Esta es mi primera historia que subo asi que espero que les guste, los personajes no son mios son de Masami Kuramada, tiene contenido yaoi.
sin mas que decir me despido esperando que les guste XD dejen reviews
TE AMO PERO NO ME TOQUES
Capitulo I: ¿Será Verdad?
La noche no presenta tranquilidad alguna, parece que en aquel lugar las lluvias comienzan, ya que estas humedecen todo y cada uno de los lugares, pese a los relámpagos y las fuertes gotas que azotan por doquier, nadie parece incomodarse a excepción de una persona, un hombre de hermosas facciones y larga cabellera celeste, este hombre que se mueve de un lado a otro en su cama apretando los puños como si algo le hiciera sufrir; tras un gemido de angustia, el fornido cuerpo de ese joven se levanta de golpe quedando ahí sentado con los ojos abiertos de par en par, la respiración agitada y con la sabana entre sus puños con intención de tranquilizarse aunque parecía imposible ya que su respiración continuaba igual de agitada que antes.
-creo que te desperté... lo siento... –se escucha una voz que ya se encuentra dentro del doceavo templo donde el afligido hombre se encuentra, sin embargo, esa voz no se escucha angustiada o preocupada por haber despertado a tan hermoso hombre sino que se nota tranquila e inclusive un tanto divertida.
-Manigoldo... ¿Qué haces aquí? –pregunta el de cabellera celeste mientras pasa la mano por su cara para ayudar a despertarse.
-pues parece ser que despertándote ¿no crees? -comenta el regido de cáncer con su acostumbrada personalidad despreocupada.
-no... Hasta eso debería agradecerte... mis sueños no son algo que... desee todo el tiempo... pero en realidad... ¿que te trae a mi templo? -pregunta el regido de piscis con voz tranquila y a la vez fría mientras que su cuerpo se levanta de la cama sin la mínima intención de acercarse a su nuevo invitado.
-pues... no podía dormir y me dieron ganas de caminar y ver si alguno de mis compañeros tenia el mismo problema que yo... -respondió Manigoldo esbozando una sonrisa, ese hombre siempre era así, pese a las situaciones mas adversas el siempre se mostraba despreocupado como si se burlase de todo con el fin de estar bien, y pese a esa personalidad que a muchos podría desagradarles al caballero de piscis le agradaba, siempre lo tranquilizaba inclusive le ayudaba a reírse un poco.
-pues si me aceptas me uno... -le dijo el protector del 12vo templo con una pequeña sonrisa, muy discreta pero que no pasa desapercibida por Manigoldo.
-jamás podría rechazarte... -se limita a decir el caballero del cuarto templo mientras que sus piernas se mueven lentamente ocasionando que el bronceado cuerpo de Manigoldo se acerque de a poco a su compañero -aunque también debo admitir que vine a verte... -confiesa con una sonrisa lo que ocasiona sorpresa e inclusive preocupación en el santo de la constelación del pez.
-Manigoldo... que tonterías dices... -dice el santo desviando la mirada al tiempo que su gesto se torna triste de igual modo el pie izquierdo retrocede un poco mostrando inseguridad en lo que él mismo dice, como si en realidad no creyera que son tonterías.
-Albafika... no son tonterías, es la verdad... dime, ¿hasta cuando vas a alejarte de todo mundo? ¡Por Athena! Somos santos vamos a resistir estar a tu lado... no te hagas esto... -se atreve a decir Manigoldo estando a un par de metros de su compañero de armas que al notar eso, el santo del pez da un par de pasos hacia atrás.
-me alejare de ustedes el tiempo que sea necesario, Manigoldo no quiero lastimarlos...tu lo sabes bien, no pienso arriesgarlos...además ¿como sabes que es verdad lo que me dices? -pregunta Albafika un tanto desafiante, en realidad no le molestaba el hecho de que le discutiesen esa situación, sino que le daba miedo el descubrir que aquello que tantas veces le decía Manigoldo fuera mentira y verle morir ya fuese a él o algún otro de sus compañeros, Albafika no soportaría eso, y él mismo lo sabia, por ello desde hacia mucho tiempo tomo la decisión de alejarse de todos para evitar hacerles daño.
-no lo se Albafika... pero como sabremos si es verdad o mentira si no lo intentas... ya te he dicho que puedes contar conmigo... -decía Manigoldo siendo interrumpido por Albafika.
-¡ ¿para que? ¡ ¿Para matarte? que buen amigo seria Manigoldo...por favor vete... no me gusta discutir y menos contigo...así que por favor ya basta... - dice Albafika tratando de deshacerse de la desesperación y la angustia, sin embargo Manigoldo no parece escucharle o no querer hacer caso a lo que su amigo le dice, ya que en lugar de dar media vuelta, él acelera el paso logrando así quedar frente a frente con el protector del doceavo templo, y antes de que pueda pronunciar palabra alguna, el caballero de cáncer le sujeta en sus brazos para seguidamente atraerlo hacia si.
-no me iré Albafika... -le musita con voz ronca y con un gesto lleno de seriedad mientras que sus orbes observan el preocupado rostro de Albafika ante tal cercanía lo que lo obliga a forcejear para zafarse de su opresor, en realidad no quería alejarse pero sabia que, según lo que le había dicho su maestro, él era alguien muy peligroso... su sangre era veneno y solo el podía soportarla.
-¡suéltame...Manigoldo suéltame! -suplica Albafika con un tanto de desesperación, a este caballero le aterraba la idea de que su mejor amigo muriese por estas junto a él, por "según" Manigoldo, ver si es verdad lo que dice o no.
-no lo haré Albafika... - responde Manigoldo impregnando mas fuerza en sus brazos para sujetarlo con mayo firmeza, sin embargo, ante el miedo y la desesperación de Albafika este logra empujarlo provocando que el santo de cáncer se balance un poco mientras que el santo de piscis se deja caer sobre sus rodillas con sus mejillas humedecidas mientras que sus parpados se cierran con fuerza con la esperanza de evitar que las lagrimas salgan sin encontrar resultados favorables, ya que por mas que sus parpados se junten, las lagrimas escurridizas hayan la manera de abandonar los ojos del santo lo que ocasiona que sus manos formen un par de puños no por furia, sino por dolor y desesperación.
-vete... por favor...no insistas... yo jamás... podré estar cerca de ustedes sin causarles daño... Manigoldo...vete ya... -dice Albafika sin levantar el rostro con su voz entrecortada mientras que las lagrimas aun continúan saliendo.
-sabes lo que siento por ti Albafika... no me importa salir herido y tu lo sabes... -dice Manigoldo dando media vuelta con el fin de cumplir lo que su compañero le pide.
-Manigoldo... te quiero...pero no es posible que me toques... –se limita a decir Albafika al escuchar como el primer paso del santo de cáncer lo aleja de él, lo que estruja su corazón, deseaba que ese momento no terminara, que Manigoldo insistiera y se quedara con él, pero sabia muy bien que no debía que era mejor así, estar alejados para que no lo viese morir, para no herirlo.
-Albafika... tu sangre es veneno... pero tu piel nos defiende de tu peligroso flujo sanguíneo... tu sangre es peligrosa tu cuerpo no... –dice Manigoldo observándole por encima del ojo, ante estas palabras, Albafika levanta el rostro con los ojos cristalizados como si esas palabras fueran una luz de esperanza, desde hace mucho tiempo, el santo de piscis deseaba estar con sus compañeros como eso mismo, como los compañeros que eran, tal como Shion y Dohko estaban, como Sísifo que hablaba con todo mundo, como Cardia y Degel, que aunque eran muy diferentes estos dos siempre estaban juntos, como Aldebarán que le hablaba a todo mundo, simplemente como todos los demás pero para él no le era posible. Un golpe con la escalinata le hizo salir de sus pensamientos, poco a poco la anatomía masculina de Manigoldo fue desapareciendo entre la lluvia, había dejado una incógnita en él...ahora mas que antes tenia la esperanza de que lo que su amigo le decía era verdad ¿pero como seria posible comprobarlo sin dañar a nadie?
-no te vayas... –dice Albafika en un susurro que apenas y es escuchado por él mismo, no quería que se fuera, no quería, era tan difícil, el simple hecho de recordad aquel día en que se vieron por primera vez, al verlo de pequeño y sonreírse el uno al otro, tal vez en ese momento no lo había comprendido, pero cuando llego la hora de regresar al santuario ya con la armadura dorada y ver a Manigoldo de nuevo, con esa sonrisa sarcástica, con la personalidad despreocupada, el como pese a que alguno de sus compañeros intentase verlo molesto este reía como si le dijera algo gracioso y no permitía que nada quitase su buen animo, desde ese momento lo había descubierto, él amaba a Manigoldo, no se quejaba por eso, pese a todo era humano, todo iba bien, lo amaba y sabia que jamás iba a estar con él... todo empeoro en cuanto, un día, Manigoldo llego a su templo y le dijo que tal vez no era su tipo o que no sentía lo mismo pero que le gustaba y mucho, y no por su belleza externa sino por él mismo, por como era, por sus miradas, su voz, es decir que el santo del pez era correspondido, esa noticia lo destrozo, sabia que, ya no había solo un herido sino que dos, así había comenzado todo, así inicio el tormento, regreso el dolor del pasado y se fundió con el presente, haciendo mas difícil su existir.
-******Flash Back******-
-¡Albafika! Haz vuelto... –se escucha una voz femenina que grita con gran alegría y entusiasmo.
-Te dije que volvería Anette... –dice Albafika al volver la mirada y observar a esa hermosa joven de larga cabellera castaña y ojos de un color pardo hermoso, esa mujer era simplemente la mayor belleza que aquel hombre conocía, tenia muy delicadas facciones y una personalidad encantadora.
-OH querido, cuanto has cambiado, estas tan guapo, alto... hay eres un sueño... –dice Anette al encontrarse frente a Albafika estando a un metro de distancia de él, observándolo de arriba abajo.
-tu también estas hermosa mi vida... –se limita a decir Albafika con una sonrisa y sin moverse para que su mejor amiga le observase.
-ven aquí, déjame abrazarte... –después de estas palabras por parte de Anette, Albafika se aferra al cuerpo femenino por unos segundos, posteriormente se separa un poco y sujeta el delicado rostro femenino entre sus manos para después depositar un beso en los labios de su amiga sin embargo, tras el pasar de unos minutos el santo de piscis sintió como es que el menudo cuerpo de su acompañante temblaba y se tornaba un poco mas pesado.
-¿Anette? ¿Qué ocurre? –pregunta Albafika desesperado al observar como los ojos de la dama luchan por abrirse y su cuerpo aun tiembla.
-¿Qué paso? Albafika... ¿voy a morir? No quiero morir...ayúdame... –dice Anette entre lagrimas mientras que Albafika la carga para recostarla en el pasto para que este cómoda, pero al recostarla y rozar con su piel siente su cuerpo frió.
"tu sangre es un peligroso veneno, ten cuidado..." fueron las palabras que llegaron a la mente de Albafika al observar de nuevo a su amiga, esas palabras dichas por su maestro, en ese instante no las había comprendido del todo, pero ahora todo era claro, todo su ser era un peligro, por el simple hecho de tener un flujo sanguíneo de igual peligro que el veneno que él utiliza en sus técnicas, no se había dado cuenta el momento en que el veneno comenzó a dañar a su amiga, tal vez desde el momentos que la abrazo pero, no sentido que temblase o que su cuerpo estuviera tenso, era algo confuso y demasiado doloroso..
-***Fin Flash Back***-
Tras recordar aquella escena de su pasado las lagrimas en los ojos turquesa del santo regido por piscis regresaron saliendo una tras otra como si estas tuviesen prisa en mojar el blanco rostro del santo, seguidamente la diestra del mismo se posa en su frente, al parecer no se podía perdonar por su ignorancia en ese momento, aquella mujer era muy especial para él y cada vez que le recordaba no podía evitar el sentirse culpable e incluso responsable, no se había dado cuenta de cómo ha pasado el tiempo, por la madrugada Manigoldo llego a su templo y después de que él se fuera Albafika regreso a la cama pensando en todo lo que ocurrió, sus ojos presenciaron como el sol salía y caminaba, pero no se dio cuenta cuando sus ojos lo atraparon en los recuerdos ni tampoco se dio cuenta cuando salio de sus sueños regresando a la realidad, en verdad no sabia como es que ya vestía su armadura y ahora se encontraba parado a un costado de uno de los tantos pilares de su templo.
-¿Por qué tuve que descubrirlo así? Anette... perdóname... por favor... perdóname... –suplica a la nada Albafika mientras que pega su cuerpo a un pilar de su templo con la esperanza de que sus palabras lleguen hasta los oídos muertos de su amiga.
-¿Por qué te atormentas tanto? –se escucha una voz tranquila que de a poco se adentra al templo.
-¿Quién es? –pregunta Albafika de golpe dando media vuelta al escuchar como la voz y los pasos se acercan cada vez mas a él mientras se pone en pose de defensa para estar alerta de cualquier cosa que pudiese atacarle.
-eso es el pasado... por mas que te lamentes no remediaras las cosas... –continua diciendo la voz mientras que la luz del medio día ilumina el blanco rostro de aquel guerrero vestido también con un ropaje dorado.
-Asmita... ya no te acerques... –dice Albafika lo que ocasiona que el caballero de virgo se detenga al tiempo que esboza una sonrisa.
-tranquilo, disculpa Albafika... ¿te has preguntado el por que eres un santo si se supone que tu simple presencia es peligrosa? –pregunta Asmita sin moverse.
-¿Qué? Yo...pues... para proteger a Athena... así cualquier enemigo que se tope conmigo... morirá y no llegara ni siquiera a mirar a nuestra diosa... – responde Albafika un poco inseguro de su respuesta, no estaba seguro por que Asmita le preguntaba eso pero, le agradaba conversar con él y responder sus preguntas, era un gran amigo, que a veces no lo demostraba pero cuando mas se le necesitaba siempre esta allí.
-no me refería a eso... a lo que me refiero es por que crees que Athena pondría en peligro a todos sus caballeros con un hombre de su propio ejercito, no creo que Athena le importa mas su bienestar que el bienestar de sus caballeros... ¿o tu que piensas Albafika? –continua diciendo Asmita mientras que da la media vuelta con el fin de regresar a su templo.
-Asmita... y si no es verdad lo que dices... y si al tocar mucho tiempo a alguien ese alguien muere...y si esa persona es nuestro compañero ¿Qué debo hacer? –pregunta Albafika antes de que Asmita de un paso mas.
-olvidar... Albafika... ¿Qué te es más aceptable? ¿El quedarte con la duda o el probar si es verdad la hipótesis y poder estar mas cerca de tus compañeros? La respuesta esta en eso que deseas... además... no solo te atormentas a ti... las personas que te quieren, añoran por abrazarte y verte feliz sufren cada vez que tu te afliges... piénsalo bien Albafika...si no lo haces por ti... hazlo por los que te quieren... dudo mucho que Anette quisiera verte así... alejado de todos sin querer tocarlos para nada –termina de decir Asmita y como si fuese una pauta comienza a caminar para salir del doceavo templo dejando a un Albafika confundido y pensativo "¿tendrá razón?" es la pregunta que pasa una y otra vez por su cabeza.
-gracias... –musita para la nada con la esperanza de que sus palabras sean escuchadas por Asmita, sin embargo no logran llegar a su objetivo pero el caballero de virgo las sabe de mas. Esta vez la conversación había logrado dejar al santo del doceavo templo sin argumento alguno, su mirada yace perdida en algún lugar del templo, su cuerpo inmóvil, su mente perdida y el tiempo que no se digna a detenerse y simplemente sigue su curso.
"me muero de miedo... Manigoldo...esta dispuesto a arriesgarse conmigo... pero, y si muere... ¿Qué clase de amigo seria yo si permito que eso le pase? Pero por otro lado Asmita tiene razón, Manigoldo varias veces a tratado de convencerme para que le permita acercarse mas a mi... pero yo no lo dejo... a veces me abraza y no le ha pasado nada, pero...estoy confundido... tal vez sea verdad...son santos dorados... resistimos muchas cosas... esto debe de ser una de las cosas... como Manigoldo me dijo... mi piel los protege, quizás solo los mas afectados son aquellos que no saben usar el poder del cosmos..."
-¿Qué hago? ¿Me arriesgo o me quedo con la duda? –se pregunta una y otra vez el santo de piscis tal vez con la idea de que la nada le ayudase a decidir, pero era una decisión muy peligrosa, por un lado podía decir que si... pero tal vez seria un poco egoísta pero si decía que no... De igual modo lo seria...
"tu sangre es peligroso, tu cuerpo no" las palabras que Manigoldo le había dicho resonaban en su cabeza, tenia razón, tal vez si debía arriesgarse. Perdido en sus pensamientos Albafika no fue capaz de notar el flujo del tiempo, ya eran alrededor de las 7 de la noche y un relámpago acompañado de una fuerte lluvia dio la bienvenida a la noche, este era el momento, no debía esperar más... tenia que quitarse esa duda de la cabeza, no podía resistirlo, ya había resistido bastante. Tal como lo había dicho, él quería a Manigoldo, algo dentro de él despertó al conocerlo cuando pequeños, y creció al reencontrarse de grandes, su personalidad, la sonrisa con la que evadía la preocupación, el como continuaba adelante sin importarle que o quien se pusiera en su camino, el como llegaba a ser serio con él cuando lo necesitaba, esos pensamientos regresaban una y otra vez cada vez que él iba a verlo, que intentaba convencerlo para que estuvieran juntos.
No podía olvidar ese asunto, su mente una y otra vez le atormentaba con la misma duda ¿será verdad? Esa simple pregunta era lo único que provocaba que el caballero del doceavo templo caminase de un lado a otro por su templo cruzándose de brazos, pasándose la mano por el rostro, por el cabello, estar, simplemente inquieto. Tal vez, el ver caminar a un árbol era mas probable que eliminar esa duda de la cabeza del santo dorado del pez, simplemente era imposible.
-espero no haberte interrumpido...-se escucha una voz tranquila y un tanto fría que entra al cuarto templo al tiempo que la anatomía masculina dueño de esa voz se adentra al templo dejando tras de si unas cuantas gotas, parecía haber sido victima de la tormenta que se había desatado en el santuario.
-ja, que va, tu nunca me interrumpes... las cosas son las que interrumpen en cuanto tu llegas... –responde el protector de este templo que es iluminado por las fugaces luces de los relámpagos, que al parecer ahora se portan de manera cruel ya que no le permiten ver a su tan esperado invitado que, sin dar un paso mas, intenta que sus ojos se acostumbren a la oscuridad que insiste en invadir el templo que si su protector lo desea puede ser una puerta al inframundo.
-tonterías... no creo que todo interrumpa con mi simple presencia... –responde el santo dorado esbozando una sonrisa de medio lado, no sarcástica, no irónica, sino que un tanto triste.
-pues deberías creerlo por que es verdad... anda pasa... ¿a que se debe el honor de tu presencia? –pregunta Manigoldo observando como su nuevo invitado se adentra a su templo hasta quedar a un metro de él sin responder aun la pregunta.
-creo que sabes a lo que vengo... –responde de manera fría el santo mientras que se despoja de su capa para posteriormente con un cerrar de ojos la armadura que le protege se retira de su cuerpo y regresa a su caja dejando así el cuerpo de su poseedor con sus ropajes de entrenamiento.
CONTINUARA...
