¡Hola! Ya tenía muchas ganas de volver a escribir para este fandom, y estoy muy emocionada porque por primera vez vengo con un longfic. Es una idea que me lleva rondando mucho tiempo por la cabeza, así que espero que les guste.
De regreso a Retroville
Jimmy llevaba mucho tiempo fuera. Diez años para ser exactos. Se había ido como prácticamente un niño. Y ahora era un hombre, en su totalidad, y parecía que llevaba una eternidad siéndolo.
Poco antes de su cumpleaños número 17, un grupo de los mejores científicos (de todas las materias) que el mundo conocía habían ido a buscarlo a su casa. Lo estaban invitando a uno de los proyectos científicos más ambiciosos que habían existido. Diez años en el triángulo de las bermudas, puros científicos, estudiando los fenómenos ahí ocurridos, recabando datos y probablemente haciendo nuevos descubrimientos. Con prácticamente nula conexión con el exterior por razones obvias, pero con presupuesto casi ilimitado.
Era el sueño de prácticamente cualquier científico. Pero, por supuesto, tendría sus sacrificios.
Godard salió disparado de su lado para lanzarse a los brazos de su madre a la que le lamio toda la cara. Judy Neutrón reía encantada, como había extrañado esa chatarra. Eso le dio a Jimmy tiempo para ver a su madre y su padre. Había hablado con ellos por teléfono 22 veces desde que se había ido de su casa, y aunque sus voces habían cambiado no estaba preparado para como lucían ahora. Seguían siendo sus padres, de eso no cabía duda. Pero el cabello de ambos ahora estaba plagado de canas, las líneas de expresión eran mucho más notorias y de algún modo sus movimientos ahora eran distintos.
Aun así, cuando corrió a sus brazos y ellos lo abrazaron se sintió como si en lugar de tener 27, tuviera siete otra vez. La última vez que los había visto aún era más bajo que ambos, pero cuando cumplió 18 tuvo un último estirón que se tradujo en que ahora era más alto que sus progenitores, aunque probablemente la gravedad ya había hecho de las suyas y eran un par de centímetros más bajos.
Las lágrimas corrieron en la pequeña familia, pero eran lágrimas de dicha.
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Jimmy no se reprimió en lo absoluto y no dejo de hablar ni un segundo durante la cena. Parecía como si en los últimos diez años no hubiera tenido con quien hablar en lo absoluto. Lo que era todo menos cierto, considerando las mentes brillantes con las que había compartido. Aun así no había nada como compartir mesa con su familia.
Después de lo que él considero un buen resumen general de su primer año en el triángulo de las bermudas, Jimmy quiso saber cómo les había ido a ellos. Pero ya era tarde, y todos estaban cansados, así que dejaron la historia para el día siguiente. Y aunque se sintió completamente tonto y se prometió a si mismo que no dejaría que nadie lo supiera jamás, dejo que esa noche sus padres lo arroparan como no lo hacían desde mucho antes de su partida.
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El desayuno fue tranquilo, y a diferencia de la noche la conversación fue mucho más tranquila. Al parecer los tres preferían limitarse a pasar tiempo juntos.
Durante el tiempo que Jimmy había estado lejos, y después de que su padre se había jubilado tres años atrás, sus padres se habían metido a un montón de clases y cosas por el estilo para gastar su tiempo. Así que estaría la mayor parte del día solo, mientras sus padres iban a clases de salsa (tanto el baile, como la comida). Lo que le daría la oportunidad perfecta para asimilar su regreso y quizás dar un pequeño paseo.
Aun recordaba su última semana en Retroville. Carl y Sheen habían dormido en su casa casi cada día y le habían organizado una gran fiesta de despedida en la que incluso Nick le había dicho que lo extrañaría. Casi no había pasado tiempo con sus padres esos días, algo de lo que se había arrepentido una vez en el triángulo, a pesar de su buena relación con ellos seguía siendo un adolescente.
Y luego estaba Cindy. Después de lo inestable que había sido su relación los primeros años que habían empezado a salir, por esas épocas llevaban nueve meses prácticamente en un cuento de hadas. Y ahora él le estaba diciendo que se iba a ir. No le dirigió la palabra en mucho tiempo, estaba demasiado enfadada y no paraba de decirle que era un egoísta por abandonarlo de ese modo. Por su parte, él le decía que la egoísta era ella por no darse cuenta que era lo mejor que le podía pasar como científico. Sin embargo, a solo dos días de su partida ella apareció en la noche en su puerta, Jimmy hecho a Carl y Sheen de su casa y no se separaron hasta que abordo el barco. Y en ese momento, Jimmy la había dejado libre.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando? Ayer me dijiste que me amabas y hoy…— le había dicho ella.
—Cindy. Te amo, y es justo por eso que te lo digo. Voy a estar diez años lejos, no puedo pedirte que me esperes. Sabes que no hay otra mujer para mí, de todos modos es imposible que lo haya considerado donde voy a estar. Pero tú te quedaras en tierra, seguirás conociendo personas, y si encuentras el amor en alguna de ellas nada me haría más feliz que tú fueras feliz.
Al final eso había sido mentira. Sí que había conocido a alguien cuando había estado en el Triángulo de las Bermudas. Su nombre era Tracy, era un par de años mayor que él y era la segunda persona más joven en ese lugar. Al inicio no se llevaban muy bien, pero si querían sobrevivir en ese mundo de adultos con maestrías y doctorados tuvieron que aliarse y una cosa los llevo a la otra.
Ella era menuda, no especialmente femenina y con toda la apariencia de nerd que se podía tener, lentes gigantes incluidos. Tenía un carácter mucho menos fuerte que el de Cindy, pero a diferencia de ella podía hacerlo sentir menos inteligente fácilmente si así lo quería. Ya que lo hacía de una forma tan pasiva que no tenía tiempo de defenderse. Por supuesto su relación jamás llego a ser tan intensa como la que tuvo con Cindy, era más una forma de sentirse seguro y estable en un lugar que ponía a prueba sus nervios como nada lo había logrado.
Habían sido pareja durante ocho años. Aun así nunca la había mencionado a sus padres en sus pocas charlas, y sabía que ella tampoco lo hizo con su familia. Y es que si algo eran ambos, eso era genios, y como tales sabían que todo su romance nunca habría funcionado en un lugar distinto. Tracy alguna vez le había comentado que su hermana menor era mucho más el tipo de Jimmy. Y cuando ella le hablaba de su hombre ideal Jimmy encontraba más características de Sheen que suyas. Eso sin mencionar que su hogar se encontraba en Australia.
Así que cuando se separaron dos días atrás, ambos sabían que era para siempre. Y estaban bien con eso.
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Jimmy recorría Retroville y se sorprendía de lo parecida y diferente que se veía la ciudad al mismo tiempo. Había cosas que parecían atemporales, como el césped verde perfectamente bien cortado en frente de todas las casas. Otras que le recordaban a los tiempos anteriores de su infancia, como los escaparates de la tienda o los niños jugando en el parque. Y luego estaban esas cosas que le recordaban que los años habían pasado, como los objetos que exhibían los escaparates y los juguetes con los que jugaban los niños.
Aunque no todos los juguetes eran tan distintos a los que él había visto en su infancia. En realidad, había una niñita que sostenía uno que había visto un millón de veces durante su infancia. Ultra Lord se había cancelado cuando él tenía quince, y aunque era bastante factible que hubieran lanzado un reboot, era prácticamente imposible que el diseño del personaje se hubiera mantenido exactamente igual. No cabía duda, esa era una figura de Ultra Lord de la segunda edición, quizás la que hicieron por el especial de dos horas y media de…
Jimmy agito la cabeza, sorprendido de que toda esa información siguiera en su cerebro después de tanto tiempo. Aun así algo lo hizo acercarse cada vez más a la niña. Era el vivo retrato de Libby, solo que quizás con la piel un poco más clara y los ojos de Sheen. Debía tener unos ocho años, y usaba el cabello corto como el de un niño, pero tenía una flor roja, probablemente natural, en el centro de la cabeza. Usaba una playera azul claro con un pulpo amarillo atrapando un pez, unos shorts rojos y chanclas.
Antes de que se diera cuenta. Jimmy ya estaba a su lado.
—¿Cuál es tú nombre, pequeña?— le pregunto y ella lo miro con el ceño fruncido.
—Mamá me ha dicho que no hable con extraños— contestó.
—Mi nombre es James, pero todos me dicen Neutrón. Excepto mis amigos, ellos me llaman Jimmy, tú puedes llamarme Jimmy. Me gusta la ciencia, el espacio y las aventuras. Viví aquí hace un tiempo pero tuve que salir a hacer investigaciones, soy científico, y acabo de regresar— se presentó, ella lo miro con el ceño fruncido.
—Mi nombre es Tracey, todos me dicen Tracey, así que su pongo que tú tendrás que llamarme Tracey. Me gusta ser buena, el aire libre y el dinero. Vivo aquí desde que mi mamá me desalojo de su pansa. Pero mi mamá ya vivía aquí cuando yo estaba adentro de ella, por lo que podría decirse que he vivido aquí siempre. Cuando sea grande seré hippy.
—Pero si eres hippy no podrás tener mucho dinero— le comento Jimmy, intentando ignorar la curiosa coincidencia del nombre.
—El dinero es para mi mamá— dijo la niña, como si la observación de Jimmy fuera la tontería más grande del mundo.
—¿Estas ahorita con ella en el parque?
—¡No estoy sola!— exclamó Tracey repentinamente alterada.
Jimmy solo tardo un segundo en darse cuenta que probablemente sonaba como un secuestrador, así que se apresuró a aclararse.
—¿Tu madre es Liberty Folfax, no? Ella y yo éramos amigos cuando niños.
—Folfax— repitió ella—, es lindo.
Él estaba a punto de preguntarle a que se refería cuando una molestamente conocida voz se hizo presente.
—¡Tracey! Es hora de ir a casa.
Un hombre alto y delgado de cabello castaño, lentes de sol y una patética barba llego con la mirada puesta en un celular que parecía de oro. Entonces levanto la mirada, se quitó los lentes de sol y sus ojos verdes brillaron con reconocimiento.
—Eustace Strych— dijo Jimmy.
—James Neutrón— dijo Eustace mientras una de sus manos rodeaba con fuerza los hombros de Tracey—. Veo que ya conoces a mi hijastra, Tracey Strych.
La niña se estremeció, pero no hizo ningún intento de apartarse. Jimmy apretó sus puños.
—¿Tu hijastra? Eso es imposible.
—En realidad es bastante simple, James. Lo único que tendría que hacer es casarme con su madre. Sé que lo tuyo son las ciencias exactas, no las leyes, pero no creía que fueras incapaz de saber algo tan simple como eso.
—Libby nunca haría eso.
—¿Estás seguro?— preguntó el hombre divertido.
—Sí.
—Piénsalo, una pobre adolescente, embarazada, completamente sola. Sin el apoyo de sus padres, sin un lugar donde dormir, ni la posibilidad de ir a la universidad…
—Sheen nunca permitiría que eso sucediera.
Las pupilas de la niña se dilataron y Jimmy estuvo seguro de que ya lo tenía. La mentira se disolvería en ese momento.
—Al menos que él estuviera muerto. ¿No?
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Jimmy callo de rodillas en el pasto frente a su casa. El cielo había empezado a oscurecerse y la temperatura bajaba lentamente. Sus ojos estaban repletos de lágrimas que se negaban a salir, su corazón latía violentamente dentro de su pecho y su respiración se había vuelto irregular.
No sabía cuánto tiempo llevaba ahí cuando una mano se posó suavemente sobre su hombro.
—¿Jimmy? ¿En verdad eres tú?
De un sobresalto él se giró para poder verla. Cindy era incluso más hermosa que la última vez que la había visto, si eso era posible. Ahora llevaba el cabello corto, mucho delineador y un ajustado traste sastre. No era como siempre se la había imaginado, era mejor.
—Cindy… Sheen…
Ella le dedicó una sonrisa triste.
—Fue hace tanto tiempo Jimmy, lamento que tengas que enterarte hasta ahora.
Cinthia, porque ahora era toda una mujer y se sentiría incorrecto llamarla de otro modo, lo ayudo a ponerse de pie y a sacudirse un poco de polvo.
—¿Aún vives del otro lado de la calle?
—No, me mude a un departamento en la zona nueva de Retroville en cuanto regresé de la universidad. No sabía que ya habías regresado.
—Entonces. ¿Qué haces aquí, Vortex?
Jimmy se arrepintió en cuanto formuló la pregunta. No quería sonar grosero, pero acababa de enterarse de que uno de sus dos mejores amigos había muerto, y en esos momentos no estaba de humor para hablar con nadie. Ni siquiera con ella.
Cinthia parecía sorprendida y Jimmy podía jurar que un ligero rubor se había instalado en sus mejillas mientras sacaba de la bolsa interna de su traje sastre lo que parecía un rectángulo de cartulina blanca adentro de una bolsita de celofán.
—Es para tus padres— ella extendió la mano temblorosa, y Jimmy tomo el pequeño paquete—. Es una invitación para mi boda.
Me encantaría saber que opinan. Es apenas el inició y ya tenemos dos noticias fuertes, y en el próximo capítulo estas solo se harán peores.
Los quiere: yo.
