posible OoC y What If?
Aviso especial: "Este Fic participa en el "Reto: ¡No al romance!" del foro Secreto en el Valle del Fin.
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«Pronto verás como la Villa se declina más y más por el camino de la oscuridad. Estés vivo o muerto, forjarás con tu debilidad una cadena de maldad que no se detendrá. El mundo se convertirá en un bucle de odio sin fin; y cuando por fin lo entiendas, será cuando más lo lamentes, Hashirama»
Cerró sus ojos con fuerza al escuchar aquellas últimas y crudas palabras.
Su conciencia, sumida en la nada profunda, intentó no imaginarse la expresión que debió haberse formado en el rostro de su antiguo camarada al ser atravesado por el filo de una espada; que viéndola desde lo lejos yacía casi oxidada por la lluvia.
—Todo se acabó.
Chasqueó sus labios con fuerza y frustración: ¿Cómo iba a convencer a los demás de que todo marcharía bien de allí en adelante, si el mismo no lograba creer en sus propias palabras? Nada; absolutamente nada había llegado a su fin.
El heredero del Clan Senju cayó de rodillas frente a un aguado charco. Las manos le temblaron descontroladamente y sus ojos se abrieron de forma brusca; intentado quitarse de encima la horrible esencia de la muerte que se impregnaba en cada rincón del Valle y no le dejaba respirar.
Su amargo llanto no se hizo esperar.
La batalla en busca de la paz no terminarían de una noche a la otra, pero al menos lo peor ya era parte del pasado. Tanto Uchihas como Senjus seguían viéndose con enemistad, por lo tanto ese temor se esparcía al igual que una enfermedad alrededor de toda Konoha.
A eso se refirió Madara en su lecho de muerte.
La verdadera guerra estaba comenzando. Y aun cuando Hashirama se percataba de que la enemiga llamada oscuridad venció a Shinobis mucho más fuertes y voluptuosos que él, rendirse no entraba en su lista de opciones.
Observó detenidamente el Valle del Fin, mientras que una fuerte oleada de dolor comenzó a invadir su cuerpo. La tristeza en su interior se violentaba al imaginarse que ese lugar ya no tendría un significado positivo en sus recuerdos.
Recuerdos que se marcharon poco a poco junto con su niñez.
Se permitió llorar en soledad para después no tener que mostrar debilidad en frente de sus subordinados. Si algo había aprendido durante su vida era que un líder shinobi debe poseer el temple suficiente como para soportar el dolor. Pero… independientemente de sus creencias, Hashirama Senju estaba consiente de cuál era la verdad sobre sí mismo: ninja o no, él no era más que un humano.
«Dejar una herida sangrante sin curar significa arriesgarse a que esta termine infectándote por dentro»
Su esposa Mito uso ese término con él muchas veces.
A fin de cuentas, su llanto se debía al dolor de haber perdido a un amigo. También porque en el fondo estaba convencido que Madara tenía razón sobre lo que deparaba el destino de la humanidad y su debilidad.
La muerte del Uchiha no marcaba el final, sino el comienzo de una nueva catástrofe futura.
Hashirama lo sabía con seguridad.
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Fin.
