THE MARK OF ATHENA

Hoy no era un día como cualquier otro. Hoy era el principio del final de la que sería conocida como la 2da Guerra Mundial. Pero la importancia de este día no se debe al final de una de las guerras más sangrientas de la historia. La importancia de este día radica en que gracias a un juramento que se realizara nacerá el héroe destinado a prevalecer el olimpo.

El nombre de este héroe es Percy Jackson, hijo de Poseidón con muchos títulos bien merecidos. Este joven héroe ha llamado la atención de muchos dioses, así como también la de muchos otros seres.

Percy, se ha convertido en el semidios favorito de muchos, entre ellos los Destinos.

Los Destinos no pueden negar que sintieron curiosidad por este joven desde su nacimiento. Ellas sabían que estaba destinado a grandes cosas y muchos hilos de vida estaban ligados a él.

Durante los cinco años que duró la guerra con Kronos, los destinos lo vigilaron. Viendo todas sus decisiones y acciones, cumpliendo a veces el capricho de los dioses. Y todo por los demás, nunca buscando la gloria eterna. No, solo buscando el beneficio de otros.

Ellas no pueden ayudar a los semidioses, no de forma directa, y en realidad nunca han querido ayudarlos. Pero ahora, al ver a su joven héroe siendo secuestrado por Hera y soltado sin un solo recuerdo más que el de su novia, lo ven perdido, medio asustado, desorientado…y aun así dispuesto a sacrificare por gente que no conoce. Lo ven convertirse en Pretor del campamento Júpiter cuando él solo quiere volver con Annabeth.

Ahora lo han visto caer en las profundidades del Tartaro y saben que esto ha ido demasiado lejos. Un solo héroe no puede llevar toda la carga que Percy está llevando. No merece tal castigo.

Desde que Percy nació lo vieron crecer, lo vieron llorar por no tener a su padre, lo vieron soportar los abusos de su padrastro solo por su mamá. Lo vieron sufrir por no tener amigos. Lo vieron perder a su madre y no derrumbarse. Lo vieron dar todo por los amigos que encontró en el campamento. Vieron su elección cuando descubrió que un hijo de Hades estaba vivo. Lo vieron rechazando el convertirse en dios a cambio de que todos los otros mestizos sean reconocidos por sus padres y que los dioses como Hades o Hestia sean reconocidos como se debe.

Y ahora, lo ven tomando una nueva decisión, una irrevocable. Conducirá a su novia, Annabeth, dentro del Tartaro, la mantendrá con vida. Pero al llegar a las puertas él se quedara. Percy lo ha entendido antes que los otros. Para cerrar las puertas necesitan de alguien afuera y alguien adentro.

Por primera vez en años los destinos no quieren cortar un hilo.

Es por eso que han aparecido en medio del consejo de los dioses antes de que estos realicen el juramento. Pueden ver sus caras sorprendidas y curiosas. Los ven inclinarse y saben que es el momento de darle una oportunidad de vivir a Percy.

-Levántense dioses- Los dioses volvieron a sus asientos.

-Mis señoras, a que debemos el honor de su visita- pregunto Zeus

-Estamos molestas con ustedes, sobre todo con usted Zeus y claro con su esposa Hera

-Podríamos saber el por qué están molestos con nosotros- consulto la reina del olimpo

-Su orgullo y sus juegos han desatado un desastre en el futuro. Y todo es a raíz del juramento que estaban a punto de hacer- todos los dioses se sorprenden ante esto – Sus futuros hijos han pasado y sufrido mucho, unos más que otros. Pero hemos decidido cambiar eso. Les vamos a dar un libro para que lo lean. Podríamos darles más, muchos más, para que vean el inicio de todo, pero no lo haremos, su castigo será el sentir la impotencia de no saber. También estén preparados puestos que mandaremos a algunos de sus hijos para que lean con ustedes. Y no se sorprendan por su comportamiento. En estos momentos ustedes no son sus personas favoritas.

Después de decir lo último los Destinos desaparecieron dejando en su lugar un libro.

Hermes era el más cercado, así que se acercó para levantarlo.

-Se llama "La Marca de Atenea"

-Así que todo es culpa de la sabelotodo- murmuro Ares

Antes de que Atenea pudiera replicar Zeus hablo

-Supongo que deberemos leer el libro, si los Destinos han decidido intervenir es porque el futuro debe estar echo un caos. Hermes por favor empieza

Hermes, miro aburrido el libro. Pero aun así se aclaró la garganta y comenzó

ANNABETH I

Hasta que conoció a la estatua explosiva, Annabeth creía que estaba preparada para todo. Paseaba por la cubierta del Argo II comprobando y volviendo a comprobar las balísticas para asegurarse de que estuvieran bien puestas.

Confirmo que la bandera blanca ondeara en el mástil. Repaso el plan con el resto de la tripulación. Y el plan B, y el plan B del plan B.

-Bueno eso solo puede significar que Annabeth es hija de nuestra sabia hermanita- índico Apolo con una gran sonrisa

-Obviamente, de quien más podría ser hija, del cabeza de alga- Atenea miro burlonamente a Poseidón

-Si hubiera sido mi hija no tendría que pensar en el plan B del plan B- antes de que Atenea pudiera replicar, Poseidón le indico a Hermes que siguiera leyendo.

Lo más importante, mantuvo entretenida a su enloquecida carabina de guerra, Gleeson Hedge, animandole a tomarse la mañana libre en su camarote viendo reposiciones de campeonatos de artes marciales.

Lo último que necesitaban, volando con un trirreme griego en un campamento romano potencialmente hostil, era un satiro de mediana edad vestido con chándal de gimnasio ondeando una vara mientras grita: "¡MORID!".

Las risas de Apolo y Hermes no se hicieron esperar

-Awww amaría encontrar a ese sátiro- comento Apolo

-Y que se enfrente a Ares batiendo su vara- Continuo Hermes

-Hermes…

-Ya, ya continuare

Todo parecía estar en orden. Incluso esa extraña sensación fría que había estado notando desde que despegaron parecía haber desaparecido. Al menos hasta entonces.

El barco de guerra descendió de las nubes pero Annabeth no pudo dejar de re cuestionarse varias cosas: ¿Qué pasaría si aquello era mala idea? ¿Qué pasaría si los romanos entraban en pánico y les atacaban nada más verlos? Definitivamente, el Argo II no parecía muy amistoso: sesenta metros de largo, con el casco cubierto de bronce y la cabeza de un flamante dragón metálico como mástil de proa, armado con varias ballestas que podrían disparar proyectiles explosivos con poder suficiente para atravesar el hormigón. Bueno, no era el mejor transporte para conocer y caerle bien a tus vecinos.

-Por qué irían los griegos en son de paz al campamento romano- murmuro Artemisa

-Seguramente se han vuelto a masacrar y quieren hacer una tregua

La indiferencia de Hera solo ocasiono que se ganara miradas molestas de los demás dioses que no pudieron evitar pensar en todos sus niños que han muerto a causa de esa ridícula rivalidad.

Annabeth había intentado darles a los romanos un aviso. Le había pedido a Leo que enviara uno de sus inventos especiales, un pergamino holográfico, para alertar a sus amigos en el campamento romano. Con suerte, el mensaje había llegado. Leo había querido pintar un mensaje gigantesco en la pared del casco: ".Que pasa, tíos?" con una gran cara sonriente, pero Annabeth había vetado la idea. No estaba segura de sí los romanos tendrían demasiado sentido del humor.

-Ese Leo debe ser uno de los míos- afirmo Hermes –Solo mis niños tienen ese sentido del humor

-Yo creo que es de los míos. Los tuyos no podrían inventar un pergamino holográfico

-Podría ser uno de los míos, sería lógico. Mis dos niños dando ideas

-Atenea querida, sabes que eres una de mis hijas favoritas verdad

-Claro padre

-Bien, no te ofendas, pero tus niños no suelen ser graciosos, esos son los de Hermes

-¡JA! Ven es uno de los míos

-Claro que no pies alados ese niño es mío.

-Sobrinos, porque no se calman, Hefestos si ese niño es tuyo lo descubriremos conforme sigamos leyendo- La sonrisa tranquila de Hestia logro calmar las cosas

Ya era demasiado tarde para dar la vuelta. Las nubes pasaron cerca del casco, revelando la gran alfombra dorada y verde de las colinas de Oakland por debajo de ellos. Annabeth asió con fuerza uno de los escudos de bronce que estaban alineados en el pasamanos de cubierta. Sus tres compañeros de tripulación ocuparon sus puestos.

En el alcázar de popa, Leo daba vueltas como un loco, comprobando los indicadores y las palancas. Muchos timoneles habrían estado satisfechos con un timón normal y corriente pero Leo había instalado un monitor con un panel de aviación de un avión a reacción, una mini cadena y los mandos remotos sensoriales de una Nintendo Wii. Podía disparar a los enemigos pulsando el acelerador, escuchando un CD o izar las velas zarandeando sus mandos de la Wii muy rápido.

-Bien, es tuyo- murmuro Hermes medio molesto ante la sonrisa satisfecha de Hefestos.

Incluso para ser un semidios, Leo tenía un TDA muy fuerte. Piper se paseaba de un lado a otro tras el mástil principal, ensayando su frase:

Bajad vuestras armas—murmuraba— solo queremos hablar.

Su hechizo oral era tan poderoso que las palabras flotaron por encima de Annabeth, llenándola con el deseo de dejar caer su daga y tener una larga y bonita charla con ella.

-AWWW- chillo Afrodita- Esa es una de mis niñas

-No era necesario que gritaras, podíamos darnos cuenta fácilmente

-Cállate chica virgen

Hermes comenzó a leer antes de que Artemisa le respondiera a Afrodita

Para ser una hija de Afrodita, Piper intentaba fuertemente ocultar su belleza. Hoy iba vestida con unos tejanos desgastados, unas raídas deportivas y una camiseta sin mangas con dibujitos rosas de Hello Kitty. ¿Quizá fuera una broma? Aunque Annabeth jamás habría podido saberlo por parte de Piper. Su pelo castaño encrespado estaba trenzado hacia la derecha donde tenía la pluma de un águila.

-Mira nada más, una hija de Afrodita que no quiere verse bien. Tal vez debería ofrecerle un lugar en la caza.

-Mis hijas no necesitan querer verse bien, ellas SIEMPRE se ven bien. Además, Piper debe tener ascendencia cherokee, Awww debe ser tan linda y seguramente tiene un apuesto novio- los demás veían a Afrodita- Vamos Hermes sigue leyendo para que pueda saber quién es el novio de mi niña.

Hermes miro el libro, le dio un vistazo a Afrodita y continúo leyendo

Y también estaba el novio de Piper, Jasón.

-Ven

Él estaba de pie en proa en una plataforma junto a una ballesta donde los romanos pudieran avistarle fácilmente. Tenía los nudillos blancos de tanto apretar el mango de su espada. Aun así, estaba muy tranquilo para ser un chico que hacía de objetivo. Por encima de sus pantalones y su camiseta naranja del Campamento Mestizo, se había puesto una toga y una capa morada, símbolos de su antiguo rango de pretor.

-Un romano entre los griegos

-Sera un prisionero de guerra- murmuro Hades

-No lo creó- respondió Ares- si fuera un prisionero no estaría tranquilamente parado

-Y no sería novio de mi hija.

Con su pelo rubio ondeando al viento y sus ojos tan azules como el hielo, parecía ásperamente hermoso y parecía tenerlo todo bajo control, como debe de hacerlo un hijo de Júpiter.

-ZEUS ROMPISTE EL JURAMENTO- grito Hades

-En primero lugar no lo he roto aun

-Ni lo harás- Hera lo fulminaba con la mirada

-Y en segundo lugar- continuo como si su esposa no lo hubiera interrumpido- realizare mi juramento como Zeus no como Júpiter, así que técnicamente no lo romperé

-Técnicamente NADA. Me obligaste a permitir que eliminaras a todos mis hijos y vas a romper el juramento-grito un enfurecido Hades

-No podíamos dejar que ninguno de tus niños llegara a los 16 años, la profecía

-Y una mierda-Hades parecía dispuesto a saltar sobre Zeus en cualquier momento

-Paz hermanos- Poseidón siempre había podido calmar a sus hermanos cuando peleaban entre ellos, claro que si la pelea hubiera sido con él otro hubiera sido el cantar- Zeus, Hades esta en todo su derecho de quejarse. Yo también me siento mal por la muerte de mis pequeños niños. Tú eras el único que no tenía niños menores de 16. Además de que tienes suficientes niños inmortales como para lamentar no tener algún semidios- Aun y cuando a Zeus no le gustaba el tono en que su hermano le hablaba no pudo evitar mirar hacia abajo con culpa- Y tu Hades sabes perfectamente que de los tres eres el único que seguramente lograra mantener su promesa. Y aun así no todos tus niños sufrieron un cruel destino por Zeus.

Hades miro sorprendido a Poseidón. Él sabía que había salvado a sus hijos, el cómo lo sabía no importa. Pero lo sabía y no lo ha delato. En muchos años Hades no había sentido las ganas de abrazar a su hermano como ahora.

Había crecido en el Campamento Júpiter, por lo que, con suerte, su cara familiar haría que los romanos vacilaran al querer volarles en pedazos. Annabeth había intentado no hacerlo, pero no se fiaba del todo de aquel tipo.

-Atenea, que tiene tu hija contra mi hijo

-Seguramente lo explicaran padre

Actuaba de una manera demasiado perfecta, siempre siguiendo las normas, siempre haciendo lo honorable. Incluso parecía demasiado perfecto. En el fondo de su mente, no dejaba de pensar: "Quizá sea un truco y nos traicione. Qué pasaría si aterrizáramos en el Campamento Júpiter y dijera: ¡Hola, romanos! Mirad los prisioneros y este barco tan chulo que os he traído".

-Bien tiene un punto-murmuro Hades

-Mis hijos no son así

-Vamos hermano, sabes que tus hijos son así

-Hades, Zeus….

-Lo sentimos-dijeron ambos dioses ante la mirada de Poseidón

Aun así, Annabeth tampoco creía que fuera a hacer eso. No podía mirarle sin evitar tener un gusto amargo en su boca. Había sido parte del programa forzoso de intercambio de Hera entre los dos campamentos.

Todos los dioses miraron a Hera que ni se inmuto

Sin avisar, Hera había abducido a Percy Jackson, el novio de Annabeth, borrado su memoria y le había enviado a aquel campamento romano. A cambio, los griegos habían recibido a Jasón.

-ohhh! Atenea tu hija debe amar mucho a ese muchacho para sentirse así

-Me pregunto, hijo de quien será ese chico

-Si yo he sido quien realizo el cambio, el chico debe ser el líder del campamento griego

-Otro hijo de Zeus- murmuro un molesto Hades

Hera fulmino a su hermano con la mirada ante lo dicho, pero al ver la sonrisa socarrona de Atenea ante ese pensamiento se le ocurrió una posibilidad que podría hacer rabiar a su hijastra

-O tal vez un hijo de Poseidón

-JAMÁS, mi hija no se metería con una cría marina

-No te metas con mis hijos Atenea, obviamente no podría ser mío. Ninguno soportaría a un cerebro de búho

-Awww serían como Romeo y Julieta, no puedo esperar a ver esa historia de amor

-Ni se te ocurra juntar a mi hija con el hijo de la vieja alga

-Pero querida yo puedo influir un poco, pero si es amor nace y crece solo

Nada de aquello era culpa de Jasón, pero cada vez que Annabeth le miraba, recordaba lo mucho que echaba de menos a Percy. Percy, quien seguramente estaría debajo de ellos ahora mismo.

Oh, dioses. El pánico creció en su interior.

Soy hija de Atenea— no dejaba de repetirse—. Tengo que ceñirme al plan y no distraerme.

-El amor está en el aire si la hija de Atenea se distrae-canturreo Apolo ante una enfurecida Atenea

Entonces lo volvió a sentir, aquel cosquilleo familiar, como si un muñeco de nieve maléfico se hubiera puesto justo detrás de ella y le estuviera soplando en la nuca. Se giró de golpear, pero no había nadie. Debían ser sus nervios. Annabeth deseo poder rezarle a su madre en busca de ayuda, pero era imposible. No desde aquel ultimo mes cuando tuvo aquel horrible encuentro con su madre y había recibido el peor regalo de su vida.

-El peor regalo de su vida- Atenea pensaba con fuerza

-Lo habrás vuelto a hacer verdad cara de búho

-Qué quieres decir aliento de pez

-Es obvio le has dado a tu hija la estúpida moneda para que busque tu estúpida estatua

Atenea se horrorizo ante eso. Hacía años que no mandaba a ninguno de sus hijos en esa maldita búsqueda. Que fue lo que la obligo a mandar a su hija.

El frio parecía estar más cerca. Creyó escuchar una voz en el viento, riéndose. Todos los músculos de su cuerpo se tensaron. Sabía que algo estaba a punto de ir terriblemente mal. Estuvo a punto de ordenarle a Leo de dar marcha atrás. Y entonces, en el valle debajo de ellos, los cuernos sonaron. Los romanos les habían avistado.

-No lograran estar en buenos términos con los romanos si salen huyendo- murmuro Ares

Annabeth pensaba que sabía que esperarse. Jasón le había descrito el Campamento Júpiter al detalle. Aun así, le costó creerse lo que le decían sus ojos. Rodeado por las colinas de Oakland, el valle era al menos el doble del tamaño del Campamento Mestizo. Un pequeño rio serpenteaba colina abajo e iba hasta el centro como una G mayúscula, desembocando en un brillante lago azul.

Justo debajo del barco, apostada a las orillas del lago, la ciudad de Nueva Roma refulgía a la luz del día. Reconoció los sitios de los que le había hablado Jasón: el circo romano, el anfiteatro, los templos y los jardines, el barrio de las Siete Colinas con sus anchas calles, sus domi coloridas y sus jardines con pórticos llenos de flores.

-Esos estúpidos romanos y sus estúpidas construcciones-murmuraba Atenea

Vio los restos de la última batalla de los romanos contra el ejército de monstruos.

-Imposible, los monstruos no pueden entrar al campamento Júpiter

-Bueno Ares, parece que lograron entrar

Había una cúpula con un gran agujero en lo que supuso que sería la Casa del Senado. La plaza central, el foro estaba llena de cráteres. Algunas fuentes y estatuas estaban en ruinas.

-Qué es lo que ha pasado-pregunto Deméter en un tono aterrado

Los demás dioses se abstuvieron de contestar, pero estaban igual de asustados. En todos esos años nunca los monstruos habían podido ingresar al campamento Júpiter. Ellos tenían la mejor defensa.

Ninguno dijo nada pero empezaron a preocuparse por sus niños griegos que eran más confiados que los romanos en el aspecto de la defensa del campamento.

Docenas de chicos vestidos con togas salían de la casa del Senado para conseguir una vista mejor del Argo II. Más romanos salían de las tiendas y las cafeterías, mirando boquiabiertos y señalando mientras el barco descendía.

A unos ocho cientos metros al oeste, donde los cuernos sonaban, un fuerte romano se alzaba en una colina. Parecía las ilustraciones que Annabeth había visto en los libros de historia militar, con una zanja defensiva de troncos, altas paredes y torres de vigilancia con ballestas de escorpión. En su interior, unas hileras perfectas de barracas blancas estaban alineadas al camino principal, la Via Principalis.

Una columna de semidioses salía de las puertas, con sus armaduras y lanzas brillando mientras corrían hacia la ciudad. Entre sus filas había un elefante de guerra de verdad.

-El elefante debe ser nuevo

-En serio Dionisio, eso es lo único que puedes decir

-Discúlpame sabia Atenea por no explayarme más sobre las construcciones que hemos visto un montón de veces

Annabeth quería hacer aterrizar el Argo II antes de que aquellas tropas llegaran, pero el suelo estaba aun a unas decenas de metros por debajo de ellos. Miro la multitud, esperando ver a Percy. Entonces algo detrás de ella exploto.

-¿Más monstruos?- Pregunto Afrodita pero nadie le respondió

La explosión casi la hace caerse de cubierta. Se dio la vuelta de golpe y se encontró cara a cara con una estatua enfadada.

-Era solo Termino- murmuro una aliviada Atenea

¡Inaceptable!—chillo.

Aparentemente había aparecido de la nada con una explosión, justo en cubierta. Un humo amarillo sulfúrico le salía de los hombros. Le caía ceniza de su pelo rizado.

De cintura para abajo, no era nada más que un pedestal cuadrangular de mármol. De cintura para arriba, era una escultura con forma de figura humana musculada en una toga.

-Es bueno ver que la hija de Atenea se asegura primero de lo que hay de cintura para abajo- un par de búhos se abalanzaron contra un risueño Apolo

¡No permitiré que hayan armas dentro del pomerium!—dijo con una estridente voz de profesor—. ¡Y mucho menos griegos!

Jasón le lanzo una mirada como diciendo "Yo me encargo".

Termino—dijo—. Soy yo, Jasón Grace.

Oh, ¡me acuerdo de ti, Jasón!—refunfuño Termino—. ¡Creía recordar que tenias el suficiente criterio como para juntarte con los enemigos de Roma!

Pero no son enemigos…

Es cierto—salto Piper—. Solo queremos hablar. Si pudiéramos…

¡JA!—espeto la estatua—. No intente hechizarme con la voz, jovencita. ¡Y baja esa daga antes de que te la arranque de tus manos inertes!

-Debería tener una charla con Termino sobre cómo tratar a mis hijas

Piper miro su daga de bronce, la cual aparentemente había olvidado que sujetaba.

Eh… vale. .¿Pero como vas a arrebatármela? No tienes brazos.

¡Impertinente!—hubo un agudo POP y un fogonazo. Piper grito y soltó la daga, que humeaba y echaba chispas.

-Una larga charla

¡Tenéis suerte de que acabo de estar en una batalla!—anuncio Termino—. Si tuviera toda mi fuerza, ¡habría sacado a esta monstruosidad voladora del cielo hace rato!

Espera, espera— Leo se adelanto, moviendo su mando de la Wii—. ¿Acabas de llamar a mi barco una monstruosidad? ¿No lo has hecho, verdad? ¿Verdad que no?

-A mi parecer ese barco es una belleza-murmuraron Ares y Hefestos para después verse asombrados por pensar lo mismo

La idea de que Leo pudiera atacar a la estatua con su mando fue lo necesario para sacar a Annabeth de su sorpresa.

Tranquilicémonos todos un momento. —Levanto sus manos para dejar claro que no tenía ninguna arma—. Supongo que tú eres Termino, dios de las fronteras. Jasón me dijo que eras el protector de la ciudad Nueva Roma, ¿verdad? Soy Annabeth Chase, hija de…

¡Oh, ya sé quién eres!—la estatua la miro con sus ojos blancos—. Una hija de Atenea, la forma griega de Minerva. ¡Escandaloso! Los griegos no tenéis sentido de la decencia. Nosotros, los romanos conocemos el puesto adecuado para esa diosa.

-Perdón-mascullo una enfurecida Atenea

Annabeth apretó su mandíbula. Le estaba costando ser diplomática con aquella estatua.

¿A qué te refieres con "esa diosa"? ¿Y qué es eso de escandaloso…?

¡Una cosa!—le interrumpió—. De cualquier manera, Termino, estamos aquí en son de paz. Nos gustaría tener permiso para aterrizar para que podamos…

¡Imposible!—chillo el dios—!Bajad vuestras armas y rendíos! ¡Abandonad mi ciudad de inmediato!

¿Que hay que hacer? —Pregunto Leo—. ¿Rendirnos o irnos?

¡Ambos!—dijo Termino—. Rendiros, después iros. ¡Te voy a abofetear la cara por esa pregunta tan inútil, chico ridículo! ¿Lo notas?

Guau—Leo estudio a Termino con un interés personal—. Estas muy, pero que muy tenso. ¿Necesitas que afloje algún engranaje por ahí dentro?

Cambio el mando de la Wii por un destornillador

¡Detente!—insistió Termino. Otra pequeña explosión hizo que Leo soltara el destornillador—. Las armas no están permitidas en el territorio romano del pomerium.

-Pero un destornillador no es un arma o si-pregunto Apolo

-Cualquier cosa que infrinja dolor puede ser una buena arma

-En realidad cualquier herramienta en manos de alguno de mis hijos puede volverse un arma.

¿El qué?—pregunto Piper.

Los límites de la ciudad— tradujo Jasón.

¡Y este barco entero es un arma!—dijo Termino—. ¡No podéis aterrizar!

-Lo mejor sería que se fueran y dejaran el barco en algún otro lado para que entren por el tunes

-Eso les tomaría mucho tiempo cara de búho y estarían en desventaja si los atacan.

-Cállate sesos de alga, lo que dije es un buen plan para que estén en buenos términos con los romanos. Estoy segura que mi hija pensará algo parecido

-Yo creo que Annie está más preocupada por encontrar a Percy

-Mi hija no es como tus tontas hijas que solo viven del amor. Ella SABE que es más importante mantenerse con vida y estar en buenos términos con los romanos que reunirse con su noviecito del momento

Abajo, en el valle, los refuerzos de la legión estaban a medio camino de la ciudad. La multitud en el foro se había multiplicado. Annabeth miro entre las caras y…

-Hermes por qué te detienes-pregunto Zeus

-Lo siento padre ahora continuo, solo que….no nada- Hermes no hizo caso a las miradas extrañadas, continúo leyendo.

¡Por los dioses! Le vio. Caminaba hacia el barco con los brazos alrededor de otros dos chicos (una chica negra con un casco de caballería romana y un chico con el pelo negro rapado) como si fueran sus mejores amigos. Percy parecía tan aliviad, tan feliz…

Vestía una capa morada como la de Jasón, la marca del pretor.

-Bueno que sea Pretor solo confirma que es un hijo de Zeus. Son sus hijos los que suelen ser pretores-murmuro un molesto Hades

-Podría ser una de los míos. Ellos también suelen ser pretores

-Mi hija no estaría con uno de tus salvajes hijos Ares

El corazón de Annabeth se puso a cien.

Leo, para el barco—ordeno.

¿Qué?

Ya me has oído. Déjanos justo donde estamos.

-Qué esta planeando tu hija cara de búho

-Obviamente va a dar media vuelta y volver por un camino más seguro

Leo movió el mando y tiro para arriba de el. Los noventa remos se pararon de golpe. El barco se detuvo.

Termino—dijo Annabeth—, ¿no hay ninguna norma en contra de atracar encima de Nueva Roma, verdad?

-Yo no la veo dando media vuelta-ronroneo Afrodita ante la mirada furiosa de Atenea y las risas de los demás

La estatua frunció el ceño.

Bueno, no…

Podemos mantener el barco atracado—dijo Annabeth—. Usaremos una cuerda para alcanzar el foro. De esa manera, el barco no estará en territorio romano. No técnicamente.

-Ese también es un buen plan

-Claro, Annie encontraría un plan digno de Atenea que la mantenga cerca de Percy

Hermes se apresuro a leer antes de que Atenea se lance sobre Afrodita

La estatua pareció aprobarlo. Annabeth se pregunto si estaría apretando su garganta con sus manos imaginarias.

Me gustan los tecnicismos—admitió—. Aun así…

Todas nuestras armas se quedaran a bordo—le prometió Annabeth— Supongo que los romanos, incluso los refuerzos marchando hacia nosotros, también tendrán que honrar las reglas dentro del pomerium, ¿verdad?

¡Por supuesto!—dijo Termino—. ¿Te doy la sensación de que tolere los que infringen las reglas?

-Y es por eso que casi no tengo hijos romanos- mascullo Hermes

Eh… Annabeth…—dijo Leo—. ¿Estás segura de que esto es buena idea?

-Lo es, pero no es la mejor

-Acéptalo Atenea, el amor es más importante

Cerró sus puños para evitar que tiemblen. Esa sensación de frio seguía allí. Flotaba a su alrededor, y cuando Termino dejo de gritar y provocar explosiones, creyó haber oído la presencia reírse, como si estuviera encantada de las malas elecciones que estaba tomando.

-Al menos es consciente de que esta en un error.

Pero Percy estaba allí abajo… estaba muy cerca. Tenía que llegar hacia él.

-Para variar los hombres nublando el buen juicio de las mujeres

-Pero Arty, el pobre Percy no tiene la culpa de que la hija de Atenea ante ponga sus sentimientos a su razón

-No me digas Arty. Seguramente es uno de tus hijos que andan deslumbrando a todo el que puede

-Piensas que mis hijos son deslumbrantes

-Contigo no se puede-medio grito-Hermes sigue leyendo antes de que le clave una fecha en su orgullo

Estaremos bien—dijo—. Nadie estará armado. Podremos hablar en paz. Termino se asegurara de que todo el mundo obedezca las normas—miro a la estatua de mármol—. ¿Hay trato?

Termino resoplo.

Supongo. Por ahora. Baja por tu cuerda hacia Nueva Roma, hija de Atenea. Por favor, intenta no destruir mi ciudad.

-Y ese es el fin del capítulo, quien quiere leer

-Yo leeré, tengo que saber si el tonto plan de mi hija funciono.

En ese instante una gran luz blanca ilumino toda la sala, al desaparecer habían siete semidioses en un deplorable estado. Rápidamente Apolo se acercó a comprobar sus heridas

De todos el que parecía estar peor era un pelinegro que apenas podía mantener los ojos abiertos.

-Hey niño, ¿Cuál es tu nombre?-Apolo sabía que era una pregunta tonta, pero necesitaba mantenerlo consiente

-…-la voz del semidiós era apenas un leve murmullo

-Lo siento chico, pero no te escuche

-…Ni…co…-

-Bien Nico, mantente despierto para que pueda terminar de curarte

Los otros semidioses no habían pronunciado palabra y tampoco se fijaron en su entorno. Ellos solo se aseguraron de ver como Apolo ayudaba a su amigo.

Zeus, no pudo soportar el ser ignorado por más tiempo y simplemente grito

-¡SEMIDOSES! ¡OSAN IGNORAR A LOS DIOSES Y NO MOSTRAR SU DEBIDO RESPETO!- ninguno de los otros dioses pudo evitar el entornar sus ojos ante lo dicho por Zeus

Uno de los semidioses se paro, era una niña, tendría alrededor de 15 años. Su cabello era negro carbón con puntas azules, su uniforme y la tiara en su cabeza informaba que era la nueva teniente de los cazadores. Lo más sorprendente de ella eran sus ojos, de un azul eléctrico, tan hermosos, tan fuertes, tan rotos y vacios.

-Yo soy Thalia Grace, teniente de Artemisa-conforme hablaba elevaba más y más su voz-Soy la PRIMERA PRUEBA DE QUE USTED GRAN ZEUS NO CUMPLIO CON SU ESTUPIDO JURAMENTO. Y NO PIENSO MOSTRAR NINGÚN RESPETO POR ALGUIÉN QUE SE ENCIERRA EN SU CASA PARA NO VER…

-THALIA BASTA-grito el único rubio del grupo-Entiendo tu malestar, pero ellos siguen siendo dioses y no podemos faltarles el respeto

-Jasón tiene razón- afirmo una morena con increíbles ojos dorados

-Si lo hacemos seguramente nos freirían

-LEO

-Es la verdad-se defendió un chiquillo que tenía aspecto de duende

-BASTA-grito Poseidón-Ahora que tengo su atención-dijo mientras miraba fijamente a los semidioses-Preséntense, digan quien es su padre divino. Luego estense quietos para que Apolo los cure por completo y finalmente, si a mi quería hermana Hestia no le importa, vayan donde ella para que les de algo de comer

-Ningún problema hermano-respondió una sonriente Hestia

-En vista de que mi hermana ya se presento, seguiré yo-dijo el rubio-Mi nombre es Jasón Grace hijo de Júpiter y pretor del campamento romano-recién ahí los dioses se dieron cuenta de los ojos azul eléctricos que poseía el semidiós.

-Así que tú y tu hermana-murmuro una molesta Hera- son hijos de la forma romana de MI marido

-No mi señora, yo soy hijo de Júpiter, pero mi hermana es hija de Zeus

-Ya veo, así que rompió el juramento dos veces- la voz de Hera se volvía peligrosa-con la misma mortal

Antes de que Hera pudiera decir algo más una de las semidiosas, se apresuro a hablar.

-Mi nombre es Piper Mclean, soy hija de Afrodita- Afrodita le sonrió a su hermosa hija que lucia un cabello castaño oscuro, cortado de manera desigual algo irregular y poseedora de unos ojos que varían de color entre azul, marrón y verde.

En eso se adelanto el chico con aspecto de duende. Su piel cobriza y su cabello ensortijado le daban un aspecto travieso. Lo único que arruinaba la imagen eran sus ojos, carentes de brillo, tan vacíos y con una culpa profunda. Si los dioses habían entendido bien, ese chico era el hijo de Hefestos y no se parecía nada al que describían en el libro.

-Soy Leo Valdez, hijo de Hefestos y usuario del fuego-Hefestoa le dio una pequeña sonrisa a su hijo. Sonrisa que recibió como respuesta una mirada perdida.

-Mi nombre es Frank Zhang-se presentó un chico con rasgos asiáticos. De cuerpo gigante y cara de bebe- Soy un hijo de Marte-Ares vio al niño, no tenía que ser un genio para darse cuenta de que su hijo no parecía muy contento con su paternidad.

-Yo soy Hazel Levesque-Hades la miro sorprendido-hija de Pluton

-Valla, parece que mi querido hermano también rompió el trato-Hades le lanzo una furiosa mirada a Zeus por su cinismo

-Niña, no voy a negar tu gran similitud con mi hija. Pero es imposible que seas ella-Hades no podía ver a la niña, no sin recordar su mirada asustada ante los jueces del inframundo-mi hija está muerta, tú no puedes ser ella.

-Las puertas de la muerte han sido abiertas, me ayudaron a salir y me llevaron al campamento Jupiter. De esa forma pude reparar mi error-Hades la miraba sin creerle, pero con una pequeña llama de esperanza en sus ojos-Aprovechare esta oportunidad para agradecerle por los colores que me dio-Eso era todo lo que él necesitaba para poder sonreírle a su pequeña hija a quien dolorosamente tuvo que permitir su entrada en los campos Asphodel

-Si, si, si…muy emotivo-murmuro Zeus-ahora, Apolo dile al chico que se presente

-Hermano, no creo que sea lo más adecuado. El chico no parece estar totalmente bien

-Silencio Poseidón, todos tienen que presentarse

Apolo miro al niño que aún estaba en sus brazos. El pobre niño ya estaba curado físicamente. Pero necesitaría un buen y largo descanso para recuperarse en su totalidad. Además Apolo podía apostar sin temor a equivocarse de que ese niño tenía un parentesco con Hades. Era como ver una versión más joven de su tío.

-Hey Nico-le dijo-preséntate ante Zeus-el niño apenas pudo levantarse, Apolo lo miro un segundo, antes de pasar a curar las heridas de los demás semidioses

-Soy Nico Di Angelo-murmuro lo más alto que pudo

-Bien Nico, que te parece si vas donde Hestia para que te de algo de comer-Poseidón sabía que se arriesgaba a la furia de su hermano menor, pero no iba a permitir que empezara una rabieta al darse cuenta de que Hades había logrado salvar a su pequeño hijo.

-Poseidón, déjale decir quién es su padre divino, o acaso te empiezas a sentir culpable por algo

Poseidón se limitó a mirar a Zeus, el niño gritaba por todos lados Hades, pero su hermanito creía que era de él. En momentos como este, se preguntaba si su hermano había heredado el cerebro de su padre. Es decir, confundió a un bebe con una roca.

Aun así Poseidón no se perdió la mirada suplicante de su hermano mayor. Ambos sabían que si Zeus se enteraba que los hijos de Hades seguían vivos, no tardaría en darles caza para eliminarlos.

-Podría ser-murmuro mirando la mueca molesta de su hermano-habrá que averiguarlo

Sabiendo que haría enojar más a su hermano, se levantó de su trono y adquirió un tamaño humano para acercarse a Nico. El niño solo lo miraba, no parecía tener más de 13. Se veía algo asustado, para relajarlo Poseidón le sonrío. Pero por alguna razón eso solo desato el llanto del menor, quien no pudo evitar lanzarse a sus brazos y llorar como si no hubiera un mañana.

Los demás dioses veían todo con curiosidad. Para todos, estaba claro que el niño era de Hades. Pero al parecer el chico debía tener una buena relación con Poseidón como para actuar de esa manera.

Los otros semidioses solo veían a Nico llorando sobre Poseidón, ellos habían sido lo suficientemente prudentes para evitar mirar al dios del mar. Después de todo el parecido era horrorosamente igual.

Thalía se acercó a Nico con la intención de calmarlo.

-Hey Nico ya deja de llorar-le murmuro mientras loa agarraba del brazo el intentaba separarlo de Poseidón- El tío Poseidón no es el cerebro de algas-Nico alzo la vista ante lo último dicho

-Bueno según Atenea mi cerebro está lleno de algas-Poseidón se dio cuenta de que eso no era lo más inteligente para decir cuando ya no tenía solo a Nico llorando, sino que Thalía también había empezado a llorar y se había unido a su primo en el abrazo que le estaban dando.

Hades no sabía cómo actuar. Las únicas veces que había visto a su hijo llorar, era cuando este no tenía más que meses de vida. Al cumplir un año Nico había dejado de llorar o hacer berrinches. Era un niño tranquilo que seguía a su hermana a todos lados.

Zeus, por otro lado, estaba furioso. Su hija lo había tratado pésimo y ahora estaba llorando con su hermano.

-PAREN DE LLORAR EN ESTE MISMO INSTANTE-grito Zeus-Hestia, dales un plato de comida a cada uno y que se vayan a sentar a los pies de los tronos de sus respectivos padres. Todos a tallas humanas ¡AHORA!

Thalía miro a su padre molesta. Sus ojos rojos por el llanto no podían evitar seguir derramando lágrimas. Sintió como alguien le ponía una mano en la cabeza y agitaba sus cabellos. Alzo la vista para encontrarse con el rostro del dios de los mares. Él se limitó a sonreírle. Thalía no podía evitar devolverle la sonrisa, esa calma en su rostro era la misma que ella había visto más de una vez, esa calma que la irritaba y a la vez conseguía tranquilizarla.

Suavemente se levantó de donde estaba y se fue a sentar a los pies del trono de Artemisa. En sus manos apareció un plato de pasta.

-Puede ser azul-pregunto en un susurro

Hestia la miro extrañada, pero al notar la mirada nostálgica de todos los semidioses. Hizo que la comida de cada semidiós se volviera azul.

Zeus, miro extrañado a su hija y a la vez algo molesto al ver que ella hacia todo lo posible por no acercársele. Lamentablemente no podía hacer nada al ser ella la lugarteniente de Artemisa.

Nico miro de manera suplicante a Poseidón. Él quería quedarse con el padre de su amigo un rato más. Necesitaba un recuerdo constante de que no lo había perdido para siempre. Que podría salvarlo.

Poseidón le sonrió suavemente y lo guió a su trono. Ni bien Nico se sentó empezó a comer con gran deleite la extraña pasta azul.

-Bien, ya que todos están en sus sitios-comenzó Atenea-les diremos que los destinos nos han dado un libro para leer. Acabamos de terminar de leer el primer capítulo. Y aun cuando en el solo han sido mencionados Jasón, Piper y Leo. Me atrevo a decir que todos ustedes deben desempeñar un gran papel en esta historia-Atenea se paró como si se hubiera dando cuenta de algo-En el libro también mencionan a una de mis hijas, Annabeth. ¿Dónde está ella?

Todos los semidioses se tensaron ante la mención de la hija de Atenea. Poseidón pudo notar como Piper y Hazel estaban a punto de unirse a Thalía en el llanto.

-Si continuamos leyendo sabremos que paso con tu hija cara de búho.

-Cállate aliento de alga

-Atenea-le llamo la atención Hera-Querida, aun cuando es tan gratificante ver como tu sabio cerebro piensa en los apodos más ingeniosos para mi hermano. Deberíamos continuar con la lectura para que estos semidioses puedan volver a su tiempo y tu padre realice el juramento que al parecer romperá-Atenea miro con cólera infinita a Hera, mientras que los demás dioses se reían entre dientes-Ahora querida, deberías apurarte. No estabas ansiosa por saber si el tonto plan de tu hija funcionaba.

-Puedo preguntar que paso en el primer capítulo-Pregunto tímidamente Hazel, desde el trono de su padre

-Los mocosos mencionados por Atenea están sobre el campamento romano. Ya llegaron a un acuerdo con Término para dejar el barco en el aire y bajar sin portar ni un arma. Como dirían por ahí, un plan digno de Atenea

-Ares, no seas así-le reprendió Afrodita-Olvidaste lo más importante. La dulce Anni, esta arriesgando a su tripulación con tal de volver a ver a su amor-Afrodita parecía estar en su propio mundo-Y no le importa enfrentarse a miles de romanos con tan de volverlo a ver y saber que su amor perdurara sin importar la adversidades

-Ya cállate Afrodita-le ordeno una molesta Atenea-Sigamos leyendo para ver cómo va el estúpido plan de mi hija. Y si ella está actuando como tonta enamorada seguramente es tu culpa.

Antes de que Afrodita pudiera decirle algo. Atenea cogió el libro y empezó a leer.