Hola a todos, soy nueva en este y por lo tanto mi primer fanfic. Siempre me ha gustado leer y escribir, cuando me entere de que eran los fanfics me emocione tanto y decidí crear mi historia. Ojala la les guste.

Otra vez

Corría tan rápido como sus piernas se lo permitían, no le importo en lo mas mínimo la gente con la que chocaba, los obstáculos que se le atravesaban y que con agilidad y una rapidez inhumana lograba esquivar, aun a pesar de que no todo se salvaba, como ese puesto de verduras que tiro, y el hecho de que ocasiono un choque de grado mínimo por haberse atravesado en una zona poco segura para el cruce peatonal.

Manchado hasta el cabello de una mermelada de brócoli, zanahoria y frambuesa y haciendo un esfuerzo enorme en ignorar los "FIJATE ANIMAL", "OYE…'', incluso un '' EN LA FARMACIA DE LA ESQUINA HAY UN BAÑO, Y TRATAMIENTOS PARA LA DIARREA''. Ese si se merecía una buena tunda, pero mejor después, ahora solo quería llegar a tiempo el primer día a la dichosa preparatoria para no causarles una mala primer impresión a sus nuevos profesores.

Por fin, la escuela apareció en el campo visual y la sensación de alivio recorrió su cuerpo, así que se dio el lujo de inclinarse hacia adelante encorvando la espalda y apoyando las manos cerca de las rodillas, tratando de recuperar mediante roncos jadeos el aliento perdido, mas no tuvo mucho tiempo para relajarse, porque apenas iba en el quinto suspiro cuando escucho un estruendoso…

TING…TANG…TONG…

Asumió que era la campana para especificar que ya era la hora de que los alumnos entraran a sus aulas, pero extrañamente la escuela estaba completamente desierta. ''Ay, no puede ser'' pensó mientras se rascaba la cabeza mirando a su alrededor; ya estaba enfrente del inmenso edificio que parecía ser la famosa academia ''Shikon No Tama''. " ¿Y si ya entraron y esta es la segunda hora?" fue la primera duda que lo asalto, pero era mejor tarde que nunca ¿no? Así que después de haberse rascado la cabeza y peinar un poco mas sus largos y negros cabellos que ahora eran víctimas de un tratamiento de fresas, debido al incidente del las verduras y frutas del puesto ambulante, se dio a sí mismo el valor de entrar en el edificio y afrontar lo que fuera, pero con la frente en alto, como todo un Taisho que era.

Lo primero que asomo fue su cabeza para ver así cuantas personas serian las que lo juzgaran durante su primer día. Soberana fue su sorpresa al ver que adentro estaba igual que afuera. Solo. No había ni un alma, ni siquiera un insecto que aplastar. Quizá todos ya estaban en sus aulas y solo faltaba él; que horror… ahora todos sabrían que llego tarde y las burlas lo perseguirían hasta el último de todos sus días, ya podía ver el grabado en la lapida de su tumba, "INUYASHA TAISHO, EL QUE LLEGO TARDE EL PRIMER DIA A SU NUEVA PREPARATORIA POR QUE ESTABA UTILIZANDO TRATAMIENTOS DE FRUTA PARA TENER UN CABELLO ENVIDIABLE".

Camino como un condenado que era guiado hacia la horca por su verdugo, deseando que la tierra se abriera en ese momento y se lo tragara, como lo había hecho hace poco en Haití y en Chile, pero bueno, ¿Qué se le iba hacer? Mientras caminaba, ese molesto aroma a verduras y frutas con especies hechas puré le recordó el estado en el que se encontraba así que decidió pasar a un baño que encontró a unos cuantos pasos de la entrada. Solo se enjuago la cabeza y se tallo con agua la chaqueta negra al igual que el pantalón.

Ayudándose con el papel que su madre se había tomado la molestia de apuntar, busco el camino a su aula y una vez que hubo llegado al salón 17-C se preparo emocional y psicológicamente antes de entrar. Su quijada casi choca contra el suelo ante la sorpresa de que el aula estaba completamente vacía y desierta, al igual que como lo había visto todo cuando estaba por entrar al edificio. Su alivio no duro mucho, ya que otras nuevas preocupaciones asaltaron su ya torturada alma y mente '' ¿Y si ya han terminado las clases? "fue lo segundo que pensó. Genial, ahora diría " INUYASHA TAISHO, EL QUE LLEGA DESPUES DE QUE LAS CLASES SE TERMINAN POR NO SABER QUE EXISTEN TRATAMIENTOS FARMACEUTICOS PARA EL CABELLO DE VARONES".

A pesar de que era una de las más grandes posibilidades para él, sonaba algo ilógico, que clase de escuela terminaba sus clases a las ¿7:42pm? Un segundo… ¿pm? Pero era de mañana ¿cómo era posible que…? se golpeo la muñeca donde descansaba el costoso reloj TAGHeur que su padre le había conseguido el día de su cumpleaños; noto que la flecha no avanzaba. ¡Demonios!, se había adelantado una hora, ahora todo tenía sentido… (Nota: a decir verdad no soy muy buena calculando así que me tendrán que perdonar).

FLASH BACK

Se despertó al escuchar el sonido de un auto encendiéndose, se asomo a la ventana para ver que su padre se alejaba en ese lujoso auto negro, seguramente rumbo al trabajo, fue entonces cuando recordó que su padre siempre lo llevaba a la escuela. "Oh no…", susurro recordando a qué hora debía estar el en la que sería su nueva preparatoria.

Salto de la cama y no supo cómo ni cuándo, pero para cuando tuvo tiempo de pensar ya estaba vestido con el uniforme bajando como rayo las escaleras, como un hombre que está a punto de ser padre o recibir la herencia. Aun no terminaba de comprender, como era posible que su despertador no hubiese sonado para despertarlo. Seguramente estaría descompuesto, ya luego lo arreglaría. Entro como bala a la cocina donde su madre se encontraba con un objeto envuelto en una tela azul.

-Hola hijo, ¿Cómo amaneciste?- pregunto su madre con una sonrisa en los labios. El chico solo se limito a decir un "buenos días" mientras se abalanzaba sobre la nevera- Veo que madrugaste, has de estar muy emocionado por entrar a tu nueva preparatoria, esta ciudad es genial, estas a punto de vivir lo más maravilloso de la juventud…- el chico ni siquiera la escuchaba, estaba más concentrado zampándose un cartón de leche que encontró mal parqueado dentro del refrigerador.

-Adiós mamá- fue lo último que alcanzo a decir antes de echarse a correr rumbo a la escuela, completamente ajeno al "espera…" que su madre le había dicho con la intención de detenerlo.

FIN DEL FLASH BACK

Soltó un suspiro que a pesar de que era de sentirse estúpido, también era de alivio, porque significaba que no había llegado tarde a clases. Así que ni una ni la otra, diría "INUYASHA TAISHO, SIEMPRE PUNTUAL Y RESPONSABLE" en fin…

Deposito su mochila en uno de los pupitres y decidió que lo mejor sería ir a caminar un rato, no quería que pensaran que había llegado tarde, pero tampoco quería tener el papel de ñoño en la escuela. El sonido de su estomago gruñendo lo estremeció; ese estomago clamaba por comida inmediatamente, el cartón de leche no había funcionado claramente. Reviso los bolsillos de su uniforme, con la esperanza de encontrar su cartera en este. No la encontró, seguramente con la prisa se le había olvidado en su mesa de noche, lo cual era lógico porque tampoco estaba su celular; así que la idea de ir a la cafetería había quedado descartada obviamente. No tenía ni la esperanza de almorzar algo de su lonchera, ya que se le había olvidado por completo el almuerzo que su mama se había esmerado tanto en preparar, también por estar apurado. Abrió la puerta cabizbajo, la idea de no comer no era para nada agradable, y tanto fue su egoísmo al pensar solo en el que no se dio cuenta de que alguien se iba acercando con paso veloz y el cuerpo impacto contar el suyo. Inuyasha, al notar que la persona estaba a punto de caer, se acomidió a tratar de sostenerle el brazo para evitar una fea caída, pero lo único que consiguió fue que ambos se cayeran.

El golpe no fue muy doloroso para él, pues había caído encima del causante del pequeño accidente, pero escucho un pequeño gemido femenino, así que como pudo se incorporo con la clara intención de ayudarla a levantarse.

-Disculpe, oh… cuanto lo siento- murmuraba la chica obviamente nerviosa al mismo tiempo que la ayudaba a ponerse en pie preguntando por su estado, sin preocuparse por el mismo- yo no me fije, soy tan torpe- continuaba la chica excusándose hasta que atino a levantar el rostro y el pudo ver cómo era.

"Dios" pensó la verla. Era realmente hermosa. Tenía la piel más cremosa y clara. Aun a pesar de que no la había tocado se notaba a leguas que era sumamente suave. Pudo ver uno magníficos y carnosos labios de color rosados tirándole a lo durazno bajo a una perfecta y fina nariz, que combinaba a la perfección con sus delgadas cejas y unos enormes ojos color chocolate que…mmm… chocolate; eso la hacía que la encontrara aun más hermosa, pues el amaba el chocolate, aunque nunca lo admitiría, y mucho menos delante de una chica. El rojo fresa que se apodero de sus mejillas le dio un aspecto aun más angelical, convirtiéndola para él en algo aun más exquisito.

-¡¿Kagome?- interrumpió sus pensamientos un joven de larga coleta y azules ojos que se acerco a la chica con preocupación- ¿estás bien? ¿No te lastimaste? ¿Cuántos dedos ves?- dijo colocando 4 de sus dedos frente a la chica.

-Kouga estoy bien - dijo apartando los dedos de su rostro ante la atenta mirada del ojidorado - no te preocupes por mí.

-Kagome ¿Cómo no me voy a preocupar?- reclamo el joven con convicción, casi a modo de berrinche. Sentir una penetrante mirada sobre su nuca hizo que volteara hacia donde estaba Inuyasha- y tú… ten más cuidado por donde caminas, si le hubiera pasado algo créeme que no te la habrías acabado- gruño.

-Oye clámate lobo rabioso- comento el ojidorado visiblemente molesto.

-¿Cómo me llamaste?- gruño de nuevo.

- ¡Kouga basta!- suplico la muchacha, sabedora de lo que podría acontecer si no actuaba pronto-En todo caso a la que tendrías que regañar seria a mí no a él, yo era la que iba corriendo y no se fijo. El no tuvo la culpa.

-No hace falta que lo defiendas Kagome.

-Cierto, yo puedo defenderme solo- dijo orgullosamente.

-Bestia apestosa.

-Lobo sarnoso.

-¿Te digo algo? ¿Por qué no vamos afuera y determinamos si esos apodos realmente nos van?-sugirió Kouga, ignorando las palabras de Kagome que tenían como fin apaciguar el mal comportamiento de los dos muchachos.

-Es una maravillosa idea, solo dime cuando y a qué hora- reto Inuyasha.

-¿Te parece a la salida de la escuela? ¿En el campo de deportes?

-Me parece magnifico

-¡Basta los dos!- estallo la chica temiendo lo peor y visiblemente nerviosa-Kouga, si no lo vas a hacer por ti hazlo por mí, los demás están por llegar y no quiero estar en medio de un escándalo, ya ves como son todos aquí -suplico.

La mirada del chico de coleta alta se suavizo a regañadientes y la chica solo sonrió. Efectivamente ya habían comenzado a llegar algunos otros alumnos, pero al parecer nadie había notado la escena así que no había problema.

-Bueno, gracias por traerme Kouga, ahora ve a tu salón antes de que te metas en problemas – sugirió la chica al moreno.

-No es justo, yo quería estar contigo en tu salón. Estando en otro ya no puedo cuidarte angelito- se quejo el chico con ternura, que fue la escena más asquerosa para Inuyasha, quien no sabía porque, pero decido quedarse, algo en su interior le impedía moverse.

-Si me dices angelito, significa que la que debe proteger soy yo no tu, así que déjame comenzar por mandarte a tu aula antes de que te metas en problemas.

-Bueno, pero solo si prometes que le dirás a tu padre que…

-Si Kouga ya le dije, y no me ha dado una repuesta aun, pero en cuanto me diga yo te aviso-interrumpió. La chica parecía un poco exasperada y era comprensible, pensó Inuyasha.

El no era mujer para juzgar ni nada, pero por lo que veía, un hombre ensimoso y acosador como él no le caía bien a las mujeres.

No pudo evitar pensar "Por amor de Dios, que se largue" cuando vio que el chico estaba a punto de irse, pero se devolvió, diciendo que no había recibido su beso de despedida mientras paraba la boquita, la cual la chica evadió tomando su rostro con ambas manos y besándole la frente. Después el chico se marcho sin mirar atrás.

Kagome casi corrió adentro del salón en el que Inuyasha había dejado su mochila y poco le falto para azotar la puerta de no haber sido porqué le ambariano la detuvo a tiempo antes de que impactara contra la pared y así poder entrar cerrando la puerta tras de sí.

-No sabes cómo lo siento, en serio te suplico que me perdones y también a él – suplico Kagome al chico como si de vida o muerte se tratara-es solo que me protege mucho y a veces se le va la mano.

-No te preocupes, sé que no tienes la culpa de que los lobos padezcan de rabia, dime ¿ya lo vacunaron?-pregunto el chico obviamente bromeando ocasionando una graciosa risa por parte de la chica. Vaya, hasta su risa era hermosa, pensó el chico- apropósito, mi nombre es Inuyasha Taisho.

-El mío es Kagome Higurashi- se presento la chica sobándose la bellísima cabellera azabache que a Inuyasha se le antojo comparar con el color de una cascada en pleno cielo nocturno, ahora sujeta en una gruesa coleta – Oye, un segundo, ¿tú eres hijo de la señora Izayoe (no se si se escriba así)? –interrumpió la chica. El solo asintió-Oh… que maravilla- murmuro la chica mientras buscaba algo en su mochila. En menos de 5 segundo tuvo algo en las manos que parecía ser una almuerzo-tu madre me pidió que te trajera esto.

En efecto, era un almuerzo, y era suyo, reconocía a la perfección la tela azul que lo envolvía, era la misma que su mama traía entre manos cuando el voló a la cocina y salió disparado de esta.

-Dice que como vio que no desayunaste, le puso el desayuno también-agrego Kagome depositando su mochila en uno de los pupitres más cercanos a la ventana.

Se sintió mal al recibirlo en las manos. Había sido muy grosero de su parte haberse ido de esa manera, ahora que lo recordaba, ni un beso de despedida le había dado por desearle buena suerte en su primer día en su nueva escuela. Tenía que reponérselo a toda costa. Pero entonces….

-Disculpa…-atrajo exitosamente la atención de la chica -¿Cómo es que conoces a mi mamá?

-Ohh… es que ella es mí….-

-Ay Kagome, tan temprano y coqueteando- interrumpió una chica que estaba entrando junto con un chico de pequeña coleta y azules ojos. Kagome solo se limito a sonrojarse y a emitir una nerviosa risita.

-En serio que tus si te sabes ejercitar durante las mañanas, te voy a acusar con Kouga - amenazó divertido el chico que había entrado con la castaña

-Par de enfadosos, y ¿ustedes qué?, también se ejercitan igual que yo- reclamo Kagome, mas roja aun de lo que ya estaba.

Inuyasha sinceramente dudo que pudiera estar más roja.

-Bueno ya, deja de molestarte-la tranquilizo la hermosa chica de alta coleta y ojos castaños, al igual que los de la pelinegra, pero prefería los de la segunda.

-Si Kagome, mejor tranquilízate y preséntanos a tu nuevo novio, antes de que Kouga se entere y lo mate con la antena de un carro- sugirió el muchacho bromeando.

No pudo evitar que su corazón latiera con más fuerza ante la idea. Sintió claramente como su rostro se iba calentando, seguramente por su sangre que emprendía una loca carrera desde la punta de los pies, hasta el último de sus cabellos.

Inuyasha por el contrario, se limito a solo reírse de buena gana ante la idea de aquel lobo pulgoso persiguiéndolo con la antena de un carro. Volteo a ver a la chica esperando encontrársela riendo, pero solo miro a una joven mas roja que… ¿Qué había más rojo que un tomate? ¿Sangre? Bueno, no importa, el caso es que la chica estaba más roja que antes y él se había equivocado.

-Am… si llega a salirse del trance en el que se encuentra, les dirá que mi nombre es Inuyasha- ofreció su mano a modo de saludo y la pareja la acepto, respondiendo el saludo.

-Mi nombre Miroku Haruno y ella es Sango Kinomoto-se presento el muchacho por los dos. – Tú debes ser el chico nuevo. No te había visto por aquí.

Inuyasha solo se limito a asentir con la cabeza.

-¿Kagome…? ¿Hiciste la tarea de algebra?-pregunto la castaña, quien hizo que su amiga saliera del trancitis agudo en el cual se encontraba parpadeando como si un hubiera mañana, los colores se le bajaban y su expresión de niña se transformaban en una cara larga.

-Ya sabes donde esta… sírvete- suspiro la azabache con resignación, mientras salía del salón sin decir más. La cara de tristeza que en sus facciones se habían formado dejo muy intrigado al ojidorado, quien aun después de que la chica salió siguió observando la puerta.

-Vaya… la chica aun no se repone, ¿ehh…?-pregunto y afirmo al mismo tiempo Miroku a la que buscaba con dedicación el cuaderno de su amiga. Ahora se encontraba haciendo su retrasada tarea de algebra. Inuyasha se puso atento ante la conversación.

-¿Tu te habrías repuesto tan rápidamente? Dale tiempo, solo han pasado unas cuantas semanas, es imposible que lo supere de un día para otro - comento la chica sin quitar la vista de el papel que estaba copiando.

-Pues si Sanguito, pero…

-Disculpen…-interrumpió el chico nuevo sumamente interesado en lo que el par de tortolos comentaban-¿qué le ocurre a ella? Si es que se puede saber…

-Bueno…-los dos se miraron como si dudaran en decirle- yo creo que deberíamos decirle, para que no diga o cometa alguna indiscreción delante de ella…-sugirió el chico a la castaña, mientras esta, participaba en una larga batalla mental, en la que las ideas de decirle o no decirle al chico se debatían brutalmente. Al fin, la chica pensó que sería lo correcto, así que solo asintió- Veras…ella…

No pudo continuar gracias que el timbre de la campana volvió a sonar, y enseguida una estampida de alumnos entraban al salón de la forma más ordenado posible, entre ellos la chica de la que estaban hablando. Inuyasha se dio cuenta de que el suspenso era parte importante de la diversión en ese lugar, así que mejor irse haciendo a la idea. Aun así, estaba seguro de que esa chica era especial, y haría lo posible por averiguar qué era lo que ella tenía que le llamaba tanto la atención. No estaba en su naturaleza quedarse con dudas, su padre se lo había impuesto.

El resto del día transcurrió bastante tranquilo, el solo escuchaba a los profesores dar las explicaciones de sus respectivas materias, apuntaba una que otra cosa que le parecía importante o simplemente garabateaba algo inexplicable en su cuaderno al verse victima total del aburrimiento. Hubo una o dos ocasiones en la que volteo a mirar a la chiquilla que parecía estar atenta a la clase, a pesar de que su mirada le confesaba la ausencia de su mente mientras que a ratos miraba hacia la ventana cercana a ella, como si para ella eso fuera más importante. Ante la indiferencia impuesta por la chica, no tardo mucho en darse cuenta de que por más que mirara, la chica no iba a responder, así que opto por seguir en su plan de alumno sumiso.

Volvió a tocar el timbre. A penas era el primer día y ya lo estaba volviendo loco.

-Señorita Higurashi- se dejo escuchar la voz de su profesor- antes de que vaya a almorzar, necesito hablar con usted-

Al escuchar la petición del profesor Akitoki (no se si se escribe así), Inuyasha volteo a ver a la muchacha. Ella solo asintió de manera resignada y se acerco al escritorio que era ocupado por los profesores cada cambio de hora. A paso lento salió del salón. Tenía la intención de escuchar la conversación; sabía que era impropio de él, pero no podía evitarlo, algo muy dentro de el le decía que ella no era cualquier chica.

Fue el último en salir, por lo tanto cerró la puerta, pero apenas y se había recargado en esta cuando…

-Inuyasha ven- se dejo escuchar una voz varonil y el solo se volteo a mirar y vio a Miroku acercándose a él - ven, ven, déjame mostrarte toda la academia, te aseguro que te fascinará…- dijo animadamente el joven. Inuyasha solo se limito a balbucear cosas inentendibles, ¿Cómo iba a decirle que quería escuchar una conversación totalmente ajena a él? Sin embargo - vamos, no seas tímido, también se todo acerca de todos, en especial de los bombones que se pasean por doquier- no tuvo mucho tiempo para pensarlo. Avanzo, por no decir que fue arrastrado por el pasillo sin mirar atrás.

Mientras tanto…

-Señorita, créame que no encuentro forma sencilla para decirle esto, por eso pido que oiga con atención- hablo severamente el profesor.

-Lo escucho señor- respondió sin ganas la azabache. ¿Hasta cuándo continuarían los maestros en con eso?

- Primero que nada, déjeme repetirle cuanto lamento su situación - comento el hombre cuarentón - en estas ocasiones, siempre hay gente que se acerca con nosotros con la mas buena intención, a decirnos cosas como "Ya no llores", "A ella no le hubiera gustado verte así" o "Ya no sufras, esta con Dios"- la chica solo sentía el valor para mirar a su regazo, no quería ver esos ojos que la miraban con lastima, ya los veía todo el tiempo.

Se sintió tan pequeña y débil, sentía que si fuera más fuerte en ese instante no tendría los ojos llorosos, aun que estaba claro que no había que ser un genio para saber que eso era cierto.

-Lo que esta gente no sabe… - prosiguió el profesor -es que esos comentarios no nos sirven de nada. No nos consuelan, no nos ayudan, no nos hacen sentir mejor. Es muy fácil hablar cuando no entiendes algo. Es por eso que yo no le voy a decir esas cosas tan inútiles, pero si le voy a pedir que trate de ser mas fuerte. –Una lagrima logro su objetivo rodando cuesta abajo por su mejilla. Ahí estaba, no solo ella se pedía ser más fuerte, también el profesor. Se sintió fatal, pero sabía que tenía razón –Tu padre te necesita…-concluyo el profesor.

-Lo sé, sniff…- murmuro con la voz quebrada- es solo que, sniff… duele mucho.

-Lo sé, y también se que te esfuerzas, pero es que también noto que tu cuerpo está presente pero tu mente no. Estoy seguro de que no necesitas esforzarte demasiado para aprobar los exámenes que vienen, pero… - "RAYOS" pensó la chica, ya sabía que le iba a pedir -¿no crees que deberías, ausentarte por un tiempo a la escuela?- sip, eso era lo que esperaba escuchar.

- Ya me lo han repetido mucho, pero no, tengo que… ponerle el ejemplo a mi ''padre'' – se paró de la silla y camino rumbo a la puerta, acto que considero grosero, pero en ese momento no tenía ni la más mínima intención de ser cortes. Ya no quería que siguieran intentando convencerla de tomar unas vacaciones.

- Antes de que se vaya… - dijo el profesor mientras abría la puerta – dígale por favor a la señorita Kinomoto que espero que para la próxima no copee la tarea de usted. Yo los califico basándome en cuanto saben, no en cuanto pueden copiar.- no lo miro, solo sonrió de forma amarga y salió de ahí sin decir más.

-Y la número 58 es Enju Tomoeda, tiene carácter fuerte, pero es un fuego al momento de bailar, besar, agarrar…- 32 minutos… 32 minutos el chico había estado hablando sin para ni siquiera a tomar aire. Se sentía ofuscado, ¿cómo era posible que conociera de memoria a mas de 40 chicas?, ¿y cuanto duraban esos discursos?, ¿es que acaso los ensayaba o qué? Se pregunto mientras se llevaba un exquisito pedazo de omelet a la boca. Definitivamente su madre seria siempre la mejor cocinera de todos los tiempos. "Ohhh" una macabra sonrisa surco sus labios. El podría ayudarlo.

-Oye…- hablo como quien no quiere la cosa- ¿y que me podrías decir de Kagome Higurashi?

-Ah no, eso sí que no. Ni siquiera te emociones con ella. Hay tres grandes obstáculos que debes vencer que para llegar a ella: 1ero el director que es su padre- sus ojos se abrieron como platos, aun que no le parecía tanto problema – 2ndo a todo su club de fans, porque lo tiene- agrego ante la interesada mirada del nuevo estudiante –y 3ero, ultimo pero no menos importante, es mas podría ser el más peligroso de todos: Kouga Hyuga- eso le cayó como una piedra en el hígado al ojidorado – yo lo he intentado muchas veces y ha sido inútil- prosiguió.

-¿Qué ha sido inútil- pregunto la chica que se hacía llamar Sango provocando que los dos dieran un gran salto a causa de la impresión.

-Ahhh… este… co-co-conseguir tu pudin de chocolate en la cafetería- mintió Miroku visiblemente nervioso. Fue por eso mismo que no se atrevió a desmentir al libidinoso – Pero no te preocupes, pu-puedes quedarte con el mío- dicho esto, estiro el brazo hacia la chica con un envase gracioso. La chica lo acepto.

-Ohhh… gracias cariñob…- dijo llevándose la cuchara que le arrebato de las manos cargada de un gran bocado de la viscosa materia – Ome ¿nom hab vito a abome pol nibun ladbo?- pregunto algo inentendible a los muchachos, pues sus mejillas estaban ocupadas tratando de que el chocolatoso contenido no se desparramara encima de Miroku e Inuyasha.

-No Sango, jamás he visto a los hombres a la hora de los baños- contesto Miroku un tanto alterado ante la equivocada pregunta mientras Inuyasha solo hacia como si no se sintiera incomodo.

-Glup… no eso no, dije que si han visto a Kagome por algún lado- corrigió la castaña, divertida ante el sonrojo del que era su novio.

El nombre Kagome despertó el interés de Inuyasha. Ambos jóvenes voltearon a verse con la pregunta en el rostro, para después ver a Sango y negar con la cabeza.

-No la encuentro por ningún lado- se dejo caer en el pasto junto a Miroku mientras miraba el envase, ahora medio vacio desde su punto de vista, pues ser optimista y alegre por lo general era la parte que le correspondía a Kagome. Parecía estar triste –Últimamente no puedo hacer nada para ayudarla. Ya casi ni me habla, con trabajo me mira. A veces siento que mi presencia le hace daño.

-Oye eso no es cierto, tus sabes mejor que nadie que te quiere mucho, pero tiene muchas cosas en la cabeza ahora, no puede estar al pendiente de todos como antes, y es ahora cuando nos necesita más que nunca- consoló el joven pasando su brazo por encima de los hombros femeninos. Inuyasha noto algo extraño, pero como siempre, decidió quedarse callado y observar – es mas… no estamos haciendo nada, ¿quieres que te ayudemos a buscarla?

-¡Ohh eso sería estupendo, gracias!- exclamo/abrazo a su enamorado favorito y lo obligo a ponerse de pie tan rápido como si una abeja la hubiese picado y junto a ella el chico también. Miroku parecía sorprendido y a la vez frustrado-Yo voy por acá, y ustedes por allá-ordeno mientras se iba haciendo más chiquita en el horizonte (El patio de la preparatoria) dejando a Miroku con un "pero…" a medio camino.

Se cruzo de brazos. Camino tres pasos hacia adelante. Se situó junto al ojiazul mirando en la misma dirección que este y con una mirada aburrida susurro.

-Cuando…- dijo arrugando el ceño- pasaste tu brazo sobre sus hombros… ¿tenias planeado tocarle el trasero?-pregunto/afirmo, y ante aquella mirada acusadora, el de pequeña coleta negra solo soltó una pequeña risita nerviosa.

TING…TANG…TONG… (Díganme si les fastidia ese timbre)

No encontraron a la chica. Cuando se juntaron de nuevo para reunir información acerca de que si habían encontrado a Kagome, hubo la conclusión de que no se encontraba en la escuela, pero al entrar al salón para retomar las clases, la vieron sentada en el mismo lugar en el que parecía sentarse todos los días. Distraída y melancólicamente mirando hacia la ventana, como si para ella el mundo y el tiempo no pasara.

La salida fue tan monótona como todo el día. Antes de que desapareciera de nuevo, Inuyasha le dio una rápida mirada a la chica. La vio guardar sus cosas con sigilo y después su mirada se encontró con la suya. No supo cómo ni cuantos segundos fueron, pero se le hicieron horas, pues su mirada era una mezcla de miedo y de tristeza y lo miraban como si intentaran decirle algo.

Sango la llamo, el encanto se rompió y volvió al mundo real, en donde los pájaros volvían a cantar, los perros se apareaban en las esquinas, le gente se quejaba del trabajo y en algunos casos de la miserable paga y Miroku continuaba con su lista de chicas ardientes. Escuchaba sin prestar atención alguna y caminaba mirando el suelo.

-Vaya vaya vaya… ¿Qué tenemos aquí?- se escucho una voz familiar-¿acaso aun quieres que te de la paliza prometida?-Sip, efectivamente. Levanto la vista y era nada más y nada menos que su ''gran amigo'': el lobo Kouga.

-Eso depende de a quien le estés hablando, si a mí o al espejo de tu casa - reto nuestro chico examinando detalladamente la situación mientras Miroku se hacía para atrás declarando "UUUUUHHHHHHHHHH'' : el moreno traía una canasta de aspecto adorable y en esta descansaba una gran cantidad de rosas blancas.

-Me encantaría poder romper tu asqueroso rostro de bestia, pero ahora estoy ocupado en algo aun más importante que eso - escupió ponzoñosamente - Estoy con mi novia y no quiero que se traume…

-Vaya… ¿Y cuando piensas presentármela?-

El trió de varones se sobresalto ante la pregunta de Kagome, quien había escuchado toda la conversación y ahora se dirigía ahí con la intención de reclamar algo.

-Ahhh… este…yo solo…-balbuceaba Kouga nervioso, pues sabía de antemano que su angelito estaba enojado. Conocía esa fina y perfecta ceja cuando se arqueaba de esa manera.

-Que sea la última vez que esto ocurre por favor, y gracias por traerme mis flores- demando y arrebato de las manos a Kouga la canasta, ante la tétrica mirada de los tres presentes-Adiós- se despidió de todos y se fue.

-¿Crees que algún día se le pase?- consulto Miroku a Kouga.

-Se que lo hará, tiene que… es más fuerte de lo que piensa que es- respondió Kouga sin dejar de mirarla.

Después de eso, los tres siguieron su camino e Inuyasha se debatía entre como haría para reponerle a su mamá por la forma en que se comporto en la mañana. Al llegar a casa, vio un camión de mudanza estacionado frente a la casa de al lado.

-Mjm… al parecer no somos los únicos recién llegados- se dijo para si entrando a su casa. Seguramente su madre lo haría ir a llevarles golosinas a los nuevos vecinos.

-Hola mi amor- asalto su mama desde el pasillo- ven pronto, te quiero presentar a alguien.

Lo tomo por el brazo y lo llevo con ella hasta la sala. Y ahí la vio. Sentada.

-Ella es la hija de una amiga que murió hace poco- vio a la chica dignarse a voltear y dedicarle una cálida sonrisa. Ahora llevaba el cabello suelto, pero aun seguía con el uniforme. La caída de sus desparramados cabellos esparcidos en su pequeña espalda y llegándole al ras de su estrecha cintura la hacían lucir una belleza exótica… realmente… una belleza.

CONTINUARA…

Muchas gracias por leer… espero que les haya gustado tanto como a mi me gusto crearlo.