[INUYASHA NO ME PERTENECE] Pero esta historia si.

Espero que la disfruten :)


Luna nueva - Primera parte

Shippo vio atentamente cómo Inuyasha y Kagome salían del pozo que unía las dos épocas. Había visto tantas veces esa escena que ya no le sorprendía. Kagome llevaba sus ropas de sacerdotisa, aunque a eso si que no se había acostumbrado por sus constantes viajes para sus exámenes de zorro-demonio.

-Buenas tardes – dijo Shippo con una sonrisa - ¿Qué te dijo el médico de tu época Kagome? –

Ella se arrodilló para estar a la altura de Shippo.

-Que tengo que hacer reposo pero estoy bien, dijo que tengo que comer más carne – Kagome se había desmayado el día anterior e Inuyasha la había obligado a ir a un médico de la época oriunda de Kagome.

-Miroku pensó que estabas embarazada –

-¿Qué? – Inuyasha se puso colorado.

-No Shippo, no te preocupes por eso, verás, en mi época existen unas pastillas que te permiten no quedar embarazada –

-¿Entonces si lo hacen? – Inuyasha le dio un golpe al ahora no tan pequeño zorrito – Aaaayyy – chilló.

-Eso lo sabrás cuando consigas novia – dijo entre dientes.

En pocos minutos llegaron a la aldea, las gemelas de Miroku y Sango salieron corriendo en dirección a Inuyasha apenas lo vieron.

-¿Cómo estás Kagome? – preguntó Sango, estaba sentada en la entrada de su cabaña.

-Bien, sólo tengo que comer mejor – dijo ella levantando la voz para que Miroku la escuchara - ¿Y el pequeño? –

-Está durmiendo – el monje salió de la cabaña y se sentó al lado de su mujer.

-Sango, quítamelas – las orejas de Inuyasha ya estaban siendo atacadas por las gemelas, aunque él las había visto crecer aún no era capaz de identificarlas.

-Lo siento, es que tú cometiste el error al dejarlas que jueguen contigo cuando eran más pequeñas – Sango se acercó a sus hijas – vamos niñas, dejen en paz al tío Inuyasha.

Las niñas hicieron caso aunque con una expresión de disgusto.


Caída la noche Kagome e Inuyasha volvieron a la cabaña que ambos habían construido, faltaban algunos detalles, pero estaban bastante orgullosos ya que en menos de dos meses habían construido su propia casa. Por fuera parecía una cabaña como cualquier otra, pero por dentro se apreciaba una mezcla de la época Sengoku y el ya que contaba con una mesa y sillas suficientes para recibir invitados, un sofá y una habitación donde tenían una cama matrimonial en vez de los típicos futones y un armario donde Kagome guardaba ropa y futones por su alguien se quedaba a dormir y no quería usar el sofá (que siempre era Shippo).

-Kagome – Inuyasha se sentó en el sofá, que estaba contra la pared – ¿de verdad este anillo le dirá a todos que estamos juntos? – miró su mano izquierda, en el dedo anular tenía un anillo de oro blanco.

-Por supuesto, en mi época es así – Kagome usó un encendedor para prender la fogata, iba a empezar a cocinar, el anillo que tenía ella el cual era idéntico al de Inuyasha brilló por las llamas que se reflejaban.

Ya hacían cuatro meses desde que Kagome había vuelvo a ese tiempo luego de tres años de estar literalmente incomunicada ya que el pozo había dejado de funcionar. Apenas dos semanas después Kagome le explicaba con sumo detalle al monje Miroku cómo eran las bodas en su tiempo y el tema de las alianzas para el momento de la ceremonia.

Ella recordaba largando un par de carcajadas cuando Inuyasha fue a comprar las alianzas en su forma humana, habían aprovechado la luna nueva -usando uno de los diamantes del Kongōsōha de Tessaiga- nunca se iba a olvidar de la cara del joyero al ver el diamante, y eso que habían usado el más pequeño que habían encontrado.

-Mañana a la noche será luna nueva, ¿no quieres ir a mi época? Así estarás más tranquilo.

-Lo pensaré – él miraba atentamente cómo Kagome cortaba las verduras – deja eso, voy a cocinar yo, el médico dijo que tenías que hacer reposo –

-Estoy bien –

-Si no me vas a hacer caso a mí al menos hazle caso a tu médico – de una zancada llegó hasta donde estaba su mujer y le quitó el cuchillo – por favor Kagome – ella suspiró resignada.

Le gustaba que Inuyasha se preocupara por ella, pero a veces le parecía que exageraba, él empezó a cortar las verduras dándole la espalda, ella se sentó en el sofá.

-Ehh… ¿Cuándo dejarás de tomar esas cosas diminutas? –

-¿A qué te refieres? – Kagome se puso de para sentarse en una de las sillas, esta vez en para estar en frente de su esposo, pero él tapaba sus ojos ámbar con su flequillo, sabía que lo estaba haciendo a propósito.

-¿Cuándo dejarás de tomar las pastillas anti… anti…?-

-Anticonceptivas – dijo ella – pues… no lo sé, cuando decidamos que es hora para dar un paso más en nuestro matrimonio –

El híbrido terminó de cortar las verduras en silencio, Kagome aprovechó la cena para volver a sacar el tema sobre la visita exprés que quería hacer el día siguiente a su época.

-Yo se perfectamente que no te gusta ser humano, por eso te estoy dando una posible solución, podremos quedarnos en casa de mi madre cuando haya luna nueva –

-No quiero Kagome, no quiero que tu familia se preocupe por mí – él había levantado a voz.

-También es tu familia ahora – Kagome se puso de pie – deja de ser tan cerrado y entiende que puedes confiar también en ellos – empezó a caminar hacia la habitación.

Inuyasha levantó la mesa y dejó los cuencos a un lado de la mesa para así al día siguiente lavarlos en el río, cuando entró a la habitación notó que Kagome seguía despierta, aunque ya tenía su pijama puesto.

-Kagome –

-No quiero hablar – se tapó la cabeza con la sábana, la verdad era que se estaba muriendo de calor ya que era verano.

-Iré. Tienes razón – Inuyasha se sentó en la cama.

-¿Qué? –

-Es más seguro para ambos que estemos en tu época – quitó las sabanas para ver a su mujer.

Se acercó a ella para besarla, pero le corrió la cara. Empezó a hacerle cosquillas y logró besarla, eso nunca fallaba, cuando él se ponía cariñoso ella se dejaba llevar. Rodeándola con sus brazos hizo que se sentara en la cama, acercando sus cuerpos, sin dejar de besarla empezó a acariciar su cintura con la intención de quitarle el pijama.

-Inuyasha estoy muy cansada, y el médico dijo que me quedara quieta – hacía hasta lo imposible por no hacerle caso a los besos en el cuello de su esposo.

-Oh ¿Ahora le harás caso? – se separó de ella y alzó una ceja,

-No te enojes Inuyasha, además estoy cansada –

-Está bien te salvaste esta vez – sonrió.

Él apagó la lámpara a pilas que alumbraba la habitación y se acostó en la cama, ella se apoyó en su pecho, se le había hecho costumbre a Kagome dormir así.

-Quiero... tener un cachorro… - Kagome respiró hondo pero no contestó, se había quedado dormida.

Continuará…? [Díganmelo en los comentarios]


-JuHinamori.