Un Mundo Celestial.
Al final de las escaleras de oro, encontrarás un bello paraíso lejos de la tierra.
Un nuevo mundo, una nueva vida.
Llena de milagros, luz y paz.
Un campo prodigioso que es la tierra de Dios.
La tierra eterna bañada por la luz dorada del Sol.
Un cielo tan distante, que es símbolo de la Gloria del Señor.
Un cielo iluminado y escondido detrás de las suaves blancas nubes.
Un paraíso creado con sus dulces y sublimes manos.
Un hermoso país donde el único Rey es el Amor y la bondad.
Un lugar tan puro donde no existe el dolor ni el sufrimiento.
No hay lágrimas de tristeza, sino risas de la felicidad.
La felicidad de la inocencia.
Donde las almas bondadosas pisan el verdoso pasto de aquel campo lleno de coloridas flores, y cantan alegremente por toda la eternidad.
Los ángeles celestiales iluminan y hacen llover con sus blancas alas nacaradas lluvia de estrellas que traen la paz y la vida al mundo de los inmortales.
Y el Sol nos deja lágrimas de miel.
Al llenar el mundo con toda su bondad, la fría maldad se extinguirá; y al ser bendecidos por la Gracia de Dios, las almas inocentes ahí llegarán.
Los niños vestidos con su iluminadas y perladas túnicas cantan con alegría en aquel jardín lleno de rosas de cristal, donde un bello arco iris llena de colores aquel lago mágico.
Al dejar atrás el mundo terrenal, entras a este mundo penetrado por la luz divina; y la perpetua felicidad baña y purifica aquella frágil alma que estuvo herida por la agonía y el miedo; y así entrarás al mundo de la divina providencia.
El sufrir y el llorar ya no existirán en este mundo celestial.
La luz de la paz, al guiarte por aquel camino de rosas, te envió directo al Reino de Dios.
Su Gran Reino…
Una dulce melodía se escucha desde el aire.
Las calas y los lirios crecen majestuosamente, soltando de sus delicados pétalos un dulce aroma.
El perfume del Amor…
Las campanas de oro de aquel templo de cristal adornado de rosas blancas y estrellas cantan la bella melodía de la prosperidad.
Y los suaves rostros de los ángeles del cielo iluminan el paraíso con su cálida sonrisa.
Las luminosas estrellas doradas y la belleza de la tornasolada aurora, adornando están, el glorioso firmamento del jardín divino.
Las cadenas de este inmenso dolor, al fin se romperán y nos librará de las crueles tentaciones.
La sombra del odio y del rencor ya no existirá en su Gran Reino.
¡En la vida eterna nunca más existirá!
Solo paz y espiritualidad.
La resplandeciente luz de Nuestro Padre Celestial, llena nuestros ojos de pureza y con su manto de calidez nos protege y nos cubre de seguridad.
Protegiéndonos de todo mal.
Iluminando nuestros hermosos sueños.
Las venerables ninfas vestidas de blanco, de sublime belleza, curan con ternura y encanto maternal, aquellas almas que fueron heridas despiadadamente.
Las perladas nubes dominan el maravilloso campo y hacen llover gotas de luz que brindan vida y plenitud, y aquellos dorados cabellos de los ángeles brillan más de la cuenta.
Las crueles y duras cadenas de la esclavitud se romperán y recibimos ahora la espléndida entrada a la libertad.
Al atravesar el río de la muerte, nos encontramos ahora en este maravilloso mundo, lejos de la impureza del odio, lejos de la suciedad de la malicia.
Un mundo que nunca será infectado de trampas, sino que siempre será bendecido por toda la eternidad.
Donde las almas valientes y llenas de amor llegarán.
Atravesando el camino de rosas y perlas preciosas.
Los ángeles con su piel perlada y sus nacaradas alas nos guiarán a la eterna felicidad.
Y al fin, las manos de Nuestro Dios nos librarán del intenso dolor ocasionado por la ira y el rencor.
El llanto y la agonía ya no existirán en este…
Mundo Celestial.
