Era un día normal y corriente en la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería. Aunque claro, todo depende de la definición que tenga una de corriente. Para unos, un día normal y corriente es un día sin sobresaltos, lo cuál ese día lo era. Pero otros te definirían normal y corriente como habitual, y si se tenía en cuenta que los últimos años parecía que no había un curso en Hogwarts en el que todos los meses ocurría algo, entonces aquel era un día, no por no decir un mes, raro. Nadie se había fugado de Azkaban, ninguna trol se había colado en el baño de las chicas, ningún hipogrifo había atacado a un alumno, nadie había sido encontrado petrificado en los pasillos. Un mes entero sin sobresaltos, y anécdotas que no iban más allá de cuál era el nuevo chico con el que salía Cho Chang, una vez que Ron Weasly había discutido con su hermana por pillarla en los pasillos besándose con Dean Thomas, alguna prenda rara que había llevado Luna Lovegood a clase, acompañado por alguna pulla por parte de Pansy Parkinson... Para Neville, lo más destacable del mes habían sido las tres veces que Trevor había desaparecido. La primero no llego a un día, la siguiente fue una semana, pero como la tercera solo fueron tres, Neville estaba más tranquilo, dentro de lo que cabía en tener una mascota que constantemente se te escapa. Incluso Draco Malfoy parecía estar más tranquilo, hasta el punto en el que Neville no se dio cuenta de que había asistido a una clase hasta que no se había levantado del pupitre y le había visto. Pero para Neville, aquello era algo bueno.
Aquel día Neville se encontraba en el invernadero, ayudando a la profesora Sprout ha preparar las mandrágoras para los de segundo. Estaba distraído colocando las macetas cuando al echar un breve vistazo a un lado vio una rana.
- ¿Otra vez, Trevor?
- ¿Quién es ese Trevor del que habláis?
Neville se quedo sin palabras. La rana le había contestado. La sorpresa no duro por mucho tiempo, pues al poco Neville comenzó a razonar. Aquella rana no era Trevor, sería algún animago que se había colado en el colegio. El problema era quién era aquel animago, y si era uno no registrado. Algún otro Gryffindor hubiera intentado capturar la rana él mismo y habérsela llevado al despacho de Dumbledore como prueba. Pero como Neville no era un Gryffindor común se dio la vuelta, fue a hablar con la profesora Sprout y le informo sobre la rana. Neville tenía fama de no mentir nunca, así que no le costo creer lo que Neville le decía.
- Pero qué raro. ¿Quién podrá ser? Tú vuelve con tus compañeros, que ya iré yo a hablar con la profesora McGonagall.
No hizo falta que se lo dijeran dos veces. Neville fue derecho a la torre de Gryffindor, y al entrar en la sala común se encontró a Ron y a Hermione sentados en el sofá. Hermione trataba de explicarle a Ron unos ejercicios de aritmancia. Ron parecía que ni se molestaba en tratar de entenderlos.
- En serio, Hermione, no se como te puede interesar esto. ¿Eres masoca?
- ¿Cómo es que sabes tú esa palabra?
Neville dudaba si saludarlos o no. De no haber sido los únicos en la sala, los demás ya les hubieran mandado callar, pero aquel día, a pesar de que era temprano y ya no era hora de clases, no había nadie salvo ellos dos, y ahora Neville. "A lo mejor se fueron a sus habitaciones para no tener que interrumpirles" pensó Neville, quién discretamente trato de ir a su habitación sin ser visto. Por desgracia aquello no funciono.
- Hola, Neville.
Neville le devolvió a Ron el saludo de la forma más cortés que pudo, aunque no sabía muy bien que más decir. Por fortuna para él, antes de que nadie pudiera decir nada más entró la profesora MacGonagall, dando la orden de que todos los estudiantes de la casa de Gryffindor bajaran a la sala común. La profesora venía básicamente a informar a los alumnos que un animago había sido avistado en los recintos del colegio. El animago podía adoptar la forma de rana. Aún no se sabía quién podría ser, pero ya se había enviado al Ministerio una lechuza pidiendo que se consultase los registros de animagos en Gran Bretaña, para ver si había alguno que pudiera adoptar la apariencia de aquel animal. También se solicitaba que vinieran dos Aurores a registrar el colegio, por si el animago seguía en él, y encontrar pistas. La profesora MacGonagall pidió a sus alumnos que fueran precavidos, que fueran siempre de dos en dos a todos los sitios, y que dejaran a los Aurores hacer su trabajo. A Dean Thomas se le ocurrió preguntar que debían de hacer si se encontraban con el animago.
- Avisan a un profesor, o a los Aurores si se encuentran más cerca, y nosotros procederemos de la forma adecuada.
Ginny Weasly, la hermana de Ron, levantó la mano y pregunto que pasaría en caso de que no hubiese ningún animago registrado en Gran Bretaña que pudiera convertirse en rana.
- En ese caso sería considerado un animago no registrado, y los Aurores tendrían que detenerlo y llevarlo al Ministerio para aplicarle la pena apropiada.
Tras aquella respuesta, un silencio sepulcral invadió la sala, que fue interrumpido por MacGonagall, para mandar a la gente a sus respectivas habitaciones. Subiendo las escaleras a su habitación, Seamus Finnigan comentó para hacerse el gracioso que a partir de ahora Neville iba a tener que encerrar a Trevor en una jaula para que no se escapase y al confundieran con el animago.
- Se le escaparía de todas formas - respondió Dean Thomas.
Neville iba delante y no podía verles las caras, pero oyó las risas de Finnigan, Thomas y Ron.
- No seáis malos con él.
- Venga, Harry, si sabes que no lo hacemos por meternos con él. Es para aligerar un poco la situación.
Neville se dio por fin la vuelta, y vio que, aunque Ron estaba unos escalones por abajo de Harry Potter, el pelirrojo aún así había logrado colocar el brazo por encima de los hombros de Harry Potter. Si había querido decir algo, no se acordaba de qué, por lo que Neville subió las escaleras en silencio. Al llegar a la habitación encontró a Trevor, subido a su cama.
