ENTRE SOMBRA Y LUZ

Hola!!! Aquí Nesssa, publicando el primer fanfic… bueno que no es realmente mío, es una traducción de Kazy.
A las dos no hace muchísima ilusión tener reviews, por favor, es solo darle a un botoncito y ya.
Y sin más, os dejo con la lectura.

Capítulo 1: Libertad, Igualdad, Fraternidad

La bolsa cayó haciendo un ruido sordo. Una cuerda fina se deslizó a lo largo de la pared. Una sombra pasó suavemente de un lado a otro de la ventana abierta. Sonó un crujido y la sombra se paró de golpe. Ni siquiera se escuchaba el ruido de su respiración.
El viento ya no soplaba. Las hojas ya no se estremecían. El agua ya no pasaba. El tiempo parecía haberse parado, al igual que la respiración de la sombra.

Una vez que estuvo segura de que nadie le podía ver en su escapada, la sombra empezó su bajada, el ruido, indudablemente escaso que hacía estaba tapado por los ruidos de la Naturaleza. La Naturaleza parecía proteger a este chico dañado por cinco años de sufrimientos.

La sombra había decidido que ya era hora de que todo terminara. Ya era hora de que hiciera su vida sin deber lo que fuera a su " familia".

Pero La sombra sabía que ni esta " familia " ni él se daban por tal. Sería decir que se importaban demasiado. La sombra había encontrado a una nueva familia. Los lazos del corazón hacía tiempo que habían sobrepasado los de la sangre.

A decir verdad, la sombra no sabía que estaba haciendo. O más bien si. Sabía lo que hacía, pero no pensaba en las consecuencias. De momento no sabía que iba a hacer hasta que encontrase un lugar donde vivir.

No quedaban más que algunos centímetros para que sus pies alcanzasen el suelo. Saltó, y cogió su bolsa. Llegó al portal que antes le había gustado tanto, y que luego tanto había odiado, la sombra se dio la vuelta finalmente, y lanzó una última mirada.

Su madre había sobrepasado los límites. Sufrir sus sarcasmos, su intolerancia, sus injusticias… vale. Pero oír las maldiciones pronunciadas y los insultos hacia sus amigos… No lo había podido soportar. Hacía ya unos cuantos meses que pensaba hacerlo. Pero nunca había tenido el valor de hacerlo. Era la cualidad por la que odiaban en su. El valor. Pero hay cosas que desarrollan el Valor. Hay palabras que causan reacciones de un Valor inigualable. Hay palabras que hacen que no se pueda soportar más.

Y estas palabras, estas frases, estas ' cosas ', finalmente habían convencido a la sombra de dejar esa casa.

Una sonrisa en la cual se mezclaban orgullo, ironía, y felicidad a la vez se dibujó sobre sus labios.

Era libre.

Sin una mirada más, empujó el pórtico tan negro como terrorífico, siempre con su sonrisa y alta la cabeza.

"Adiós." susurró.

Sirius Black era libre.

"Mi suave y blanda flor..."

Apenas se escribieron las palabras, el papel fue arrugado.

"No, no... Demasiado personal..." se quejó una voz.

"Evans..."

Como la vez anterior, el papel se transformó en una bola gruesa.

"No, ¡no! ¡Eso no va para nada! ¡Demasiado frío! ¡Ddebes seducirla! ¡No ponerle de manifiesto que eres tan seductor como el calamar del lago! Grr..." Se quejó la misma voz. "¡Dichoso calamar! ¡Ya lo tengo!" Hubo un nuevo suspiro. "Y heme aquí, hablando completamente solo…"

Un suspiro de los que hacían partirse el alma sonó. James Potter retiró sus gafas, y se frotó los ojos. Hacía dos horas que se había levantado, e inmediatamente había comenzado a escribir una carta a Lily Evans, su camarada de Gryffindor.

El año anterior, habían tenido un altercado más brutal y más animado que las veces anteriores, a lo que le siguió un bajón tanto a nivel sentimental como a nivel mágico. Entonces había decidido que era necesario cambiar. Este año, había decidido madurar un poco más. Ahem... ¿Mucho más? Bueno, ¡madurar solamente!

Estaba totalmente enamorado de la joven, que se resistía totalmente a sus encantos. Tenía un club de fans tan desarrollado como su mejor amigo Sirius Black. Bueno, ¡casi tan desarrollado...! Porqué no formaba parte, ¿ella? ¡Todo habría sido más fácil!

James suspiró de nuevo: todo habría sido demasiado simple. Habría sido mucho menos interesante. Y el juego no habría valido realmente la pena. Ese era todo el encanto de Lily Evans: la resistencia. Hacía dos años que se había enamorado de ella, le trataba más o menos amable en según su humor.

Generalmente, lo rechazaba con tanta delicadeza como una arpía. Hasta se preguntaba si tenía esos problemas menstruales todos los días. Tuvo una sonrisa. Esos no eran exactamente la clase de pensamientos que le ayudarían a seducir a Lily.

Sería necesario ser el doble de galán, más atenciones, más suavidad, y más madurez para tenerla. Eso llevaría el tiempo que fuera necesario, pero palabra de Potter, ¡saldría con Lily Evans!

Por qué odiaba tanto esta palabra: ¿"madurez"? Él se veía muy maduro para su edad. A nivel mágico, al menos. Bien, era verdad, tenía a menudo algunas reacciones un tanto infantiles, pero bueno... Era la clase de cosas que hacía todo el mundo, ¿no?

¿Por qué las chicas eran tan complicadas? ¡¿Por qué no caían en los brazos de los chicos que estaban enamorados ellas?! Peter estaba enamorado de Déborah Freeman, una joven Hufflepuff de su mismo año pero no la tenía, Remus estaba enamorado de... James arrugó las cejas. ¿De quién estaba enamorado Remus? Quizá de esa Ravenclaw de quinto año, que se juntaba con Electre Daray... ¡Emma! Emma Matthews. Pero él tampoco la tenía. Sirius estaba enamorado de… de el género femenino entero. Él salía con muchas chicas. El año anterior, había intentado llevar la cuenta, pero la vida sentimental de su mejor amigo era tan incomprensible como la psicología femenina. Así que finalmente lo había dejado pasar. Además, nunca se había enamorado. Al menos, no que él supiera. No le gustaba comprometerse.

James sonrió Sirius era un payaso. Se parecían mucho, y estaba seguro que Sirius era su alma gemela en lo que a amistad se refiere. Al igual que Lily Evans era su alma gemela en el campo del amor. La sonrisa de James desapareció. Debía escribir esta dichosa carta.

Observó el montón de pergaminos que había cogido, su pluma, y su cubo de basura lleno de pelotillas de papel. Era mejor dejarlo. La carta no era la solución.

No, hacía falta dejarle las vacaciones de verano para dejarla calmarse (sus últimas palabras habían sido "¿Has visto Ámbar?, si tienes belleza eres rico y agradable, inevitablemente no tienes inteligencia. ¡James Potter es un ejemplo!"). Sí, era mucho mejor así. Porque eran dos a sufrir en esta situación. Cada uno a su manera.

Suspiró una vez más.

"¿Tú pensando? ¡No es eso lo que sueles hacer! ¡No vale!" se burló una voz detrás él.

James se dio la vuelta, y pegó un brinco por la sorpresa.

"¡Sirius! ¿Pero qué haces aquí?"

"Gracias por esta bienvenida tan calurosa, Cornamenta, ¡no esperaba menos de ti! Estoy muy bien, ¿y tú?"

En la cara de James apareció una sonrisa molesta.

"Bueno, amargado. Pero bien. ¿Qué haces aquí?"

"Bah, me aburría a morir en casa. Entonces me dije: ¿Por qué no ir a visitar a mi viejo amigo Cornamenta?
Atravesando miles de aventuras, causando los celos de las Diosas y sobreviviendo a los ataques de Harpías y de Amazonas, conseguí llegar hasta ti. Te escondes bien, ¡Tardé en encontrarte! Me dije varias veces que quizá hubiera sido mejor quedarme en casa, pero me acordé que eras mi viejo Cornamenta y que tenía que venir a hacerte mimitos. Por cierto, ¡tus padres son una gente encantadora!

James se echó a reír.

"¡Realmente tienes mucha imaginación!"

"Vale, reconozco que lo de los mimos es mentira. ¡Pero el resto es cierto! Al menos... ¡Solo adorné un poco la realidad!"

"¿Qué es lo que ha pasado?"

La sonrisa que Sirius se esforzaba en mantener desapareció completamente. Se dejó caer sobre la cama de James, y suspiró.

"Me fui, James. No podía ya más."

Por lo serio que estaba Sirius, James supo que no era una broma. Se sentó al lado de su mejor amigo, y le pidió que le contara.

"Os insultó." A Peter, a Remus y a ti. ¡Es detestable! ¡Y Regulus! ¡La hubieras visto con él! Siempre a mimarlo, ¡delante mío! Yo me hago el tonto, pero bueno... ¡Y lo de los muggles! Sabes que mis padres van detrás del Señor Tenebroso. Ella dijo que era un enviado de Dios... No podía más, James."

"Entiendo." Tú... ¿Estás en la calle?"

"Estoy fatal… ¡Pero no sabía dónde ir! Los amigos de mi familia, los pocos amigos que tienen, están de acuerdo con ellos. No podía ir con Remus, pronto va a ser luna llena y no sé si sus padres hubieran estado de acuerdo con que me quedara... En cuanto a Peter... no sé donde vive. Ya no quedabas más que tú... Aunque es en ti en quién e pensé primero... Sé que nuestras familias se odian. Por eso dudado al venir aquí. Pero si tú no quieres que…

"¡Espera Canuto! Voy a explicaler la situación a mis padres. Si hay algo que explicar... Les hablé mucho ti, les dije que eras diferente a tu familia. Seguramente no habrá ningún problema, tranquilízate. "

Primero le respondió con una mirada llena de gratitud, luego dijo:

"Si haz eso, Cornamenta, te aseguro que... Que... No sé lo que te juro, ¡pero te lo juro! Prometido, no me quedaré demasiado, y sólo para las vacaciones largas, el resto del tiempo me quedaré en Hogwarts, ¡Prometido!"

James se echó a reír.

"¡Se te olvida que me tienes que ayudar con lo de Lily!"

Sirius tuvo un amago de sonrisa.

"Siempre soy el salvador de los casos sin esperanza, y de los problemas sin solución por lo que veo."

"Soy nulo en ligues."

"Evans no es una chica que se liga, Cornamenta, es la clase de tía que se conquista"

"¿¡Dónde está mi querido Canuto?! ¿Pero tú me ayudarás no? ¡Yo no se conquistar a nadie! Normalmente ellas ya están conquistadas."

"¡Ah! ¡No retrocedas ante la dificultad mi valiente Cornamenta! Pero puesto que tú me lanzas un reto, ¡voy a conseguirlo!"

"Quizá hubiera hecho mejor callándome..."

"Por cierto, ¿estoy sentado encima de que?"

"De mi cama."

"No." Es muy incomodo, aquí, bajo mis posaderas... "

"¡Mierda! ¡¡¡Los explotadores!!! (n/a me he inventado el nombre porque no lo podía traducir, en realidad se llaman explosabeurks) ¡Me he tirado todo el verano fabricándolos! Siriuuuuus!!! "

"¡Horror, horror!"

Se miraron a los ojos durante unos instantes, después Sirius soltó una carcajada.

"¿Explotadores? ¿Qué es ese nombre tan ridículo? ¡Se te tenía mejor acostumbrado Cornamenta!"

"¡OH! ¡Vete al diablo!"

"Vengo de ahí"

Y estallaron en risas

"¡Ámbar! ¡! ¡OH HEEEEE!"

Los rizos morenos se volvieron vivamente, con una sonrisa feliz en los labios. Pero apenas tuvo tiempo de pronunciar una palabra. Unos brazos la rodearon con vivacidad y unos labios se pegaron a su mejilla.

"Te he echado de menos" Repitió la voz.

Ámbar se partió de risa.

"¿Cómo has pasado las vacaciones?"

La otra joven se encogió de hombros.

"Puaj, ¡han sido igual que las vacaciones de verano durante seis años!"

"¿Un infierno?"

"Menos. Mi hermana se encontró un novio. ¡Cada oveja con su pareja! ¡Compadezco a su hijo! Si lo tienen un día…"

Ámbar se echó a reír otra vez.

"OH Lily… ¡Lo que me haces reír!"

Un carraspeo les llamó la atención. Las dos chicas se volvieron.

"Vamos a llegar tarde. Padre nos espera, Ámbar. Dijo una tercera chica, con una voz glacial."

La chica sonrió tristemente.

"Electre tiene razón Lily. Oreste nos espera. Lo siento. ¡Nos vemos en el Expreso de Hogwarts de todos modos! ¡Te guardaré un sitio!"

"Ningún problema. ¡Hasta pronto!" Dijo abrazando a Ámbar. Luego se volvió hacia Electre. "Hasta la vista."

"Lily." Respondió la otra joven con un movimiento de cabeza.

Luego se dio la vuelta y comenzó la marcha. Ámbar se encogió de hombros mirando a su amiga, luego siguió a su hermana.

Ámbar y Electre Daray eran unas gemelas de dieciséis años, ambas alumnas de Hogwarts, pero separadas en dos casas muy diferentes: si Ámbar pertenecía a Slytherin, Electre pertenecía a Ravenclaw.

La primera se asombraba también por el hecho de que ella y su hermana fueran tan parecidas y tan diferentes a la vez.

Ámbar era morena con el cabello rizado medio-largo, y tenía los ojos de un negro ébano profundo. Era más bien introvertida, se ponía nerviosa muy fácilmente y tenía la tendencia increíble a enfurecerse muy rápidamente y de ser tan franca que a veces molestaba.

Al contrario de su hermana, Electre tenía el pelo castaño hasta los hombros y los ojos de un gris glacial. Electre era un poco más poderosa que su hermana debido a la maldad de la que a menudo daba prueba. Sin embargo, era muy paciente. La joven chica salía con David Golth, Ravenclaw de su año.

A pesar de sus claras diferencias físicas y de carácter, ambas adolescentes tenían una relación muy estrecha. Hacía unos años, Esther Daray, su madre, había sido asesinada por un muggle en un accidente de coche muy tonto, pero que había tenido una repercusión.

Electre nunca había querido demasiado a su madre. La paradoja era que Ámbar detestaba a su padre, al contrario de su hermana. Por consiguiente, la muerte de Esther no había afectado tanto a Electre. Sin embargo, a Ámbar le había conmovido mucho. Y su hermana la sobreprotegía de los procedentes de familia muggle, protegiéndose a sí misma a la vez.

"Hubieras podido ser más agradable, a pesar de todo." Le reprendió a Ámbar.

"He sido educada."

"Pero fría. ¿Podrías ser un poco más cariñosa con mis amigas?"

"No me gustan tus amigas."

Ámbar suspiró. Prefirió dejarlo. Electre no quería a Lily. Sin embargo, era una de sus mejores amigas, aunque Electre la ignoraba le hubiera encantado que su hermana y Lily se entendieran bien. Pero su hermana era muy posesiva hacia ella. Difícilmente había soportado su separación en el momento de la colocación en las casas en el colegio. Pero finalmente, todo se había resuelto mejor de lo que Ámbar esperaba. Aunque a menudo, se sentía culpable. Asustada por la fuerza y el aura de su padre, había suplicado al Sombrero Seleccionador que la enviara a Slytherin. Primero quería meterla en Gryffindor, pero ella ya se imaginaba la violenta reacción que tendría su padre si caía en esa casa. El sombrero decía que con el tiempo hubiera desarrollado más en Gryffindor que en Slytherin, Pero había una cosa que le intrigaba, una frase que había dicho el Sombrero Seleccionador: "¿Quieres cortar un poco el lazo que te retiene? Muy bien, veré con ella" Y Ámbar sabía que ELLA era Electre. También sabía perfectamente que Electre tenía su plaza en Slytherin, entonces, ¿por qué el Sombrero la había enviado a Ravenclaw?

Entraron en el Caldero Chorreante, un bar dirigido por un hombre muy simpático llamado Tom, se dirigieron hacia la chimenea, tranquilamente, llevando consigo sus nuevas cosas. Cogieron cada una un puñado de polvos Flú, los pagaron y los tiraron una tras otra al fuego.

"Center Daray" Gritó Electre

Y desapareció de repente.

Cuando iba a tirar sus polvos, Ámbar miró detrás suyo. ¿Podría salir a buscar a Lily? Había visto en su mirada que no había pasado un verano tan bueno como decía. Pero al mismo tiempo, Electre le montaría una escena. ¿Que podía hacer? No sabía qué hacer contra su hermana.
En una pareja, había siempre un dominador y uno dominado. Ámbar era siempre la dominada. Salvo raras veces cuando lograba rechazar el cacareo de su hermana. ¡Pero la quería tanto! No lograba detestarla como Lily detestaba a su hermana. Después de todo, el comportamiento de Electre partía de una buena intención, ¿no?
Ámbar suspiró. Bueno, le enviaría un búho a su amiga, así, no sólo Lily estaría contenta de recibir noticias suyas, sino que también Petunia, la hermana de Lily, gritaría como una (la) loca (que era) ya que tenía un pánico increíble a los búhos.

"Has tardado mucho" Le dijo Electre nada más llegar Ámbar

"He tenido problemas para coger todas mis bolsas"

"Tendrías que habérmelo dicho, te hubiera ayudado"

"Tengo dieciséis años Electre, me las puedo arreglar sola, pero gracias por la proposición"

"Ah, aquí estáis al fin" Gritó una voz

Electre se dio rápidamente la vuelta con una sonrisa en los labios.

"Buenos días padre, nos hemos atrasado en Flourits and Blots, había mucha gente. Y después nos hemos encontrado a una amiga de Ámbar" Contó Electre.

A pesar de todo el cariño que le tenía a su hermana, Ámbar le echó una mirada fulminante. Le acababa de meter en problemas.

"Espero que no sea esa Gryffindor" Dijo el señor Daray

Ámbar suspiró, cogió sus cosas y se dirigió hacia las escaleras de la entrada que le llevarían hacia su cuarto, en el primer piso.

"Primero no son GryffindorS, Oreste, es UNA Gryffindor muy amable. Y no veo en qué te puede molestar. Si escoges a mi esposo, ¿puedes dejarme al menos elegir a mis amigos?

"¡No juegues a eso conmigo Ámbar! No quiero que te relaciones con esa chusma, es normal ¿no? Después de todo ¡soy tu padre! En cuanto a Avery, es de muy buena familia.

Ámbar se paró en medio de la escalera para estallar en una risa sin alegría.

"Me parece que no tenemos la misma opinión sobre la 'chusma' Oreste. ¡Avery no es más que un bruto con aires de suficiencia que tiene como único objetivo convertirse en Mortífago! ¡NO QUIERO ESTAR CASADA CON UN BUITRE! Tengo Ya un padre así."

La mirada de su padre se volvió terrorífica y petrificó a Ámbar en su sitio. Ella sabía lo que iba a hacer. Sabía que era mejor que estuviera preparada. Pero ella no se movía, no se podía mover.

Oreste sacó su varita y amenazó a su hija.

"Cruc…" Empezó Oreste Daray

"¡No!" Gritó Electre bajando el brazo que había levantado para amenazar a su hija. "¡Papá! ¡No puedes hacer eso! Es… en fin, papá, ¡es tu hija! ¡Es mi hermana! Todo lo que le hagas me lo harás a mi también. No tengo amigos Gryffindor papá. Solo Slytherins sangre pura.

El señor Daray echó una mirada temible a Electre, pero al final bajó la varita

"Tienes suerte de tener una hermana que se lleva el golpe, Ámbar. ¿No quieres a Avery? Electre lo tendrá…"

Por única respuesta, Electre agachó dignamente la cabeza antes de correr hacia su hermana, que había retomado su subida, aunque todavía impresionada por el gesto de su padre. Sin embargo, Oreste Daray se acercó a su hija Ámbar y la cogió tan fuerte el brazo que pensó que se lo iba a arrancar.

"Toleraré que sigas sin ir a las reuniones a pesar de los regaños y castigos que he tenido que sufrir del Señor Tenebroso… Considérate afortunada porque no reniego de ti. Te daré tiempo… Pero ten cuidado, no tires demasiado de la cuerda"

Ámbar no pudo más que agachar la cabeza, dándose cuenta de las intenciones de su padre. Lo único que podía pensar es que debía haberse callado. Sabía que su padre era capaz de lanzarle una maldición imperdonable. Y había dicho esas cosas a pesar de todo. No tenía que haberlo hecho. ¡Pero no era su culpa! La conversación empezó por culpa de Electre. Ambre estaba furiosa. ¿Por qué su hermana lo había dicho? Todos los días justificándose ante su padre. "Papá por aquí, papá por allá…". ¿No entendía que su padre era una basura? Y todavía era un eufemismo.

"Ámbar, mi niña… ¿Estás bien?"

¿Y encima osaba hablarle después de eso? Electre sabía que era mejor dejarla tranquila después de una bronca así.

"¿No crees que ya es bastante lo que has hecho?"

"Pero… ¿Ámbar?"

"¿Quieres ayudarme? ¡Déjame!

Pegó un portazo y se apoyó en la puerta, mordiéndose los labios por haber respondido tan mal a su hermana. Pero ya tenía bastante. Ya llevaba bastantes remordimientos durante el día. Después de asegurarse que no la molestarían más, se levantó y cogió un trozo de pergamino.

"Querida Lily,

¿Hago que tenga tu hermana miedo enviando este búho? Por favor, ¡dime que si! Siento el comportamiento de Electre la otra vez, pero Orestes nos esperaba y a veces reacciona violentamente. Perdón.

¿Has visto el libro de encantamientos que tenemos? He leído el libro entero. Estoy segura de que conseguiré hacerlo todo. Incluso creo que no me hubiera hecho falta leérmelo. Ya conocía todos los hechizos que vamos a dar este año.

Por cierto, ¿has recibido alguna carta de Potter o de los otros bufones a los que tanto odiamos?

Te deseo unas buenas vacaciones.

Muchos besos

Ámbar"

Lily estaba dividida en muchos sentimientos. Primero alegría. Tenía noticias de su amiga, lo que le hacía muy feliz. Después, irritación. Muy paradójico, cierto, pero era así. Veía a Ámbar un poco presuntuosa. "No me hubiera hecho falta leérmelo todo. Ya conocía todos los hechizos que vamos a dar este año." Lily impidió un suspiro. Ámbar era muy simpática. Si, si. Una adolescente muy buena, con una vida difícil, alguien de buena familia, sobre todo se sabía cuando se conocía a su familia. Pero ella era una Slytherin, tenía las cualidades, pero también los defectos que tenía cualquier Slytherin. Y Ámbar era bastante creída. Aunque ella no quería a su familia (excepto a su (maldita) hermana) o lo que representaba su padre, ella no dejaba de ser un Daray: Ella sabía lo que valía, quien era y que era poderosa. A veces no era mejor que "Potter o los otros bufones a los que tanto odiamos". La verdad, ella no sabía por qué "los otros bufones a los que odiamos", Sirius Black, Remus Lupin y Peter Petigrew, le habrían escrito. Era una cosa que ella había puesto para criticar a los Merodeadores. Y eso era algo que Lily Evans no apreciaba. Aunque ella viera la actitud de los merodeadores muy infantil y a menudo despreciable, había que reconocer, que al hacer eso, Ámbar era igual que ellos. Pero estaba impaciente por tener noticias de su mejor amiga.

Había que añadir que Petunia había gritado de pavor al ver a Crash entrar en el salón. Crash era el búho de Ámbar. Llevaba ese nombre porque era imposible para el ave aterrizar como debía, siempre chocaba sobre algo o alguien. Era deprimente para la pobre Ámbar que se compadecía sin cesar de su animal. Pero no podía abandonarlo. En realidad, lo había intentado varias veces al principio, pero el pájaro siempre volvía, entonces Ámbar había desistido.

Después de su primer año, Ámbar Daray y Lily Evans se hicieron amigas. A pesar de la diferencia que había entre sus dos Casas, ellas se entendían de maravilla. Lily se perdía en el mundo de la magia, y vivía las discrepancias con su hermana Petunia por primera vez, y a Ámbar la habían separado de su hermana y vivía sin la vigilancia de su padre por primera vez en su vida.
Entonces ellas se habían contado sus secretos. No lo habían pensado, sucedió solo, después de un encuentro en la biblioteca:
Lily lloraba a lágrima viva, y Ámbar fue a verla. Entonces discutieron. Lily había reconocido ser hija de muggles y Ámbar que formaba parte de una horrible familia que practicaba intensamente la magia negra y que empezaba a irse al lado del Lord cuyo nombre comenzaba a temerse y que su poder iba creciendo día a día. Lily había admitido que no sabía por qué era una Gryffindor, que se hubiera sentido mejor estando en Ravenclaw donde los alumnos eran menos escandalosos, y Ámbar le había explicado que ella no había querido ir a Slytherin más que porque su padre tenía atemorizada. Ella se hubiera sentido mucho mejor en Gryffindor o en Ravenclaw, con su hermana.

Así se hicieron amigas, su único problema era Electre Daray, la hermana gemela de Ámbar. Muchas veces, Lily había intentado hablar con la chica, pero Electre nunca hacía el esfuerzo. Aunque Lily intentaba soportarla.

También tenía que soportar a otras personas. O mejor dicho, a una en particular: James Potter, llamado Cornamenta, con aires de suficiencia

Pero también estaba (desgraciadamente) Sirius Black, llamado Canuto, muy arrogante. El mejor amigo de Potter que no era mejor que él, pero al cual admiraba Ámbar. Soñaba poder expresar sus convicciones algún día como él. Ella no decía mucho. Rodeada de Slytherins ella no podía gritar que odiaba a su padre. Sobre todo cuando la prometía a otro hombre. Lily se disgustó mucho cuando se enteró, el invierno anterior. Ámbar llegó furiosa a la biblioteca con una carta arrugada en la mano y se lo había explicado todo. ¿Cómo podía existir el matrimonio de conveniencia aún en la época en la que estaban?

El tercero, Remus Lupin, llamado Lunático. Discreto. Hubiera podido ser amigo de Lily si no se juntara con el Suficiente y el Arrogante. En tercero, viendo las repetidas ausencias de su compañero, Lily había descubierto su secreto. Pero no se lo había dicho, aunque se lo había contado a Ámbar, haciéndola prometer que no diría nada. Al principio, no pudiendo rechazar su educación, Ámbar se había sorprendido al enterarse de que un hombre-lobo fuera aceptado en una escuela tan prestigiosa como Hogwarts. Pero con paciencia y argumentos, Lily había convencido a su amiga.

Por último, Peter Petigrew, llamado Colagusano, o dicho el seguidor, era el que Lily ignoraba. No era malo, era como un perrito. La verdad era que no tenía personalidad. Temiendo ser rechazado por los otros cuatro, nunca decía nada. Y Lily veía eso de débiles. Pero no lo decía nunca, ella no hacía ningún comentario. Bueno, si, en realidad todo el rato. La mayoría desagradables.

Ese alegre grupo que formaban los cuatro era llamado Los Merodeadores en todo Hogwarts. Eran raras las chicas que se resistían al encanto del Suficiente y del Discreto. Pero lo peor era el club de fans del Arrogante. Menos visto, el club de fans de Discreto era más pequeño, pero igualmente se notaba. El único chico que podía hacer sombra a los Merodeadores, sobre todo a Arrogante, era Amos Diggory. Todo un Hufflepuff: Trabajador, leal y amable como todos. Estaba en séptimo año y era amigo de los Merodeadores.

"LILY" Escuchó gritar "Lily"

La puerta se abrió con un gran golpe.

"Lily…" Continuó dulcemente la voz

Lily suspiró, eso iba a ser su fiesta.

"Mi pequeña Lils… ¿No quieres ir a… pasear? ¿Esta tarde? ¡Hacer compras! O ir a… ¿Cómo lo llamas? ¿Camino de perversos?"

Lily la petrificó de una mirada. Decididamente el búho no había sido suficiente.

"Si eso fuera el camino de perversos, Petunia, no hubiera ido jamás, ya te tengo a ti aquí en casa."

La dulce sonrisa de Petunia se borró, remplazada por una mirada colérica y un rictus malvado.

"Escucha, Monstruo, Vernon va a venir a casa. Se lo voy a presentar a papá y a mamá. Pero no quiere, ¿entiendes? No quiero que tengo una… Una… ¡Alguien como tu por hermana!"

A pesar del dolor que sintió Lily por las palabras de su hermana, sacó fuerzas para dejar salir una risa sin alegría

"¡Tú ni siquiera te atreves a decir la palabra! ¡Bruja! Así me llamabas cuando éramos pequeñas y discutíamos. ¿No te atreves a llamarme ya así? ¡Tienes miedo, Petunia! ¡Tienes miedo de mí! ¡Ya no soy la niña pequeña que podías hacer llorar con unas poca palabras, unas pocas amenazas. Ya no soy la niña pequeña aterrorizada por su hermana mayor que amenazaba con mentir a su madre. Ahora, los roles son al revés. Mismamente podría, si quisiera, echarte una maldición para que te vieras… más bonita"

Petunia retrocedió asustada

"¿Pero sabes lo que me detiene? No el castigo del Ministerio de Magia, no el enfado de papá y mamá si le pasara algo a su "querida Petunia" , no es tu venganza, es el hecho de que me parecería y no sería mejor que tú. Y créeme, solo eso me detiene"

"¡Yo valgo mil veces más que tu!"

"¡Claro que sí Petunia, claro que si! ¿Vas a coger tu piruleta y a chivarte a mamá y a papá del comportamiento que he tenido contigo y a pedirle mimos a tu querido Vernon? ¿Sabes qué? Creo que me quedaré para verle la cara al tonto que se ha enamorado de ti y quedarme nada más que para no darte el gusto… Entre tú y yo, mi corazón duda… " Dijo la bruja tranquilamente.

"Si te quedas, Lily, te prometo que el infierno parecerá un jardín de infancia comparado con lo que te haré vivir"

Ahí, Lily estalló en una risa franca.

"¿Amenazas? No, sinceramente, lo único que haces es aumentar el deseo de quedarme, querida hermana. Va a hacer falta mucho más para asustarme."

"¿Quieres que envíe un búho a… Cómo se llamaba? ¿Potée? ¿Potty? ¿Potter? ¡Si! ¡Eso es! Diciéndole que… No sé… ¿Le quieres?"

"No lo harás"

"¿Quieres probar?"

"¡Tú ni siquiera te atreves a acercarte a un búho!"

"No sabes hasta dónde puedo llegar por ti"

Lily le lanzó una mirada llena de odio. Ella sabía que Petunia no se atrevería a acercarse a un búho, y menos a Patapuf, la gorda lechuza de Lily. Pero no quería tentar al diablo. Desgraciadamente, Petunia era una mujer llena de recursos. Y si no se arriesgaba a acercarse a Patapuf, encontraría la manera de hacer llegar la carta a Potter. Y eso no lo quería. Aunque tampoco quería que Petunia tuviera una victoria tan fácil. Ella tenía su venganza. Ella sabía que Petunia se echaría a llorar cuando volviera la presión, que Petunia sabía que ella no pasaría la tarde en su casa. Pero también sabía que entraría en casa antes que nunca para fastidiar a su hermana.
El odio entre dos hermanas era raro, pero potente, y el odio que se tenían Petunia y Lily era muy fuerte. Esa era su debilidad, pero a veces su fuerza. A veces, al menos…

Electre Daray se tiró en su cama.

"¡Hola Ámbar!

Tranquila, Petunia pegó un salto de cuatro metros y gritó como una arpía cuando vio a Crash aparecer (hay que decirlo) sobre la nevera (ya sabes, la cosa grande que mantiene fría la comida de los muggles). Ella te odia, ¿contenta?

Por lo de Electre, no pasa nada, no te preocupes. Ya me he acostumbrado. Lo que me enfurece es que no puedo hacer nada, no entiendo por qué no le gusto…

¡Claro que he devorado el libro de Encantamientos! Es verdad que parece un programa genial. ¡Estoy ansiosa por practicarlos! ¡Argf! ¡Estoy impaciente!

No he recibido ninguna carta de Suficiente, y no sé porque Arrogante, Discreto y Seguidorme hubieran escrito. Debías estar enfadada cuando me has escrito la carta ¡Pobre Ámbar!

Espero verte en el Expresso de Hogwarts. ¡Tengo muchas ganas de volverte a ver!

Muchos besos

Lily"

"Muchos besos, Lily" Se burló Electre "Guarra"

No solo existía esa sangre-sucia, sino que todavía vivía! ¿Todavía no la había matado? ¡Los Mortífagos Hacían mal su trabajo! No es que ella odiara a los muggles, es más, le eran indiferentes. Le gustaban por lo que su especie le había hecho a Esther, su madre. Un muggle borracho la había atropellado. Ella no tenía más que diez años, pero no quería demasiado a su madre; la veía vacía, sumisa, sin personalidad, nula, ingrata. Incapaz. ¡No como una bruja de alto nivel! Se podía ser sangre pura y ser una bruja pésima.

Y la existencia de esa Evans no le gustaba nada.

¡Esta pequeña niña no entendía por qué no le gustaba! ¡No lo entendia! ¡Menos mal que no estaba en Ravenclaw! Ella representaba dignamente a los gryffindors: si Evans era la mejor de la clase, a Electre le dolía imaginar cual era el cociente intelectual del peor alumno de Gryffindor. Su odio hacia Evans era enorme: ella se osaba acercarse a Ámbar.

A pesar de sus miradas de odio, sus amenazas, sus golpes bajos…la amistad que unía a Evans y a su hermana había subsistido irritando a la gemela. ¡Qué tía más asquerosa!

Electre arrugó la carta. Había interceptado a Crash antes de que llegara a llevarle la respuesta de Evans a su hermana. Hacía eso muchas veces sin que su gemela se diera cuenta. Y lo peor de todo era que Electre había sido herida en su amor propio, transtornada y muy decepcionada por la actitud de su hermana "Por lo de Electre, no pasa nada, no te preocupes". Evans no había evitado decir eso para recordarle a Ámbar que había sido desagradable. Lo había hecho Evans después de todo. No. Lo que decía era que la misma Ámbar lo había dicho. Y eso no lo podía soportar. ¿Cómo podía ser tan desagradecida? Todo lo que hacía por su hermana, ¡por ella! ¡TODO! ¡Su vida no giraba más que alrededor de Ámbar! Ella sabía que no era normal que alguien tuviera esa actitud con alguien, pero Ámbar era su gemela. Ella había sufrido, y Electre no dejaría que nadie más le hiciera daño. Ámbar no sufriría más, NUNCA.

Siempre el mismo cabreo, Electre se esforzó en romper la carta, ya que no podía usar magia. ¡Dichosa ley de mierda! ¡Las personas poderosas deberían poder usar la magia fuera de Hogwarts! ¡Ellas saben controlarse!

"Oreur, ¡ven aquí!"

La elfa llegó lo más rápido que pudo, con la espalda doblada y una mirada asustada. Electre le dio la hoja con una mirada de desprecio. Odiaba esas criaturas. Los elfos podían escuchar las conversaciones, y eso no le gustaba. Afortunadamente, ella, después de un tiempo, le había enseñado quien era la jefa en esa casa.

"Ya sabes lo que tienes que hacer"

La elfa agachó la cabeza y usó su magia para hacer desaparecer la carta y remplazarla por una replica idéntica a como Electre la había encontrado. La criatura le dio la carta con los ojos bajos, sumisa.

"Tenga ama"

"Tendrás la boca cerrada, ¿verdad Oreur? Porque te juro que si Ámbar se entera, de una manera u otra, tu tendrás toda la ropa del armario de Esther. ¿Lo has entendido Oreur?"

Oreur se echó a temblar, ella no quería ser libre, era la peor cosa que le podía pasar, y Electre lo sabía.

"¿A qué esperas? ¿Una chucheria? Vete ya, ¡no te quiero ver más!"

La elfa desapareció. Electre soltó un suspiro y ató la carta a la pata de Crash.

"Tu también la cierras" amenazó "Siempre he soñado con probar búho asado…"

El pájaro echó a volar, pero Electre estaba segura de que había entendido lo que le había dicho.

Y el día no hacía más que comenzar…

Dumbledore estaba preocupado. Una arruga inquietante permanecía en su frente sin quererse disipar. La situación política era cada vez más crítica. El ministro debía haberse tomado en serio la amenza de Voldemort desde el principio. Tal vez todo eso se podría haber evitado. Estallaba de rabia. Por qué, si era tan respetado en la Comunidad Mágica, no eran tomados en cuenta sus consejos? Si no detestara tanto la política, se hubiera presentado a las elecciones, pero en el fondo no quería dejar su querido Hogwarts.

Sin embargo, la situación era grave. Apenas había autoridad. La mayoría de los mortífagos formaban parte del Consejo del Ministro. Había esperanza, cierto, pero no demasiada.

La guerra estallaba en todos lados. Voldemort ganaba cada vez más siervos, que le seguían más por miedo que por convicción. Aún estaba Andromaque Potter, que les podría ayudar. Tal vez Harry también, su marido, que también era poderoso. De igual forma podrían ayudar otros grandes magos, pero pocos de ellos estaban todavía vivos, o simplemente en el bando correcto.

Dumbledore sonrió de forma irónica. Él creía que no había bando bueno o malo. Que solo había una elección. El bien y el mal no eran más que unas palabras.

Pero él se volvió serio rapidamente. No era un tema para bromear. Tenía que dar la impresión de estar confiado, seguro. Era un pilar muy importante en la sociedad mágica, y si él caía… Tal vez todo se acabaría. Hacía falta crear un ejército. Había que hacer más aurores que mortífagos. Era mejor tenerlos como aurores que como futuros mortífagos.

Habia llamado a los que creía que podrían ser alumnos suyos. Más magos jóvenes no. Verdaderos magos. No le gustaba hacer eso. Lo odiaba. En el fondo, era manipularles… Pero no tenía otra opción.

Dumbledore suspiró. ¡Si le hubieran escuchado! Tal vez se hubiera podido evitar todo. El anciano mago escuchó un canto, alzó la mirada y vio a Fawkes, su fénix. Tenía que tomar su decisión deprisa.

Había que proteger a las últimas personas que luecharían contra Voldemort. Había que ponerlas en un sitio seguro. Los Potter utilizarían el encantamiento Fidelio, él lo sabía; los Longbotton también. El viejo Fletcher también con su familia. Quedaba el joven Moody. Un nuevo auror muy prometedor. Él también se enfrentaría a Voldemort. Escribió una carta que repitió varias veces y las ató a las patas de Fawkes.

El fénix sabía que tenía que hacer. Después de una última mirada, el pájaro desapareció dejando a su amo solo en su despacho.

Pero al revés de cómo se esperaba, el director no se sentía mejor. Todo dependía de la respuesta que recibiera.

Algunos tendrían miedo, algunos vacilarían, algunos se esconderían, pero otros no tendrían miedo, otros no vacilarían y otros intentarían salvar el futuro de sus hijos.

Pero eso no era suficiente.

Apoyado en el borde de la ventana, viendo a Fawkes desaparecer a la vez que el Sol, al lado de las casas de los magos que podrían salvarles; por primera vez, Albus Dumbledore dudó del resultado final en esa guerra.

Final del capítulo 1.