XD esta idea me surgió de una forma francamente absurda, viendo una de mis comedias románticas favoritas: El diario de Bridget Jones. No es tampoco que vaya a poner a Zoro haciendo dietas y usando minifalda para conquistar a su jefe (Aunque la idea de Zoro en estado de ebriedad cantando "All by myself" en un karaoke es tentadora XD) La trama, tal y como el summary pone, es la historia de Zoro a los 30 años, con un empleo del que aspira más, amigos bastante peculiares y una búsqueda de sí mismo. Aunque claro, entre sus amigos, sus jefes, y una cierta personita (coff, coff Robin coff) no le será fácil XD Todo esto sazonado con música de 60´s para acá jajaja Claro, también está "basado" en los comentarios que toda la familia le hace a mi hermano por no tener pareja a los 31 años X3

Disclaimer: Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas!! Ah espera, eso es plagio no disclaimer… espero que Rowling no me demande XD

El diario de Zoro Jones.

I. Welcome to the Zoro´s world.

Nombre: Roronoa Zoro.

Edad: 30 años.

Peso: 79 kilos.

Altura: 1.80

Nacionalidad: Japonesa.

Estado civil: Soltero…

He ahí la causa de todos mis males. Para mi familia, que un hombre de 30 años como yo aún no tenga una relación formal ni interés alguno por alguien, es todo un acontecimiento. No es tampoco que me importe mucho lo que piensen, pero cualquiera llega a perder la paciencia cuando toda reunión familiar termina con sugerencias y consejos del padre, una madre desesperada por ser abuela invitando a diferentes jóvenes a la casa con la esperanza de que me enamore de una de ellas, y las preguntas e insinuaciones de tíos, primos y hasta vecinos sobre mi vida amorosa.

Mi historia comenzó a complicarse por dos motivos: Primero, para la fiesta de año nuevo mi madre invitó a una mujer llamada Lola. No tengo prejuicios sobre las mujeres, pero definitivamente, ella estaba en mi lista de personas con las que jamás aceptaría mantener una relación. No hubo forma de quitármela de encima, se la pasó acosándome toda a fiesta sugiriendo y sugiriéndose a sí misma. Por fortuna no estaba lo suficientemente ebrio como para caer en sus redes.

A media reunión noté que ella estaba "pegándose" cada vez más a mí. Era urgente hacer algo si no quería correr riesgo de ser violado aún frente a mi familia. Mi celular comenzó a sonar, era un mensaje, sin embargo opté por fingir que era una llamada y al tiempo que hablaba solo, me dirigí al vestíbulo y tomé mi abrigo. "Colgué" y puse cara de tener prisa:

-Mamá, papá, muchas gracias por todo… acaba de surgir algo en mi trabajo, mi jefe quiere que vaya cuanto antes…- vi la cara de desencanto en la cara de mi madre. Tal vez ella pensaba que realmente estaba disfrutando la velada con Lola. Nada más lejos de la verdad. Sin acercarme a Lola, agité mi mano en señal de despedida, totalmente a salvo, desde el otro extremo de la sala.

Una vez fuera de mi casa, me di cuenta de que había comenzado a nevar. "Genial" pensé con sarcasmo. Eche a andar por la calle en busca de un taxi, aunque debido a la hora sabía que sería difícil encontrar alguno. Mascullé por lo bajo maldiciendo mi suerte, al clima, y a todo lo demás.

Luego de media hora, y bajo el riesgo de congelarme, opté por buscar en mi lista de contactos en busca de alguien que pudiera pasar por mí. Sanji… seguro estaba con alguna de sus múltiples citas… Nami estaría con su familia y me mandaría por un tubo si le sugería que necesitaba alguien que me recogiera y me llevara a casa, con el carácter que tenía era perfectamente capaz de dejar que me congelara en la calle sin remordimiento alguno… Bon Clay… bueno, realmente no me apetecía llamar a mi amigo homosexual para que pasara a recogerme esa noche, estando con un humor por los suelos y sintiéndome tan solo. Irónicamente, un hombre heterosexual de éxito promedio entre las mujeres, (ese era yo) estaba solo. Entretanto, Bon Clay, un hombre homosexual de éxito nulo entre los hombres (algo llamado homofobia) debía estarla pasando en grande en esos momentos con otras… "amigas", de suerte que si pasaba por mí me haría acompañarlo a la fiesta para que no me deprimiera. Lo que menos necesitaba era recibir el año nuevo con todo el elenco travesti del lago de los cisnes.

Usopp, él debía estar muy feliz pasando su primer fiesta de año nuevo como casado con su tierna esposa Kaya. Lo cual me remitía a Sanji. Era curioso como en menos de cinco minutos terminaba de pasar lista entre mi amplio círculo de amigos conformado únicamente por cuatro personas. Suspiré y marqué el número. Sabía que Sanji renegaría mucho y todo, pero finalmente pasaría por mí. Quién sabe, tal vez lograra convencerlo de ir conmigo a tomar un trago al One Piece.

Tardó media hora en llegar. No se veía nada contento. Al parecer mi llamada había sido muy inoportuna en medio de una cita. Ninguna mujer consideraría para nada romántico el hecho de que suene el celular de alguien y quien llame sea el amigo solterón bajo la nieve pidiéndole a su amigo que lo recoja.

-Esta vez estaba cerca, maldito marimo, casi la convencía…

-Sí claro, igual que la última, y la penúltima, y la de la semana pasada –espeté con aburrimiento. Subí a su coche y me acomodé en el asiento. Él suspiró por lo bajo. Tenía un encanto natural para las mujeres y poseía un amplio repertorio de frases y tips sobre cómo actuar para conquistar a una mujer. Cuando Bon Clay lo conoció declaró que era apuesto, pero para mí simplemente era Sanji, mi amigo rubio de toda la vida. La mayoría de la gente creía que Sanji tenía todo para conquistar a una mujer, pero había un pequeño e importante detalle:Todas sus citas terminaban en catástrofe… yo tenía relación con la mitad de esos fracasos.

-Así que ¿Otro año sin pareja? – siguió manejando al tiempo que encendía un cigarrillo. Uno de sus malos hábitos, fumaba como chimenea. -¿Sabes lo que eso significa, no?

-Sí, significa otro año preguntándome qué tipo de mujer será la siguiente que mi madre lleve a casa en la esperanza de que me enamore de ella –suspiré resignado. Cada año mi madre lograba superarse a sí misma llevando una mujer más rara que la anterior. Si me descuidaba y se lo permitía, algún día llevaría a uno de las "amigas" de Bon Clay creyendo que podía interesarme. Sanji me observó de reojo.

-De verdad que eres baka… no puedes quejarte ya que tú tienes la culpa de la situación. Esa chica, Peronna… no estaba del todo mal…

-No, pero no le encontraba sentido a estar con ella más tiempo del necesario… además de que me aburría su plática sosa sobre espiritismos y demás… -al oir eso Sanji soltó la carcajada.

-Anda… si no te habrá lanzado un maleficio por haberla rechazado…-no dejo de reírse durante un buen rato, haciendo comentarios del tipo "Estás maldito… resígnate a no ser de nadie" que francamente me bajaban más y más la moral. Suspiré por enésima vez.

-Entonces otro año más y solos… incluso Usopp se ha casado…- Sanji bufó molesto, no porque no apreciara a Usopp, sino porque no toleraba el hecho de que se hubiera casado antes que todos. Finalmente llegamos al One Piece y nos apeamos. Pedimos cervezas y nos sentamos a la barra. El rostro dubitativo de Sanji me hizo saber que se aproximaba "esa" pregunta. No me miró a los ojos ni nada, pero pude sentir que aunque fingía estar ocupado con su cerveza, me estaba analizando de reojo.

-¿Y cómo sigues? –cada dos meses más o menos, Sanji me preguntaba lo mismo. No era una pregunta fortuita, sino un interrogatorio acerca de cómo me sentía después de lo de Kuina.

- No moriré porque terminó, además ya han pasado cinco años desde entonces.-le di un trago a mi cerveza y ambos nos quedamos en silencio un rato. El bar estaba repleto de gente, la mayoría solteros que decidían recibir el año nuevo en compañía del alcohol para olvidar las penas del año que terminaba.

-Ya sé que ya han pasado cinco años… pero entonces ¿Por qué no ha cambiado nada? –Sanji ahora si volteó directo hacia mí. Lo malo de tener un amigo como Sanji durante tanto tiempo, es que cuando decide tocar un tema y está preocupado por ti, no para hasta estar satisfecho. Tiene su manera severa para hacerte afrontar las cosas.

-No lo sé… solo que no encuentro a la mujer correcta.

**

Kuina había sido, si debía definirla de algún modo, el amor de mi vida, aunque francamente no era un término que me gustara usar, consideraba todos esos términos dignos de un Casanova como Sanji, no de alguien sencillo como yo.

Había conocido a Kuina cuando aún estaba en la Universidad. Ella estaba estudiando mecánica, y en vista de que siendo una de las pocas mujeres en la carrera, sus compañeros varones no la respetaban ni dejaban pasar la oportunidad de burlarse de ella, así que Kuina decidió dar lo mejor de sí misma. Al tercer año de estar en la carrera, solo quedaba ella y otra compañera, no obstante, Kuina era considerada la mejor de la clase.

Yo estudiaba periodismo, y ni por asomo habría imaginado coincidir con ella, siendo que nuestras carreras ni siquiera tenían algo en común. No obstante, nosotros sí teníamos algo en común: el profesor Koshiro. Yo tenía beca deportiva de Kendo, y Koshiro era quien entrenaba y estaba a cargo del equipo, por tanto había estado en contacto con él durante casi cuatro años, pero no fue sino hasta el cuarto año cuando conocí a su hija.

Toda la escuela me conocía, la universidad había ganado diversos torneos gracias a mí, y Koshiro no dejaba de decirme que era el mejor alumno que había tenido. Claro, él nunca mencionó que su hija fuera mejor que yo.

Una tarde, después de concluido el entrenamiento, me quede en las duchas más tiempo que mis compañeros, así que cuando salí, ya todos se habían ido. Me dirigía a la puerta del dojo para salir cuando esta se abrió de improviso. Había oído que Koshiro tenía una hija en la universidad, pero jamás la había conocido ni me había interesado conocerla, de modo que cuando la tuve frente a mí no la reconocí. Su porte era arrogante, llevaba corto el cabello obscuro, sus ojos, también obscuros, mantenían una mirada desafiante y decidida que hasta la fecha he vuelto a ver en nadie más. No obstante, su mirada lucía triste ese día. Hasta después supe que sus compañeros, queriendo vengarse por ser mejor que ellos, habían echado a perder un proyecto en el que había estado trabajando por meses. Me miró de arriba abajo y luego una sonrisa burlona y retadora a la vez, apareció en su cara.

-¿Tú eres Roronoa Zoro? – arqueé una ceja. Su sonrisa me irritaba, era un insulto a gritos. Antes de que le respondiera, ella ya empuñaba una shinai y estaba apuntando directo hacia mí - ¿Se atreverá el famoso Roronoa Zoro a desafiarme? – No tenía porque aceptar su reto... después de todo mi entrenamiento ya había terminado, y aunque no discriminaba a las mujeres, no tenía ánimos de entrenar contra una muchachita que me retaba por capricho y a la cual vencería en pocos minutos. No obstante, un reto es un reto. Usopp suele decir que pierdo el control muy fácil, y que la mejor forma de convencerme para que haga algo es retándome. Supongo que tiene algo de razón, de cualquier forma termine armado yo mismo con una shinai. Para mi sorpresa, Kuina era con mucho, mejor de lo que imaginaba, y aunque aún a la fecha me avergüenza reconocerlo, me venció prácticamente sin esfuerzo alguno. Con una hábil estocada me dejó desarmado. Justo en ese momento entró Koshiro sensei.

-¡Kuina! –mi rival volteó de inmediato y suspirando regresó la shinai a su lugar. Ni se molestó en voltear a verme o hacer algún comentario. Oí a su padre regañarla por lo bajo, pero la actitud arrogante de ella no disminuyó ni un ápice. Koshiro suspiró y luego me dirigió una mirada de disculpa – Lo siento, Zoro kun, no imaginé que mi hija tuviera la ocurrencia de venir a desafiarte… -podía notar como la ira crecía poco a poco en el interior de Kuina, no obstante su voz era burlona cuando a modo de despedida se dirigió a mí:

-Para ser el "héroe" de la universidad, debo decir que es bastante débil…

-¡Kuina! – su padre estaba escandalizado pero ella ya iba de salida. Me quedé ahí parado, no respondí nada pero apreté los puños con fuerza, y de haber sido ella un hombre, le habría pegado un puñetazo.

Claro, al día siguiente todos sabían ya que había sido derrotado por una mujer. Jhony y Yusaku, dos jóvenes que me habían nombrado su senpai sin consultarme, iniciaron una campaña en pro de "limpiar" mi nombre. A mí francamente no me importaba lo que pensara la escuela de mí, pero mi orgullo me decía que no podía dejar las cosas así. Sanji, que ya era amigo mío por esa época, decía que era una tontería que me tomara tan personal que ella me hubiera derrotado.

-¿Tiene sentido que quieras tomar revancha? No ganaras nada… probablemente ella solo se sentía irritada y quería desahogarse – le había contado la historia tantas veces y él la había analizado. – Solo se me ocurren dos opciones: O realmente quieres calmar tu orgullo, algo que tratándose de un baka como tú no suena descabellado, o solo estás buscando un pretexto para volver a verla. – recuerdo que la primera vez que mencionó eso, me sonroje de inmediato y lo negué rotundamente. Él se limitó a llamarme baka nuevamente.

Finalmente, decidí que no tenía sentido postergar más la situación. Había logrado informarme donde podía encontrar a Kuina y cuáles eran sus horarios, y una mañana me dirigí en su búsqueda. Finalmente la vi. Estaba sola, sus compañeros a lo lejos la ignoraban y no parecían notar que la joven ahí sentada tomaba clases a diario con ellos. Tan pronto me vieron acercarme, todos guardaron silencio. Era consciente de que vigilaban cada movimiento que yo realizaba, lo cual comenzaba a incomodarme. Llegué frente a Kuina, y entre la tensión de lo que iba a decir y las miradas de sus compañeros me exaspere:

-¿Algún problema? –pregunté, y todos decidieron que no era buena idea poner a prueba mi limitada paciencia. Sin más ni más, se esfumaron dejándome a solas con Kuina.

-¿Había necesidad de echarlos? Ahora de seguro que se crea un chisme…- bufó Kuina – Muchas gracias…

-¿Chisme?

-Claro… primero la noticia de que yo te vencí, apuesto a que el nuevo rumor será que tú te me declaraste.

-¿Por qué habría yo de hacer algo como eso? –me sonroje contra mi voluntad. Para colmo ella no se inmutó lo más mínimo.

-Hablaba hipotéticamente… ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieres? –farfullé algo, luego le dije el motivo de mi presencia. Quería la revancha. Por un instante temí que me mandara por un tubo, pero luego esa sonrisa desafiante y burlona que tanto me torturaba en estos días, volvió a aparecer. Su mirada brilló divertida.

-Claro, será un placer derrotarte nuevamente.

**

Amanecí con una resaca terrible. No recordaba cómo había llegado a casa nuevamente, pero lo más probable era que Sanji me hubiera llevado. Me fui directo al baño, tenía unas nauseas dignas de la borrachera que me había puesto la noche anterior. Una vez que estuve un poco mejor, me di un baño y me apresuré a bajar. Para mi sorpresa, Sanji estaba acostado en el sillón de la sala. Antes de que pudiera decir algo, mi celular y el de él comenzaron a sonar al mismo tiempo. Sanji se incorporó de inmediato, y al ver mi celular me di cuenta de que tenía ya tres mensajes de Bon Clay y Usopp, y como cinco llamadas perdidas de Nami. Justo en ese momento estaba recibiendo la sexta. Nami no es de las que llaman para felicitarte en una fecha especial o preocupada porque hayas amanecido con resaca, así que dude un poco antes de decidirme a tomar la llamada.

-¿Moshi moshi?

-¡Roronoa Zoro! ¡¿Dónde carajos se supone que estás?! El jefe no deja de preguntar por ti y por Sanji kun… -bufó exasperada – No me importa si tienes resaca o no, pero si no traes tu trasero aquí en menos de diez minutos luego no andes quejándote por iniciar el año sin empleo –no me dio tiempo a decir nada. Colgó de inmediato. Era una suerte que llamará del celular, de haber llamado del teléfono de la oficina, habría colgado con tanta fuerza que habría destrozado el teléfono. Sanji bostezó y se estiró.

-Buenos días – bueno, al menos tenía un amigo educado… mi vida no podía ser tan mala.

-Buenos días, lamento lo de anoche… no pensaba tomar tanto.

-No hay problema, puedes agradecérmelo dejándome tomar una ducha y prestándome una camisa.

Llegamos en quince minutos a la oficina. Sabía que Nami estaría enfurecida, y por un instante me divirtió imaginar las caras de resignado temor de Usopp y Bon Clay. Nada más entrar percibimos el aura asesina de Nami. Nami era pelirroja, y realmente era una mujer atractiva. Para mí era un demonio en forma de mujer, para Sanji era algo así como una mujer ideal. La primera vez que mi madre conoció a Nami quedó encantada de la vida con ella, y sugirió que hacíamos buena pareja. Claro, eso sí dejabas de lado el hecho de que Nami se transformaba de la mujer más encantadora en una marimacho mandona que no admitía réplica. No obstante, cuando quería era una amiga inmejorable, y cuando yo tenía necesidad de un buen trago era la primera en apuntarse al plan. Al igual que Sanji y yo, Nami era soltera, y para empeorar las cosas, feminista declarada, motivo por el cual, rechazaba implacablemente a cuanto pretendiente se le acercaba (incluido Sanji).

Nos miró enfurecida, estaba seguro que de no ser porque la política de la empresa impedía cualquier tipo de agresión hacia los compañeros, nos habría pegado un par de patadas a cada uno. Sin embargo, incluso un volcán en erupción andante como Nami, tiene algo llamado raciocinio, luego de pensárselo mejor, decidió simplemente ir al grano.

-Ahora que se han dignado a llegar… (y agradezco que no apesten a alcohol), Zoro, el jefe quiere verte cuanto antes.

-¿Nani? Pudiste empezar por ahí cuando llamaste… -la fulminé con la mirada. Ella sonrió vengativa.

-No es mi culpa que hayas decidido embriagarte aun sabiendo que hoy tenías trabajo.- me di la vuelta sin responderle. No era culpa de Nami, pero si me exasperaba que no se hubiera tomado la molestia de mencionar que era algo tan importante. Llevaba dos años trabajando en esa empresa editorial, como reportero. La revista que se imprimía cada mes, era famosa en todo Japón, y contenía temas de interés de diversa clase. Sin embargo, no era fácil ascender en este negocio, y yo esperaba con ansias que llegara mi momento. El día en el que Roronoa Zoro recibiera un encargo importante y escribiera un artículo inmejorable, tal vez recibiera un Pulitzer…

Entre a la oficina de mi jefe… más bien dicho de mis jefes. La empresa estaba a cargo de dos músicos retirados: Franky y Brook, ambos eran norteamericanos, por una absurda idea se les había ocurrido irse a vivir a Japón y establecer su editorial ahí. Se habían asociado, pero básicamente era Franky quien estaba a cargo. Era un sujeto de barbilla partida, siempre llevaba gafas de sol y playeras hawaianas llamativas. En vez de pantalones, usaba bermudas y chanclas. Su peinado era al estilo Elvis Presley. Brook era aparentemente más recatado, pero ninguna mujer en la oficina estaba a salvo de sus acosos. Ni siquiera cuando la secretaria temporal, Kalifa, lo demandó, dejó de hacerlo. Nami se tenía que armar de paciencia para no golpearlo, algo que conociéndola, era muy difícil. Brook era afroamericano, y también acostumbraba usar gafas, pero al contrario del exótico vestuario de su socio, él usualmente vestía trajes. No usaba corbata, pero sus camisas generalmente eran de algún color vivo y llamativo. ¿Qué tenían en común mis jefes? Su sonrisa desquiciada. La sonrisa estaba ahí cuando yo entré.

-Roronoa… ¿Festejaste anoche verdad? ¿Te la pasaste Súper? – hice un esfuerzo sobrehumano por no poner los ojos en blanco. Súper, era la palabra más usada por nuestro jefe, Súper esto, Súper aquello… -Te llamamos porque hemos decidido encargarte un asunto – lo mire directo a los ojos. Al fin, mi oportunidad…

-¿Qué sabes de las ruinas encontradas en las afueras de Tokio? –me preguntó Brook al tiempo que le daba un sorbo a su tasa de té. Sentí un escalofrío de excitación. Claro que había oído hablar del asunto, en todo Japón (y el resto del mundo) no se hablaba de otra cosa. Hacía poco había encontrado vestigios antiguos que se rumoreaba databan desde la primera linea del kōshitsu, mas o menos como desde el 660 a.C. Les dije todo lo que sabía, finalmente Franky sonrió.

-Muy bien muchacho, el artículo es tuyo… quiero algo especial, ya sabes, que trascienda…. –asentí y di las gracias. Era mi oportunidad perfecta. Hasta que Brook agregó:

-El arqueólogo que colaborara contigo vendrá mañana…

-¿Arqueólogo? –eso si no me lo esperaba… eso implicaba compartir el crédito.

-Descuida, es mundialmente famoso, le dará prestigio a la revista y además, tiene un currículum impresionante. Sabe lo que hace –Franky sonrió. Tal vez pensó que eso me tranquilizaría. Salí de la oficina minutos después. Usopp se acercó a mí seguido de Bon Clay.

-¿Cómo te fue? – Usopp me miró receloso. Probablemente vio en mi rostro que andaba malhumorado.

-Acabo de recibir la mejor oportunidad en toda mi carrera… pero tendré que trabajar con alguien más para el artículo – expliqué y los puse al tanto de mi situación.

-Pero Zoro chan, no tienes porque enojarte… piensa, para este artículo, un arqueólogo es una ayuda excelente, puede facilitarte datos y tendrás información fidedigna de primera mano….- Bon Clay intentó animarme. Lo conocía desde que éramos niños, y ni siquiera cuando él me confesó que era sus preferencias sexuales habían cambiado, nuestra amistad se alteró. Para mí era una mezcla de amigo y amiga, algo peculiar, pero ni siquiera en ese momento logró reanimarme. El día transcurrió lento y rápido a la vez, algo que ocurre cuando menos queremos que llegué un momento. Al día siguiente conocería al arqueólogo.

-¿Estás seguro de que es hombre? –preguntó Sanji con la esperanza de que fuera una mujer.

-Sanji kun, incluso si fuera mujer… ¿Crees que sea joven? –preguntó Nami exasperada. Sanji se quedó callado. Yo tampoco esperaba alguien joven. Lo más probable era que el arqueólogo resultara ser un anciano que iba a pasársela diciéndome que hacer… un verdadero fastidio.

-Ánimo Zoro – Usopp me sonrió. Usopp era, junto con Nami, uno de mis amigos más recientes. Los había conocido al entrar a trabajar en la empresa. No era lo que se llama un hombre atractivo, pero tenía "ángel" como suelen decir. Tenía un talento natural para crear historias, y Kaya, su hermosa esposa, estaba animándolo a escribir su propio libro.

-Gracias Usopp… bueno, nos vemos mañana –me despedí.

-¿Quieres que te eche un aventón? –preguntó Sanji.

-Estaré bien. Daijobu. –Salí y eche a andar en busca de un bar.

**

El bar no estaba tan lleno, aunque no era el One Piece, tal vez no era tan famoso. "Grand Line". Jamás había estado en ese bar. Me fui directo hacia la barra. Un par de tragos no me sentarían mal.

-Sake-pedí escuetamente. De inmediato fui atendido. Y ahí estaba yo, treinta años, soltero, haciendo berrinche porque un anciano arqueólogo compartiría créditos en mi artículo.

-Buenas noches. Una copa de vino tinto por favor.- la voz me llamó la atención debido al acento. Era una mujer morena, bastante atractiva. Para colmo, vestía ropa demasiado sugerente. "esta mujer está loca" pensé "Venir vestida así a un bar lleno de hombres". Su japonés era excelente, pero no podía dejar de notarse el acento extranjero. Además, bastaba verla para saber que no era japonesa. Le dio un sorbo a su vino, y luego, dándose cuenta de que la estaba observando volteó hacia mí. Un par de ojos azules me miraron directamente. Una sonrisa divertida apareció en su rostro, haciéndola aun más atractiva. -¿Puedo ayudarte? –su voz era seductora, acariciadora. Me sonrojé y volví a fijar mi atención en mi sake.

-No en realidad, solo me dio curiosidad tu acento.

-Italia – respondió al tiempo que volvía a darle un sorbo a su vino.

-Sí, lo supuse. –nos quedamos en silencio hasta que ella soltó una risita. Era un sonido interesante, y por un instante, desee que durara más.- ¿Y bien? ¿Así es como coquetean los jóvenes japoneses? – volteé a verla sorprendido, en ningún momento había tenido intención de coquetearle… aunque bueno, vale, no me importaría, pero no era lo mío. "Si Sanji estuviera aquí…" pensé. Probablemente Sanji ya habría conseguido su número telefónico. Y si le contaba a Sanji lo ocurrido, me llamaría baka por no hacer un par de movimientos para llevármela a la cama. Deseché la idea de inmediato. No era mi especialidad, además, ella era extranjera ¿Tenía algún sentido? Llevaba cinco años manteniendo parejas informales, y aunque la mujer era hermosa, ciertamente no me apetecía regresar a la vaciedad de acostarte con alguien que no estará al día siguiente.

-No sé… no soy como los otros jóvenes japoneses –respondí bruscamente. Ella se sorprendió ante mi respuesta y creí que se ofendería, pero contrario a eso soltó una carcajada.

-Es una lástima… podríamos haber pasado un buen rato – me dirigió una mirada evaluadora y luego sonrió nuevamente. Terminó su vino y pagó. – Hasta luego, mi japonés tímido…- se alejó sin dejar de sonreír. El bartender hacia esfuerzos por no reírse de mí. Gruñí y pagué mi sake. Me sentí como un idiota.

**

Al día siguiente llegué sin ánimos a la oficina. Retomando lo que mencione al inicio de mi historia, estaba llegando al segundo factor que cambio el curso de mi existencia. Cuando traspuse la puerta de la oficina de mis jefes, me informaron que el arqueólogo había llegado. Me armé de valor para no demostrar molestia o enfado.

-Zoro san, te presentamos a Nico Robin, ella trabajara contigo – me bastó una mirada para darme cuenta que cualquier definición de arqueólogo que pudiera haberme planteado, se desplomaba al ver a la arqueóloga con la que trabajaría.

-¡¿Tú?! –pregunté sin poder contenerme. Frente a mí, estaba la mujer del bar.

-Konichi wa –saludó. No dijo nada, pero en su mirada divertida pude darme cuenta de que también me había reconocido. Mis problemas se duplicaban a pasos agigantados.


Espero que les guste XD es solo un proyectito, no creo hacerlo muy largo... reviews onegai!! aunque sea para decirme si algo suena gay o raro XD

Feliz año nuevo a todos!!!